Si la Historia Militar o de las Fuerzas de Seguridad, te apasiona. Si la Militaría es tu afición. Si quieres conocer la Historia, sin valorar ideas ni convicciones políticas, sin tendencias, sin manipulaciones. La Historia Militar, sólo la vivida por sus principales protagonistas, los SOLDADOS que la han padecido.



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martes, 18 de enero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-TUNEZ NUEVA JORNADA CON VIOLENTOS CHOQUES






Los enfrentamientos volvieron anoche al centro de Túnez. Un intenso tiroteo irrumpió en la madrugada entre fuerzas leales al Estado y milicias afines al ex presidente, Zin el Abidin Ben Ali. Sobre las 2.30 horas de la madrugada, se escucharon ráfagas de armas automáticas y disparos en las inmediaciones del Ministerio del Interior.

Los miembros de la que fuera guardia pretoriana del 'rais' continúan sembrando el pánico en la ciudad. Francotiradores recorren las calles disparando indiscriminadamente a los ciudadanos. Según fuentes próximas a las fuerzas del orden, son unos 3.000 hombres, de los que ya se ha abatido a varios y se ha detenido al menos a 50.

Túnez se despierta hoy con la resaca del anuncio, ayer, del nuevo Gobierno de unidad nacional. La expectación se centra en ver cuál será la reacción de la calle ante tal anuncio, que se produjo poco antes del toque de queda que rige desde las 18.00 a las 7.00 horas.

Ayer, una manifestación de jóvenes fue dispersada por la policía antidisturbios con gases lacrimógenos y disparos al aire. Ocurrió después de que otra marcha que salió desde la sede del sindicato Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT) fuera disuelta por el Ejército. Los jóvenes no están dispuestos a que su revolución quede en papel mojado y piden la marcha de las figuras del antiguo régimen.

Sin embargo, en el Gobierno de transición permanecerán viejos aliados de Ben Ali, como el primer ministro Mohamed Ghanuchi -en el cargo desde hace una década-, el ministro de Exteriores, Kamel Morjane -casado con una prima de Ben Ali- y otros habituales del partido único, el Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD).

En las revueltas populares que forzaron el exilio del general Ben Ali han muerto 78 personas, según cifras oficiales. Organizaciones de oposición elevan el número de fallecidos a 130.

Fuente Diario "EL MUNDO"

Las Mujeres Tunecinas Claves de la Revolución

En Túnez la revolución y, mucho antes, la lucha contra el régimen del presidente Zine el Abidine Ben Ali, han sido en gran parte femeninas. No hay un país árabe en el que hayan desempeñado un papel similar.

"Las mujeres han sido numerosas en las manifestaciones aunque solían retirarse cuando empezaban los choques con los antidisturbios", señala Fathia Hizem, portavoz de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, una organización legal.

Su papel en la lucha "es la consecuencia del llamado Estatuto Personal", explica Hizam, que el presidente Habib Burguiba promulgó en 1957. Otorgó derechos a las mujeres de los que no gozan en otros países árabes.

Ben Ali los amplió acaso presionado por su segunda esposa, Leila Trabelsi, que tenía 20 años menos que el presidente y que, se susurraba en Túnez, soñaba con sustituirle en la jefatura del Estado, para lo cual estudió el bachillerato con 50 años y se licenció en Derecho por correspondencia.

Mucho antes de que estallase la revuelta, el 17 de diciembre, en la ciudad de Sidi Bouzid (40.000 habitantes), ya había un puñado de mujeres en primera línea. Entre las más conocidas figura la abogada Radhia Nasraoui, presidenta de la Asociación Tunecina de Lucha contra la Tortura. Nada más enterarse de la sublevación de Sidi Bouzid Nasraoui creó un comité de apoyo a su población.

A lo largo de los últimos años Nasraoui ha padecido el acoso de la policía secreta del régimen. Más de una vez su despacho fue saqueado y los neumáticos de su coche reventados sin que las fuerzas de seguridad abrieran nunca una investigación.

