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domingo, 27 de junio de 2010

TRES MIL AÑOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA ATRAVES DE SUS UNIFORMES MILITARES


* La asociación Battle Honours se encarga de organizar la exposición
* Tiene una propuesta para participar en el desfile de la Toma de Granada
* La pieza más valiosa es un uniforme completo de capitán del Ejército

Desde un íbero armado con su honda hasta una bandera de Hizbulá tomada hace apenas tres meses de un edificio en llamas en Beirut. La historia militar de España, tanto como colonia griega o romana como en las actuales misiones de pacificación en Líbano o Afganistán, a través de piezas de artillera, rifles, uniformes y carros de combate, abarcando tres mil años de conflictos bélicos que estarán expuestos, en resumen apresurado, en Granada hasta el domingo 27.

Organizada por la Asociación Battle Honours, dedicada al coleccionismo y las reproducciones históricas, la exposición recoge piezas originales de casi dos milenios de historia militar española, y permanecerá en la sede del Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) de Granada.

Entre otros objetos destacados, presenta el facsímil de un registro de oficiales de tiempos de Isabel II que el coleccionista y «comisario» de la muestra rescató con horror de un contenedor de basuras. «Parece mentira, pero en España la mayoría de las piezas se encuentran así, o en desvanes de abuelas que no saben lo que tienen», comenta.

La pieza más valiosa de la colección, algo más de 4.000 euros, es una chaqueta de capitán del ejército nacional de la Guerra Civil. El historial completo del oficial que la llevó puede deducirse por sus insignias: más de 20 años de servicio, que incluyen la Guerra del Rif y el Ejército de la II República, y ascenso por méritos en el campo de batalla, ya que la tercera estrella de su bocamanga es de un tejido y color distinto al resto, de lo que se deduce que el sastre improvisó ante la escasez de material en plena contienda. No saben ni a quién pertenece.
Armaduras y jinetas

Destacan también las reproducciones de las armaduras de guerreros cristianos y musulmanes de tiempos de la Reconquista. La asociación, que ha realizado varias reproducciones de batallas, como las de Alarcos o Las Navas de Tolosa, tiene sobre la mesa una propuesta para participar en la celebración de la Toma de Granada, fiesta local, el próximo 2 de enero, encarnando a un batallón con algo más de un treintena de soldados nazaríes, «con su armadura y su jineta, no los turbantes o los alfanjes, que en España nunca llegaron a usarse», explica Israel.

Los acompañan uniformes de la Guerra Civil, de los guerrilleros del Rif durante el Protectorado o de los soldados de la División Azul, colocado el maniquí entre otro, original, de un ‘Ispaniet’ voluntario en el ejército ruso y la reproducción de un uniforme de la Legión Extranjera francesa junto a las fotos del ‘Gualajara’, el tanque pilotado por republicanos exiliados que, al frente de la columna Leclerq, fue el primero en entrar en el país liberado.

Se rescatan incluso episodios tan desconocidos como la testimonial participación española en la Guerra de Vietnam, con un hospital militar situado en el sur del país.

Un repaso que no es ni glorificación ni vergüenza, sólo Historia.

José A. Cano | Granada

miércoles, 23 de junio de 2010

MUERE LA ENFERMERA DEL BESO PROTAGONISTA DE UNA DE LAS FOTOGRAFIAS MAS FAMOSAS DE LA II GUERRA MUNDIAL


La enfermera que se hizo famosa al ser retratada 1945 mientras la besaba un marino estadounidense en Times Square, Nueva York, para celeberar el final de la Segunda Guerra Mundial ha muerto a los 91 años.

La fotografía del Día de la Victoria en la que Edith Shain aparece vestida de blanco fue capturada por Alfred Eisenstaedt en un momento épico de la historia de Estados Unidos y se convirtió en un ícono de la celebración del fin de la guerra en todo el mundo luego de que fue publicada en la revista 'Life'.

La identidad de la enfermera en la fotografía permaneció inédito hasta fines de la década de 1970, cuando Shain le escribió al fotógrafo diciendo que ella era la mujer de la imagen tomada el 14 de agosto. La identidad del marino no se ha esclarecido todavía.

La imagen también marcó la vida de Shain, la fama llegó a su vida. Se convirtió en un reclamo para para participar en eventos relacionados con la guerra, como ofrendas florales, desfiles y otros actos conmemorativos. "Mi madre siempre estuvo dispuesta a aceptar nuevos desafíos y su preocupación por los veteranos de la Segunda Guerra Mundial le dio energías para buscar ser diferente", ha dicho su hijo Justin Decker en un comunicado.

