Juegos de guerra en el golfo Pérsico
Estados Unidos refuerza su despliegue para disuadir a Irán de cualquier aventura militar en el estrecho de Ormuz
David Alandete Washington30 JUL 2012 - 18:02 CET
Alertado por las reiteradas amenazas por parte del régimen de Irán de que podría cerrar el estrecho de Ormuz, por el que pasa un 18% del crudo que se consume a nivel global, Estados Unidos ha reforzado notablemente su presencia militar en el golfo Pérsico, con el envío a la zona de un portaaviones y un grupo de destructores; la compra de lanzamisiles subacuáticos, y la construcción de un avanzado radar en Catar. Como respuesta, Teherán ha acumulado un arsenal de misiles antibuque y ha diseñado estrategias de ataque con grupos de lanchas rápidas, con el objetivo de infligir daños a los navíos norteamericanos, de forma simultánea a un eventual cierre del estrecho.
Paralelamente a sus avances en materia nuclear, que según diversos Gobiernos occidentales podría tener fines militares, Irán se ha afanado en los pasados meses en fortificarse en el Golfo. Teherán ha adquirido recientemente numerosos misiles antibuque Silkworm, de fabricación china, y torpedos de alta velocidad de diseño ruso, según diversos análisis de la Armada y del Pentágono. Según confiaron la semana pasada diversos analistas norteamericanos al diario The Washington Post, Irán está diseñando planes de cierre del paso de Ormuz, que apenas tiene 55 kilómetros de anchura en su punto más estrecho. Una de las opciones contempladas sería plagarlo de minas navales.
En consecuencia, el Pentágono ha cerrado ya los preparativos para unas maniobras con dragaminas, en las que participarán 20 países aliados en el mar de Arabia, y que tendrán lugar en septiembre. Los navíos militares implicados practicarán los protocolos de identificación y destrucción de minas navales. Las pruebas “se centrarán en una hipotética amenaza de una organización extremista que podría minar vías marítimas internacionales que son estratégicas para Oriente Próximo, incluido el mar Rojo, el golfo de Adén, el golfo de Omán y el golfo Pérsico”, según un reciente comunicado del Comando Central norteamericano.
El ejercicio militar es, según fuentes del Pentágono, una advertencia contra Irán, ya que el Comando Central, el que comprende las tropas de EE UU destinados en la franja que va del Cuerno de África a Asia Central, considera que Irán dispone de 5.000 minas marinas, un arsenal que ha incrementado de forma exponencial desde los años ochenta. La mitad de esas minas solo pueden ser lanzadas con un modelo específico de submarino, clase Kilo, fabricado por Rusia, y del que Irán cuenta en su flota. Según un informe de 2009 del Naval War College, un grupo de estudios afiliado a la Marina, “la agresión más probable [por parte de Irán] tomará forma de minas marinas, y no de ataque directo a navíos comerciales o militares”.
Como advertencia contra el régimen de los ayatolás, el Pentágono anunció recientemente que llevará el portaaviones de propulsión nuclear USS John C. Stennis, con unos 6.500 soldados y 90 cazas y helicópteros, al golfo Pérsico. Normalmente, EE UU mantiene un portaaviones en la zona. Con la llegada del USS John C. Stennis tendrá dos hasta, al menos, marzo de 2013. Ese portaaviones viaja con su grupo de ataque, de otros seis navíos, incluido el Escuadrón Destructor número 21. Ya en enero, el Departamento de Defensa anunció que convertiría el USS Ponce, un buque de ataque anfibio de 1970, en una base flotante al servicio del equipo de élite de los Navy SEALS, que patrullará en el Golfo, cuyos países ribereños están, en su gran mayoría, enfrentados a Irán.
La V Flota de la Armada de Estados Unidos, que tiene su base en Bahréin, recibió el pasado 23 de junio cuatro barcos dragaminas, a añadir a los cuatro que ya tenía, según confirmaron fuentes del Pentágono la semana pasada. Además, por orden del Departamento de Defensa, esa flota ha comenzado a enriquecer su arsenal con un modelo submarino de drones (lanzamisiles no tripulados y controlados de forma remota) que resultarían cruciales para volver a abrir el estrecho de Ormuz si Irán lograra cerrarlo. Esos drones son diseño de una empresa alemana, pesan solo 40 kilos y se controlan a través de un cable de fibra óptica de unos 900 metros de longitud.