El 4 de octubre de 2009 se llevó su último gran susto cuando el coche en el que su marido, un amigo y su hija de 10 años acudieron a buscarla al aeropuerto de Túnez tuvo dificultades para arrancar. En el depósito se había añadido un líquido inflamable a la gasolina que hubiese podido provocar una explosión.

Sihem Bensedrine, la portavoz del Comité Nacional para las Libertades en Túnez, exiliada en Barcelona, donde fue acogida por el grupo Pen Català, fue víctima, ya en 1993, de una modalidad de ataque que la policía política dedicaba a las disidentes. Colocó su rostro en lugar del de una actriz pornográfica y distribuyó miles de ejemplares del fotomontaje.

Doce años después, la prensa oficialista la acusó de "prostituirse y practicar la sodomía con extranjeros y sionistas". Circuló entonces por Internet otro montaje en el que Bensedrine la Criatura del diablo, el apodo con el que la bautizaron los diarios Al Hadath y Achourouk, era la protagonista de un vídeo pornográfico.

La afición policial por ese género les llevó a fabricar en sus laboratorios otros cortos en los que llegaron a introducir en la imagen el rostro de alguna reportera europea que se encontraba de paso por Túnez.

Bensedrine es periodista de profesión, como también lo fue Oum Ziad, la directora del periódico Al Rai, el primer rotativo que cerró Ben Ali tras su toma del poder en 1987.

Ni siquiera las mujeres dirigentes de partidos legales de oposición se libraron de la represión. Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), se puso en huelga de hambre en 2007, junto con Nejib Chebbi, para evitar que la expulsaran de la sede de su partido. "No soy candidata al suicidio", explicaba entonces a EL PAÍS, "sino que libro una batalla por existir políticamente".

Su huelga apenas duró tres semanas. El récord del ayuno como protesta en Túnez lo ostenta la abogada Radhia Nasraoui que, en 2003, no probó bocado durante 57 días. "Lo hice para desenmascarar el carácter dictatorial y policial del régimen de Ben Ali y su empeño por seguir siendo presidente de por vida".

La Asociación de Lucha contra la Tortura de Nasraoui nunca fue legalizada, "pero no por eso hay que pensar que las organizaciones legales tienen una existencia más fácil", recalca Hitzem, de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas. "Nuestras militantes han tenido con frecuencia dificultades para acceder a nuestras sedes y nuestras cuentas corrientes están bloqueadas desde hace años", se lamenta.

Fuente El Diario "EL PAIS"

A FONDO

TUNEZ

Túnez o Tunicia cuyo nombre oficial es República Tunecina, es un país situado al norte de la costa mediterránea africana, cuya capital es Túnez. Es el país más pequeño del Magreb, ubicado entre las estribaciones orientales de la cordillera montañosa del Atlas y el mar Mediterráneo. La superficie de Túnez es de 165.000 km², con una población estimada en 10,3 millones de habitantes. Aproximadamente el 40% de este país está compuesto por el desierto del Sahara, mientras que el resto es suelo fértil y adecuado para la agricultura; además, tiene 1.300 km de costa. Limita con Argelia al oeste y Libia al sur este.

LA REVOLUCION

Los Matones del Régimen buscan el Caos

Los soldados tunecinos no dejaban ayer estacionar taxis en ningún lugar donde hubiera aglomeración de personas. El miedo a un atentado era palpable en la capital. Una psicosis. Porque tras la detención el sábado de Ali al Seriati -jefe de la guardia personal de Zine el Abidine Ben Ali, el sátrapa derrocado-, los esbirros del régimen se emplean a fondo para que la gente añore al dictador fugado el viernes a Arabia Saudí. Instaurar el caos es su objetivo en esta etapa de volatilidad política. Sin embargo, pese a los choques armados entre militares contra policías fieles a Ben Ali que ayer sacudieron el corazón de Túnez, algo es evidente: el Ejército cumple con su misión y se enfrenta a muerte a los matones del dictador dondequiera que tratan de sembrar la anarquía.

