Si la Historia Militar o de las Fuerzas de Seguridad, te apasiona. Si la Militaría es tu afición. Si quieres conocer la Historia, sin valorar ideas ni convicciones políticas, sin tendencias, sin manipulaciones. La Historia Militar, sólo la vivida por sus principales protagonistas, los SOLDADOS que la han padecido.



¡Seguro que te gustará este Blog!


viernes, 31 de octubre de 2014

LA CABALLERIA AUXILIAR DE ROMA

La caballería auxiliar romana de los siglos I y II e.c.
Bajo la República, los aliados de Roma habían suministrado tanto infantería pesada similar a las legiones y caballería, como infantería ligera para reforzar esas legiones. Al principio estos aliados fueron principalmente itálicos, pero con el paso del tiempo fueron reemplazados por númidas, hispanos, galos y germanos en el oeste y por las fuerzas de los reyes locales clientes de Roma en el este.



Nuevas unidades auxiliares fueron creadas conforme las provincias se iban asentando bajo Augusto, especialmente en la frontera norte. Durante la reforma militar de Augusto los auxilia fueron totalmente reorganizados y pasaron a recibir el mismo entrenamiento que las legiones, llegando a ser profesionales de largo servicio. La distinción más importante entre los auxilia y las legiones era que los primeros eran constituidos normalmente por no-ciudadanos romanos, aunque tras un servicio particularmente destacado en estas unidades se obtenía la ciudadanía. Ya bajo Claudio se estableció que 30 años era el máximo tiempo servicio en las unidades auxiliares y que todos los soldados de buen carácter recibían la ciudadanía romana después de 25 años de servicio.

Elegidos entre los pueblos nacidos en la silla de montar, la caballería de los auxilia proveía de un brazo armado del que los romanos no eran particularmente duchos. Curiosamente, como hemos dicho, los romanos preferían reclutar antiguos enemigos como los galos, germanos, celtíberos y tracios, todos los cuales eran renombrados jinetes. Como consecuencia, las armas, equipo e incluso las tácticas de la caballería auxiliar eran muchas veces adoptadas de “los bárbaros”; por ejemplo, la silla de montar romana fue adoptada de los germanos en tiempo de Julio César, quién comprobó su utilidad de primera mano. Pese a estos variados orígenes, la caballería auxiliar estaba organizada, disciplinada y entrenada a la manera romana. Aparte de su valor en la batalla, la caballería podía ejercer labores de reconocimiento, comunicaciones y patrulla.

Caballería auxiliar en la Columna de Trajano
Los estudios sugieren que bajo Augusto, el ejército contaba con 300.000 efectivos, de los cuales 30.000 eran caballería (10%). Pero a finales del siglo II los números habían cambiado: se estima en 385.000 de los cuales 65.000 eran caballería (20%).

Oficiales especiales eran enviados para examinar a los reclutas (tironis) y se llevaba acabo un examen (probatio) para asegurarse que los reclutas cumplían los requisitos físicos y legales para serlo. Debían medir en torno a los 6 pies romanos (1.77 metros), siendo el mínimo 5 pies y 10 pulgadas (1.72 metros). No había una edad establecida pero del estudio de lápidas y documentos parece que la edad medio del recluta de caballería era inferior al de infantería, estando entre los 18 y los 25 años.

Una vez pasase estas pruebas recitaba el sacramentum (juramento militar) al Emperador y eran enviados al campamento para recibir entrenamiento.

La unidades auxiliares eran inicialmente comandadas por antiguos centuriones o tribunos militares, aunque también existen casos de nobles tribales locales puestos al mando de sus propios hombres. Al principio recibían el nombre del oficial al mando aunque poco a poco las nuevas unidades eran conocidas según la región donde eran reclutadas. Los miembros de tales unidades étnicas solían continuar siendo reclutados de su región natal, incluso cuando la unidad era enviada a otra provincia, en particular si la unidad tenía una función específica; por ejemplo, sabemos que la caballería batava (una tribu de germanos) estructurada en la IX Cohorte Bátava era conocida por su capacidad para vadear ríos con los caballos (Dión Casio, 69. 9).
Yo soy el hombre que una vez fue famoso en la ribera panonia y más allá por su valentía entre un millar de bátavos; con Adriano mirando tuve éxito en nadar con armadura completa a través de las vastas aguas del río Danubio, y con una segunda flecha atravesé y rompí la flecha que había disparado con mi arco mientras aun estaba suspendida en el aire conforme caía de vuelta. Ningún romano o soldado extranjero fue nunca capaz de superarme en el lanzamiento de la jabalina, ningún parto en disparar una flecha. Aquí yazgo y aquí he santificado mis logros en esta lápida. Dejemos que la gente vea si alguien puede emular mis logros después de mí. Por mi propio ejemplo, fui la primera persona en conseguir tales logros. 
-Inscripción, área del Danubio, II e.c. Traducida desde "The Roman Army, A Sourcebook", de J.B Campbell.
Normalmente, sólo cuando una unidad pasaba a formar parte de una guarnición provincial durante un largo periodo se mantenía reclutando en su nueva área, aunque mantuviese su nombre original. Al igual que las legiones, este nombre estaba enlazado a su servicio y las unidades podían ir recibiendo otros sobrenombres adicionales con el paso de los años.

