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martes, 7 de agosto de 2012

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LA FUGA DEL PRIMER MINISTRO DE ASSAD, ASESTA UN DURO GOLPE AL RÉGIMEN


La fuga del primer ministro sirio resquebraja el régimen de El Asad

"Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino", ha indicado Riad Farid Hijab, que había sido nombrado en junio. Una bomba destruye parte del edificio de la televisión en Damasco



Un ataque con bomba destruye parte de las instalaciones de la televisión pública siria, causando heridos leves. / ATLAS

Riad Farid Hijab, el primer ministro sirio ha desertado. Los medios estatales y leales al presidente Bachar el Asad informaron este lunes que el político había sido destituido. Horas más tarde, sin embargo, el portavoz de Hijab leía ante las cámaras de la cadena Al Yazira un comunicado en el que el primer ministro aseguraba que había desertado y que se pasaba a las filas de “la revolución”. Los rebeldes sirios manifestaron además que tres de los rehenes iraníes que habían apresado durante el fin de semana, cerca de Damasco, han muerto en un bombardeo del Ejército sirio. Los grupos opositores acusan a algunos de los 48 rehenes de pertenecer a la Guardia Revolucionaria iraní, mientras que Teherán sostiene que se trata de peregrinos chiíes. Un general del opositor Ejército Libre Sirio (ELS) ha amenazado con ejecutar a los iraníes si no cesan los bombardeos. La captura de los supuestos peregrinos amenaza con trasladar el conflicto sirio más allá de sus fronteras y desatar tensiones con Teherán, gran aliado de Damasco.

La deserción de Hijab, nuevo en el cargo y un hombre del aparato del gubernamental partido Baaz, se suma a la de varios embajadores y altos cargos militares que se han producido en los últimos meses. Esta es, no obstante, la de mayor rango político y sobre todo la de mayor contenido simbólico. Con su salida crece la sensación de que el barco se hunde y de que, incluso los que hasta hace poco fueron leales al presidente, deciden ahora abandonar la nave para evitar el ahogamiento. Las palabras triunfalistas del jefe del Consejo Nacional sirio, la principal organización opositora, tras conocer la noticia daban una idea del simbolismo que acarrea esta deserción. “Esto significa que el régimen se desmorona. Es el principio del fin”, ha contado Abdel Basset Sayda a la agencia France Presse. Algo parecido opinó el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, un actor en teoría más imparcial. “La deserción muestra hasta qué punto la erosión del régimen avanza”, señaló el ministro. Washington considera también que la huida de Hijab supone “una nueva indicación de que El Asad ha perdido el control de Siria”, según ha declarado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Hijab ha explicado que el miedo y la férrea vigilancia desanima a potenciales desertores que a día de hoy figuran como miembros de la guardia pretoriana presidencial. A falta de poder conocer el grado real de descomposición del entorno del presidente El Asad, lo cierto es que la deserción de Hijab ha supuesto una importante inyección de moral para los grupos opositores, derrotados militarmente en los últimos días en los barrios de Damasco. El presidente El Asad se ha apresurado a reemplazar al desertor, en un nuevo intento de ofrecer una imagen de normalidad en la vida política de un país que se resquebraja. El hasta ahora viceprimer ministro, Omar Ghalawanji, sucederá al político saliente.
“Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino y anuncio que me sumo a las filas de la libertad y de la dignidad de la revolución. Anuncio que a partir de hoy soy un soldado en esta revolución bendita”, ha indicado el portavoz de Hijab en el comunicado leído. Hijab abandonó su país de la mano de contrabandistas, como han hecho decenas de miles de sirios en los últimos meses. Cruzó la frontera que separa Siria con Jordania, donde se encuentra a salvo junto a su familia, según han confirmado las autoridades jordanas a varios medios de comunicación. El portavoz de Hijab ha indicado que en los próximos días, el ex primer ministró volará a Catar, país donde tiene previsto fijar su nueva residencia.



mpleados de la televisión estatal siria, inspeccionan los daños en la sede de sus oficinas en Damasco. / YOUSSEF BADAWI (EFE)

Anterior ministro de Agricultura, Hijab fue nombrado el pasado junio después de unas elecciones parlamentarias de escasa credibilidad y consideradas una farsa por los grupos opositores. Su portavoz ha explicado que el régimen de El Asad le dio dos opciones después de las elecciones de mayo. O aceptaba el cargo de primer ministro o le mataban. Hijab aceptó el nombramiento con una tercera opción en la cabeza: la deserción. Hijab es originario de la provincia de Deir al Zoor, fuertemente castigada por la represión que ejercen las fuerzas gubernamentales y que, según las cifras que aportan los opositores, se ha cobrado más de 20.000 vidas civiles.

