¿Qué pasa en Gaza? El conflicto árabe-israelí, en cuatro claves
Razones históricas, motivos del nuevo enfrentamiento, la postura de la comunidad internacional y las perspectivas de alcanzar un acuerdo
Día 22/11/2012 - 02.25h
¿Cuáles son las razones del conflicto?
El conflicto de Gaza se remonta a más de sesenta años atrás, a 1949, cuando el territorio que ocupa la franja fue establecido, en el acuerdo de paz firmado tras el conflicto árabe-israelí iniciado un año antes. Líbano, Siria, Jordania, Irak y Egipto declararon la guerra al recién creado Estado de Israel. Tras 15 meses de enfrentamiento, más de un millón de palestinos acabaron como refugiados en Gaza (el 75% de su población, aproximadamente). La franja estuvo bajo control egipcio entre 1948 y 1967, hasta que Israel la invadió en la Guerra de los seis días ese año. En 2005, Israel sacó del territorio a tropas y a colonos, dentro del llamado Plan de desconexión. El Gobierno hebreo anunció la iniciativa como el final de la ocupación, pero en la práctica controla aún la mayoría de las fronteras de Gaza (excepto la sur, Rafah, en manos de las autoridades egipcias), las aguas territoriales y el espacio aéreo.
El 80% de la población de la franja depende de la ayuda internacional para sobrevivir. El bloqueo israelí -que gestiona la entrada de bienes, dinero y los suministros de agua y electricidad- ha derivado en lo que Naciones Unidas describe como «el empobrecimiento y la involución de una sociedad bien formada y altamente capacitada». Los militantes palestinos citan precisamente el bloqueo y la ocupación israelí de Cisjordania y de Jerusalén Este como los motivos para mantener el lanzamiento de cohetes. La persistencia de los ataques llevó a Israel a una desproporcionada operación terrestre en la franja, la «Plomo fundido», que se saldó con más de 1.400 palestinos muertos -frente a 13 israelíes- y con la destrucción de gran parte del territorio. Pese a todo, el lanzamiento de misiles contra Israel se reanudó poco después.
Israel considera a Hamás como responsable de todos los ataques sobre territorio israelí procedentes de la franja, aunque además de la rama armada de la organización existen muchos otros grupos que están detrás del lanzamiento de cohetes contra Israel, como Yihad Islámico.
¿Qué ha causado el nuevo enfrentamiento?
El nuevo episodio de violencia en Gaza comenzó el pasado 14 de noviembre, con el asesinato del jefe militar de Hamás, Ahmed Jabari, muerto en un bombardeo israelí sobre la franja. El Ejército hebreo le consideraba responsable de «todas las actividades terroristas contra Israel desde Gaza» en la última década. Ese mismo día, el mando militar israelí anunció el comienzo de la operación «Pilar defensivo», con el objetivo de proteger a la población en el sur del país del lanzamiento de cohetes palestinos y destruir las infraestructuras de Hamás como medida preventiva.
Aunque fue la muerte de Jabari lo que marcó el inicio de la ofensiva, el ataque fue precedido por el lanzamiento de cientos de cohetes desde la frontera por parte de milicias palestinas -entre ellas el brazo armado de Hamás, las brigadas Ezedín Al Qassam-, que provocó la (al principio moderada) respuesta de Israel.
La cercanía de las elecciones parlamentarias en Israel, el próximo enero, ha levantado sospechas entre algunos analistas, que consideran que Tel Aviv podría tener algún interés en poner en marcha la operación a falta de solo nueve semanas para los comicios. Otros han apuntado a que el verdadero objetivo de la acción militar es desbaratar el plan palestino de pedir el reconocimiento de la ONU como «Estado no miembro» a finales de este mes. El Gobierno israelí ha negado que tenga interés alguno en iniciar una guerra. De hecho, aún antes del inicio del a operación, las encuestas daban una amplia ventaja al Likud, el partido de Netanyahu, de cara a la cita con las urnas.
¿Qué opina la comunidad internacional?
Distintos actores internacionales han presionado para que las dos partes en conflicto alcancen pronto un alto el fuego, y evitar así una nueva intervención terrestre de las tropas israelíes, una posibilidad para la que Tel Aviv ya ha movilizado a miles de reservistas.
El presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró que es «preferible» que Israel no invada la franja. Y ello a pesar de que Estados Unidos reconoce el derecho de Israel a defenderse y achaca el conflicto al lanzamiento de cohetes por las milicias palestinas.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, acusó a Hamás de ser el «principal responsable» del actual enfrentamiento, pero advirtió de que una invasión terrestre haría perder a Israel «gran parte del apoyo internacional» con el que ahora cuenta.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, aseguró que el lazamiento de cohetes es «absolutamente inaceptable y debe acabar», pero añadió que Israel debía asegurarse de que su respuesta a los ataques palestinos es «proporcionada».
Otros países de la región han condenado con rotundidad la intervención israelí, especialmente Egipto, Turquía, Túnez y Qatar. El presidente egipcio, Mohamed Mursi, afirmó que no dejaría a Gaza «a su suerte» y condenó lo que calificó de «flagrante agresión contra la humanidad» por parte de Israel. La Liga Árabe condenó la «agresión» del Gobierno hebreo y manifestó su «descontento» con la falta de acción del Consejo de Seguridad de la ONU.
A pesar de todo Mursi se ha convertido en la única bisagra en la región capaz de concentrar las negociaciones entre Hamás e Israel, aunque sea sin que se sienten en la misma mesa. De hecho, la mayoría de las negociaciones llevadas a cabo estos días han tenido El Cairo como escenario.
¿Es posible encontrar una solución?
Tras dos décadas de negociaciones intermitentes, Israel y la Autoridad Nacional Palestina han fracasado en su objetivo de lograr una solución definitiva al conflicto. La última ronda de negociaciones directas se produjo en el año 2010. Hamás no ha participado en ningún diálogo con representantes hebreos: la organización islamista niega a Israel el derecho a existir y rechaza abiertamente los Acuerdos de Oslo de 1993, que establecen de manera provisional a la ANP como órgano de gobierno en Cisjordania y en Gaza (pero no en Jerusalén Este).
La victoria de Hamás en las elecciones al Gobierno palestino del año 2006 causó el rechazo de gran parte de la comunidad internacional y desencadenó una lucha «fratricida» entre los partidarios de primer ministro Ismail Haniye (de Hamás) y el presidente de la ANP, Mahmud Abbas (de Fatah, el partido fundado por Yaser Arafat). Tras meses de enfrentamientos entre ambos grupos, Abbas decidió destituir a Haniye y nombrar un nuevo primer ministro. Pero el dirigente de Hamás no aceptó su «despido» y mantiene el «control» de la franja con el apoyo de grupos armados y de gran parte de la población.
El pasado mes de enero, los contactos indirectos entre palestinos e israelíes, que se habían prolongado durante varios meses, finalizaron sin ningún progreso. La parte palestina insiste en que los asentamientos israelíes en territorios ocupados deben cesar antes de que pueda tener lugar cualquier negociación. Sus correspondientes israelíes no quieren ningún tipo de condición previa para sentarse a discutir una posible salida. Tras la nueva escalada, delegaciones de Hamás y del Gobierno de Netanyahu viajaron a El Cairo para negociar un posible acuerdo de paz.
La parte israelí ha puesto como condiciones para detener los bombardeos que no haya ningún tipo de ataque procedente de Gaza contra su territorio, incluyendo incidentes en puntos fronterizos, que se impida el rearme de las milicias de Hamás, y que la tregua sea duradera (habló de un periodo de 15 años).
El líder político de Hamás en el exilio, Jaled Meshaal, ligó cualquier compromiso con Israel no solo al final de las «agresiones», sino también a que se levante el bloqueo sobre la franja y a que se detengan los «asesinatos selectivos» por parte del Ejército.
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Gaza estudia la letra pequeña del alto el fuego
Los muertos en ocho días de ataques suman 139 hasta la noche de este miércoles
La decepción del martes no fue tanto en Gaza donde todos están muy acostumbrados a las grandes decepciones. Por eso recibieron ayer la noticia de un alto el fuego con prudencia. Durante los 90 minutos entre el anuncio y la entrada en vigor se oyeron en la Franja mediterránea los sonidos cotidianos desde hace ocho días: el zumbido constante de los aviones espía, el estruendo de los cohetes palestinos y el retumbar de los ataques israelíes.
