Críticas al veto de China y Rusia para la nueva resolución de la ONU sobre Siria
Han acusado a Moscú de intentar conseguir tiempo para que Al Assad «aplaste a la oposición»
Día 20/07/2012 - 04.11h
Los gobiernos de Reino Unido y Francia se han unido a última hora del jueves a las críticas vertidas por Estados Unidos contra Rusia y China por su decisión de vetar el nuevo proyecto de resolución sobre Siria, que amenazaba con imponer sanciones al Gobierno del presidente, Bashar al Assad. Así, Londres y París han definido la decisión de "inexcusable" y han acusado a Moscú de intentar conseguir tiempo para que Al Assad "aplaste a la oposición", según ha informado el diario británico «The Guardian».
Es la tercera vez que Rusia, un aliado clave de Damasco, y China utilizan su poder de veto en el Consejo de Seguridad para impedir la aprobación de sanciones cuyo fin es aumentar la presión sobre Al Assad y detener la violencia en Siria. Inmediatamente después, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, ha criticado el veto y ha dicho que considera "muy lamentable" y "muy desafortunada" la decisión de esos dos países. "Están en el lado equivocado respecto al pueblo sirio, el lado equivocado respecto a la esperanza de alcanzar la paz y la estabilidad en la región", ha declarado.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, se ha unido a las críticas y ha tildado la decisión de Rusia y China de "inexcusable e indefendible", al tiempo que ha subrayado que ambos países "han dado la espalda al pueblo de Siria en su etapa más oscura". Por su parte, el embajador británico ante Naciones Unidas, Mark Lyall Grant, ha declarado ante el Consejo que se siente "horrorizado" por el veto de China y Rusia. "Con esa acción están protegiendo a un régimen brutal. Han optado por situar sus intereses nacionales por encima de la vida de millones de sirios", ha denunciado. Asimismo, ha dicho que ambos países "están incumpliendo sus responsabilidades como miembros permanentes del Consejo de Seguridad", al tiempo que ha recordado que la resolución propuesta ha recibido el apoyo de prácticamente toda la comunidad internacional.
Lyall Grant ha agregado que el resto de naciones del Consejo de Seguridad "han ofrecido flexibilidad ante las preocupaciones de China y Rusia, pese a que estos países han argumentado que una resolución basada en el capítulo siete (de la Carta de Naciones Unidas) está diseñada para buscar un conflicto a través de la puerta trasera". "Este argumento es irracional", ha sentenciado. Su homólogo francés, Gérard Araud, ha advertido de que esto no disuadirá a quienes abogan por emprender acciones contundentes en la ONU. "No podíamos ser cómplices de una estrategia que ha unido una falsa acción diplomática con la parálisis", ha dicho Araud.
Camino a la democracia
"Este doble veto no nos detendrá. Seguiremos ayudando a la oposición siria en su camino hacia la transición a la democracia", ha subrayado. "La historia demostrará que (Rusia y China) están equivocados, y les juzgará. Ahora está claro que Rusia solo quiere dar tiempo al régimen sirio para que aplaste a la oposición", ha valorado. Por su parte, la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Susan Rice, ha señalado que la sugerencia de que la resolución supondría dar 'luz verde' a para una entrada de fuerzas extranjeras en Siria es "paranoica, sino falsa".
Así, ha argumentado que la resolución propuesta "no autorizaría en ningún caso, y ni siquiera allanaría, la posibilidad de una intervención militar extranjera". "Ni siquiera impondría sanciones en esta etapa", ha agregado. Por ello, ha apuntado que la comunidad internacional "ha perdido otra oportunidad crítica para trabajar unida".
"Ni nosotros ni el pueblo sirio podemos soportar más fallos. Solo se puede esperar que un día, antes de que mueran varios miles de personas más, que Rusia y China dejen de proteger a Al Assad y permitan al Consejo de Seguridad desempeñar su papel en el marco de una respuesta internacional a la crisis en Siria", ha apostillado Rice.
Capítulo VII de la carta de la ONU
Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos proponían en la resolución vetada que el plan de paz del mediador internacional, Kofi Annan, se enmarque en el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que permite que el Consejo de Seguridad autorice acciones que van desde sanciones diplomáticas y económicas hasta una intervención militar.
