Mientras una gran tormenta de nieve y viento mantiene en sus casas a millones de personas en la costa este de Estados Unidos, un oficial guarda sin descanso la tumba del soldado desconocido en el cementerio nacional de Arlington.
El camposanto, donde están enterrados veteranos de todas las guerras del país, cerró sus puertas el viernes ante la tormenta pero la solemne guardia a la tumba de los soldados sin nombre continúa pese al duro clima.
Miembros seleccionados del tercer regimiento de infantería de Estados Unidos, conocido como Vieja Guardia, honran el panteón 24 horas al día, 365 días al año, ininterrumpidamente desde 1937.
«Guardaré todo dentro de los límites de mi puesto y lo dejaré solo cuando haya sido relevado apropiadamente», anunciaba ayer la unidad de elite en su Twitter oficial, junto a una foto de un soldado haciendo la guardia bajo la nieve.
Los centinelas de la tumba al soldado desconocido prosiguen así hoy su ceremonia pese a la nieve y los fuertes vientos, protegidos con un abrigo, gorro, guantes y gafas acordes con la formalidad y elegancia de su uniforme.
La línea ocho del Credo de los Centinelas se refiere específicamente a «la incomodidad de los elementos», por lo que se considera un honor hacer la guardia bajo un tiempo inclemente.
Desde 1937 siempre ha habido un soldado guardando la tumba, fusil en mano, con una marcha dividida en tramos de 21 pasos, número que alude al saludo de 21 disparos de arma, el máximo honor que se puede dar a un dignatario militar o extranjero.
El cambio de guardia, una ceremonia muy querida y popular en Estados Unidos, tiene lugar cada media hora entre abril y octubre y cada hora de noviembre a marzo. Cuando el cementerio está cerrado, se cambia cada dos horas.
Los centinelas trabajan en turnos de 24 horas, con otras 24 de descanso que emplean en preparar su traje para el día siguiente, alistar sus pulidos cortes de pelo, hacer entrenamiento físico y ensayar las ceremonias.
El turno se organiza en tres relevos, cada uno de entre 5 y 8 soldados, en base a la altura, de manera que los soldados que coinciden en el cambio de guardia tengan una talla similar.
Los centinelas, que pasan por un duro proceso de selección y están sometidos a una fuerte disciplina, trabajan en la guardia de la tumba durante una media de 18 meses.
Los soldados pueden vivir en un puesto del Ejército localizado junto al cementerio o fuera de la base. Sus turnos los pasan en unos cuartos situados bajo el anfiteatro colindante al panteón.
Los centinelas de la tumba al soldado desconocido son la unidad de elite de la Vieja Guardia, la unidad de infantería activa más antigua de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, en servicio desde 1784.
Desde la Segunda Guerra Mundial, la Vieja Guardia ha ejercido de guardia oficial de honor del país y escolta del presidente como el grupo de soldados que mejor representan al país dentro y fuera de sus fronteras.
La tumba al soldado desconocido fue establecida en 1921 como lugar de reposo de los soldados anónimos que combatieron en las dos guerras mundiales y la Guerra de Corea, y como símbolo de todos los héroes sin nombre que dieron su vida por el país.
ABC
El camposanto, donde están enterrados veteranos de todas las guerras del país, cerró sus puertas el viernes ante la tormenta pero la solemne guardia a la tumba de los soldados sin nombre continúa pese al duro clima.
Miembros seleccionados del tercer regimiento de infantería de Estados Unidos, conocido como Vieja Guardia, honran el panteón 24 horas al día, 365 días al año, ininterrumpidamente desde 1937.
«Guardaré todo dentro de los límites de mi puesto y lo dejaré solo cuando haya sido relevado apropiadamente», anunciaba ayer la unidad de elite en su Twitter oficial, junto a una foto de un soldado haciendo la guardia bajo la nieve.
Los centinelas de la tumba al soldado desconocido prosiguen así hoy su ceremonia pese a la nieve y los fuertes vientos, protegidos con un abrigo, gorro, guantes y gafas acordes con la formalidad y elegancia de su uniforme.
La línea ocho del Credo de los Centinelas se refiere específicamente a «la incomodidad de los elementos», por lo que se considera un honor hacer la guardia bajo un tiempo inclemente.
Desde 1937 siempre ha habido un soldado guardando la tumba, fusil en mano, con una marcha dividida en tramos de 21 pasos, número que alude al saludo de 21 disparos de arma, el máximo honor que se puede dar a un dignatario militar o extranjero.
El cambio de guardia, una ceremonia muy querida y popular en Estados Unidos, tiene lugar cada media hora entre abril y octubre y cada hora de noviembre a marzo. Cuando el cementerio está cerrado, se cambia cada dos horas.
Los centinelas trabajan en turnos de 24 horas, con otras 24 de descanso que emplean en preparar su traje para el día siguiente, alistar sus pulidos cortes de pelo, hacer entrenamiento físico y ensayar las ceremonias.
El turno se organiza en tres relevos, cada uno de entre 5 y 8 soldados, en base a la altura, de manera que los soldados que coinciden en el cambio de guardia tengan una talla similar.
Los centinelas, que pasan por un duro proceso de selección y están sometidos a una fuerte disciplina, trabajan en la guardia de la tumba durante una media de 18 meses.
Los soldados pueden vivir en un puesto del Ejército localizado junto al cementerio o fuera de la base. Sus turnos los pasan en unos cuartos situados bajo el anfiteatro colindante al panteón.
Los centinelas de la tumba al soldado desconocido son la unidad de elite de la Vieja Guardia, la unidad de infantería activa más antigua de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, en servicio desde 1784.
Desde la Segunda Guerra Mundial, la Vieja Guardia ha ejercido de guardia oficial de honor del país y escolta del presidente como el grupo de soldados que mejor representan al país dentro y fuera de sus fronteras.
La tumba al soldado desconocido fue establecida en 1921 como lugar de reposo de los soldados anónimos que combatieron en las dos guerras mundiales y la Guerra de Corea, y como símbolo de todos los héroes sin nombre que dieron su vida por el país.
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