La noticia del atentado en Tel Aviv llegó veloz por la mañana al lugar del norte de Gaza donde un joven con barba, camisa rosa, pantalones con raya y chanclas anotaba en una enorme libreta nombre, nacionalidad y hotel de los recién llegados. Un puñado de hombres, muchos enchufados al auricular de sus teléfonos móviles, convertidos estos días en transistores, rodeaban el improvisado tenderete —una mesa en un portal— que ha sustituido a los guardias de Hamás que solían custodiar el lado palestino del paso fronterizo con Israel.
De repente, se empezaron a ver sonrisas aquí y allá. Dos palabras sobresalían: Israel y suhada (mártir). Más sonrisas mientras otros se arremolinaban a su lado, pendientes de los detalles que iban ofreciendo los urgentes radiofónicos e iban retransmitiendo. Tel Aviv, autobús, diez personas. No era un atentado suicida pero sí un atentado con bomba. Más allá, en el centro de Ciudad de Gaza algunos lo celebraron con disparos al cielo.
Entre muchos palestinos que viven en Gaza un atentado en Tel Aviv se consideró una buena noticia incluso si alejaba un potencial alto el fuego. Es la venganza. Que el enemigo también sufra en sus carnes. Un peligroso cóctel de desesperación, sufrimiento y religión macera desde hace años en este superpoblado territorio.
El cirujano plástico Hisham Ammous, que estudió en la Complutense de Madrid y vino a Gaza a echar una mano con otros 15 colegas, explicó a las puertas del Hospital de Shifa, el mayor de la Franja, que ha tratado lesiones para él inéditas: "He visto un tipo de quemados que nunca había visto en mi vida. Cuerpos carbonizados y decapitados", detalló mientras mostraba las fotos en su móvil. No sabía a qué atribuirlo. Ammous, que se quedará una semana, vino desde Ramala no en línea recta, sino a través de Egipto, un rodeo consecuencia de la ocupación israelí de los territorios palestinos.
Poco después, en el mismo lugar, el ministro de Sanidad de Gaza, Mufid Mujalalati, sostuvo que Israel utiliza a los vecinos de Gaza de "cobayas de su nuevo armamento". Los muertos en ocho días de ataques eran hasta la noche del miércoles 139, "un 40% niños, mujeres y ancianos", recalcó el ministro. A pocos metros, junto a la entrada de urgencias, donde sanitarios y fotógrafos hacen guardia, había dos fotos de un muy sonriente Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás asesinado de un misilazo el primer día de la ofensiva.
Junto a depósitos de armas, lanzaderas de cohetes o campamentos de entrenamiento de milicianos, el Ejército israelí destruyó un estadio de fútbol —las gradas quedaron como un queso gruyere— y el Ministerio del Interior incluida la oficina que tramita asuntos civiles como la inscripción de los hijos y expide pasaportes. La victoria islamista en el vecino Egipto ha permitido en los últimos tiempos a los palestinos de Gaza salir de nuevo al mundo, aunque sea de visita, mitigando considerablemente la sensación de encarcelamiento generalizada desde que Hamás se hizo con todo el poder en Gaza, un año después de ganar las elecciones de 2006, y las fronteras fueron selladas por los vecinos: Israel, primero, y Egipto, cuya colaboración era indispensable, después.
Pocos hombres y aún menos mujeres se aventuran de día a las calles de Gaza —a las que en los últimos tiempos han puesto nombre en relucientes carteles—, circulan poquísimos coches, las escuelas y la mayoría de los comercios están cerrados, pero muchas tiendas de alimentación abren sus puertas. Se ven comercios bien surtidos ahora que es posible comerciar con Egipto. En la guerra de 2008-2009, a la brutalidad de la violencia se unió un grave desabastecimiento de suministros básicos. Aquella invasión israelí destruyó, además, toda la infraestructura económica.