Los países occidentales que forman parte del Consejo aclararon en su momento que el texto amenaza con sanciones -si las autoridades sirias no dejaban de usar armamento pesado en zonas urbanas en un plazo de diez días-, pero no con una intervención militar. Pero Rusia ya dejó claro hace unos días que iba a vetar cualquier resolución sobre Siria que hiciese referencia al Capítulo VII, y el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, describió la amenaza de las sanciones como un "chantaje".
Moscú ha propuesto un proyecto de resolución para prolongar 90 días el mandato de la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), que fue aprobada inicialmente para supervisar el alto el fuego que debía entrar en vigor el 12 de abril y que finalmente fracasó. La UNSMIS suspendió su labor el pasado 16 de junio a causa del incremento de la violencia. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha recomendado que, en caso de que se renueve la misión, compuesta por 300 observadores militares desarmados, se modifique para que esté formada por personal civil y se centre en la consecución de una solución política y en cuestiones como los Derechos Humanos.
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A medida que crece el estruendo de la guerra, el poder se desvanece en Siria. El poder, la autoridad, ha sido desde hace 42 años la familia El Asad y, desde hace 12, Bachar el Asad y su círculo íntimo de correligionarios alauíes secundados por la burguesía suní que a su amparo ha hecho pingues negocios.
El fragor de los combates se amplifica cada día en Damasco. Empezó el domingo en los populosos barrios del sur de la capital y hoy jueves llegó hasta las inmediaciones del Consejo de Ministros y de la sede central de la policía, en pleno centro de una ciudad fantasma si no fuera por los vehículos militares.
En los momentos en que sus fieles más le pueden necesitar porque su moral está por los suelos, Bachar el Asad, de 46 años, está prácticamente desaparecido. La diferencia de actitud con los últimos días del líder libio Moamar el Gadafi es apabullante. Sus enemigos, la oposición siria, aseguran incluso que ha huido de Damasco para refugiarse en la ciudad costera de Latakia, cuna de los alauíes, la rama esotérica del islam chií.
“¡Latakia será el Sirte de Bachar!”, repiten los opositores sirios en las redes sociales recordando que, tras perder Trípoli, Gadafi se escondió durante un tiempo en Sirte, su ciudad natal. Le mataron en octubre de 2011. El régimen sirio “vive sus últimos días”, declaró en Roma Abdel Basset Sayda, presidente del Consejo Nacional Sirio, que reagrupa al grueso de la oposición. El domingo viajará a Madrid.
Uno tras otro, destacados exiliados sirios, como Ammar Kurabi, que dirige la Organización Siria de Derechos Humanos, con sede en Londres, o Muhyi Al-Din Al Ladkani, que encabeza la rama británica de la Declaración de Damasco, un grupo opositor, reiteran ante las televisiones árabes vía satélite que El Asad se trasladó al palacio presidencial de Latakia. Una fuente diplomática occidental, citada por la agencia de prensa Reuters, también lo asegura.
El Asad se habría escapado a Latakia poco después del atentado que, el miércoles por la mañana, costó la vida, entre otros, a su cuñado, el viceministro de Defensa Asef Shawkat, y al titular de de esa cartera, Daud Rajha, y dejó malherido al ministro de Interior y al director de la Seguridad Nacional.
Para intentar desmentir la estampida presidencial la televisión siria y la agencia de prensa oficial SANA mostraron hoy imágenes de la toma de posesión del nuevo ministro de Defensa, Fahd al Freij, ante El Asad, pero sin precisar dónde y cuándo habían sido rodadas. La prueba de fuego de su presencia en Damasco será su asistencia, o no, mañana viernes en Damasco al funeral por las víctimas de la voladura de la sede de la Seguridad Nacional.
Asad no se ha prodigado en público desde que hace más de 16 meses estalló la rebelión. Pronunció en total seis discursos, concedió media decenas de entrevistas y se encargó de que difundieran imágenes con su mujer, Asma, envolviendo, por ejemplo, paquetes de ayuda humanitaria. A su hermano pequeño, Maher, que es prácticamente el número dos del régimen tampoco se le ha visto.