Fuente Diario el Mundo

jueves, 17 de junio de 2010

LA GUERRA DE LOS BOXERS







El Levantamiento de los bóxers (義和團之亂 o 義和團匪亂), conocido en China como el «Levantamiento Yihétuán» (chino tradicional: 義和團起義, chino simplificado: 义和团起义, pinyin: Yìhétuán Qǐyì, ‘los puños enhiestos’ o, literalmente: ‘los puños rectos y armoniosos’), fue un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China durante los últimos años del siglo XIX, desde noviembre de 1899 hasta el 7 de septiembre de 1901. Para agosto de 1900, cerca de 230 extranjeros, miles de chinos cristianos, un número desconocido (entre 50 000 y 100 000) de rebeldes, sus simpatizantes y otros chinos habían muerto en la revuelta y su represión.

Antecedentes
Guerras y tratados desiguales

En 1840 estalló la Primera Guerra del Opio entre Gran Bretaña y China. Ésta y la Segunda Guerra del Opio fueron libradas debido a las disputas sobre el comercio del opio en China, en tanto la corte imperial de Pekín trataba de prohibir dicho tráfico. Los comerciantes británicos no pensaban renunciar al negocio de esta droga, que era cultivada en grandes extensiones en la India y exportada más tarde a todo el sureste asiático contando con la complicidad de funcionarios chinos corruptos. Tras la fácil derrota del mal equipado ejército chino, Gran Bretaña obligó al gobierno imperial a cederle la isla de Hong Kong a perpetuidad (a la que más tarde se agregaron la península e islas adyacentes), permitir las importaciones de opio y abrir una serie de puertos al comercio extranjero; todas estas condiciones eran manifiestamente agraviantes para China y para la política de restricciones a los extranjeros que había seguido la Dinastía Qing.

En esa misma época, los franceses, rusos y japoneses comenzaron a aumentar su influencia sobre China. Debido a su inferioridad económica y militar, la dinastía Qing fue obligada a firmar numerosos acuerdos que serían conocidos como los «Tratados Desiguales». Dentro de éstos se incluyen el Tratado de Nankín (1842), el Tratado de Aigun (1858), el Tratado de Tianjin (1858), la Convención de Pekín (1860), el Tratado de Shimonoseki (1895) y la segunda Convención de Pekín (1898).

En el año 1895 China fue severamente derrotada en una guerra contra Japón. El enfrentamiento, particularmente violento, se saldó con la pérdida de Corea, las islas Pescadores y Taiwán, además del pago de fuertes indemnizaciones y concesiones comerciales a los vencedores. Todo esto se tradujo en una importante crisis económica en todo el país, así como en una humillación nacional ante una nación vecina que se había occidentalizado velozmente.
Panfleto antioccidental impreso en 1899, durante la rebelión de los bóxers.
[editar] Movimiento antioccidental

Los tratados firmados con las potencias europeas y con Japón fueron considerados fuertemente injustos por muchos chinos, creciendo así su odio hacia los foráneos así como su desaprobación hacia el gobierno imperial, cuyo prestigio había quedado muy disminuido con las severas derrotas militares ante Gran Bretaña en 1840 y más recientemente con la guerra de 1895 con el Japón, las cuales no solamente implicaban el pago de enormes indemnizaciones a los vencedores sino además la pérdida de territorios.

Tales fracasos, unidos a la pérdida de ingentes cantidades de territorio sin apenas discusión (Hong Kong, Taiwán, Corea, la región del Amur, la isla de Sajalín, partes de Mongolia exterior y Asia Central, etc.) causaron una fuerte conmoción en el pueblo, hasta entonces inmerso en la idea ficticia de una superioridad absoluta del Estado chino frente a unos «bárbaros» extranjeros a los que se despreciaba.

La propia Dinastía Qing había alimentado durante décadas la idea de la «superioridad» del Imperio Chino frente a los foráneos, calificados despectivamente como «bárbaros», pero las graves derrotas de 1840 y de 1895, junto con la intervención militar de Francia y Gran Bretaña en 1854 (que llegó a invadir y saquear la propia Pekín) mostraban a muchos funcionarios que la ideología de la corte imperial estaba muy alejada de la realidad, y que el atraso tecnológico y económico de China la convertía en presa fácil de las ambiciones extranjeras. No obstante, esta situación también generó un silencioso pero firme rechazo de algunos intelectuales a toda la cultura foránea y a la propia presencia de extranjeros en China, acusando a la corte imperial de debilidad ante esta situación; pronto comenzaron a cundir los rumores sobre crímenes realizados impunemente por los extranjeros, ante los que el sumiso emperador prefería ignorar.

La masiva llegada de misioneros cristianos occidentales tras la derrota china también causó fricciones con la Iglesia católica y con el protestantismo, en tanto los sectores más tradicionalistas los acusaban de trastornar la cultura china y de atentar contra el carácter nacional del país, mientras los chinos que aceptaban tales influencias eran condenados como traidores. En Guizhou, las autoridades locales manifestaron su desconcierto ante la visión de un cardenal católico que era transportado en una litera con la decoración propia de un gobernador regional. Todas estas desconfianzas desembocaron en numerosos brotes de desobediencia civil en gran parte del país a finales del siglo XIX, registrándose agresiones contra extranjeros y contra chinos convertidos al cristianismo.

