Obama advierte contra el uso de armas químicas en Siria
El portavoz del presidente asegura que su utilización sería cruzar “una línea roja” que provocaría una respuesta militar
Yolanda Monge Washington3 DIC 2012 - 20:05 CET
En una escalada verbal de las amenazas que podría ser el preludio de la preparación de ataques armados, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió este lunes al régimen de Bachar el Asad en contra del “trágico error” de emplear armas químicas en contra de los rebeldes que le disputan el control de Siria. “Habrá consecuencias”, dijo Obama. El presidente hizo esas advertencias durante un discurso en un simposio sobre desarme nuclear en la Universidad Nacional de Defensa en Washington.
Previamente, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, había advertido a Siria de que usar armas químicas sería cruzar “una línea roja” que provocaría una respuesta militar. “Nuestra preocupación sobre las intenciones del régimen sirio respecto al uso de los arsenales de armas químicas ha aumentado”, dijo Carney, en su rueda de prensa diaria en la Casa Blanca.
“Cualquier uso o proliferación de armas químicas por parte del régimen seria cruzar una línea roja”, ha puntualizado Carney, quien ha señalado que el presidente Barack Obama estableció ese límite hace meses y ha añadido que la Administración está preocupada sobre recientes informes que hablan del traslado de esas armas ante la pérdida de territorio del Gobierno frente a las fuerzas de la oposición.
Sin querer entrar en detalles, el portavoz de Obama ha dicho que la Casa Blanca está preparada “para todos los escenarios”. “No quiero especular”, ha declarado Carney, “pero tener todo tipo de planes de contingencia es lo responsable”.
Según fuentes del espionaje norteamericano, el régimen de Bachar el Asad ha estado trasladando componentes de armas químicas en los últimos días. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Rodham Clinton, quien se encuentra de visita en Praga, reiteró la declaración de Obama de que cualquier acción siria relacionada con armas químicas era inaceptable para Washington y provocaría una respuesta. “Hemos dejado muy claros nuestros puntos de vista: Esta es una línea roja para Estados Unidos”, dijo Clinton a la prensa. “No voy a telegrafiar ninguna medida específica de lo que podríamos hacer en el caso concreto de que el régimen de Asad haya recurrido al uso de armas químicas contra su propio pueblo. Pero basta con decir que ciertamente estamos planeando actuar si esa eventualidad ocurre”, puntualizó la jefa de la diplomacia.
Se cree que Siria tiene varios cientos de misiles capaces de llevar ojivas con armas químicas. Su arsenal representa una amenaza para aliados estadounidenses, como Turquía e Israel, y Obama se refirió específicamente a las armas no convencionales como una potencial causa para que Estados Unidos se involucre de manera más profunda en la guerra civil siria.
El pasado mes de agosto, Obama lanzaba una dura advertencia al régimen sirio. “Se lo hemos dejado muy claro al régimen de El Asad y a otros actores en la región. Para nosotros se llegaría a un límite si empezamos a ver movimiento o uso de armas químicas. Eso haría cambiar mis cálculos”, dijo el presidente en conferencia de prensa en la Casa Blanca. “Estamos controlando la situación de forma muy cuidadosa. Y tenemos preparados una serie de planes de contingencia”, añadió el presidente, que dijo que el de las armas químicas “es un elemento decisivo”. “Habrá enormes consecuencias si vemos que las armas químicas son utilizadas”, reiteró.
Hasta la fecha, EE UU ha buscado una solución diplomática al conflicto, mediada en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde se ha encontrado reiteradamente con el veto y la oposición activa tanto de Rusia como de China.
El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011. La cifra de fallecidos por la campaña de represión gubernamental oscila entre los 18.000 que mantiene la ONU o los 23.000 que estiman los grupos opositores. EE UU y sus socios occidentales ha propuesto que el Consejo de Seguridad emita una condena al régimen y amenace con el uso de la fuerza, canalizado a través de la OTAN, si no desiste de la violencia contra la población civil.
Previamente, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, había advertido a Siria de que usar armas químicas sería cruzar “una línea roja” que provocaría una respuesta militar. “Nuestra preocupación sobre las intenciones del régimen sirio respecto al uso de los arsenales de armas químicas ha aumentado”, dijo Carney, en su rueda de prensa diaria en la Casa Blanca.
