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jueves, 25 de diciembre de 2014

EL 25 DE DICIEMBRE DE 1914 EN BÉLGICA SE DISPUTÓ EL PARTIDO MAS HERMOSO DE LA HISTORIA ENTRE SOLDADOS BRITÁNICOS Y ALEMANES

El partido más hermoso de la Historia

Día 24/12/2014 - 16.14h

En Bélgica, soldados ingleses y alemanes, hicieron el 25 de diciembre un inciso en la espantosa Primera Guerra Mundial

Es probablemente el mejor partido de fútbol de la historia. O al menos el más hermoso. No lo disputaron divos del balón. Ni siquiera fue un encuentro organizado. Lo jugaron en un barrizal helado de Bélgica soldados ingleses y alemanes, que por unas horas, el 25 de diciembre de hace cien años, hicieron un inciso en la espantosa guerra de trincheras y concedieron una brevísima oportunidad a la paz, que no gustó a sus superiores.
 
El 11 de diciembre, Michel Platini inauguró en nombre de la Uefa un monumento en el teórico lugar de los hechos, los campos abiertos, hoy de nuevo verdes, de la aldea belga de St. Yves. Un día después, el príncipe Guillermo presentó en Staffordshire, en el centro de Inglaterra, una escultura que también recuerda la tregua del balón: «El fútbol tuvo el poder de derribar barreras y unir a la gente. Es vital que cien años después mantengamos viva aquella historia». Para diseñar el monumento se organizó un concurso entre 30.000 escolares. Ganó un niño de once años de Newcastle, con un diseño sencillo: un apretón de manos enmarcado por los contornos de una pelota.
 
La Primera Guerra Mundial fue una escabechina entre imperios decadentes, que se prolongó cuatro años y segó la vida de diez millones de jóvenes de 70 países. Pero lo más atroz del drama se dirimió en los frentes estancados de Francia y Bélgica. En noviembre de 1914 se empezó a intuir entre las tropas que la conflagración iba para largo. Diciembre cayó helado sobre Bélgica. Los soldados de St.Yves formaban parte de un frente que se prolongaba 680 kilómetros. Eran los albores de una exasperante guerra de desgaste.
 
Llegadas las navidades, la escarcha cubría los lodazales que separaban las trincheras en St. Yves, la llamada tierra de nadie. En la clara madrugada de la Nochebuena comenzó a suceder algo extraordinario. El teniente alemán Johannes Niemann lo anotó así en su diario: «Las armas se han callado toda la noche y en el otro lado están cantando villancicos». Por la mañana, uno de sus hombres entró en el refugio del teniente para contarle que allí fuera estaban conversando con el enemigo. Los soldados habían abandonado sus posiciones para encontrarse en la tierra de nadie. Hubo conversaciones, canciones, algún regalo y mucho intercambio: chocolate, aguardiente, tabaco… Los ingleses codiciaban los cigarros alemanes. Los germanos las raciones de ternera británicas. Hasta se hicieron fotos con aquellas cámaras pioneras.
 

¿Y el fútbol? Los diarios que acaban de aparecer de un soldado inglés lo cuentan así: «En un momento dado, un tío escocés salió fuera con un balón y empezó un partido con cubos como porterías. Jugar en aquel campo helado no era nada fácil». Otros testigos concuerdan, con pequeñas variaciones. Dicen que era un balón desinflado, que había llegado como regalo de Navidad.
 
Aunque la leyenda -seguramente escrita por los ingleses- asegura que ganaron por 3-2, en realidad nunca hubo un partido oficial, fue más bien lo que hoy llamaríamos una pachanguita, embellecida por el tiempo. Pero nadie quiere arruinar una bonita historia. No todo fue tan grato. La tregua navideña fue aprovechada para retirar cadáveres que llevaban semanas pudriéndose en el lodo.
 
El relato acaba mal. El alto mando se encorajinó al ver las fotos y reportajes sobre la «la tregua del fútbol». Los británicos decretaron que confraternizar con el enemigo sería considerado «traición», con severos castigos ante una corte marcial. La lógica de las personas mayores y el rodillo de la muerte se imponían a la espontaneidad de los chavales alemanes e ingleses.
 
 

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