El levantamiento popular fue impulsado por un grupo conocido como los Yihetuan o ‘puños rectos y armoniosos’ (義和拳, llamados bóxers —‘boxeadores’— por los ingleses, en referencia al ritual de artes marciales que practicaban porque según ellos les hacía inmunes a las armas), un grupo que se opuso inicialmente a la dinastía manchú de los Qing pero más tarde se reconcilió con ella y se concentró en el norte del país, donde las potencias europeas habían comenzado a exigir concesiones territoriales, ferroviarias y mineras. En noviembre de 1897, el Imperio Alemán respondió a la muerte de dos misioneros en la provincia de Shandong apoderándose del puerto de Qingdao. Al mes siguiente, una escuadra rusa tomó posesión de Lüshun, en el sur de Liaoning. Gran Bretaña y Francia les siguieron, tomando posesión de Weihai y Zhanjiang, respectivamente.

La rebelión

Los bóxers empezaron a incrementar su actividad en Shandong en marzo de 1898. El detonante de la rebelión ocurrió en una pequeña aldea de la provincia, donde unos misioneros demandaban la entrega de un templo local que según ellos era una antigua iglesia católica confiscada por el emperador Kangxi (1661–1722), en fuerte oposición a los lugareños. Las autoridades locales mediaron en el conflicto, fallando a favor de los misioneros y entregándoles el control del edificio. Como respuesta, los campesinos se sublevaron y atacaron la reconstituida iglesia bajo el mando de los bóxers.

La extensión de la rebelión coincidió con la llamada Reforma de los Cien Días (del 11 de junio al 21 de septiembre de 1898), impulsada por el emperador Guangxu con el fin de modernizar la administración, cosa a la que se oponía fuertemente su tía, la emperatriz Cixi que temía perder su poder omnímodo en la corte debido a estas innovaciones. Tras una primera derrota de los bóxers a manos del ejército chino en el mes de octubre, los rebeldes proclamaron su obediencia fiel a la autoridad imperial o, con mayor exactitud, su lealtad a la emperatriz Cixi, quien decidió usarlos como instrumento para destruir toda influencia extranjera en China y asegurar su propio poder político frente a los funcionarios con ideas reformadoras. Así, el gobierno chino, fuertemente controlado por la emperatriz, dictó varias leyes en favor de los bóxers a partir de enero de 1900, mientras que éstos concentraron sus ataques contra los misioneros y conversos al cristianismo. Las crecientes protestas de los gobiernos occidentales fueron desoídas.

En junio de ese año, los bóxers (a los que se habían sumado soldados imperiales) atacaron destacamentos de occidentales en Tianjin y Pekín. Las embajadas extranjeras en la capital, a las que habían huido sus ciudadanos residentes en Pekín, se convirtieron pronto en objetivo de los bóxers, aunque la mayoría de las delegaciones se encontraban bien protegidas por sus propias murallas y la cercanía a la Ciudad Prohibida, donde, paradójicamente, habían sido construidas por orden del emperador con el fin de tenerlas bajo vigilancia permanente. Las delegaciones de Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, Estados Unidos, Italia, Imperio ruso y el Japón de hecho compartían el mismo complejo defensivo, y a sólo unas calles de distancia se encontraban las de Bélgica y España, desde donde llegaron sus representantes para ponerse a salvo.

No pudo hacer lo mismo la delegación de Alemania, de constitución más reciente y por ello situada en el otro extremo de la ciudad. El día 20 fue asaltada finalmente por los bóxers, quienes capturaron y ejecutaron al embajador alemán, Barón Klemens von Ketteler. A resultas de ello, las potencias extranjeras declararon la guerra a China, siendo que la emperatriz Cixi respondió proclamando las hostilidades contra ellas. Hasta la llegada de las fuerzas militares enviadas en su ayuda, el propio personal diplomático debió defenderse del asedio de los bóxers solamente con armas menores y un viejo cañón al que se apodó como el «Arma Internacional» debido a que el cilindro era británico, el soporte italiano, los proyectiles rusos y los artilleros a cargo de su manejo estadounidenses. Dirigieron la defensa el ministro británico para China, Claude Maxwell MacDonald, y el coronel japonés Shiba Gorō.

El enfrentamiento fue ampliamente seguido por la prensa internacional, que describió toda clase de ataques violentos y atrocidades varias cometidos contra los extranjeros residentes en China, muchas de ellas enormemente exageradas. Esto provocó un amplio sentimiento antichino en América del Norte, Europa y el Japón. No obstante, los principales afectados fueron los cristianos chinos (de los que la prensa europea mayormente no se ocupó), que siendo mucho más numerosos y sin poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.