El rearme del Pentágono en el golfo se completa con la construcción, secreta, de un radar antimisiles en Catar, cuya existencia reveló recientemente el diario The Wall Street Journal. La semana pasada, portavoces del Pentágono se negaron a confirmar la existencia de ese radar, que el citado diario calificó como una parte crucial dentro de un nuevo sistema destinado a interceptar misiles lanzados desde Irán. Preguntado por el asunto, el portavoz del Pentágono, George Little, dijo: “Tenemos un grupo de aliados y socios en esa región con los que buscamos reforzar nuestra cooperación. Nuestra misión es identificar un amplio abanico de puntos cruciales para nuestros intereses de seguridad”. Ya hay instalado un radar de ese tipo en Israel.
Paralelamente a sus avances en materia nuclear, que según diversos Gobiernos occidentales podría tener fines militares, Irán se ha afanado en los pasados meses en fortificarse en el Golfo. Teherán ha adquirido recientemente numerosos misiles antibuque Silkworm, de fabricación china, y torpedos de alta velocidad de diseño ruso, según diversos análisis de la Armada y del Pentágono. Según confiaron la semana pasada diversos analistas norteamericanos al diario The Washington Post, Irán está diseñando planes de cierre del paso de Ormuz, que apenas tiene 55 kilómetros de anchura en su punto más estrecho. Una de las opciones contempladas sería plagarlo de minas navales.
El Pentágono ha cerrado ya los preparativos para unas maniobras con dragaminas, en el que participarán 20 países aliados en el mar de Arabia, y que tendrá lugar en septiembre
El ejercicio militar es, según fuentes del Pentágono, una advertencia contra Irán, ya que el Comando Central, el que comprende las tropas de EE UU destinados en la franja que va del Cuerno de África a Asia Central, considera que Irán dispone de 5.000 minas marinas, un arsenal que ha incrementado de forma exponencial desde los años ochenta. La mitad de esas minas solo pueden ser lanzadas con un modelo específico de submarino, clase Kilo, fabricado por Rusia, y del que Irán cuenta en su flota. Según un informe de 2009 del Naval War College, un grupo de estudios afiliado a la Marina, “la agresión más probable [por parte de Irán] tomará forma de minas marinas, y no de ataque directo a navíos comerciales o militares”.
Como advertencia contra el régimen de los ayatolás, el Pentágono anunció recientemente que llevará el portaaviones de propulsión nuclear USS John C. Stennis, con unos 6.500 soldados y 90 cazas y helicópteros, al golfo Pérsico. Normalmente, EE UU mantiene un portaaviones en la zona. Con la llegada del USS John C. Stennis tendrá dos hasta, al menos, marzo de 2013. Ese portaaviones viaja con su grupo de ataque, de otros seis navíos, incluido el Escuadrón Destructor número 21. Ya en enero, el Departamento de Defensa anunció que convertiría el USS Ponce, un buque de ataque anfibio de 1970, en una base flotante al servicio del equipo de élite de los Navy SEALS, que patrullará en el Golfo, cuyos países ribereños están, en su gran mayoría, enfrentados a Irán.
La V Flota de la Armada de Estados Unidos, que tiene su base en Bahréin, recibió el pasado 23 de junio cuatro barcos dragaminas, a añadir a los cuatro que ya tenía, según confirmaron fuentes del Pentágono la semana pasada. Además, por orden del Departamento de Defensa, esa flota ha comenzado a enriquecer su arsenal con un modelo submarino de drones (lanzamisiles no tripulados y controlados de forma remota) que resultarían cruciales para volver a abrir el estrecho de Ormuz si Irán lograra cerrarlo. Esos drones son diseño de una empresa alemana, pesan solo 40 kilos y se controlan a través de un cable de fibra óptica de unos 900 metros de longitud.
El rearme del Pentágono en el golfo se completa con la construcción, secreta, de un radar antimisiles en Catar, cuya existencia reveló recientemente el diario The Wall Street Journal. La semana pasada, portavoces del Pentágono se negaron a confirmar la existencia de ese radar, que el citado diario calificó como una parte crucial dentro de un nuevo sistema destinado a interceptar misiles lanzados desde Irán. Preguntado por el asunto, el portavoz del Pentágono, George Little, dijo: “Tenemos un grupo de aliados y socios en esa región con los que buscamos reforzar nuestra cooperación. Nuestra misión es identificar un amplio abanico de puntos cruciales para nuestros intereses de seguridad”. Ya hay instalado un radar de ese tipo en Israel.
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