La violencia atenaza Damasco ante el avance de los rebeldes
Naciones Unidas evacua a todo su personal internacional por la inseguridad. Un ataque de los rebeldes deja al menos una decena muertos en una escuela a las afueras de Damasco
Ana Carbajosa Jerusalén4 DIC 2012 - 20:11 CET
El Ejército sirio combate contra las fuerzas rebeldes en la periferia de Damasco para tratar de frenar los avances opositores en varios puntos estratégicos en torno a la capital, donde estrechan el cerco al régimen del presidente Bachar el Asad. Esta escalada ha disparado el número de víctimas mortales en la última semana. La intensidad de la violencia ha provocado además el éxodo de trabajadores de organizaciones internacionales. El aeropuerto internacional de Damasco ha cancelado sus vuelos comerciales en los últimos días. Los supuestos avances rebeldes han dado pie a nuevas especulaciones sobre una pronta caída del régimen.
También cerca de Damasco, a unos 20 kilómetros al noreste de la capital, disparos de mortero impactaron ayer contra una escuela y mataron a 29 estudiantes y a su maestro, según la agencia oficial de noticias Sana, citada por Reuters. El ataque se produjo según la misma fuente en el campo de refugiados de Wafidin. El opositor Observatorio Sirio de los Derechos Humanos indicó que un ataque de mortero mató a nueve estudiantes y un profesor, sin detallar la autoría del ataque. Resulta muy difícil comprobar la veracidad de estas y otras informaciones procedentes de Siria debido a las limitaciones que el régimen impone a la prensa internacional, cuyo acceso al país permite con cuentagotas.
Unas 40.000 personas han muerto desde marzo del año pasado, según el recuento de los grupos opositores. La inmensa mayoría de las muertes son fruto de la represión gubernamental con la que el régimen trata de aplastar la disidencia nacida al calor de las primaveras árabes.
Los combates en torno a la capital han cobrado especial intensidad en el sur y el oeste, donde los rebeldes han conseguido controlar y asediar aeropuertos militares y carreteras estratégicas, según coinciden los observadores. El puente de Akraba, que conecta el este con el oeste, diversos arsenales militares o el aeropuerto militar de Mars Sultan son algunas de las recientes conquistas que se adjudican los rebeldes.
La ONU decidió el lunes suspender sus proyectos de ayuda humanitaria y evacuar a la mayoría de su personal internacional. La organización internacional dijo, además, que necesita aumentar el número de vehículos blindados, después de que uno de sus convoys se viera atrapado en un fuego cruzado cerca del aeropuerto y uno de sus empleados resultara herido.
“La situación está cambiando de forma significativa”, dijo Sabir Mughal, asesor jefe en cuestiones de seguridad de Naciones Unidas, citado por Reuters. “Hay un riesgo creciente para el personal humanitario como consecuencia de los disparos indiscriminados y de los choques entre las partes”, añadió. La Unión Europea también ha decidido esta semana reducir al mínimo su actividad en Damasco.
La última gran ofensiva rebelde sobre Damasco se remonta a julio, aunque el Ejército logró recuperar su ventaja militar mediante el refuerzo de su presencia en la capital. Numerosos controles militares vigilan la movilidad en la ciudad y protegen el norte y el noroeste, donde se hallan los suburbios de mayoría alauí, la secta derivada del chiísmo a la que pertenece El Asad.
La violencia que desgarra también la capital mantiene a buena parte de sus habitantes encerrados. Se refugian de los bombardeos, pero también de los secuestros y en general de la inseguridad. Algunos alimentos escasean y hay barrios en los que los residentes se han mudado a otros con menos combates. De momento, sin embargo, Damasco no es Alepo ni Homs. Aunque algunos analistas piensan que el nivel de violencia de esas ciudades podría trasladarse pronto a la capital y dar comienzo a una fase decisiva de la contienda.
También cerca de Damasco, a unos 20 kilómetros al noreste de la capital, disparos de mortero impactaron ayer contra una escuela y mataron a 29 estudiantes y a su maestro, según la agencia oficial de noticias Sana, citada por Reuters. El ataque se produjo según la misma fuente en el campo de refugiados de Wafidin. El opositor Observatorio Sirio de los Derechos Humanos indicó que un ataque de mortero mató a nueve estudiantes y un profesor, sin detallar la autoría del ataque. Resulta muy difícil comprobar la veracidad de estas y otras informaciones procedentes de Siria debido a las limitaciones que el régimen impone a la prensa internacional, cuyo acceso al país permite con cuentagotas.
Unas 40.000 personas han muerto desde marzo del año pasado, según el recuento de los grupos opositores. La inmensa mayoría de las muertes son fruto de la represión gubernamental con la que el régimen trata de aplastar la disidencia nacida al calor de las primaveras árabes.
Los combates en torno a la capital han cobrado especial intensidad en el sur y el oeste, donde los rebeldes han conseguido controlar y asediar aeropuertos militares y carreteras estratégicas, según coinciden los observadores. El puente de Akraba, que conecta el este con el oeste, diversos arsenales militares o el aeropuerto militar de Mars Sultan son algunas de las recientes conquistas que se adjudican los rebeldes.
La ONU decidió el lunes suspender sus proyectos de ayuda humanitaria y evacuar a la mayoría de su personal internacional. La organización internacional dijo, además, que necesita aumentar el número de vehículos blindados, después de que uno de sus convoys se viera atrapado en un fuego cruzado cerca del aeropuerto y uno de sus empleados resultara herido.
“La situación está cambiando de forma significativa”, dijo Sabir Mughal, asesor jefe en cuestiones de seguridad de Naciones Unidas, citado por Reuters. “Hay un riesgo creciente para el personal humanitario como consecuencia de los disparos indiscriminados y de los choques entre las partes”, añadió. La Unión Europea también ha decidido esta semana reducir al mínimo su actividad en Damasco.
La última gran ofensiva rebelde sobre Damasco se remonta a julio, aunque el Ejército logró recuperar su ventaja militar mediante el refuerzo de su presencia en la capital. Numerosos controles militares vigilan la movilidad en la ciudad y protegen el norte y el noroeste, donde se hallan los suburbios de mayoría alauí, la secta derivada del chiísmo a la que pertenece El Asad.
La violencia que desgarra también la capital mantiene a buena parte de sus habitantes encerrados. Se refugian de los bombardeos, pero también de los secuestros y en general de la inseguridad. Algunos alimentos escasean y hay barrios en los que los residentes se han mudado a otros con menos combates. De momento, sin embargo, Damasco no es Alepo ni Homs. Aunque algunos analistas piensan que el nivel de violencia de esas ciudades podría trasladarse pronto a la capital y dar comienzo a una fase decisiva de la contienda.
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