A pesar de sus esfuerzos, los bóxers no lograron superar las defensas del recinto. En agosto, el asedio de las embajadas era levantado por las tropas enviadas por la llamada Alianza de las ocho naciones suscrita por los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y el Imperio ruso.

Operaciones de la Alianza
Representación de las tropas de la Alianza de las Ocho Naciones según una impresión japonesa de 1900. Los soldados, que aparecen con los uniformes e insignias navales, corresponden (de izquierda a derecha) a las marinas de Italia, Estados Unidos, Francia, Austria-Hungría, Japón, Alemania, Rusia y Gran Bretaña.

El ejército de rescate de los aliados se componía de unos 54.000 hombres a las órdenes del general británico Alfred Gaselee, de los cuales unos 5.000 eran chinos contrarios a los bóxers, 20.840 japoneses, 13.150 rusos, 12.020 británicos, 3.520 franceses, 3.420 estadounidenses, 900 alemanes, 80 italianos y 75 austro-húngaros. En julio desembarcaron cerca de Tianjin y pusieron sitio a la ciudad, que cayó el día 14. También capturaron los fuertes de Taku, situados en el estuario del río Hai He, y cuatro destructores chinos, labor en la que se destacó el barón Roger Keyes.

Tras asegurar la zona, el ejército de Gaselee partió hacia Pekín (a 120 km de distancia) el 4 de agosto. La marcha fue sorprendentemente fácil a pesar de que en el recorrido se encontraban estacionados unos 70.000 soldados imperiales y un número aproximado de rebeldes armados, que prefirieron evitar los enfrentamientos directos. Sólo se produjo un combate de cierta importancia en Yangcun, a unos 30 km de Tianjin.

No obstante, el avance de las tropas extranjeras tuvo que ralentizarse debido al mal tiempo, extremadamente húmedo y con temperaturas de hasta 43°C. El ejército entró finalmente en Pekín el 14 de agosto, donde levantó el asedio a las embajadas y posteriormente procedió a desplegarse por la ciudad con el fin de ocuparla, registrándose numerosos combates callejeros. La familia imperial y su corte abandonaron entonces la Ciudad Prohibida y se refugiaron en Xi'an.


Tras la ocupación, las tropas extranjeras se entregaron al saqueo, la destrucción, los asesinatos sumarios y las violaciones. La propia Ciudad Prohibida y otras dependencias imperiales fueron saqueadas, llegando a sacrificarse los animales de los Jardines Imperiales para servir de alimento a los soldados (lo que significó entre otras cosas, poner en peligro de extinción al ciervo del Padre David en China). La población fue fuertemente reprimida para evitar que se levantase nuevamente contra los extranjeros a pesar de la destrucción y robo de sus propiedades. El trato más duro provino de los 900 soldados alemanes, a los que el propio Káiser Guillermo II había exhortado el 27 de julio a «hacer que la palabra “alemán” sea recordada en China durante mil años, de manera que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán», dentro de un discurso en el que invocaba la memoria de los antiguos hunos (razón por la que los británicos se referirían a los soldados alemanes como «hunos» durante la I Guerra Mundial). En octubre, las tropas rusas estacionadas en la región del Amur cruzaron la frontera e invadieron Manchuria, donde también actuaron con violencia contra la población civil.

Las hostilidades terminaron finalmente el 7 de septiembre de 1901, cuando la dinastía Qing accedió a firmar el Tratado de Xinchou o «Protocolo Bóxer», un nuevo tratado desigual con los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Francia, Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Italia, Japón, Países Bajos y Rusia.

Consecuencias

El tratado de paz establecía el compromiso del gobierno chino de ejecutar a 10 oficiales implicados en la revuelta, pagar 333 millones de dólares a los vencedores en concepto de reparaciones de guerra a lo largo de 40 años, conceder aún más ventajas comerciales a los extranjeros y permitir el estacionamiento de tropas por parte de éstos entre Pekín y el Mar Amarillo, con el fin de garantizar la seguridad de las embajadas extranjeras en la capital.


China no perdió nuevos territorios en esta ocasión debido en gran parte a que los vencedores no terminaron de ponerse de acuerdo sobre los límites de sus zonas de influencia y/o anexión en el futuro. En los años siguientes, la alianza se disolvió y cada uno de sus antiguos integrantes intentó imponer su propio plan para China. Las disputas entre Rusia y Japón en torno al dominio de Manchuria y Corea llevaron finalmente a la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, en la que se impusieron los nipones. Con esta victoria, Japón aumentó aún más el prestigio internacional conseguido en las guerras contra China y afianzó su posición como potencia hegemónica en el área, en detrimento de Rusia. Con el fin de contrarrestar el ascenso japonés, Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron más tarde reducir el castigo impuesto a China, invirtiendo gran parte de las indemnizaciones de guerra en la concesión de becas a ciudadanos chinos y en la construcción de universidades, como la de Tsinghua. Los pagos se reducirían o cancelarían definitivamente a lo largo de la década de los 30, antes de lo previsto.

