Mueren dos insurgentes en un choque con tropas españolas y afganas
El enfrentamiento se produce durante una "operación de limpieza"
Al menos dos insurgentes han muerto durante una operación militar "de limpieza", calificada "de gran entidad" llevada a cabo por las tropas españolas desplegadas en Afganistán en colaboración con el Ejército afgano contra un centenar de insurgentes en Mamandzai, una de las poblaciones más conflictivas del área de responsabilidad española en la provincia de Badghis, según ha informado el Estado Mayor de la Defensa en un comunicado.
Como consecuencia de los enfrentamientos que se han producido durante la operación Villares, que comenzó el pasado martes 2 de octubre y que se extendió hasta el miércoles día 3, han muerto dos insurgentes y otros dos han resultado heridos. Los choques suponen un giro en la estrategia española en Afganistán. Podría haber otros dos fallecidos que no han sido confirmadas. Durante la operación, se incautaron un fusil de asalto AK47 con lanzagrandas y gran cantidad de material de combate.
Según fuentes del Estado Mayor de la Defensa, la operación Villares tenía el objeto de mantener la libertad de movimientos y la seguridad de las poblaciones, y ha permitido liberar la presión que los insurgentes estaban realizando sobre la ruta Lithium, dificultando la realización de los trabajos de mejoras en esta carretera, de gran importancia para lograr la articulación del territorio e incrementar la seguridad en la zona.
Además, según ha explicado el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante Fernando García Sánchez, la operación tenía como objetivo comprobar el adiestramiento de las tropas afganas, que tendrán que asumir la responsabilidad de su seguridad cuando las fuerzas internacionales dejen el país en 2014.
El JEMAD ha explicado a los periodistas, tras presidir la toma de posesión del nuevo jefe de la Unidad Militar de Emergencias, que esta operación ha estado dirigida por primera vez por un general afgano, el jefe de la III Brigada del Ejército afgano, el general Dawood, que ha dirigido el planeamiento, supervisado por militares españoles.
Las acciones de combate comenzaron la noche anterior al inicio de la operación, con la toma de posiciones de apoyo por parte de las unidades españolas, que ya fueron hostigadas por varios grupos de entre quince y veinte insurgentes cada uno, que se sirvieron de lanzagranadas, ametralladoras y fusiles de asalto.
Al amanecer, las unidades afganas comenzaron las maniobras de reconocimiento y registro de la zona de la localidad de Mamandzai con el objetivo de reducir la capacidad de acción de los insurgentes.
A lo largo de la mañana, los insurgentes, que fueron sumando apoyos hasta ser más de cien, continuaron hostigando desde diferentes posiciones a las unidades españolas y afganas, que respondieron con su armamento de dotación, apoyadas por fuego de mortero y artillería.
La zona de Mamandzai, en la que se ha llevado a cabo la operación, es la cabecera de Gardak, corredor natural hacia el paso fronterizo de Turusej con Turkmenistán y santuario de las fuerzas insurgentes.
Esta operación se suma a las que durante este verano han llevado a cabo las unidades españolas de ASPFOR XXXI combinadas con elementos de combate del Ejército Nacional Afgano en las zonas de Muqur y Ludina, con el objetivo de que las fuerzas de seguridad afganas vayan asumiendo el control del territorio.
Según Defensa, con esta operación se ha podido comprobar la capacidad de los batallones del Ejército Afgano conducidos por el Puesto de Mando de la Brigada, algo "indispensable" para poder llevar a cabo la transferencia de la seguridad a las fuerzas de seguridad de Afganistán en la provincia de Badguis.
En la operación han participado, además de las unidades de maniobra del Ejército afgano, diversos apoyos de combate (limpieza de rutas, desactivación de explosivos y de Ingenieros), destacando la participación de unidades de artillería afganas, asesoradas por mentores españoles, que han apoyado por el fuego la operación.
Las fuerzas españolas participantes en la operación han sido dos compañías de paracaidistas de la Bandera de Maniobra 'Ortiz de Zárate' que también ha aportado el puesto de mando avanzado, apoyadas por la Unidad de Reconocimiento, una unidad de Ingenieros, un equipo de designación de objetivos del Ejército del Aire y equipo de mentores de Infantería de Marina, del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil.
Por otra parte, un artefacto explosivo ha hecho explosión a primera hora de este jueves al paso de un vehículo de las fuerzas españolas cuando realizaban una patrulla de reconocimiento y enlace en el valle de Moqur, desde el puesto avanzado de combate (COP) 'Ricketts', en Moqur, a la localidad de Firuza.
El artefacto explosivo improvisado, conocido por sus siglas en inglés como IED, ha sido activado al paso por un vehículo RG-31 del equipo de reconocimiento que iba a la cabeza del convoy. La deflagración no ha causado heridas a ningún militar, pero el blindado ha quedado inoperativo.
El almirante García Sánchez ha asegurado que los militares españoles "están todos bien", ha explicado que este tipo de incidentes puede ocurrir "en cualquier momento" y ha destacado que "afortunadamente" las tropas cuentan con "todos los medios" para enfrentarte a estas situaciones.