Educada en Londres, donde empezó a trabajar, Asma debe de estar deseosa de abandonar Damasco si aun sigue allí. Ya lo intentó, en enero pasado, con sus dos hijos, pero en el camino hacia el aeropuerto, donde pretendía embarcar rumbo a Londres, fue interceptada, en circunstancias no aclaradas, y se vio obligada a regresar al palacio presidencial.
El poder se esfuma en Siria no solo en las alturas del palacio presidencial, que domina Damasco, sino en la calle. Numerosos edificios oficiales están vacíos o han caído en manos de los rebeldes armados como, por ejemplo, la comisaría de Al Tadamon, en Damasco.
Jamal, un ingeniero que huyó el miércoles con su familia del castigado barrio de Al Midan al suburbio de Rukn al Deen, contó a través de Skype: “A lo largo de varios kilómetros no vi a ningún policía, ninguna autoridad”, prosigue. “Es como si el Estado se hubiese volatilizado, pero no siempre es sustituido por el ESL”, el Ejército Sirio Libre que lucha contra el régimen.
Jamal se refugió en la periferia de la capital, pero, tras el atentado del miércoles, unos 20.000 sirios, en su mayoría vecinos de Damasco, optaron por largarse a Líbano temerosos de la venganza del clan de los Asad. El ministro libanés de Asuntos Sociales, Wael Abu Faour, anunció que se van a habilitar escuelas y centros deportivos para acogerles.
Aunque se evapore, el régimen sigue golpeando y lo hace con más contundencia desde el atentado del miércoles. Colocó cañones en el monte Qasioun desde donde machacan sobre todo las barriadas del sur. Pese a los cortes que sufrió ayer la conexión a Internet en Siria, empezaron a llegar de Damasco imágenes de civiles muertos y heridos y de entierros colectivos como las que la resistencia enviaba desde Homs o Hama.
Al goteo de deserciones de militares se añadió hoy, otra prueba del desmoronamiento del régimen, el de los puestos fronterizos de los que se apodera la guerrilla porque supo arrebatarlos a policías y aduaneros o porque estos se retiraron colectivamente. A lo largo del día han caído cuatro, dos en la frontera con Irak (Boukamal y Al Walid) y dos con Turquía (Yerablus y Bab Alhawa). Lo primero que hicieron los milicianos al tomar este último, el principal lugar de cruce con Turquía (Ver vídeo), fue enseñarse con el enorme retrato de El Asad que lo presidía al tiempo que gritaban Alá u Akhbar.
El fragor de los combates se amplifica cada día en Damasco. Empezó el domingo en los populosos barrios del sur de la capital y hoy jueves llegó hasta las inmediaciones del Consejo de Ministros y de la sede central de la policía, en pleno centro de una ciudad fantasma si no fuera por los vehículos militares.
En los momentos en que sus fieles más le pueden necesitar porque su moral está por los suelos, Bachar el Asad, de 46 años, está prácticamente desaparecido. La diferencia de actitud con los últimos días del líder libio Moamar el Gadafi es apabullante. Sus enemigos, la oposición siria, aseguran incluso que ha huido de Damasco para refugiarse en la ciudad costera de Latakia, cuna de los alauíes, la rama esotérica del islam chií.
“¡Latakia será el Sirte de Bachar!”, repiten los opositores sirios en las redes sociales recordando que, tras perder Trípoli, Gadafi se escondió durante un tiempo en Sirte, su ciudad natal. Le mataron en octubre de 2011. El régimen sirio “vive sus últimos días”, declaró en Roma Abdel Basset Sayda, presidente del Consejo Nacional Sirio, que reagrupa al grueso de la oposición. El domingo viajará a Madrid.
Uno tras otro, destacados exiliados sirios, como Ammar Kurabi, que dirige la Organización Siria de Derechos Humanos, con sede en Londres, o Muhyi Al-Din Al Ladkani, que encabeza la rama británica de la Declaración de Damasco, un grupo opositor, reiteran ante las televisiones árabes vía satélite que El Asad se trasladó al palacio presidencial de Latakia. Una fuente diplomática occidental, citada por la agencia de prensa Reuters, también lo asegura.