Por su parte, la Dinastía Qing quedó desacreditada una vez más a ojos de los funcionarios y el pueblo llano, aumentando entre las élites los apoyos al establecimiento de una república. Cixi trató de frenar esto abandonando la política conservadora que había defendido hasta entonces y realizando múltiples reformas en sus últimos años, llegando a prometer que se realizaría el establecimiento de un nuevo régimen constitucional en 1916. La muerte de la emperatriz en 1908 truncó estos planes, y finalmente China se convertiría en una república tras la revolución de 1911.

Como conmemoración de su participación en esta expedición, los soldados del 9º Cuerpo de Infantería de Estados Unidos fueron apodados «manchúes» y añadieron la figura de un dragón imperial a su uniforme.

Controversia en la China actual

Existe cierta controversia en la China actual acerca de lo que fueron y significaron los disturbios de 1898–1901. Mientras que algunas fuentes la consideran una «rebelión» o «desorden» (亂, mandarín luan), términos que poseen un sentido negativo en la lengua china, otros consideran que fue un movimiento patriótico en contra de las continuas ofensas extranjeras, por lo que prefieren el término «levantamiento» (起義, qiyi), de carácter más positivo. El actual gobierno de la República Popular China se decanta por esta última opción y considera los sucesos como producto de un «movimiento patriótico». En enero de 2006, el suplemento semanal Freezing Point, perteneciente al periódico China Youth Daily, fue clausurado por incluir un ensayo de Yuan Weishi (profesor de Historia de la Universidad de Zhongshan) en el que se criticaba el tratamiento que se daba en las escuelas chinas a la rebelión bóxer y las relaciones entre China y los poderes extranjeros en general durante el siglo XIX.

Debido a esta idea impuesta desde el gobierno, son cada vez menos los ciudadanos chinos que consideran este episodio como una rebelión.

martes, 8 de junio de 2010

LA BATALLA DE MONTECASSINO ( y III )










Reordenamiento

El 11 de febrero se decidió finalmente cancelar la fracasada ofensiva, pero para entonces, las bajas aliadas alcanzaban la cifra de 4.200 estadounidenses y 2.500 franceses caídos en acción. A cambio, se había tomado Monte Belvedere y se había cruzado el Rápido pero sin haber conseguido avanzar más allá, ni alcanzar Cassino ni la abadía y mucho menos el valle del Liri.

Es en este momento cuando los alemanes, orgullosos de su 15ª Pzgr.Div. decidieron reforzarlos con otra unidad de la que esperaban mucho: la 1ª Div. Fallschirmjäger.

Los aliados, decidieron retirar la 34ª y 36ª Div. y la Guardia Nacional de Texas que estaban en un estado bastante precario y sustituirlas por unidades frescas de la Commonwealth, la 4ª Div. India y la 2ª Neozelandesa.

Nos encontramos ahora en Cassino el 13-14 de febrero. Los veteranos paracaidistas alemanes se han desplegado en el pueblo y las laderas próximas pero tienen órdenes expresas de no ocupar la abadía y el monasterio para evitar que sean objetivos militares.
Primer bombardeo aliado

Los aliados, desconfiados, decidieron bombardear Monte Cassino el 15, lanzándose 600 toneladas de explosivo. En el lugar sólo se encontraban los monjes y civiles refugiados y heridos. Muchos de ellos murieron en el bombardeo.

El día 15, tras el ataque, el General Senger dio por fin permiso a los paracaidistas para ocupar las ruinas de Monte Cassino y convertirlo en un segundo baluarte defensivo detrás del pueblo.

Ahora era el turno de las tropas británicas y de la Commonwealth de demostrar si eran más capaces que sus aliados estadounidenses y conseguirían finalmente atravesar la Línea Gustav.

Durante los días 16 y 17 de febrero, la 4ª Div. India lanzó varios valientes asaltos sobre Cassino y las colinas próximas. Las bajas fueron terribles. Si los panzergrenadiers habían demostrado no estar dispuestos a ceder ni un palmo de terreno y a contraatacar cuando fuera necesario, los fallschirmjäger eran todavía peores enemigos. Por poner un ejemplo, en el ataque a una de las colinas próximas al pueblo (cota 593), el batallón de los Royal Sussex perdió el 50% de sus hombres, lo cual es una auténtica barbaridad.