Los militares, desplegados ayer como nunca en la reciente historia tunecina, notoriamente más que en días anteriores, daban muestras de que no iban a dejar pasar una. Eran ayudados por policías, pero los soldados estaban al mando. La policía, tan detestada como el dictador, pierde presencia en las calles. Pero el Ejército -casi 30.000 hombres- tiene muy complicado garantizar el orden si no puede contar con al menos parte de los 160.000 miembros de las fuerzas de seguridad.

Los civiles -muchos hombres pasan el día en las esquinas observando acontecimientos- celebraban la detención y besaban a los soldados. "¡Viva Túnez libre!", gritaban. Imposible saber la intención de los detenidos, pero la proximidad a la central del PDP hace sospechar que intentaban atentar contra el líder del PDP, Nejib Chebbi, o su esposa, Maya Jribi, también una importante dirigente política. Si eso hubiera ocurrido, las consecuencias habrían sido devastadoras.

Difícil lo tienen los matones afectos a Ben Ali. Porque el odio al autócrata es tan extendido entre los 10 millones de tunecinos como el respeto y cariño por el Ejército, que ayer, poco a poco, se hacía con el control de la seguridad en todo Túnez. Eran los militares quienes principalmente se hacían cargo de las inspecciones de los vehículos, de registrar cualquier bolsa grande que llevara todo transeúnte. Porque, según relatan vecinos de Túnez, muchos policías y efectivos de la guardia personal de Ben Ali se dedican a otros menesteres escabrosos.

"Llaman aleatoriamente a las casas para preguntar la dirección, quién se encuentra en la vivienda y ofrecen protección. Pero luego las asaltan, especialmente si hay mujeres solas", comentaba un vecino. También han utilizado ambulancias y taxis para disparar contra tiendas, depósitos de agua en las casas. Han robado cámaras, móviles y dinero a periodistas de la televisión alemana. Y ya sin luz, vehículos todoterreno circulaban a gran velocidad por varios suburbios repartiendo plomo, aunque toda la población permanecía guarecida en sus casas.

El centro de la ciudad fue escenario de choques entre el Ejército y grupos de policías contra los matones, apostados a menudo en tejados. Se prolongaron durante horas. Ya caída la noche, dos leales a Ben Ali fueron abatidos desde helicópteros -su tronar se escuchaba sin cesar- en los alrededores del Banco Central y las refriegas en las inmediaciones del palacio de Cartago, entre soldados y fieles a Ben Ali desembocó en una desbandada de sicarios que diseminó el terror por los suburbios colindantes. También hubo tiroteos en los alrededores del aeropuerto.

Por la mañana, las Fuerzas Armadas difundieron por radio que los vecinos que desearan defender sus barrios -una muestra de evidente recelo hacia gran parte de la policía- se pusieran ropa o algún distintivo blanco. Los policías que colaboraban con los soldados también llevan desde ayer chalecos blancos.

Pero también se conversaba sobre las enormes dificultades para comprar, por ejemplo, agua embotellada o papel higiénico. Ya hay cierto desabastecimiento en el mercado central y las verduras y hortalizas han duplicado su precio en 48 horas. Grupos de vecinos elaboraban en algunos barrios listas de productos que escasean y dónde pueden hallarse. Es una coyuntura insostenible que augura nuevos brotes violentos si los ahora rebeldes que propagan el terror prosiguen por este camino. Tienen enormes intereses que proteger, por muy bastardos que sean. A medio plazo, Túnez, dependiente de las inversiones extranjeras y del turismo y sin la inyección de divisas procedentes del petróleo o gas de que disfrutan otros países árabes, va a pagar un alto precio por esta inestabilidad política y de seguridad que ha manchado a una nación célebre por su calma social.