El Asad se habría escapado a Latakia poco después del atentado que, el miércoles por la mañana, costó la vida, entre otros, a su cuñado, el viceministro de Defensa Asef Shawkat, y al titular de de esa cartera, Daud Rajha, y dejó malherido al ministro de Interior y al director de la Seguridad Nacional.
Para intentar desmentir la estampida presidencial la televisión siria y la agencia de prensa oficial SANA mostraron hoy imágenes de la toma de posesión del nuevo ministro de Defensa, Fahd al Freij, ante El Asad, pero sin precisar dónde y cuándo habían sido rodadas. La prueba de fuego de su presencia en Damasco será su asistencia, o no, mañana viernes en Damasco al funeral por las víctimas de la voladura de la sede de la Seguridad Nacional.
Las Fuerzas Armadas sirias
- Ejército de Tierra: casi 5.000 tanques de origen ruso, unos 4.000 vehículos blindados, casi 3.000 piezas de artillería, 2.600 misiles antitanque y más de 4.000 sistemas de defensa antiaérea (cañones y misiles tierra-aire), según Military Balance.
- Armada: tiene más de 40 naves de diverso tamaño, casi todas de origen ruso: 2 corbetas, 22 lanchas lanzamisiles, 8 patrulleras, 7 dragaminas y 4 buques anfibios. La flota se concentra en las bases de Latakia, Tartus y Minet el Beida.
- Fuerza Aérea: suma más de 550 aviones: 158 cazas de origen ruso (principalmente MiG-23), 309 aviones de ataque (MiG-21 y cazabombarderos Su-22), 48 aviones de vigilancia, 22 de transporte y 111 de entrenamiento. También disponen de unos 36 helicópteros de ataque de fabricación rusa (Mi-25).
Educada en Londres, donde empezó a trabajar, Asma debe de estar deseosa de abandonar Damasco si aun sigue allí. Ya lo intentó, en enero pasado, con sus dos hijos, pero en el camino hacia el aeropuerto, donde pretendía embarcar rumbo a Londres, fue interceptada, en circunstancias no aclaradas, y se vio obligada a regresar al palacio presidencial.
El poder se esfuma en Siria no solo en las alturas del palacio presidencial, que domina Damasco, sino en la calle. Numerosos edificios oficiales están vacíos o han caído en manos de los rebeldes armados como, por ejemplo, la comisaría de Al Tadamon, en Damasco.
Jamal, un ingeniero que huyó el miércoles con su familia del castigado barrio de Al Midan al suburbio de Rukn al Deen, contó a través de Skype: “A lo largo de varios kilómetros no vi a ningún policía, ninguna autoridad”, prosigue. “Es como si el Estado se hubiese volatilizado, pero no siempre es sustituido por el ESL”, el Ejército Sirio Libre que lucha contra el régimen.
Jamal se refugió en la periferia de la capital, pero, tras el atentado del miércoles, unos 20.000 sirios, en su mayoría vecinos de Damasco, optaron por largarse a Líbano temerosos de la venganza del clan de los Asad. El ministro libanés de Asuntos Sociales, Wael Abu Faour, anunció que se van a habilitar escuelas y centros deportivos para acogerles.
Aunque se evapore, el régimen sigue golpeando y lo hace con más contundencia desde el atentado del miércoles. Colocó cañones en el monte Qasioun desde donde machacan sobre todo las barriadas del sur. Pese a los cortes que sufrió ayer la conexión a Internet en Siria, empezaron a llegar de Damasco imágenes de civiles muertos y heridos y de entierros colectivos como las que la resistencia enviaba desde Homs o Hama.
Al goteo de deserciones de militares se añadió hoy, otra prueba del desmoronamiento del régimen, el de los puestos fronterizos de los que se apodera la guerrilla porque supo arrebatarlos a policías y aduaneros o porque estos se retiraron colectivamente. A lo largo del día han caído cuatro, dos en la frontera con Irak (Boukamal y Al Walid) y dos con Turquía (Yerablus y Bab Alhawa). Lo primero que hicieron los milicianos al tomar este último, el principal lugar de cruce con Turquía (Ver vídeo), fue enseñarse con el enorme retrato de El Asad que lo presidía al tiempo que gritaban Alá u Akhbar.
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