Dibujo de una lápida de un jinete, Mainz, Alemania
Como también hemos comentado, y sobre todo en los casos de unidades con un fuerte componente étnico, la práctica de tenerlas bajo el mando de un jefe local continuó. Tácito nos especifica que las cohortes de bátavos eran comandadas de esta forma, y algunas tablillas encontradas en Vindolanda (norte de Inglaterra) indican que la IX Cohorte Bátava estaba bajo el mando del prefecto Flavio Cerealis y “su rey” (regi suo). Sin embargo, esto facilitaba las revueltas en los tiempos turbulentos y se convirtió en normal usar a oficiales del orden ecuestre para las unidades auxiliares, en periodos de entre uno (aquellos que iban a ser “ascendidos” a Senadores) a tres años (que muchas veces recibían varios mandatos de tres años en puestos superiores). 
La secuencia del “servicio equestre” (milita equestris), establecida tras el reinado de Claudio, fue el de prefecto de cohorte, tribuno y prefecto del ala.

Los hippica gymnasia descritos por Arriano (Arr. Tact. 42) dan una buena idea de lo que debió ser el papel de la caballería en las refriegas, ya que aunque estos elaborados ejercicios estaban preparados como exhibiciones se basaban en las maniobras del campo de batalla. La caballería practicaba con la lanza y la jabalina, lanzando piedras, disparando arcos u hondas cortas. Todas eran armas diseñadas para molestar al cuerpo de tropas enemigas, ya fuesen caballería o infantería. El uso de estas armas se practicaba en formaciones que arrojaban los proyectiles y luego giraban lejos del enemigo, tratando de evitar que la caballería llegase al cuerpo a cuerpo. Los amagos de ataque también se entrenaban, tratando de hacer que el enemigo rompiera la formación para hacerlo más vulnerable a un segundo ataque. Incluso practicaban el equivalente en la caballería de las formación del testudo para protegerse de proyectiles enemigos. Hacia el final del desfile simulaban cargar hacia un enemigo en retirada con sus lanzas para después desenvainar sus espadas y seguir atacando con ellas.
Hippica gymnasia, por Peter Connolly
Debemos tener en cuenta que los estribos aun no se habían inventado, por lo que una carga de caballería sujetando la lanza a la vez que se clavaba en el enemigo podía terminar con el jinete derribado si no era lo suficientemente hábil. A las tropas de caballería se las entrenaba para saltar sobre la silla de montar desde diversos ángulos, así como a desmontar, tanto con el caballo detenido como en marcha.
Reconstrucción de silla romana
La gran movilidad de la caballería la hacía muy valiosa en todo tipo de combate, siempre y cuando estuviese bien entrenada. Por ejemplo, la caballería gala de César fue atacada por la tribu de los nervios y obligada a retirarse dos veces, pero aun así volvieron al final de la batalla para unirse a la sangrienta victoria.

Como podemos figurarnos, uno de los principales papeles de la caballería era flanquear al enemigo y romper la formación de una de sus alas, o atacar por los flancos para provocar la huida. Aun así, la mayoría de la caballería romana -quizás excluyendo a los arqueros montados- podía actuar como tropa de choque en caso de necesidad, cargando contra la infantería u otras formaciones de caballería. Contra la infantería la velocidad y el terrible ruido de la carga de caballería podían hacer todo lo necesario para hacerla huir incluso antes de que formasen una linea defensiva.

Si una línea de batalla se quebraba ante la caballería, la velocidad y la fuerza de esta eran ideales para perseguir a la infantería en fuga. La única defensa posible para un grupo de infantería era permanecer juntos y formar un grupo compacto, aunque pocos soldados podrían controlarse en tales situaciones si no poseían una gran disciplina.