Como entonces, miles de civiles han huido de sus hogares después de que sus barrios fueran inundados de panfletos de advertencia instando la evacuación lanzados por el Ejército israelí. Tras los panfletos (en árabe, como las advertencias que llegan en forma de sms), suelen tirar bombas de humo, luego bombardean los terrenos de la zona y al final, las casas, explica un gazatí. Al menos 11.000 personas han sido acogidas en las escuelas de Unrwa, según Reuters. Si el alto el fuego cuaja, deberían abrir la semana próxima. Habrá clases en dos turnos, el matutino y el vespertino, la única manera de que los centenares de miles de niños de Gaza tengan un hueco en la escuela.
La noticia del atentado en Tel Aviv llegó veloz por la mañana al lugar del norte de Gaza donde un joven con barba, camisa rosa, pantalones con raya y chanclas anotaba en una enorme libreta nombre, nacionalidad y hotel de los recién llegados. Un puñado de hombres, muchos enchufados al auricular de sus teléfonos móviles, convertidos estos días en transistores, rodeaban el improvisado tenderete —una mesa en un portal— que ha sustituido a los guardias de Hamás que solían custodiar el lado palestino del paso fronterizo con Israel.
De repente, se empezaron a ver sonrisas aquí y allá. Dos palabras sobresalían: Israel y suhada (mártir). Más sonrisas mientras otros se arremolinaban a su lado, pendientes de los detalles que iban ofreciendo los urgentes radiofónicos e iban retransmitiendo. Tel Aviv, autobús, diez personas. No era un atentado suicida pero sí un atentado con bomba. Más allá, en el centro de Ciudad de Gaza algunos lo celebraron con disparos al cielo.
Entre muchos palestinos que viven en Gaza un atentado en Tel Aviv se consideró una buena noticia incluso si alejaba un potencial alto el fuego. Es la venganza. Que el enemigo también sufra en sus carnes. Un peligroso cóctel de desesperación, sufrimiento y religión macera desde hace años en este superpoblado territorio.
El cirujano plástico Hisham Ammous, que estudió en la Complutense de Madrid y vino a Gaza a echar una mano con otros 15 colegas, explicó a las puertas del Hospital de Shifa, el mayor de la Franja, que ha tratado lesiones para él inéditas: "He visto un tipo de quemados que nunca había visto en mi vida. Cuerpos carbonizados y decapitados", detalló mientras mostraba las fotos en su móvil. No sabía a qué atribuirlo. Ammous, que se quedará una semana, vino desde Ramala no en línea recta, sino a través de Egipto, un rodeo consecuencia de la ocupación israelí de los territorios palestinos.
Poco después, en el mismo lugar, el ministro de Sanidad de Gaza, Mufid Mujalalati, sostuvo que Israel utiliza a los vecinos de Gaza de "cobayas de su nuevo armamento". Los muertos en ocho días de ataques eran hasta la noche del miércoles 139, "un 40% niños, mujeres y ancianos", recalcó el ministro. A pocos metros, junto a la entrada de urgencias, donde sanitarios y fotógrafos hacen guardia, había dos fotos de un muy sonriente Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás asesinado de un misilazo el primer día de la ofensiva.
Junto a depósitos de armas, lanzaderas de cohetes o campamentos de entrenamiento de milicianos, el Ejército israelí destruyó un estadio de fútbol —las gradas quedaron como un queso gruyere— y el Ministerio del Interior incluida la oficina que tramita asuntos civiles como la inscripción de los hijos y expide pasaportes. La victoria islamista en el vecino Egipto ha permitido en los últimos tiempos a los palestinos de Gaza salir de nuevo al mundo, aunque sea de visita, mitigando considerablemente la sensación de encarcelamiento generalizada desde que Hamás se hizo con todo el poder en Gaza, un año después de ganar las elecciones de 2006, y las fronteras fueron selladas por los vecinos: Israel, primero, y Egipto, cuya colaboración era indispensable, después.
Pocos hombres y aún menos mujeres se aventuran de día a las calles de Gaza —a las que en los últimos tiempos han puesto nombre en relucientes carteles—, circulan poquísimos coches, las escuelas y la mayoría de los comercios están cerrados, pero muchas tiendas de alimentación abren sus puertas. Se ven comercios bien surtidos ahora que es posible comerciar con Egipto. En la guerra de 2008-2009, a la brutalidad de la violencia se unió un grave desabastecimiento de suministros básicos. Aquella invasión israelí destruyó, además, toda la infraestructura económica.
