El celofán también estuvo en las trincheras en la Primera Guerra Mundial
Día 02/12/2012 - 02.40h
Fue descubierto por casualidad pero en pocos años se volvió imprescindible para la vida cotidiana
Lleva un siglo en todas las casas del mundo. Ha embalado todo tipo de objetos: comida, regalos, flores, trajes, obras de arte e incluso bebés en anuncios publicitarios. Fue inventado en 1912 por el suizo residente en París, Jacques Brandenberger, que en realidad descubrió el material en 1908 por casualidad pero no fue hasta cuatro años después cuando perfeccionó el material que en pocos años se convertiría en un elemento revolucionario e imprescindible en la vida cotidiana.
Según apunta la leyenda, Jacques Brandenberger se encontraba comiendo en un restaurante cuando un cliente de la mesa de al lado volcó un vaso de vino tinto sobre el mantel de tela, manchándolo inexorablemente. Es en aquel instante cuando se le encendió la bombilla al suizo, que se dio cuenta de que para convertir en impermeable este tejido podría recubrirlo de una capa de celulosa.
Esta idea -como otras tantas- no funcionó porque la viscosa no se adhiere al tejido. Sin embargo, el ensayo le sirvió a Brandengerger para darse cuenta de que este líquido viscoso que había aplicado sobre la tela había creado una capa que se podía separar y que además podía ser adhesiva y resistente al agua. Es en este momento cuando nació el celofán, cuyo nombre deriva de las palabras «cello», refiriéndose a la celulosa y del griego «diaphanis» que significa transparente.
De mano en mano
Durante la Primera Guerra Mundial fue utilizado como cristal para la protección de los ojos en las máscaras anti-gas. En las décadas sucesivas fue empleado para la preparación de cintas adhesivas como el celofán, inventado en 1930 por el americano Richard Drew como antiadhesivo en la preparación de rollos de materiales pegajosos como el caucho sin tratar.
En 1917 Bramdengerg cedió sus derechos a la sociedad francesa La Cellophane S.A. que se convierte en el principal productor y exportador de celofán hasta 1924 cuanto la sociedad cedió a su vez los derechos de producción y comercialización a la americana DuPont que erigió la primera fábrica de celofán en Estados Unidos.
No obstante, el celofán todavía no era un material perfecto. Aún era permeable al agua y a la humedad y esto obstaculizaría su difusión en la industria alimentaria. Fue William Charch, dependiente de DuPont quien comenzó a investigar en este campo para conseguir un celofán totalmente impermeable, que finalmente consiguió en 1927.
En la actualidad, al humilde celofán le han salido varios competidores, como los plásticos derivados del petróleo como el polietileno y el polipropileno, más baratos pero con menos encanto que el papel de colores que usan los niños para envolver sus trabajos en el colegio.
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