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miércoles, 20 de mayo de 2015

LOS SOLDADOS NORTEAMERICANOS QUE LIBERARON LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN LA II GM Y LA LEY DEL TALIÓN

Descubren las crueles torturas que los americanos cometieron contra los nazis en Dachau
Día 20/05/2015 - 14.17h
La carta de un médico presente en la liberación del campo ha desvelado la barbarie que se desató contra los miembros de las SS
Este 2015 está siendo un año de tristes aniversarios en lo que a campos de concentración se refiere-. No es para menos pues, hace más de siete décadas, los soldados aliados liberaron una ingente cantidad de centros de exterminio donde los crueles soldados de las SS habían sometido a todo tipo de torturas a miles y miles de presos de todo el mundo (entre ellos, españoles).
 
No obstante, la llegada de los norteamericanos y soviéticos a estos recintos trajo consigo también una ola de barbarie ya que, traumatizados al ver los montones de cadáveres famélicos que se agolpaban en su interior y las pésimas condiciones de vida de los reos, asesinaron a sangre fría a varios centenares de nazis que no habían huído del lugar.
Eso, precisamente, fue lo que sucedió en el campo de Dachau (ubicado cerca de Munich) una vez que fue liberado el 30 de abril de 1945 por la 20ª División Blindada y la 45ª de Infantería del VII Ejército de los Estados Unidos. Y es que, en las jornadas posteriores los soldados estadounidenses se tomaron la justicia por su mano y torturaron cruelmente -y de multitud de formas- a los guardias de las SS. Algunas de ellas fueron tan horribles como arrojarles agua helada por encima y obligarles a hacer el saludo nazi durante horas para, finalmente, ejecutarles.
 
Estas prácticas aliadas han sido descubiertas, 70 años después, gracias a las cartas perdidas que el capitán del ejército norteamericano David Wilsey (un anestesista de 30 años de edad) envió a su mujer Emily el 8 de mayo de 1945. En ellas, el soldado afirma que vio como sus compañeros maltrataban y acababan con la vida de los germanos que se habían quedado en el campo para controlar a los presos. ¿La razón? En palabras suyas, «porque se merecían ser sacrificados».
Las misivas, que han salido a la luz gracias al diario «New Republic», han mostrado además lo lejos que puede llegar la venganza y el odio.

Un anestesista en el ejército

El capitán Wilsey fue uno de los miles de soldados estadounidenses y británicos que, tras el Desembarco de Normandía, avanzaron hacia Alemania con el objetivo de liberar a Europa del yugo nazi. En ese camino, se forjó un currículum intachable al intervenir en más de 5.000 procedimientos médicos, lo que le llevó a ganar una estrella de bronce.
 
Sin embargo, y aunque este combatiente convivía con la muerte y el dolor a diario (en un caso tuvo que salvar la vida a un pequeño que había pisado una mina y tenía una buena parte de su cuerpo destrozado), se quedó impactado al entrar en Dachau.
 
Y es que, una vez que atravesó la verja del campo de concentración, vio con sus propios ojos decenas de pilas de cadáveres esqueléticos que a los nazis no les había dado tiempo a quemar en los hornos. La barbarie conmocionó de tal forma a sus compañeros que, en las jornadas siguientes, se sucedió una ingente masacre de soldados alemanes (algo que quedó documentado y reconocido por su gobierno posteriormente y que costó a muchos oficiales su expulsión del ejército).
 
Sin embargo, hasta ahora no se conocían algunas de las torturas más crueles, las cueles han sido descubiertas gracias a las cartas de Wilsey. «Vi como capturaban a un soldado de las SS que habían torturado [las tropas americanas] y luego le dispararon con frialdad. Dios me perdone, pero lo vi sin que la emoción me perturbara después de saber las acciones que las bestias de las SS habían realizado», determina la misiva.
 
En la misma carta, el capitán señala como los americanos obligaron a los miembros de las SS a hacer el saludo nazi con el brazo levantado durante horas e, incluso, les arrojaron agua helada después de desnudarles para luego acabar con ellos a tiros. En otra ocasión, afirma también que los americanos alinearon a 50 soldados alemanes y les ametrallaron sin previo aviso. Todo aquello le trajo consecuencias psicológicas tras la contienda.
 
A su vez, el norteamericano explica en los folios que todas aquellas tropelías eran aplaudidas e imitadas por los presos supervivientes, los cuales asesinaron a muchos miembros de las SS que les habían maltratado años atrás. «Una vez, un preso que había intentado escaparse fue atado por un miembro de las SS a un poste y, posteriormente, tres Dóbermans hambrientos fueron lanzados contra él. Le arrancaron la carne de los muslos y las tripas. Cientos de presos los vieron en posición de firmes. Lo primero que hicieron los presos tras la liberación del campo fue disparar a los perros y al adiestrador», señala el miltar en su misiva.

Descubren las crueles torturas que los americanos cometieron contra los nazis en Dachau
Presos en Dachau, tras la liberación del campo
EPA


Un capítulo aparte merece la mención que hace a los saqueos, pues explica que se generalizaron en todo el campo. Él, de hecho, robó un par de gemelos, así como banderas nazis y joyas que halló en el lugar para llevarlos a su casa como recuerdos. Aunque a día de hoy se desconoce dónde guardaban los alemanes esos utensilios, se supone que se los habían arrebatado a los presos del campo.

La barbarie contra las tropas alemanas del campo fue tal que algunos soldados americanos tuvieron que detener a sus compañeros para que no se rebajaran al nivel de los nazis. Eso fue lo que le sucedió con un comandante que, tras acabar con cuatro germanos, siguió disparando a sus cuerpos ya fallecidos durante minutos. Su histeria era tan palpable que un coronel tuvo que darle un culatazo para hacerle perder el sentido y que se tranquilizase.
 
 

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