Como entonces, miles de civiles han huido de sus hogares después de que sus barrios fueran inundados de panfletos de advertencia instando la evacuación lanzados por el Ejército israelí. Tras los panfletos (en árabe, como las advertencias que llegan en forma de sms), suelen tirar bombas de humo, luego bombardean los terrenos de la zona y al final, las casas, explica un gazatí. Al menos 11.000 personas han sido acogidas en las escuelas de Unrwa, según Reuters. Si el alto el fuego cuaja, deberían abrir la semana próxima. Habrá clases en dos turnos, el matutino y el vespertino, la única manera de que los centenares de miles de niños de Gaza tengan un hueco en la escuela.
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Un tupido entramado político
La decisión de los palestinos de acudir a la ONU y las elecciones en Israel forman parte del contexto en el que nace la Operación Pilar Defensivo
Ana Carbajosa Tel Aviv21 NOV 2012 - 21:29 CET
La Operación Pilar Defensivo dio comienzo el pasado miércoles, tras el asesinato selectivo israelí de Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás en Gaza. La respuesta de las milicias palestinas ha sido contundente: lluvia de cohetes y misiles que han hecho sonar las alarmas en Tel Aviv y hasta en Jerusalén, algo que no sucedía desde hacía décadas. Mientras, el Ejército israelí se ha empleado a fondo en Gaza. Ha bombardeado durante ocho días y noches el estrecho pedazo de territorio palestino y ha matado a más de 135 personas. Es cierto que al asesinato de Yabari le precedieron ataques palestinos en las inmediaciones de Gaza. Como también es cierto, que este nuevo ciclo de violencia desmedido se produce en un contexto político muy determinado.
Los analistas resaltan estos días numerosas coincidencias con la Operación Plomo Fundido, que devastó Gaza en 2008. La principal, el hecho de que entonces, como ahora la ofensiva se produjo con unas elecciones generales a las puertas. El 22 de enero los israelíes están llamados a las urnas. A pesar de que aquí, casi nadie se atreve a establecer una relación directa entre los comicios y el ataque a Gaza, a pocos se les escapa que en el sur de Israel viven un millón de votantes, que piden a gritos seguridad y el fin de la lluvia de cohetes palestinos.
Desde el Gobierno niegan tajantemente cualquier vinculación entre ambos asuntos, aunque para los palestinos queda poco lugar para las dudas. En palabras del negociador palestino Saeb Erekat: “Ya está bien de que las campañas electorales israelíes se sigan haciendo a costa del terror infundido al pueblo palestino”.
La magnitud de la Operación Pilar Defensivo es sin embargo tan descomunal como los riesgos políticos que entraña para el primer ministro Benjamín Netanyahu, aspirante a la reelección. Hace cuatro años, fue el centrista Kadima el partido que lanzó la Ofensiva Plomo Fundido a pocas semanas de las elecciones. Las urnas dieron sin embargo al final la victoria al bloque opositor de la derecha y Netanyahu se convirtió en primer ministro. Sabe pues de buena tinta, que embarcarse en una campaña militar con las elecciones a las puertas es una opción arriesgada en términos políticos y que del desenlace y no del lanzamiento de la ofensiva dependerán los frutos políticos.
Por eso, algunos observadores israelíes sostienen que fue la creciente asertividad de Hamás y sus correspondientes ataques los que animaron a Netanyahu a lanzar la ofensiva. Que al fin y al cabo, las encuestas concedían a Netanyahu y su aliado Avigdor Lieberman una amplia mayoría antes del asesinato de Yabari. Pero también piensan, que las decisiones sobre cómo y cuándo terminarlas no estarán exentas de consideraciones políticas. “La decisión del Gobierno de comenzar la operación se ha producido al margen de los cálculos electorales. Pero las negociaciones sobre cómo terminarla, están profundamente afectadas por los cálculos políticos”, estima en el diario Yeditoth Ahronoth Nahum Barnea, el analista estrella de la prensa israelí.