La salida del primer ministro se produce en un momento en el que las fuerzas del régimen y los grupos rebeldes armados batallan en Alepo y en otras ciudades del país. Los grupos opositores, que cuentan con una significativa inferioridad militar, aspiran desde hace 17 meses a derribar al régimen de El Asad. Pese a estar mal armados y fuertemente divididos, los rebeldes han logrado, sin embargo, asestar importantes golpes militares al régimen. Horas antes de que trascendiera la noticia bomba del primer ministro, un nuevo ataque de los grupos rebeldes ha destruído otro gran símbolo del régimen de Bachar el Asad en la capital, Damasco. Un artefacto ha hecho explosión en el edificio de la televisión estatal, en una zona especialmente protegida, y ha provocado que parte del edificio saltara por los aires, aunque no ha causado víctimas mortales.

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“En la batalla de Alepo habrá muchos mártires”

El comandante del Ejército Libre de Siria en la ciudad sitiada, Al Haji, quiere un país gobernado por civiles




Al Haji, líder rebelde de Alepo. / MARCELO NINIO

A veces se le ve tras la mesa de un despacho de la escuela donde se acuartelan los rebeldes, escoltado por dos hombres armados, con camisa verde y pistola al cinto; en otras descansa apoyado en la pared junto a las escaleras del colegio en camiseta de tirantes y chanclas mientras departe con los soldados o les riñe como si fuera un maestro. También se le puede encontrar en el frente, en las calles de Alepo, dando órdenes con el walkie-talkie, siempre con el semblante tranquilo, en medio de los disparos y los proyectiles de los tanques.

Abdulkader al Saleh, Al Haji Mara, como le llaman sus hombres, ha aparecido a veces en la prensa como un portavoz de los rebeldes de Alepo, pero en realidad es el primer comandante del Ejército Libre de Siria, al frente del batallón Tawheed (Unidad), que agrupa a todas las brigadas que luchan estos días con las tropas de Bachar el Asad en los suburbios de Alepo. Sus soldados veneran su nombre, pero él trata de restarle importancia y dice ser un tipo normal. “Estaba mejor con el aire acondicionado de mi oficina que ahora haciendo la guerra”, bromea.

Antes de ser el líder de la revuelta en Alepo, Al Haji era un hombre de negocios dedicado a la importación y exportación de alimentos. Cuando comenzaron las manifestaciones contra el régimen pasó a la clandestinidad. Desde allí empezó junto a otros colegas a barruntar la idea de atacar al régimen en una de las grandes ciudades del país. No tenía más conocimientos militares que los de una mili de dos años, pero los comités locales de la zona lo eligieron finalmente a él como el hombre que debía llevarles a dirigir la revuelta. Empezó en Tallrifat y en Marea a combatir a las fuerzas de El Asad y a mediados de julio asaltó los suburbios del este de la ciudad para ir tomando poco a poco un mayor número de barrios.

Delgado, con barba espesa, ojos pequeños y aspecto duro, suele atender a las preguntas de los periodistas con un cierto aire de escepticismo, siempre con una leve sonrisa que nunca termina de enseñar los dientes. Las preguntas de estos días han cuestionado la dureza de los castigos que imponen los rebeldes a los temidos shabiha, los matones del régimen de El Asad. Él ha manifestado su sorpresa por las reacciones a la ejecución de varios miembros de la familia Barri, un clan al servicio de la dictadura. “Sí claro que me han sorprendido las reacciones, pero las de la gente, que nos traía dulces y pasteles por haberles matado”.

En las clases de la escuela, los prisioneros esperan para ser llevados en un camión a las prisiones de los alrededores. Al Haji dice que a los únicos que ejecutan es a los shabiha y que a los militares se les trata bien. Por las noches se escuchan gritos y golpes y, a veces, son visibles en el patio del colegio los moratones de los golpes recibidos en la cara de los ladrones y criminales que los rebeldes han arrestado.
Al Haji se expresa con los pies en el suelo. Mira al cielo para decir “Inshalá” en señal de que espera la ayuda de la providencia, pero no para de insistir en que “esto es una batalla y habrá muchos mártires”. Asegura que no han recibido ayuda de ninguna potencia extranjera y, aunque no oculta que necesita armas para derribar los aviones y los helicópteros, afirma una y otra vez que serán solo los sirios los que acaben con el régimen. “Quiero una Siria gobernada por civiles donde convivan todas las confesiones y donde todo el mundo tenga sus derechos, dignidad y libertad”.
Padre, profesor, juez, estratega, soldado y líder. Las diferentes caras de Al Haji han hecho que su nombre corra como la pólvora en las ciudades cercanas a Alepo. Los soldados resaltan su camaradería. “Nos trata como iguales”, dice Hussain Ali, un combatiente en el pueblo de Marea. Él atribuye su éxito a un grupo muy unido que habla amistosamente sobre todos los problemas a los que se enfrentan.

Un ejército de 20.000 soldados llegará hasta Alepo para combatir contra las tropas de Al Haji. Él está convencido de que resistirán las posiciones tomadas en estas últimas semanas. Lo que ocurra lo acabará convirtiendo en un héroe, quizás en un líder de la nueva Siria, o en un mártir.




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