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domingo, 2 de diciembre de 2012

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-CONGO, LOS REBELDES SE RETIRAN DE GOMA


Los rebeldes pierden el símbolo de su revuelta en el Congo, pero la guerra continúa

Día 02/12/2012 - 03.29h

El grupo M23 inicia su retirada del enclave estratégico de Goma, aunque el panorama dista mucho de ser solucionado

Apenas cuenta con capacidad para media docena de navíos pero, en las últimas horas, el embarcadero de la ciudad de Goma, en la orilla norte del lago Kivu, ejemplificaba a la perfección la actual pantomima que atraviesa el este de la República Democrática del Congo. En un lado (el acuático), un contingente policial congoleño compuesto por cerca de 450 miembros recién llegados de la localidad sureña de Bukavu. En el otro (terrestre), el grupo rebelde del M23, quienes desde hace dos semanas campeaban a su anchas por la ciudad.

El argumento del sainete tampoco no es que fuera demasiado complicado. O sí, según se mire. Desde el pasado martes, el M23 venía anunciado su retirada del enclave estratégico de Goma, localidad tomada por la milicia tutsi una semana antes. Sin embargo, su salida se había ido postergando en el tiempo de manera indefinida, «atrapando» al recién llegado relevo de las fuerzas de seguridad congoleñas.

«Hemos tenido problemas logísticos, pero durante el fin de semana culminaremos nuestra salida», aseguraba a ABC en conversación telefónica Bertrand Bisimwa, representante del ala política de los rebeldes congoleños del M23.

Sin embargo, la situación futura tampoco es que cambie demasiado sobre el papel. Primero, porque las tropas rebeldes se situarán a apenas 20 kilómetros de la ciudad y dejarán a cerca de un centenar de sus miembros en tierra para mantener el control del aeropuerto. Y segundo, porque fuentes creíbles aseguran que el M23 se habría agenciado hasta 50 millones de dólares pertenecientes a la sede local de la «Banque Centrale du Congo» (para poner en perspectiva estas cifras, señalar que un oficial de campo de la milicia no suele recibir más de 60-100 dólares mensuales por sus servicios. Pese a ello, el propio Bisimwa niega a este diario que se haya producido tal «adquisición» forzada).

Solución ciertamente parcheada para un conflicto que tiene su punto de origen el pasado abril. Ese mismo mes, decenas de excombatientes del grupo armado Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo abandonaban las fuerzas estatales para generar un nuevo movimiento denominado M23 (en honor a los acuerdos del 23 de marzo de 2009).

Por entonces, los rebeldes reconocían que su huida tan solo era debida a las «inhumanas» condiciones de vida que sufrían en el Ejército (donde habían sido integrados conforme al tratado de paz), así como al impago de salarios.

El panorama en la región, eso sí, ahora es distinto. En la última semana, las estimaciones más fiables cuantifican hasta en 2.000-2.500 el número de rebeldes operativos (sin tener en cuenta nuevas deserciones). En sus inicios, apenas eran 300-700.

De igual modo, las alianzas con otros grupos rebeldes - caso de la guerrilla Pareko, Sheka o Raia Mutomboki- han acrecentado su capacidad operativa.

Sin embargo, las divisiones en el grupo se han agudizado. Como hecho, la reciente diferencia de posiciones entre el ala militar (partidaria de una retirada rápida de sus miembros de Goma) y la política (a favor de continuar las negociaciones).

No es un caso nuevo, en un grupo donde las tensiones internas a menudo tienen su reflejo en líneas étnicas. Por ejemplo, el líder del M23, Bosco Ntaganda, ya fue acusado por ex miembros del CNDP de sesgo hacia los oficiales del clan gogwe (sub grupo étnico al que pertenece).

Ruanda, la clave

Pero al margen de las disidencias interiores, la supervivencia de la guerrilla podría escaparse por el exterior: En un reciente informe, Naciones Unidas acusaba directamente al ministro de Defensa de Ruanda, James Kabarebe, de «comandar» a los rebeldes, mientras que aseguraba que el vecino Gobierno de Uganda también proporciona apoyo armamentístico a los sublevados.

¿El golpe en la mesa? De Reino Unido, quien aseguró el pasado viernes que retendría hasta 34 millones de dólares de ayuda humanitaria destinados a Ruanda, a causa de los más que «creíbles» informes de que el Gobierno de Kigali estaba apoyando a los rebeldes congoleño del Congo.
Reino Unido, uno de los mayores donantes del país africano, se convertía así en el último país occidental en congelar fondos tras el polémico informe de la ONU.

Daños colaterales de una guerra, trasladada ahora a tan solo 20 kilómetros de su epicentro. No parece demasiado.



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