“Cualquier uso o proliferación de armas químicas por parte del régimen seria cruzar una línea roja”, ha puntualizado Carney, quien ha señalado que el presidente Barack Obama estableció ese límite hace meses y ha añadido que la Administración está preocupada sobre recientes informes que hablan del traslado de esas armas ante la pérdida de territorio del Gobierno frente a las fuerzas de la oposición.
Sin querer entrar en detalles, el portavoz de Obama ha dicho que la Casa Blanca está preparada “para todos los escenarios”. “No quiero especular”, ha declarado Carney, “pero tener todo tipo de planes de contingencia es lo responsable”.
Según fuentes del espionaje norteamericano, el régimen de Bachar el Asad ha estado trasladando componentes de armas químicas en los últimos días. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Rodham Clinton, quien se encuentra de visita en Praga, reiteró la declaración de Obama de que cualquier acción siria relacionada con armas químicas era inaceptable para Washington y provocaría una respuesta. “Hemos dejado muy claros nuestros puntos de vista: Esta es una línea roja para Estados Unidos”, dijo Clinton a la prensa. “No voy a telegrafiar ninguna medida específica de lo que podríamos hacer en el caso concreto de que el régimen de Asad haya recurrido al uso de armas químicas contra su propio pueblo. Pero basta con decir que ciertamente estamos planeando actuar si esa eventualidad ocurre”, puntualizó la jefa de la diplomacia.
Se cree que Siria tiene varios cientos de misiles capaces de llevar ojivas con armas químicas. Su arsenal representa una amenaza para aliados estadounidenses, como Turquía e Israel, y Obama se refirió específicamente a las armas no convencionales como una potencial causa para que Estados Unidos se involucre de manera más profunda en la guerra civil siria.
El pasado mes de agosto, Obama lanzaba una dura advertencia al régimen sirio. “Se lo hemos dejado muy claro al régimen de El Asad y a otros actores en la región. Para nosotros se llegaría a un límite si empezamos a ver movimiento o uso de armas químicas. Eso haría cambiar mis cálculos”, dijo el presidente en conferencia de prensa en la Casa Blanca. “Estamos controlando la situación de forma muy cuidadosa. Y tenemos preparados una serie de planes de contingencia”, añadió el presidente, que dijo que el de las armas químicas “es un elemento decisivo”. “Habrá enormes consecuencias si vemos que las armas químicas son utilizadas”, reiteró.
Hasta la fecha, EE UU ha buscado una solución diplomática al conflicto, mediada en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde se ha encontrado reiteradamente con el veto y la oposición activa tanto de Rusia como de China.
El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011. La cifra de fallecidos por la campaña de represión gubernamental oscila entre los 18.000 que mantiene la ONU o los 23.000 que estiman los grupos opositores. EE UU y sus socios occidentales ha propuesto que el Consejo de Seguridad emita una condena al régimen y amenace con el uso de la fuerza, canalizado a través de la OTAN, si no desiste de la violencia contra la población civil.
--O--
La OTAN prepara el despliegue de misiles Patriot en Turquía por la guerra en Siria
La Alianza muestra su preocupación por la seguridad del arsenal químico de Bachar el Asad
La OTAN prepara el despliegue de varias baterías de misiles antiaéreos Patriot en Turquía, ante el peligro de desbordamiento de la guerra en Siria. La decisión será anunciada mañana, durante el consejo de Ministros de Exteriores de los 28 socios de la organización atlántica que se celebra el martes y el miércoles en Bruselas. Sin embargo, fuentes diplomáticas indicaron este lunes que esto no significa en absoluto que este movimiento anticipe algún tipo de operación ofensiva en Siria. El despliegue del sistema antimisiles, que se hizo famoso durante la primera guerra del Golfo, será meramente defensivo, en caso de que se produzcan amenazas contra el territorio de Turquía, miembro de la Alianza.
“Será un despliegue solamente defensivo y nunca se utilizará de forma ofensiva o para apoyar el establecimiento de una zona de exclusión aérea”, señaló este lunes el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, en un encuentro con un grupo de periodistas europeos, invitados a Bruselas por la Alianza. Ankara realizó la petición a mediados de noviembre, esgrimiendo el artículo 4 del tratado fundacional.