Pero el conflicto tiene otras víctimas inocentes inesperadas. Poco después del mediodía, tres hombres, dos en posesión de pasaportes suecos y un tunecino, fueron capturados a unos 40 metros de la sede del opositor Partido Democrático Progresista, cuyos dirigentes negociaban con el primer ministro la formación de un Gobierno de unidad nacional. Los dos suecos "portaban fusiles de corto y largo alcance y pistolas", confirmaba en el lugar de los hechos un oficial. Los tres fueron golpeados por policías mientras los mantenían boca abajo. Los supuestos mercenarios o terroristas recién llegados del extranjero eran en realidad cazadores que ya llevaban una semana en el país. La policía admitió por la noche el error cometido. No necesitaron atención médica, pese a la paliza recibida.

"Estás acabado", dijo el jefe del Ejército a Ben Ali

La revolución tunecina fue popular y espontánea, pero sin la complicidad de las Fuerzas Armadas no hubiese tenido éxito. "El Ejército dejó caer a Ben Ali", asegura el ex jefe del Estado Mayor de los Ejércitos de Francia, almirante Jacques Lanxade, de 76 años, en una conversación telefónica con este corresponsal.

"El jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, el general Rachid Ammar, dimitió tras rehusar ordenar a sus hombres que disparasen contra los manifestantes tunecinos", prosigue Lanxade que fue también embajador de Francia en Túnez hasta 1999.

Antes de dejar el cargo, el general Ammar le dijo, el 12 de enero, al presidente Zine el Abidine Ben Ali: "¡Estás acabado!". Dos días después el jefe del Estado huyó del país y Ammar recuperó su puesto.

Moncef Marzuki, un médico tunecino exiliado en París, sostiene, en cambio, que fue Ben Ali quien destituyó al general cuando este se negó a obedecerle. "Le reemplazó por un general más obediente", pero este tampoco acató las instrucciones presidenciales.

En círculos diplomáticos de Túnez se susurra que pocos días antes de que cayese Ben Ali, la cúpula castrense mantuvo contactos con la Embajada norteamericana -los militares tunecinos se forman en EE UU y en Francia- que les instó a no intervenir en la represión. Antes, el 6 de enero, el embajador de Túnez en Washington, Mohamed Salah Tekaya, fue convocado por el Departamento de Estado, que le abroncó. El pasado viernes el presidente Barack Obama "aplaudió" al pueblo tunecino.

"No sé si el rumor tiene consistencia, pero constato que hay una convergencia de intereses entre la Casa Blanca y los jefes militares", afirma Khadija Mohsen-Finan, investigadora tunecina de la Universidad de París VIII.

"El Ejército tunecino ha sido siempre mantenido al margen de la política, no estaba asociado a la dirección del país y se dedicaba, sobre todo, a la vigilancia de las fronteras", recuerda el almirante Lanxade. Nunca se le vinculó con la corrupción ni las intrigas de palacio que caracterizaron la vida política bajo Ben Ali.

Pero he aquí que desde que, a principios de mes, los soldados se desplegaron en las ciudades para proteger los edificios públicos, las Fuerzas Armadas se han convertido en protagonistas.

Primero rehusaron reprimir a los manifestantes y hasta en alguna ocasión les protegieron de los embates de la policía y de la Guardia Nacional (Gendarmería). "Ahora desempeña un papel estabilizador y moderador", subraya Lanxade.

Su prioridad inmediata es acabar con los brotes de violencia fomentados por los miembros del aparato de seguridad de la dictadura, empezando por la guardia presidencial. "Cuando creen que corren peligro, los tunecinos llaman ahora al Ejército, que acude a defenderles, y no a la policía", sostiene el almirante Lanxade.

"No es una tarea fácil porque el número de policías y gendarmes cuadriplica al de los soldados", señala el catedrático francés Pierre Vermeren, autor de varios libros sobre el norte de África. Las Fuerzas Armadas cuentan con 35.000 hombres de los que 27.000 integran el raquítico Ejército de Tierra.