Caballería auxiliar atacando una aldea gala

Equipamiento
 
Como hemos comentado, la silla de montar tenía un origen germano, con una forma característica dada por una protuberancia en cada esquina -el corniculum-, los cuales servían como sujeciones para montar y desmontar. Estaban fabricadas con un núcleo de madera recubierto de cuero y bajo ella se colocaba una especie de manta de lana para evitarle al caballo heridas por el rozamiento de la silla. 

Las caligae de la caballería podían ir equipadas con espuelas de bronce, habiéndose muchos ejemplos en las zonas del Rhin y del Danubio. Además, estas caligae podían tener un forro interior de cuero dándoles la apariencia de “botas de cuero” más que de sandalias militares.

Los yelmos, al igual que los del ejército, derivaban de la influencia celta y estaban hechos de hierro o bien de bronce o latón. Se ajustaban a la forma del cráneo, con un cubrenucas alargado para proteger el cuello -aunque no tanto como el de muchos yelmos de infantería ya que en caso de caída esto podía provocar graves lesiones en el cuello-, y grandes protectores de mejillas. Existían otros modelos más decorados, pero se sabrá al respecto en un futuro artículo.
Yelmo de jinete romano
Para protegerse el cuerpo vestían mayormente cota de malla con refuerzos en los hombros -similar a la de los auxiliares de a pie- pero con aperturas en las caderas para darles movilidad, aunque las cotas de escamas -lorica squamata- eran usadas ocasionalmente.
Cota de malla de caballería
El escudo de caballería era el clipeus, que podía ser oval, redondo o hexagonal en la forma. Estaban construidos con dos o tres capas de madera encoladas juntas y con rebordes metálicos con un umbo ovalado en el centro tras el que se encontraba el agarre del escudo, el cual iba sujeto a la muñeca y el antebrazo para dejar la mano libre. Cuando no se usaba colgaba oblicuamente de la silla de montar en una funda de cuero.

Con respecto al armamento, usaban la lancea, una lanza ligera que medía sobre 1,8 metros, y la spatha, un tipo de espada larga de dos filos de inspiración celta, y no el gladius -espada corta- que empuñaban los legionarios. La hoja de la spatha medía entre 65 centímetros y un metro y estaba diseñada como arma de corte, aunque la punta también podía usarse para clavarla en el enemigo.

Comparativa de un Gladius tipo Pompeii y una spatha
Sobre los caballos podemos decir que el tamaño del animal no influye directamente en su resistencia ni en su capacidad de carga, pero si su constitución y robustez. Un ala de caballería viajaba unos 50-65 kilómetros al día sin atosigar demasiado a los animales.

Mientras más recio era el animal, mayor era su capacidad de carga, y las especies bajas pero robustas que son capaces de dar una buena cabalgada puntual son normalmente mejores para la guerra que otros caballos mayores de tamaño y de miembros más largos. Tengamos en cuenta que se supone que las monturas de las legiones cargaban con más de 100 kilos de peso.

El tipo de caballo más pequeño usado por las legiones era el “celta”, parecido a los ponies de las montañas de Gales de hoy día. Además, los romanos habían importado otras variedades más gráciles desde Arabia y Libia, de los que Estrabón nos cuenta que, aunque pequeños, eran rápidos y resistentes, y muy dóciles. Por lo tanto, los romanos montaban mayormente ponies robustos mas que grandes caballos de guerra.

En cuanto a la organización de las tropas de caballería recordemos un artículo anterior: 
 -Ala quingenaria. Formada por 500 hombres (en realidad eran 512).  
-Ala milliaria. Aunque el nombre puede llevar a confusión, estaba formada por 768 hombres.
-Cohors equitata. Unidad mixta de infantería ligera y caballería (en proporción de 3 a 1).
 La unidad básica de caballería era la turma, que constaba de 30 soldados con un decurión al mando, un lugarteniente -duplicarius- y un sesquiplicarius. Además cada turma tenía un portaestandarte (signifer).El ala tenía su propio portaestandarte (vexillarius), que llevaba una bandera con el nombre del ala.

Si queréis estar al día sobre futuros artículos y otros temas uníos a nuestra página de Facebook.

Para saber más:
-The Roman Army, A Sourcebook, J.B Campbell (1994)
-A Companion To The Roman Army (2007)
-The Cambridge History of Greek and Roman Warfare - vol.2 (2007)
-The Roman Cavalryman, Peter Connolly (1988)
-Osprey: Warrior 101: Roman Auxiliary Cavalryman, Nick Fields (2006)
 
 
 

No hay comentarios: