Maneras de aniquilar al enemigo, a lo cubano
- El régimen castrista ha combatido al enemigo interno mediante secuestros, fusilamientos y persecuciones
Al castrismo se le ha acusado históricamente de haber dejado un largo reguero de cadáveres después 54 años en el poder. La idea de que el disidente cubano Oswaldo Payá murió víctima de un accidente provocado por la Seguridad del Estado castrista sobrevoló desde el primer momento. Numerosos disidentes que han sufrido la persecución del Gobierno fueron los primeros en enarbolar esta teoría.
Aquellos que sostienen que el régimen ha ejecutado un plan sistemático de aniquilación de enemigos políticos internos afirman que una de las primeras víctimas sería el comandante Camilo Cienfuegos, quien murió en 1959 un misterioso accidente aéreo cuando volaba entre La Habana y Camagüey. No se encontraron ni restos humanos ni los restos del avión. Cienfuegos gozaba de una amplia popularidad, superior incluso que la de Fidel Castro.
Al viceministro de las Fuerzas Armadas Joaquín Ordoqui se le acusó en 1964 de ser agente de la CIA. Según Pedro Riera Escalante, ex mayor de la Inteligencia cubana y después disidente político, Castro sabía que no era espía de la CIA. "Hasta su muerte, Ordoqui cumplió prisión domiciliaria sin juicio", explica Riera a LA RAZÓN.
En 1962, Fidel acusó públicamente a Aníbal Escalante, un dirigente del Partido Socialista Popular (germen del PC cubano) de intento de golpe de Estado por colocar a militantes del Partido Socialista Popular en primer línea y por criticar el culto a la personalidad de Fidel. Escalante se vio obligado a emigrar a Checoslovaquia.
Uno de los procesos más famosos fue el denominado como "Microfracción", donde se depuró a Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular (germen del PC cubano), también acusado de ser de la CIA y de encabezar un movimiento contrarrevolucionario. Él y varios de sus compañeros fueron condenados a 15 años de cárcel. "Le sometieron a fuertes torturas psicológicas para que firmara una carta de arrepentimiento diciéndole que así los liberarían a todos".
Riera relata que entre 1974 y 1975 se montó un operativo especial creado por la Dirección General de la Inteligencia para eliminar a los traidores, en especial dos oficiales que habían desertado, uno en Inglaterra en 1971 y otro en Francia en 1972. El jefe de aquel grupo acabaría suicidándose sin conocerse en ningún momento las circunstancias reales.
Otro sonado episodio de agresión contra un "enemigo de la patria" se vivió en Madrid en 1985. En pleno paseo de la Castellano, cuatro agentes de la Seguridad cubana intentan secuestrar al viceministro Manuel Antonio Sánchez Pérez, que había desertado por discrepancias con la política de Fidel Castro y con 70 millones de pesetas en la cuenta de un banco español. La irrupción de un vigilante de un banco y la rápida intervención de la policía evitaron que se consumara el secuestro.
La deserción en 1987 de Florentino Azpillaga, mayor de la Dirección General de la Inteligencia, fue un duro golpe al castrismo por la abundante información que éste manejaba. Según Riera, un agente de los servicios secretos le disparó en Londres hiriéndole.
Quizá el caso más emblemático de persecución atroz del castrismo contra cubanos fue el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, y de tres altos oficiales, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez Valdés. Los cuatro fueron ajusticiados y fusilados, acusados de alta traición a la patria. Con la muerte de Ochoa, Castro fulminaba a un testigo incómodo que podía relacionar las operaciones de narcotráfico con el Gobierno cubano. "No creo que aquellas operaciones fueran realizadas sin la autorización del Ministerio del Interior, ni que éste lo haya hecho sin autorización de Fidel Castro", explica Riera.
Un caso sospechoso de asesinato, según Riera, es la muerte en 1991 del ex ministro del Interior José Abrantes, cuando se encontraba preso en la prisión de Guanajay. La versión oficial es que murió de infarto. "Según las informaciones que me llegaron, no tuvo una atención médica oportuna".
En 1996, los cuatro miembros de la ONG de Miami Hermanos al Rescate -que se ocupaba de prestar ayuda a los balseros que huían de Cuba- mueren en pleno vuelo tras ser abatidos por cazas cubanos. Aunque sobrevolaban espacio aéreo internacional, La Habana dijo que era espacio aéreo cubano.
El propio Pedro Riera Escalante, sobrino del perseguido Aníbal Escalante, fue secuestrado en el año 2000 en Ciudad de México por los servicios secretos mexicanos y enviado a Cuba, donde fue condenado a cinco años de cárcel por cohecho y salida ilegal del país.
