El Ejército turco avisa a Erdogan de que sigue «muy de cerca» la crisis
- La Justicia reta al primer ministro al vetarle una orden
El potente Ejército turco rompió ayer su silencio, diez días después de que estallara un gran escándalo de corrupción que está manchando al Gobierno y que ha alcanzado ya las instituciones más importantes del Estado. El tradicional guardián de Turquía lanzó una advertencia velada, asegurando que no intervendrá en los debates políticos, pero que seguirá muy de cerca el desarrollo de los acontecimientos y se mantendrá vigilante.
Buscando calmar los rumores sobre un posible golpe de Estado contra el Gobierno islamista de Recep Tayip Erdogan –que se desatan cada vez que hay una crisis en el país–, el Ejército se erigió una vez más en garante de la ley y las instituciones más destacadas, como la judicatura, sacudidas por la macroinvestigación de la corrupción urbanística y financiera.
Ayer, el Consejo de Estado anuló la orden emitida por el Ejecutivo para intentar evitar que sigan las investigaciones y más casos salgan a la luz: el Gobierno estableció que los agentes responsables de cualquier investigación debían informar de ellas a sus superiores, normalmente designados por el poder político. De esta forma, este importante órgano judicial desafía directamente la autoridad de Erdogan y hace prever más conflictos en el seno de la judicatura, y entre ésta y el Ejecutivo.
Ayer, Erdogan cargaba contra el Consejo de Estado por haber contravenido sus mandatos y aseguraba que el pueblo acabará juzgando a los jueces y fiscales por esta afrenta: «El pueblo tiene la soberanía y no la judicatura», aseveró. El primer ministro también volvió a atacar al fiscal encargado de uno de los casos de corrupción, Muammer Aktas, que el día anterior denunciaba que el Gobierno había obstruido su labor, apartándole del caso.
Erdogan repitió las acusaciones contra los «enemigos» nacionales e internacionales que, según él, quieren impedir el «ascenso» de la «nueva Turquía» que él ha creado. Según el jefe del Gobierno, los especuladores internacionales quieren aprovechar este escándalo para hundir la economía turca, principal caballo de batalla del Gobierno del AKP. La lira turca seguía desplomándose ayer frente al dólar y la bolsa caía hasta su valor más bajo de los últimos 17 meses.
El escándalo, que estalló el 17 de diciembre, está produciendo rupturas dentro del partido gobernante, y ayer tres de sus parlamentarios abandonaban la formación islamista después de que el comité disciplinario los hubiera expedientado por criticar públicamente al Gobierno y al partido por el escándalo de corrupción. Entre los dimisionarios está un ex ministro de Cultura, Ertugrul Günay, que ya se mostró crítico con el Gobierno por la represión de las protestas durante la «primavera turca», el pasado verano.
La oposición denuncia que el Ejecutivo está presionando e interfiriendo en los poderes legislativo y judicial, tratando de contener y tapar las acusaciones que han alcanzado a políticos, altos funcionarios, hombres de negocios y que podría llegar hasta el propio hijo de Erdogan. La UE pidió ayer a Ankara que trate las alegaciones de corrupción «favoritismo y de forma transparente e imparcial».
Arrecia la protesta en la calle
También se vivieron protestas en la capital del país, Ankara, y en la ciudad de Izmir, sin que se produjeran episodios de violencia. La estampa que ofrecían ayer las calles de Estambul recordó a las protestas vividas el pasado verano en la llamada «primavera turca».
Buscando calmar los rumores sobre un posible golpe de Estado contra el Gobierno islamista de Recep Tayip Erdogan –que se desatan cada vez que hay una crisis en el país–, el Ejército se erigió una vez más en garante de la ley y las instituciones más destacadas, como la judicatura, sacudidas por la macroinvestigación de la corrupción urbanística y financiera.
Ayer, el Consejo de Estado anuló la orden emitida por el Ejecutivo para intentar evitar que sigan las investigaciones y más casos salgan a la luz: el Gobierno estableció que los agentes responsables de cualquier investigación debían informar de ellas a sus superiores, normalmente designados por el poder político. De esta forma, este importante órgano judicial desafía directamente la autoridad de Erdogan y hace prever más conflictos en el seno de la judicatura, y entre ésta y el Ejecutivo.
Ayer, Erdogan cargaba contra el Consejo de Estado por haber contravenido sus mandatos y aseguraba que el pueblo acabará juzgando a los jueces y fiscales por esta afrenta: «El pueblo tiene la soberanía y no la judicatura», aseveró. El primer ministro también volvió a atacar al fiscal encargado de uno de los casos de corrupción, Muammer Aktas, que el día anterior denunciaba que el Gobierno había obstruido su labor, apartándole del caso.
Erdogan repitió las acusaciones contra los «enemigos» nacionales e internacionales que, según él, quieren impedir el «ascenso» de la «nueva Turquía» que él ha creado. Según el jefe del Gobierno, los especuladores internacionales quieren aprovechar este escándalo para hundir la economía turca, principal caballo de batalla del Gobierno del AKP. La lira turca seguía desplomándose ayer frente al dólar y la bolsa caía hasta su valor más bajo de los últimos 17 meses.
El escándalo, que estalló el 17 de diciembre, está produciendo rupturas dentro del partido gobernante, y ayer tres de sus parlamentarios abandonaban la formación islamista después de que el comité disciplinario los hubiera expedientado por criticar públicamente al Gobierno y al partido por el escándalo de corrupción. Entre los dimisionarios está un ex ministro de Cultura, Ertugrul Günay, que ya se mostró crítico con el Gobierno por la represión de las protestas durante la «primavera turca», el pasado verano.
La oposición denuncia que el Ejecutivo está presionando e interfiriendo en los poderes legislativo y judicial, tratando de contener y tapar las acusaciones que han alcanzado a políticos, altos funcionarios, hombres de negocios y que podría llegar hasta el propio hijo de Erdogan. La UE pidió ayer a Ankara que trate las alegaciones de corrupción «favoritismo y de forma transparente e imparcial».
Arrecia la protesta en la calle
La Policía turca reprimió ayer con cañones de agua, gases lacrimógenos y balas de goma a cientos de manifestantes que pedían la dimisión del Gobierno en una marcha multitudinaria. Los manifestantes lanzaron piedras a la Policía al grito de «Atrapa al ladrón», en referencia al escándalo de corrupción que afecta al Gobierno islamista del primer ministro Erdogan. La respuesta a estas protestas vino en otra manifestación en la que miles de seguidores del Gobierno expresaron su apoyo al Ejecutivo.
También se vivieron protestas en la capital del país, Ankara, y en la ciudad de Izmir, sin que se produjeran episodios de violencia. La estampa que ofrecían ayer las calles de Estambul recordó a las protestas vividas el pasado verano en la llamada «primavera turca».
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