Enviadas las mejores tropas de la Commonwealth, los fusileros de Rajputana y dos batallones de los temibles Gurkhas, tampoco consiguieron avanzar y las bajas fueron nuevamente escalofriantes.

Sólo los maoríes consiguieron alcanzar el pueblo y tomar la estación de ferrocarril, pero por poco tiempo. El 18 de febrero, la ya fogueada 15ª Pz.Gr. lanzó un contraataque a cargo del 211ª Pz Gr Rg (Regimiento de Granaderos Panzer) junto con algunos cañones de asalto y expulsó a los maoríes del pueblo otra vez.

A partir del 18, comenzó a nevar copiosamente y se detuvo el ataque británico, que además de no conseguir ningún avance, había supuesto ya centenares de muertos y heridos para sus unidades. Era evidente que los alemanes no estaban dispuestos a ceder y que contraatacarían cualquiera que fueran las circunstancias donde hiciera falta.

Hasta el 15 de marzo no se reanudó el asalto aliado sobre Cassino, nuevamente encabezado por los británicos. Para aniquilar a los defensores del pueblo, se preparó la ofensiva con un bombardeo previo de 500 aviones que lanzaron sobre el pequeño casco urbano e inmediaciones, 1000 toneladas de explosivos.

Por si esto fuera poco, la artillería lanzó otras 2.500 toneladas más de proyectiles. El suelo tembló en 10km a la redonda como si se tratase de un terremoto.

No podía haber supervivientes. No quedó ni un solo edificio en pie y los cráteres se superponían unos a otros en un espectáculo dantesco, semejante al paisaje lunar.

A estas alturas de la batalla, la 15ª PzGrDiv había sido relevada por los paracaidistas (y bien ganado se lo tenía esta fabulosa unidad). En Cassino, los defensores soportaron horas de bombardeo escondidos en sótanos y cloacas. Algunos quedaron enterrados en vida y desde luego, muchos otros murieron.

El ataque que siguió al bombardeo lo llevaron a cabo neozelandeses, que incrédulos ante lo que veían sus ojos, comprobaron como los fallschirmjäger volvían a ocupar sus posiciones abriendo fuego con fusiles, ametralladoras y morteros contra ellos. El Hotel Excelsior fue uno de los lugares elegidos por los paracaidistas para resistir. Y finalmente, los neozelandeses, como antes norteamericanos, franceses, británicos e indios, tuvieron que retirarse y abandonar el pueblo. Durante nueve días y nueve noches, los paracaidistas diezmaron sies batallones neozelandeses, uno tras otro cada vez que pretendieron tomar la población.

El batallón de Gurkhas de la división, consiguió trepar hasta una colina detrás del pueblo y ya cerca de la abadía, la Colina del Verdugo y otro batallón indio alcanzó la Colina del Castillo, también próxima. Pero los fallschirmjäger consiguieron aislarles allí y causarles bajas poco a poco, haciendo la situación insostenible.

El día 23 de marzo, más de un mes después del inicio del asalto, el General Alexander ordenó abortar la ofensiva. Los Gurkhas y los indios aislados consiguieron retirarse de las colinas donde habían quedado aislados pero dejando un rastro de cadáveres en el camino.

En esta ofensiva, la artillería aliada empleó 600.000 proyectiles, para no conseguir absolutamente nada. Sólo entre la Colina del Castillo y la estación de Cassino, se contabilizaron 2000 muertos propios.

El General Alexander reconoció la talla de los paracaidistas alemanes enemigos con las siguientes palabras: "Es extraordinaria la tenacidad de estos paracaidistas alemanes. Estuvieron sometidos a toda la fuerza aérea del Mediterráneo bajo la mayor concentración de potencia de fuego que se ha visto jamás. Dudo que haya otras tropas en el mundo que hubiesen podido levantarse y seguir luchando con aquella ferocidad". Esto, con toda seguridad, incluía a sus propias tropas.

El siguiente capítulo en esta sangrienta historia lo escribirían los polacos del II Cuerpo de Ejército, acérrimos y rencorosos rivales de los alemanes. Ni americanos, ni franceses, ni británicos, ni indios, ni neozelandeses, ni gurkhas, habían conseguido someter Cassino.

El 11 de mayo, los polacos tras la habitual barrera artillera se lanzaron al ataque. Ocuparon una cresta a 1500 metros de la abadía (hacia el este) llamada Cresta Fantasma (cota 593). A pesar de las bajas acumuladas y del volumen de fuego, los paracaidistas organizaron un nuevo contraataque obligando al enemigo a (por enésima vez) abandonar su conquista, retrocediendo los polacos con gran número de bajas.