Aquellos que sostienen que el régimen ha ejecutado un plan sistemático de aniquilación de enemigos políticos internos afirman que una de las primeras víctimas sería el comandante Camilo Cienfuegos, quien murió en 1959 un misterioso accidente aéreo cuando volaba entre La Habana y Camagüey. No se encontraron ni restos humanos ni los restos del avión. Cienfuegos gozaba de una amplia popularidad, superior incluso que la de Fidel Castro.
Al viceministro de las Fuerzas Armadas Joaquín Ordoqui se le acusó en 1964 de ser agente de la CIA. Según Pedro Riera Escalante, ex mayor de la Inteligencia cubana y después disidente político, Castro sabía que no era espía de la CIA. "Hasta su muerte, Ordoqui cumplió prisión domiciliaria sin juicio", explica Riera a LA RAZÓN.
En 1962, Fidel acusó públicamente a Aníbal Escalante, un dirigente del Partido Socialista Popular (germen del PC cubano) de intento de golpe de Estado por colocar a militantes del Partido Socialista Popular en primer línea y por criticar el culto a la personalidad de Fidel. Escalante se vio obligado a emigrar a Checoslovaquia.
Uno de los procesos más famosos fue el denominado como "Microfracción", donde se depuró a Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular (germen del PC cubano), también acusado de ser de la CIA y de encabezar un movimiento contrarrevolucionario. Él y varios de sus compañeros fueron condenados a 15 años de cárcel. "Le sometieron a fuertes torturas psicológicas para que firmara una carta de arrepentimiento diciéndole que así los liberarían a todos".
Riera relata que entre 1974 y 1975 se montó un operativo especial creado por la Dirección General de la Inteligencia para eliminar a los traidores, en especial dos oficiales que habían desertado, uno en Inglaterra en 1971 y otro en Francia en 1972. El jefe de aquel grupo acabaría suicidándose sin conocerse en ningún momento las circunstancias reales.
Otro sonado episodio de agresión contra un "enemigo de la patria" se vivió en Madrid en 1985. En pleno paseo de la Castellano, cuatro agentes de la Seguridad cubana intentan secuestrar al viceministro Manuel Antonio Sánchez Pérez, que había desertado por discrepancias con la política de Fidel Castro y con 70 millones de pesetas en la cuenta de un banco español. La irrupción de un vigilante de un banco y la rápida intervención de la policía evitaron que se consumara el secuestro.
La deserción en 1987 de Florentino Azpillaga, mayor de la Dirección General de la Inteligencia, fue un duro golpe al castrismo por la abundante información que éste manejaba. Según Riera, un agente de los servicios secretos le disparó en Londres hiriéndole.
Quizá el caso más emblemático de persecución atroz del castrismo contra cubanos fue el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, y de tres altos oficiales, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez Valdés. Los cuatro fueron ajusticiados y fusilados, acusados de alta traición a la patria. Con la muerte de Ochoa, Castro fulminaba a un testigo incómodo que podía relacionar las operaciones de narcotráfico con el Gobierno cubano. "No creo que aquellas operaciones fueran realizadas sin la autorización del Ministerio del Interior, ni que éste lo haya hecho sin autorización de Fidel Castro", explica Riera.
Un caso sospechoso de asesinato, según Riera, es la muerte en 1991 del ex ministro del Interior José Abrantes, cuando se encontraba preso en la prisión de Guanajay. La versión oficial es que murió de infarto. "Según las informaciones que me llegaron, no tuvo una atención médica oportuna".
En 1996, los cuatro miembros de la ONG de Miami Hermanos al Rescate -que se ocupaba de prestar ayuda a los balseros que huían de Cuba- mueren en pleno vuelo tras ser abatidos por cazas cubanos. Aunque sobrevolaban espacio aéreo internacional, La Habana dijo que era espacio aéreo cubano.
El propio Pedro Riera Escalante, sobrino del perseguido Aníbal Escalante, fue secuestrado en el año 2000 en Ciudad de México por los servicios secretos mexicanos y enviado a Cuba, donde fue condenado a cinco años de cárcel por cohecho y salida ilegal del país.
El episodio más reciente y sonado de purga política es el propiciado en 2009 contra dos pesos pesados del régimen, el primer ministro Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque, defenestrados por Fidel Castro, quien les acusó de "indignos". Ambos dirigentes fueron grabados secretamente en una fiesta en la que criticaban abiertamente a los hermanos Castro.
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