Si la Historia Militar o de las Fuerzas de Seguridad, te apasiona. Si la Militaría es tu afición. Si quieres conocer la Historia, sin valorar ideas ni convicciones políticas, sin tendencias, sin manipulaciones. La Historia Militar, sólo la vivida por sus principales protagonistas, los SOLDADOS que la han padecido.
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martes, 26 de enero de 2010
CARTA DESDE EL INFIERNO BLANCO (STANLINGRADO)
Carta desde Stanlingrado
Tú has sido mi mejor amiga, Monika. No, no has leído mal. Has sido mi mejor amiga. Los tiempos son demasiado serios como para hacer bromas. Esta carta necesitará 14 días para llegar a tus manos. Quizás entonces hayas leído ya en los periódicos que es lo que ha ocurrido aquí. A mi alrededor todo se derrumba; todo un ejército va muriendo; día y noche crecen las llamas, mientras cuatro hombres se ocupan en ir transmitiendo temperaturas e incidencia pluviométrica. No sé mucho de guerras. Jamás he disparado contra otro; jamás he derribado a otro homhre con mi pistola. Pero por lo que he podido saber en la otra parte no se procura la misma irracionalidad.
... Me he quedado horrorizado cuando he visto el mapa. Estamos completamente solos, sin ayuda exterior. Hitler nos ha abandonado. Esta carta sale cuando aún tenemos en nuestro poder el aeródromo. Nos encontramos al norte de la ciudad. Los hombres de mi bateria harruntan algo, pero no lo saben con tanta precisión como yo. Esto es el fin. No pienso dejarme tomar prisionero. Ni Hannes ni yo. Ayer vi cómo los rusos capturaban a cuatro homhres cuando nuestra infantería volvió a tomar la base. Ni hablar, no me dejaré atrapar. Si cae Stalingrado quizás oigas y leas, y ya puedes estar segura de que sera así, que no regresaré jamás.
... Ya te he escrito veintiséis veces desde esta ciudad maldita y tú me has contestado diecisiete cartas. Ahora te escribo una vez más, pero solo una vez más. He pensado durante mucho tiempo como te escribiría esta frase de contenido muy duro, para que te lo exprese todo y al tiempo no te hiciese daño. Me despido de tí porque la decisión está adoptada desde esta mañana. En mi carta prefiero no tocar el aspecto militar; desde esta perspectiva los rusos tienen una ocasión única. EI interrogante sólo está en cuanto tiempo seguiremos aún aquí. Puede que un par de días o un par de horas...
...En Stalingrado se niega el problema de Dios. Tengo que decirtelo, querido padre, y esto me duele por ello doblemente.Tú me has educado porque me faltaba una madre y me has acostumbrado a tener siempre a Dios ante mi vista y ante mi alma. Siento doblemente estas palabras porque serán las últimas. A partir de ahora ya no hablaré con nadie más con quien poder reconciliarme.Tú eres pastor de almas, padre, y sabes que en la última carta debe decirse sólo la verdad. He buscado a Dios en cada crater formado por las granadas, en cada casa destruida, en cada esquina, en cada uno de mis camaradas, cuando me encontraba en mi agujero y lo he buscado en el cielo. Dios no se me ha mostrado cuando he gritado desde el fondo de mi corazón. Las casas se quedaron destruidas; los compañeros, valientes o cobardes, como yo, muertos por el suelo; por todas partes hambre y muerte, del cielo caían bombas y fuego. Sólo faltaba Dios. No, padre, Dios no existe. De nuevo lo escribo, sé que es algo espantoso y sé que no lo podré reparar. Si hubiese un Dios éste se encontraría con vosotros, en los libros de canto y en las oraciones, en las piadosas homilías de los sacerdotes y pastores, en el sonido de las campanas y en el olor del incienso, pero no en Stalingrado.
UN SALUDO.
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