Además, ha apuntado que mientras en los hostigamientos afectan condiciones como las meteorológicas, ya que en invierno se reduce la actividad insurgente, los artefactos explosivos improvisados pueden estallar "en cualquier momento". Es una amenaza, ha dicho, que está ahí y que "seguirá" incluso después del 2014, cuando acabe la actual misión de la OTAN en Afganistán.
Como consecuencia de los enfrentamientos que se han producido durante la operación Villares, que comenzó el pasado martes 2 de octubre y que se extendió hasta el miércoles día 3, han muerto dos insurgentes y otros dos han resultado heridos. Los choques suponen un giro en la estrategia española en Afganistán. Podría haber otros dos fallecidos que no han sido confirmadas. Durante la operación, se incautaron un fusil de asalto AK47 con lanzagrandas y gran cantidad de material de combate.
Según fuentes del Estado Mayor de la Defensa, la operación Villares tenía el objeto de mantener la libertad de movimientos y la seguridad de las poblaciones, y ha permitido liberar la presión que los insurgentes estaban realizando sobre la ruta Lithium, dificultando la realización de los trabajos de mejoras en esta carretera, de gran importancia para lograr la articulación del territorio e incrementar la seguridad en la zona.
Además, según ha explicado el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante Fernando García Sánchez, la operación tenía como objetivo comprobar el adiestramiento de las tropas afganas, que tendrán que asumir la responsabilidad de su seguridad cuando las fuerzas internacionales dejen el país en 2014.
El JEMAD ha explicado a los periodistas, tras presidir la toma de posesión del nuevo jefe de la Unidad Militar de Emergencias, que esta operación ha estado dirigida por primera vez por un general afgano, el jefe de la III Brigada del Ejército afgano, el general Dawood, que ha dirigido el planeamiento, supervisado por militares españoles.
Las acciones de combate comenzaron la noche anterior al inicio de la operación, con la toma de posiciones de apoyo por parte de las unidades españolas, que ya fueron hostigadas por varios grupos de entre quince y veinte insurgentes cada uno, que se sirvieron de lanzagranadas, ametralladoras y fusiles de asalto.
Al amanecer, las unidades afganas comenzaron las maniobras de reconocimiento y registro de la zona de la localidad de Mamandzai con el objetivo de reducir la capacidad de acción de los insurgentes.
A lo largo de la mañana, los insurgentes, que fueron sumando apoyos hasta ser más de cien, continuaron hostigando desde diferentes posiciones a las unidades españolas y afganas, que respondieron con su armamento de dotación, apoyadas por fuego de mortero y artillería.
La zona de Mamandzai, en la que se ha llevado a cabo la operación, es la cabecera de Gardak, corredor natural hacia el paso fronterizo de Turusej con Turkmenistán y santuario de las fuerzas insurgentes.
Esta operación se suma a las que durante este verano han llevado a cabo las unidades españolas de ASPFOR XXXI combinadas con elementos de combate del Ejército Nacional Afgano en las zonas de Muqur y Ludina, con el objetivo de que las fuerzas de seguridad afganas vayan asumiendo el control del territorio.
Según Defensa, con esta operación se ha podido comprobar la capacidad de los batallones del Ejército Afgano conducidos por el Puesto de Mando de la Brigada, algo "indispensable" para poder llevar a cabo la transferencia de la seguridad a las fuerzas de seguridad de Afganistán en la provincia de Badguis.
En la operación han participado, además de las unidades de maniobra del Ejército afgano, diversos apoyos de combate (limpieza de rutas, desactivación de explosivos y de Ingenieros), destacando la participación de unidades de artillería afganas, asesoradas por mentores españoles, que han apoyado por el fuego la operación.
Las fuerzas españolas participantes en la operación han sido dos compañías de paracaidistas de la Bandera de Maniobra 'Ortiz de Zárate' que también ha aportado el puesto de mando avanzado, apoyadas por la Unidad de Reconocimiento, una unidad de Ingenieros, un equipo de designación de objetivos del Ejército del Aire y equipo de mentores de Infantería de Marina, del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil.
Por otra parte, un artefacto explosivo ha hecho explosión a primera hora de este jueves al paso de un vehículo de las fuerzas españolas cuando realizaban una patrulla de reconocimiento y enlace en el valle de Moqur, desde el puesto avanzado de combate (COP) 'Ricketts', en Moqur, a la localidad de Firuza.
El artefacto explosivo improvisado, conocido por sus siglas en inglés como IED, ha sido activado al paso por un vehículo RG-31 del equipo de reconocimiento que iba a la cabeza del convoy. La deflagración no ha causado heridas a ningún militar, pero el blindado ha quedado inoperativo.
El almirante García Sánchez ha asegurado que los militares españoles "están todos bien", ha explicado que este tipo de incidentes puede ocurrir "en cualquier momento" y ha destacado que "afortunadamente" las tropas cuentan con "todos los medios" para enfrentarte a estas situaciones.
Además, ha apuntado que mientras en los hostigamientos afectan condiciones como las meteorológicas, ya que en invierno se reduce la actividad insurgente, los artefactos explosivos improvisados pueden estallar "en cualquier momento". Es una amenaza, ha dicho, que está ahí y que "seguirá" incluso después del 2014, cuando acabe la actual misión de la OTAN en Afganistán.
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