Pero Cassino formaba parte de una línea defensiva, la Línea Gustav, y a pesar de la resistencia de la 1ª Div. Paracaidista, otras unidades de la Wehrmacht en otros sectores no pudieron resistir lo suficiente. Las 94ª y 71ª Divisiones de la Wehrmacht acabaron cediendo y los subsiguientes avances aliados pusieron en grave peligro de quedar cercados a los defensores de Cassino y del monasterio. El 17 de mayo, Kesselring ordenó, satisfecho y orgulloso, que la 1ª Div. abandonara sus posiciones. La evacuación se hizo de noche y en orden, aunque no pudieron cargar con los heridos.

La mañana del día 18 de mayo, tropas polacas tomaron el pueblo y coronaron Monte Cassino sin oposición. Sólo encontraron cadáveres, heridos y dos médicos militares alemanes.

Evaluación

Las bajas de los defensores alemanes fueron serias, pero recordad que resistieron asaltos sucesivos desde el 20 de enero hasta el 17 de mayo, casi cuatro meses. Que sobre ellos se lanzaron centenares de miles de toneladas de explosivos y que fueron atacados sucesivamente por dos divisiones estadounidenses, una francesa, una india, una neozelandesa y otra polaca consiguiendo imponerse en todos los casos.

Habrá quien dirá que el terreno ayudaba enormemente a los defensores, y esto es cierto. Pero recordad que tanto los granaderos como los paracaidistas se distinguieron por sus exitosos contraataques a varias colinas y cimas desalojando a los defensores, cuando la naturaleza del terreno jugaba en su contra como atacantes. Y recordad que los aliados contaron en todo momento con superioridad aérea y un abrumador apoyo artillero cada vez que lo necesitaron.

Estos hombres merecen ser recordados como algunos de los mejores soldados de toda la Segunda Guerra Mundial.

jueves, 3 de junio de 2010

LA BATALLA DE MONTECASSINO ( II )








En 1943 cuando el Mando Aliado decidió atacar la Línea Gustav alemana para abrirse camino hacia el norte de la Península Italiana, hacia Roma. Para obligar a los defensores de la línea a abandonar sus posiciones, se planeó un desembarco detrás de dichas posiciones, en Anzio. Los generales aliados Alexander y Clark se enfrentaban a Kesselring, quien estaba haciendo un extraordinario trabajo en la defensa de Italia, conteniendo y retrasando el avance enemigo en inferioridad numérica y bajo total superioridad aérea y naval enemiga.

La idea era desembarcar varias divisiones en Anzio a espaldas de la Línea Gustav de forma que obligara a levantar la línea y retroceder hacia Roma. El desembarco se haría en forma simultanea con un masivo ataque frontal a la Línea intentando la Commonwealth, los franceses, los polacos y los norteamericanos abrirse camino hacia el valle del Liri, y una vez en el Liri, hasta Roma.

Cassino era un pequeño pueblo italiano a orillas del Río Rápido en el centro de la Línea Gustavo, en una zona montañosa, coronado por un monte en donde se erguía una abadía y monasterio benedictino, del siglo VI.

Curiosamente, el monasterio no estaba ocupado por tropas alemanas. Las únicas unidades alemanas que cerraban el paso al Liri en Cassino se hallaban desplegadas en el pueblo, al haberse acordado por el mando germano que el monasterio era un monumento histórico y no debía ser convertido en fortaleza. Fue un error de apreciación aliado el que convirtió Monte Cassino en una fortaleza. Convencidos de que los alemanes habían fortificado el monasterio, lanzaron un terrorífico ataque aéreo sobre el mismo el 15 de febrero de 1944. En sus edificios, los únicos ocupantes eran monjes y civiles de Cassino que habían acudido a refugiarse en aquel santo lugar. (Esto no fue reconocido como un tremendo error por Estados Unidos hasta 1969).

El ataque consistió de ocho oleadas sucesivas, con 240 bombarderos lanzando casi 600 toneladas de alto explosivo sobre la abadía. Todos los edificios quedaron destruidos, y el lugar lleno de hoyos y cráteres.


Hasta el 11 de febrero, las tropas que defendían Cassino no eran paracaidistas, sino panzergranaderos de la 15ª división de la Wehrmacht. Ocupaban esas posiciones desde diciembre de 1943, y no tenían intención de entregarlas a sus enemigos.

Comienzo del ataque

Cuando se habla de Cassino todo el mundo recuerda la defensa llevada a cabo por los paracaidistas, pero sólo algunos saben que la primera fase de la defensa del área fue llevada a cabo por panzergrenadiers con notable éxito.

El 20 de enero de 1944, Clark ordenó que la 36ª División de infantería norteamericana junto a elementos de la Guardia Nacional de Texas, intentaran cruzar el Río Rápido. Clark había asumido que habría pérdidas elevadas, pero nadie imaginaba la carnicería que se produjo. Durante horas, la artillería estadounidense y su aviación táctica castigaron las posiciones de la 15ª Panzergrenadier (que además estaba incompleta porque algunos de sus elementos habían sido llamados como refuerzos en otros sectores del frente). Confiados en que el castigo habría sido terrible para los defensores, los infantes dejaron sus posiciones y comenzaron a preparar el cruce del Río con lanchas de asalto.