Por ahora, todos los movimientos en torno a Siria se hacen con pies de plomo y con una vigilancia estrecha desde Moscú, uno de los pocos aliados que le quedan a Bachar el Asad que, a pesar del derrumbe a cámara lenta de su régimen en medio de un baño de sangre, ha contado con el bloqueo de Rusia a cualquier medida que haya intentado tomar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. De hecho, el programa de la cumbre de ministros de Exteriores del martes incluye un almuerzo de trabajo del Consejo Rusia-OTAN con Siria como tema estrella.
Sin embargo, los aliados tienen claro que esta guerra es uno de los mayores problemas de seguridad a los que se enfrentan ahora mismo: por la presencia creciente de elementos yihadistas; porque no se aprecia una salida a la vista, según los informes de inteligencia que maneja la Alianza; por la crisis de refugiados que está provocando en los países vecinos; por el carácter cada vez más sectario de la guerra civil que dura ya 20 meses; y a causa de los nutridos almacenes de armas químicas que atesora el régimen. Damasco tiene capacidad para cargarlos en misiles y podría utilizarlos en un movimiento desesperado o, en un escenario tal vez aún peor, podrían quedar a merced de los grupos radicales que campan a sus anchas por este país.
Precisamente este lunes, el diario The New York Times, citando fuentes del espionaje israelí y estadounidense, ha publicado que Damasco ha realizado en los últimos días movimientos extraños y poco tranquilizadores de su arsenal químico, aunque no estaba claro el motivo: si era para esconder las armas, para preparar su uso en caso de que decida dar este paso sin retorno (no hay que olvidar que los combates en la capital se han intensificado) o si se trataba de un peligroso farol.
El presidente Barack Obama ya señaló en agosto que si Bachar el Asad utilizase armas químicas cruzaría una “línea roja”. Aunque no está claro lo que esto significa. Es casi imposible que una intervención terrestre o aérea cuente con el apoyo del Consejo de Seguridad, por el veto de Rusia y China. Incluso la creación de una zona de exclusión aérea se presenta como un movimiento difícil tanto desde el punto de vista militar como diplomático, de nuevo por la firme oposición de Moscú y Pekín.
“No tenemos intención de intervenir militarmente”, insistió Rassmusen. “El despliegue de los Patriot se debe al principio de solidaridad y a la necesidad de tomar medidas para proteger a nuestros aliados”. Preguntado sobre si el uso de armas químicas contra civiles sirios por parte del régimen de Bachar el Asad significaría también cruzar una línea roja para la Alianza, Rassmusen señaló que se trataba de “una cuestión hipotética” y reiteró que no hay ningún plan para intervenir. Sí reconoció, en cambio, que “la existencia de esos arsenales es un asunto de gran preocupación”.
La desconfianza rusa no es el único obstáculo en el camino del despliegue: una vez que los ministros de Exteriores tomen la decisión, dos de los tres países que disponen del sistema antimisiles, Holanda y Alemania, tendrán que consultar el despliegue con sus respectivos parlamentos. El tercer país que tiene Patriots en Europa es Estados Unidos, aunque no parece muy dispuesto a cederlos porque no tiene un número suficiente.
“Es una cuestión de semanas”, indicaron fuentes diplomáticas, “antes de que los Patriots lleguen a Turquía”. Tampoco está claro el número de unidades —Turquía pide 20 baterías— aunque Rassmusen aclaró que solamente estarán preparados para derribar misiles, no actuarán contra aviones. El secretario general indicó que recibirá en breve el informe de la misión militar que exploró el terreno la semana pasada en Turquía, con lo que se cerrarán las cuestiones técnicas.
En octubre, Turquía respondió con bombardeos contra posiciones sirias después de que varios proyectiles disparados por el Ejército de Damasco matasen a cinco civiles en su territorio, muy cerca de la frontera. Este intercambio de fuego no fue a mayores, aunque el Parlamento de Ankara dio permiso al Gobierno de Erdogan para realizar una intervención terrestre en caso de que fuese necesario. Turquía ahora mismo tiene que lidiar con decenas de miles de refugiados en sus fronteras y con el peligro de que la situación en Siria degenere hacia la anarquía, mientras continúan los disparos de artillería esporádicos a través de la frontera.
“Será un despliegue solamente defensivo y nunca se utilizará de forma ofensiva o para apoyar el establecimiento de una zona de exclusión aérea”, señaló este lunes el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, en un encuentro con un grupo de periodistas europeos, invitados a Bruselas por la Alianza. Ankara realizó la petición a mediados de noviembre, esgrimiendo el artículo 4 del tratado fundacional.