El otro gran acontecimiento político que coincide en el tiempo con la ofensiva es el órdago diplomático que los palestinos piensan lanzar dentro de nueve días y que ha provocado una reacción furibunda por parte de los israelíes. Ante el parón de las negociaciones directas y la ausencia de un proceso de paz, los palestinos han decidido recurrir a vías alternativas para avanzar en su objetivo de lograr un Estado independiente.
Palestina aspira a convertirse en Estado observador no miembro en Naciones Unidas —un estatus similar al del Vaticano y para el que dicen contar con suficientes apoyos— una iniciativa que someterá a votación de la Asamblea General el próximo día 29. La Operación Pilar Defensivo ha distraído cualquier posible atención sobre este asunto y amenaza con debilitar parte de los apoyos que los palestinos creían consolidados. Explican fuentes palestinas que algunos países podrían retirar su apoyo porque dicen que no quieren contribuir a crear más caos en el actual contexto regional. “Todo lo que está pasando tiene como objetivo bloquear nuestros esfuerzos para llegar a Naciones Unidas”, dijo el presidente palestino, Mahmud Abbas, el viernes en Ramala a los periodistas. Pero pese al apoyo inicial de Occidente a la ofensiva israelí, la causa palestina acumula simpatías a medida que aumenta el número de víctimas civiles así como la posibilidad de una incursión terrestre. Pilar Defensivo podría en definitiva ayudar a los palestinos en sus aspiraciones diplomáticas.
22 Noviembre 12 - - Efe
Los analistas resaltan estos días numerosas coincidencias con la Operación Plomo Fundido, que devastó Gaza en 2008. La principal, el hecho de que entonces, como ahora la ofensiva se produjo con unas elecciones generales a las puertas. El 22 de enero los israelíes están llamados a las urnas. A pesar de que aquí, casi nadie se atreve a establecer una relación directa entre los comicios y el ataque a Gaza, a pocos se les escapa que en el sur de Israel viven un millón de votantes, que piden a gritos seguridad y el fin de la lluvia de cohetes palestinos.
Desde el Gobierno niegan tajantemente cualquier vinculación entre ambos asuntos, aunque para los palestinos queda poco lugar para las dudas. En palabras del negociador palestino Saeb Erekat: “Ya está bien de que las campañas electorales israelíes se sigan haciendo a costa del terror infundido al pueblo palestino”.
La magnitud de la Operación Pilar Defensivo es sin embargo tan descomunal como los riesgos políticos que entraña para el primer ministro Benjamín Netanyahu, aspirante a la reelección. Hace cuatro años, fue el centrista Kadima el partido que lanzó la Ofensiva Plomo Fundido a pocas semanas de las elecciones. Las urnas dieron sin embargo al final la victoria al bloque opositor de la derecha y Netanyahu se convirtió en primer ministro. Sabe pues de buena tinta, que embarcarse en una campaña militar con las elecciones a las puertas es una opción arriesgada en términos políticos y que del desenlace y no del lanzamiento de la ofensiva dependerán los frutos políticos.
Por eso, algunos observadores israelíes sostienen que fue la creciente asertividad de Hamás y sus correspondientes ataques los que animaron a Netanyahu a lanzar la ofensiva. Que al fin y al cabo, las encuestas concedían a Netanyahu y su aliado Avigdor Lieberman una amplia mayoría antes del asesinato de Yabari. Pero también piensan, que las decisiones sobre cómo y cuándo terminarlas no estarán exentas de consideraciones políticas. “La decisión del Gobierno de comenzar la operación se ha producido al margen de los cálculos electorales. Pero las negociaciones sobre cómo terminarla, están profundamente afectadas por los cálculos políticos”, estima en el diario Yeditoth Ahronoth Nahum Barnea, el analista estrella de la prensa israelí.
El otro gran acontecimiento político que coincide en el tiempo con la ofensiva es el órdago diplomático que los palestinos piensan lanzar dentro de nueve días y que ha provocado una reacción furibunda por parte de los israelíes. Ante el parón de las negociaciones directas y la ausencia de un proceso de paz, los palestinos han decidido recurrir a vías alternativas para avanzar en su objetivo de lograr un Estado independiente.
