FUERTE SUMTER Y EL INICIO DE LA GUERRA DE SECESIÓN AMERICANA

Fuerte Sumter y el inicio de la guerra de secesión americana.
Tomás San Clemente De Mingo
Antes de la guerra de Secesión americana, la propiedad de las fortificaciones federales era una cuestión polémica pues los fuertes costeros, que simbolizaban la realidad de la doctrina Monroe, constituían la mayor inversión del gobierno federal en obras públicas. Las fortalezas costeras del primer y Tercer sistemas, como se llamaba a las tres etapas del programa militar, incluían la fortaleza Monroe, en la punta de la península de Virginia; el fuerte Sumter en Charleston (Carolina del Sur); los fuertes S. Philip y Jackson, al sur de Nueva Orleans y la desembocadura del Mississippi; y Alcatraz en San Francisco. Estos fuertes habían sido construidos para defender Estados Unidos del ataque de las potencias europeas, no para salvaguardar la Unión.

Las fortificaciones precisaban de más de 16.000 soldados, el número de soldados federales existentes, y de hombres equipados y entrenados para llevar adelante la guerra contra el Sur. La mayoría de los fuertes, exceptuando cinco y entre ellos el fuerte Sumter, estaban ocupados por los sudistas desde principios de 1861. De los que quedaban en manos norteñas, el fuerte Sumter era el más controvertido, pues Carolina del Sur era el corazón de la secesión y la artillería del estado dominaba la fortaleza desde la costa. Sumter, construido en una isla artificial, tenía la artillería cobijada detrás de unos muros fabricados en ladrillo en lugar de esconderse detrás de terraplenes fortificados. Aún se encontraba en construcción en 1861 y tenía una reducida guarnición. Su oficial al mando, el comandante Robert Anderson, era de Kentucky (estado que se había declarado neutral al comienzo de la guerra junto son su vecino Misssouri), pero apoyaba abiertamente a la Unión. Su adversario, el general Pierre Gustave Toutant Beauregard, de Louisiana, curiosamente le había enseñado artillería en West Point.

General Pierre Gustave Toutat Bauregard
En marzo de 1861 la mayoría de los edificios federales en lo que ahora era la Confederación habían pasado a manos de los rebeldes sin conflicto alguno. Los representantes del Sur habían visitado Washington para solicitar la transferencia del fuerte Sumter y el secretario de estado, William Steward, aconsejó a Lincoln que se lo cediera. Lincoln reticente, y los indignados titulares de los periódicos del Norte, donde comenzaban a circular rumores de traición, fortalecían su reticencia. El problema de Lincoln era que Sumter estaba escaso de hombres y de provisiones. Un intento de reforzar la guarnición en enero había fracasado. No obstante, no podía abandonar a los solados federales estacionados allí. En una maniobra de diversión, Anderson los había introducido en Sumter al amparo de la oscuridad. Lincoln sabía que tenía que reabastecerlos para preservar el honor de su gobierno. Se resistía a emplear la fuerza; no quería cargar con la responsabilidad de desencadenar la guerra. Enviaría suministros a Sumter, pero no sin antes convenir públicamente que si no se les disparaba a los botes de suministros, el fuerte no devolvería el fuego. Si los confederados disparaban, sobre ellos caería la culpa de la agresión.
El gabinete de la Confederación en Montgomery, aún a sabiendas de la estratagema de Lincoln y presionados por los agitadores, decidió intervenir de todos modos. Jefferson Davis ordenó a Beauregard abrir fuego contra Sumter antes de que llegara el auxilio. Así lo hizo, tras enviar una petición de rendición que Anderson rechazó.

Beauregard ordenó iniciar el bombardeo a las 4:30 de la mañana del 12 de Abril de 1861. Treinta y tres horas después, y tras recibir 3.440 impactos, la guarnición se rindió. Habían respondido con unos 1.000 cañonazos; ningún bando había sufrido bajas. la única víctima fue una mula. A Anderson y sus soldados se les permitió retirarse en barco y llegar hasta el Norte. Ninguno fue hecho prisionero.

Parecía que el Sur no quería comenzar la guerra, aunque la toma del fuerte Sumter desató de todos modos la misma. Lincoln convocó a la movilización de una milicia de los estados leales (75.000 hombres). En el Sur el efecto de Sumter fue que se sumaron más militantes a favor de la secesión. la noticia de la toma del fuerte Sumter y la movilización de Lincoln espoleó a Virginia que al final se postuló por la secesión. El gobierno estatal ya había enviado a su milicia a capturar la fábrica federal de armas de Harpers Ferry y el astillero naval de Norfolk. La secesión fue ratificada mediante el voto popular el 23 de mayo por una inmensa mayoría, dos días después de que el gobierno confederado en Montgomery (Alabama) aceptara el ofrecimiento del gobierno estatal de que Richmond fuese la capital de la Confederación.
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