Por ahora, todos los movimientos en torno a Siria se hacen con pies de plomo y con una vigilancia estrecha desde Moscú, uno de los pocos aliados que le quedan a Bachar el Asad que, a pesar del derrumbe a cámara lenta de su régimen en medio de un baño de sangre, ha contado con el bloqueo de Rusia a cualquier medida que haya intentado tomar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. De hecho, el programa de la cumbre de ministros de Exteriores del martes incluye un almuerzo de trabajo del Consejo Rusia-OTAN con Siria como tema estrella.
Sin embargo, los aliados tienen claro que esta guerra es uno de los mayores problemas de seguridad a los que se enfrentan ahora mismo: por la presencia creciente de elementos yihadistas; porque no se aprecia una salida a la vista, según los informes de inteligencia que maneja la Alianza; por la crisis de refugiados que está provocando en los países vecinos; por el carácter cada vez más sectario de la guerra civil que dura ya 20 meses; y a causa de los nutridos almacenes de armas químicas que atesora el régimen. Damasco tiene capacidad para cargarlos en misiles y podría utilizarlos en un movimiento desesperado o, en un escenario tal vez aún peor, podrían quedar a merced de los grupos radicales que campan a sus anchas por este país.
Precisamente este lunes, el diario The New York Times, citando fuentes del espionaje israelí y estadounidense, ha publicado que Damasco ha realizado en los últimos días movimientos extraños y poco tranquilizadores de su arsenal químico, aunque no estaba claro el motivo: si era para esconder las armas, para preparar su uso en caso de que decida dar este paso sin retorno (no hay que olvidar que los combates en la capital se han intensificado) o si se trataba de un peligroso farol.
El presidente Barack Obama ya señaló en agosto que si Bachar el Asad utilizase armas químicas cruzaría una “línea roja”. Aunque no está claro lo que esto significa. Es casi imposible que una intervención terrestre o aérea cuente con el apoyo del Consejo de Seguridad, por el veto de Rusia y China. Incluso la creación de una zona de exclusión aérea se presenta como un movimiento difícil tanto desde el punto de vista militar como diplomático, de nuevo por la firme oposición de Moscú y Pekín.
“No tenemos intención de intervenir militarmente”, insistió Rassmusen. “El despliegue de los Patriot se debe al principio de solidaridad y a la necesidad de tomar medidas para proteger a nuestros aliados”. Preguntado sobre si el uso de armas químicas contra civiles sirios por parte del régimen de Bachar el Asad significaría también cruzar una línea roja para la Alianza, Rassmusen señaló que se trataba de “una cuestión hipotética” y reiteró que no hay ningún plan para intervenir. Sí reconoció, en cambio, que “la existencia de esos arsenales es un asunto de gran preocupación”.
La desconfianza rusa no es el único obstáculo en el camino del despliegue: una vez que los ministros de Exteriores tomen la decisión, dos de los tres países que disponen del sistema antimisiles, Holanda y Alemania, tendrán que consultar el despliegue con sus respectivos parlamentos. El tercer país que tiene Patriots en Europa es Estados Unidos, aunque no parece muy dispuesto a cederlos porque no tiene un número suficiente.
“Es una cuestión de semanas”, indicaron fuentes diplomáticas, “antes de que los Patriots lleguen a Turquía”. Tampoco está claro el número de unidades —Turquía pide 20 baterías— aunque Rassmusen aclaró que solamente estarán preparados para derribar misiles, no actuarán contra aviones. El secretario general indicó que recibirá en breve el informe de la misión militar que exploró el terreno la semana pasada en Turquía, con lo que se cerrarán las cuestiones técnicas.
En octubre, Turquía respondió con bombardeos contra posiciones sirias después de que varios proyectiles disparados por el Ejército de Damasco matasen a cinco civiles en su territorio, muy cerca de la frontera. Este intercambio de fuego no fue a mayores, aunque el Parlamento de Ankara dio permiso al Gobierno de Erdogan para realizar una intervención terrestre en caso de que fuese necesario. Turquía ahora mismo tiene que lidiar con decenas de miles de refugiados en sus fronteras y con el peligro de que la situación en Siria degenere hacia la anarquía, mientras continúan los disparos de artillería esporádicos a través de la frontera.
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