Palestina aspira a convertirse en Estado observador no miembro en Naciones Unidas —un estatus similar al del Vaticano y para el que dicen contar con suficientes apoyos— una iniciativa que someterá a votación de la Asamblea General el próximo día 29. La Operación Pilar Defensivo ha distraído cualquier posible atención sobre este asunto y amenaza con debilitar parte de los apoyos que los palestinos creían consolidados. Explican fuentes palestinas que algunos países podrían retirar su apoyo porque dicen que no quieren contribuir a crear más caos en el actual contexto regional. “Todo lo que está pasando tiene como objetivo bloquear nuestros esfuerzos para llegar a Naciones Unidas”, dijo el presidente palestino, Mahmud Abbas, el viernes en Ramala a los periodistas. Pero pese al apoyo inicial de Occidente a la ofensiva israelí, la causa palestina acumula simpatías a medida que aumenta el número de víctimas civiles así como la posibilidad de una incursión terrestre. Pilar Defensivo podría en definitiva ayudar a los palestinos en sus aspiraciones diplomáticas.
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Las rutas del arsenal de Hamás
La principal vía de suministro pasa por Yemen, Sudán y Egipto
Un líder iraní presume de la ayuda militar a Gaza
La mañana del 24 de febrero de 2009, las autoridades sudanesas convocaron de urgencia a un responsable de la Embajada estadounidense en Jartum. Según relata un cable de la diplomacia estadounidense, el Gobierno local recriminaba a Washington dos bombardeos perpetrados en esas semanas, en los que fallecieron 88 personas y fueron destruidos 31 vehículos agrupados en dos caravanas. “Asumimos que fueron vuestros aviones”, le espetó un dirigente sudanés al diplomático estadounidense.
Los sudaneses se equivocaban. Los bombardeos, como aclaran cables posteriores, los llevaron a cabo las fuerzas israelíes. Su objetivo: frenar el floreciente abastecimiento de armas a la franja de Gaza en la ruta Irán-Yemen-Sudán-Egipto-Gaza. Episodios similares se han reproducido también en los últimos años, por ejemplo en abril de 2011, o el pasado mes de octubre, cuando una explosión misteriosa golpeó una fábrica de armas en Jartum.
Estos episodios arrojan luz sobre la red de suministros a Hamás, un aspecto central para la comprensión del conflicto y de las negociaciones. Uno de los principales intereses de Israel es frenar ese tráfico que da músculo a Hamás; Egipto, por su parte, juega hábil y veladamente con sus esfuerzos de vigilancia.
El caótico Yemen es un ideal mercado negro de armas y, con Sudán, excelente punto de paso para eventuales envíos iraníes. El presidente del Parlamento iraní, Ali Lariyani, presumió ayer de la “ayuda militar” que su país ofrece a Hamás. “Estamos orgullosos de que nuestra ayuda sea a la vez económica y militar”, dijo, sin especificar qué tipo de material ha sido abastecido. Muchos analistas coinciden en que Hamás dispone de los cohetes Fajr 5, de fabricación iraní, y con un alcance de hasta 75 kilómetros. También, según los expertos, dispone de diversas variantes de los Grad.
Los cables de EE UU muestran en el detalle la gran frustración israelí ante la pasividad de Sudán y, sobre todo, Egipto; la presión de Washington sobre Yemen para obtener permiso para sobrevolar sus aguas territoriales con aviones no tripulados, e incrementar así la capacidad de interceptar los cargamentos en el Mar Rojo; y la intensa actividad de construcción de túneles entre el Sinaí y la Franja, el último tramo de la ruta: 970 entre 2005 y 2009, según admitió Omar Suleimán, entonces jefe de los servicios secretos egipcios. Este cuadro se ha complicado con el ascenso al poder en Egipto de los Hermanos Musulmanes, mucho más próximos a Hamás que el régimen de Mubarak.
No es un caso que Ahmed Yabari, el comandante militar de Hamás cuyo asesinato ha desatado la actual escalada de violencia, fuese precisamente un hombre clave en ese flujo de armas.
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Primera noche en calma en Gaza y alrededores en los últimos ocho días
Gaza y las comunidades israelíes adyacentes a la Franja han vivido, desde la pasada medianoche, su primera noche de absoluta calma en los últimos ocho días, tras la tregua alcanzada entre Israel y las milicias palestinas.