Aunque fuera apolítico, "el Ejército no quería a Ben Ali", recuerda el profesor Vermeren. En 2002, el jefe del Estado Mayor, el general Abdelaziz Skik, y otros once oficiales fallecieron en un accidente de helicóptero en Mejez el Bab "del que siempre se sospechó que podía haber sido provocado" por Ben Ali, que temía un golpe de Estado, prosigue Vermeren. Para sustituir a Skik, el presidente designó a Ammar.

Además de luchar contra los irreductibles del aparato policial, Vermeren vaticina que el pequeño Ejército tunecino puede tener que hacer frente a "intentos de desestabilización de Libia". En enero de 1980, un grupo de tunecinos entrenado en Libia intentó tomar la ciudad meridional de Gafsa. Ahora el líder libio, Muammar el Gadafi, ha mostrado públicamente su disgusto con el derrocamiento de Ben Ali.

¿Existe un riesgo de que un Ejército convertido en actor principal le coja gusto al poder? "No está en nuestras tradiciones", responde Khadija Mohsen-Finan. "Su papel es, por ahora, el de acompañar esta incipiente transición", añade. "Pero no conocemos a los militares", recalca. "No sabemos lo que puede pasar".

Las Claves de la Revolución de los Jazmines


Por primera vez en mucho tiempo, los tunecinos se sienten libres. Semanas de protestas contra la represión, la corrupción y el desempleo han logrado lo que parecía imposible: que Zin el Abidin Ben Ali dejara el poder. Veintitrés años de dictadura son muchos y ahora habrá que enseñar al país a vivir de otra manera.

1. ¿Fin de una era?. a caída de Ben Ali, de 74 años, no marca por sí sola el fin del régimen. Pero en el mundo árabe, es el culto a la personalidad el que manda. El nuevo presidente, Mohamed Ghanuchi, ha prometido aplicar reformas que restauren la estabilidad perdida para esta pequeña potencia turística de 10 millones de habitantes. Pero se abren interrogantes sobre si será capaz de obtener el apoyo de la calle. Quedan muchas cosas por cambiar en un país regido por un partido único, el Reagrupamiento Constitucional Democrático, desde 1956 (el año de la independencia del colonialismo francés). Ghanuchi es uno de los miembros más prominentes de su 'vieja guardia' y ha sido primer ministro durante más de una década. "El RCD es como la Falange bajo el régimen de Franco", explica Tarek Chabuni, miembro de la Ejecutiva del Partido opositor Tajdid (izquierda progresista laica). "Debe desmantelarse", concluye.

2. Las conquistas de la revolución. Cuatro semanas de revueltas sociales han dado frutos. Ahora, los tunecinos no están dispuestos a renunciar a sus conquistas. Le han perdido el miedo al régimen. Si Ghanuchi y los suyos no se aplican para restaurar las libertades públicas, los tunecinos volverán a la calle. "Nosotros hemos decidido esta revolución y vamos a decidir quién es nuestro líder", afirmaba ayer Tarek, de 30 años, en la manifestación crucial que forzó la fuga de Ben Ali. De momento, es probable que las protestas se aplaquen, aunque podrían continuar las manifestaciones y los enfrentamientos de los descontentos. Muchos pueden aún aprovechar el caos para continuar saqueando tiendas y establecimientos.

3. El papel del Ejército. Las fuerzas armadas tunecinas tendrán un papel clave en los próximos meses. Ben Ali ya no gozaba del favor de algunos sectores del Ejército, algo que algunos apuntan a la razón de su salida precipitada del país. Durante cuatro semanas de agitación social, el Ejército ha ejercido un papel equilibrador, negándose a disparar contra la multitud. Los tunecinos respetan a sus fuerzas armadas y le confieren un papel de garante de la estabilidad.

4. En busca de un presidente. Pocos creen que Ghanuchi sea el hombre que suceda a Ben Ali durante mucho tiempo. Se trata de un tecnócrata -al que llaman "el ordenador tunecino" por sus conocimientos enciclopédicos sobre economía- que carece de ambiciones políticas. Aunque todo es posible en este país norteafricano. La propia historia lo corrobora. Ben Ali era ministro del Interior durante la presidencia de Habib Burguiba. En 1987, cuando el 'rais' fue declarado incapaz, Ben Ali se presentó como el 'salvador' del país. Pero logró perpetuarse en el poder durante más de dos décadas.

5. La soñada democracia. ¿Habrá democracia en Túnez? Esta es la pregunta que todos se hacen ahora. Los retos son múltiples: restaurar las libertades civiles, la libertad de expresión, una justicia independiente, limpiar la economía de la corrupción, educar a las fuerzas de seguridad en el respeto a los derechos humanos... Poner fin a un Estado policial que no duda en emplearse con brutalidad con sus ciudadanos no es fácil. Se puede empezar por organizar elecciones libres, aunque primero habrá que reformar la ley electoral y cambiar la naturaleza del partido único RCD para permitir que otros partidos tengan voz. Serán horas cruciales para la oposición tolerada y los líderes en el exilio.

Una Revolución con Olor a Libertad

Desde la Revolución de los Claveles hasta la de los Jazmines

Túnez ya se ha convertido en la 'Revolución de los jazmines'. Pero la denominación de una revolución con el nombre de una flor no es nueva. Antes, otras flores y colores evocaron movimientos democráticos que acabaron con regímenes dictatoriales.

La revolución de los claveles, Portugal

El 25 de abril de 1974 la 'Revolución de los claveles' termina con el gobierno de Marcello Caetano, poniendo fin a una dictadura de más de 48 años.

A lo largo de la Historia pocos levantamientos se han llevado a cabo de forma tan ordenada y pacífica con éste. El 25 de abril de 1974, una parte del Ejército portugués, agrupada en el Movimiento de las Fuerzas Armadas, terminó con más
de 40 años de dictadura salazarista; la población civil se unió a los sublevados, que introdujeron claveles rojos en los cañones de sus fusiles. Sólo hubo cuatro muertos.

En 1976, el general Antonio Ramalho Eanes se convierte en el primer presidente elegido por sufragio universal.

Revolución de terciopelo en Checoslovaquia

En noviembre de 1989, la 'Revolución de terciopelo', animada por el dramaturgo y disidente Vaclav Havel, pone fin, sin violencia, al régimen comunista. El divorcio entre la República Checa y Eslovaquia vendría cuatro años después.

La Revolución de la Rosa Georgia

El 23 de noviembre de 2003, después de tres semanas de manifestaciones contra unas elecciones legislativas fraudulentas, la revolución de la rosa consigue acabar con el poder del presidente Eduard Chevardnadze. Saakachvili, jefe de la oposición reformadora y pro-occidental, entra en el Parlamento con una rosa en la mano, apoyado por decenas de miles de personas. Es elegido presidente en enero de 2004 con el 96,2% de los votos.

La revolución naranja de Ucrania

El 22 de noviembre de 2004, cientos de miles de ucranianos salen a las calles de Kiev para protestar contra la 'victoria' en las presidenciales del candidato pro-ruso Viktor Yanukovich.

Esta elección será anulada más tarde por faude. Los opositores bautizan a la revolución naranja en referencia al color de la campaña de su candidato, Viktor Yushchenko. Éste es elegido presidente en enero de 2005.

La Revolución de los Tulipanes en Kirguistán

El 24 de marzo de 2005, miles de manifestantes protestaron contra el resultado de las legislativas y contra la corrupción en el país. Asaltan la sede del Gobierno y obligan a presidente Askar Akayev (que lleva 15 años en el poder), a marcharse.

Cuatro meses después, uno de los líderes de la sublevación, Kurmanbek Bakiev resulta elegido para la presidencia con el 90% de los votos.

Túnez: la revolución de los jazmines

El 14 de enero de 2011, después de un mes de manifestaciones reprimidas con fuerza por la policía, la "revolución de los jazmines" provoca la caída del regimen autoritario de Zine El Abidine Ben Ali, en el poder desde hace 23 años.

El jazmin es una flor blanca emblemática en este país y simboliza la pureza y la tolerancia.

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