Cuando buena parte de las tropas norteamericanas estaban en esta tarea, los panzergrenadiers, que habían sabido cobijarse durante los bombardeos, abrieron fuego con armas automáticas y morteros. En pocos minutos, en la orilla sur del Rápido se amontonaban los muertos y heridos norteamericanos. Fue una carnicería tal, que sin ni siquiera haber alcanzado los puntos de cruce y abordado sus botes, los asaltantes ya sufrían un 25% de bajas. (mas de 500 muertos)

Sólo unos pocos pelotones y compañías incompletas alcanzaron la orilla norte, pero una vez allí, quedaron aisladas buscando cobijo desesperadamente ante el aluvión de fuego que se les venía encima y no pudieron consolidar la cabeza de puente.

A pesar de las terribles pérdidas, el General Clark ordenó volver a intentar el cruce, asumiendo que los defensores alemanes también habrían sufrido pérdidas difíciles de reponer y ordenó un segundo intento de cruce la noche del día 21 al 22 de enero.

Amparados por la oscuridad, a pesar de las terribles bajas, un batallón completo consiguió alcanzar la orilla enemiga y tender dos puentes, pero los alemanes, dándose cuenta de que con los puentes operativos llegarían rápidamente refuerzos y perderían sus posiciones contraatacaron en mitad de la noche. Apoyados por cañones bien atrincherados que disparaban directamente contra las posiciones estimadas enemigas, los granaderos pulverizaron a los estadounidenses. Fue tal la matanza que del batallón, sólo sobrevivieron algunas compañías incompletas que para salvar la vida tuvieron que retroceder nuevamente hasta la orilla sur abandonando los puentes y el material.

La 15ª Panzergrenadier fue interrogada por el general Frido von Senger en relación a cuál era la situación y si podrían resistir el ataque enemigo. La respuesta fue: "Los destacamentos de asalto del enemigo que cruzaron el río han sido aniquilados". El Congreso de los Estados Unidos ordenó una investigación de lo sucedido creándose una Comisión de Investigación poco después de terminar la guerra.

Nuevo ataque de las tropas aliadas

ara que vean la tozudez de Clark, nada más producirse el desastre de la 36ª División, el 24 de enero, el General Clark ordenó que el Rápido fuera cruzado de nuevo esta vez por la 34ª División, permitiendo reorganizarse a la 36ª.

Se eligió una zona del río donde la poca profundidad facilitaría el cruce de los infantes y el material, al norte del pueblo de Cassino. La idea era tras cruzar el Rápido, dividirse la fuerza en dos grupos, uno que atacaría Cassino y otro que intentaría alcanzar las colinas que dan paso al valle del Liri. Para apoyar a los atacantes, los norteamericanos decidieron emplear carros de combate con la 34ª Div.

Los alemanes, conocedores de que el enemigo intentaría cruzar el río, volaron una presa provocando un desbordamiento del río y convirtiendo ambas orillas en un lodazal. Cuando los carros junto con la infantería avanzaron hacia el río, veinte carros quedaron atrapados completamente en el barro y tuvieron que ser abandonados. A pesar de que esta vez se consiguió dominar parte de la orilla alemana, los grenadiers habían minado las laderas de las montañas que seguían al río, y construido varios puestos fortificados que se cobraron un fuerte peaje en vidas enemigas. Gracias al apoyo de los carros, los hombres de la 34ª Div. consiguieron alcanzar los arrabales de Cassino, pero allí fueron finalmente detenidos de nuevo por fuego concentrado de cañones anticarro y de ametralladoras. Esta situación duró casi una semana.

A principios de febrero, un batallón americano alcanzó la colina 445, a sólo 360m de la abadía de Monte Cassino, pero nuevamente, los panzergrenadiers contraatacaron y les obligaron a abandonar la cima y replegarse.

Los estadounidenses estaban exhaustos y habían perdido su empuje. Las pérdidas se acumulaban. Se decidió entonces que tropas coloniales francesas (excelentes soldados de montaña) que se encontraban a 3km al norte de la 34ª Div. intentaran unirse a ésta para presionar sobre los alemanes. Los franceses conquistaron Monte Belvedere, pero cuando les quedaba poco trecho para enlazar con los norteamericanos los grenadiers consiguieron detener su avance definitivamente.

Las tropas alemanas estaban agotadas, y hay informes de que escaseaban los víveres y las municiones. En enero y febrero, hizo mucho frío y llovió abundantemente, y los soldados de ambos bandos estaban agotados.

CONTINUARA…….