Un portavoz militar israelí confirmó a Efe que desde que entró en vigor la tregua, a las 21.00 horas locales (17.00 GMT), "no ha habido ninguna actividad de las Fuerzas de Defensa de Israel en Gaza". Según ese portavoz del Ejército, las milicias palestinas, sin embargo, "lanzaron cinco cohetes entre las 21.00 y las 00.00 horas" (17.00-20.00 GMT). "Tres cohetes impactaron en territorio israelí y dos fueron interceptados por el sistema anti-misiles Cúpula de Hierro", indicó.
Las milicias no han lanzado ningún otro proyectil desde la medianoche, confirmó el portavoz.
En Gaza capital no se escuchaba hoy el constante sobrevolar de aviones israelíes no tripulados, permanente sobre la Franja desde que empezó la ofensiva israelí "Pilar Duradero" el pasado 15 de noviembre.
Antes de la entrada en vigor de la tregua, Israel bombardeó con intensidad la Franja y las milicias lanzaron también alrededor de una decena de cohetes contra territorio israelí.
En esta última escalada de violencia, el balance de víctimas es de 162 palestinos y cinco israelíes muertos, así como 1.300 palestinos y medio centenar de israelíes heridos.
Las milicias no han lanzado ningún otro proyectil desde la medianoche, confirmó el portavoz.
En Gaza capital no se escuchaba hoy el constante sobrevolar de aviones israelíes no tripulados, permanente sobre la Franja desde que empezó la ofensiva israelí "Pilar Duradero" el pasado 15 de noviembre.
Antes de la entrada en vigor de la tregua, Israel bombardeó con intensidad la Franja y las milicias lanzaron también alrededor de una decena de cohetes contra territorio israelí.
En esta última escalada de violencia, el balance de víctimas es de 162 palestinos y cinco israelíes muertos, así como 1.300 palestinos y medio centenar de israelíes heridos.
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ANÁLISIS: ¿Una tregua duradera?; por Roni Kaplan
l ¿Israel confía en que la tregua sea permanente?
–Ése, por supuesto, es el objetivo con el que Israel habría negociado el cese de las hostilidades a través de la mediación de Egipto, junto al compromiso de que Hamas y la Yihad Islámica pongan fin al lanzamiento de misiles hacia el sur de Israel. La operación militar «Columna Defensiva» se puso en marcha para acabar con la escalada de cohetes en las poblaciones del sur y para mejorar las condiciones de vida de nuestros ciudadanos.
l ¿El atentado contra un autobús en Tel Aviv hizo peligrar el alto el fuego?
–Desde nuestra perspectiva esperábamos, como así ha sido, que el fatal atentado no terminará con las posibilidades de alcanzar un alto el fuego y estábamos pendiente del curso de las conversaciones entre ambas delegaciones políticas en El Cairo. En todo caso, el Ejército israelí, como el de cualquier otro Estado democrático moderno, cumple las órdenes del poder político. El atentado de Tel Aviv sí ha dejado claro una vez más que Hamas y la Yihad Islámica están cometiendo dos crímenes de lesa humanidad. Por una parte, apuntan intencionadamente a nuestros civiles y, por otra, se esconden detrás de sus civiles en la franja mientras duran nuestros ataques aéreos. Es una realidad cruda pero que muestra de forma evidente la diferencia en términos de intencionalidad entre el comportamiento de Israel y el de Hamas. En Israel hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance para evitar la muerte de víctimas inocentes. En estos ocho días de campaña, hemos lanzado centenares de miles de panfletos, de emails y de llamadas telefónicas para solicitar a la población civil que se alejase de los centros de armamentos y de lanzamientos de cohetes a fin de reducir el número de víctimas.
l ¿El atentado, el mayor que sufre Tel Aviv desde la Segunda Intifada, fue una orden de Hamas?
–No podemos confirmar todavía qué facción islamista está detrás del atentado de Tel Aviv, pero estamos seguros de que la acción terrorista se enmarca en el contexto de hostilidad de estos días y que responde a una orden lanzada desde la franja de Gaza. Lo que sí esperamos es que sea un hecho aislado y espontáneo.
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