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lunes, 30 de julio de 2012

GAGOMILITARIA NOTICIAS.- "EL DESASTRE SIRIO"


Un radical yihadista libio entrena a las milicias sirias

Mehdi al Harati lidera el grupo «Liwaa Al Umma» (la «Brigada de la Comunidad de los Creyentes») que combate desde hace semanas en territorio sirio

Día 30/07/2012 - 03.24h

Cuando hace ocho meses este corresponsal se topó accidentalmente con varios agentes libios en Yebel Zawiya, localidad bajo control de la insurgencia en el norte de Siria, la presencia de yihadistas en el país era un secreto militar, cuya publicación le supuso al enviado especial de ABC la abierta hostilidad de los rebeldes, acusaciones de espionaje e incluso amenazas de muerte. Pero la creciente presencia de yihadistas en la insurgencia siria es ya un hecho imposible de ocultar, u lo que entonces era información está ahora a la vista de todos: voluntarios libios han formado el grupo «Liwaa Al Umma» (la «Brigada de la Comunidad de los Creyentes») y combaten desde hace semanas al régimen sirio.
Los lidera Mehdi al Harati, un comandante libio con pasaporte irlandés con el que ABC se encontró en el interior de Siria en diciembre, y que en estos días ya no se molesta en ocultar su identidad. Al contrario, incluso ha concedido una entrevistas a la CNN y al diario irlandés The Irish Times. «Estamos aquí para facilitar y entrenar a los civiles rebeldes en Siria, muchos de los cuales son doctores, ingenieros y profesores, usando nuestra experiencia durante la revolución libia», declaró Harati al periódico de Dublín.

Harati contó asimismo a la CNN que visitó Siria el año pasado en una «misión de reconocimiento», con toda probabilidad en el momento en que le encontró ABC junto a dos compañeros, uno de ellos un hombre de confianza de Abdelhakim Belhadj, exyihadista y actual líder de un importante partido político de Libia. «Después de que muchos sirios me contactaran pidiéndome ayuda, sentí que era hora de hacer más, y dado el gran éxito de la Brigada Trípoli, sentimos que era el momento de actuar. Y eso significaba crear el Liwaa Al Umma», aseguró Harati. «Con el éxito previo de Libia, decidí poner al margen mi nacionalidad e igual que organizaciones de todo el mundo ayudaron a Libia en momento de necesidad, decidí transmitir mi experiencia para que otros se beneficien», añade.
Ciertamente, Harati es un combatiente muy experimentado. A finales de julio de 2011 entrenó a la Brigada Trípoli en Zintán, en el oeste de Libia, compuesta de voluntarios libios venidos del extranjero. Menos de un mes después, este grupo de élite inició la insurrección en la capital libia, que finalmente condujo a la caída de Muammar al Gadafi. Durante las horas que este corresponsal compartió con él, Harati mantuvo en todo momento su pistola preparada, dispuesto a repeler a tiros cualquier aparición imprevista del Ejército sirio.

El número de miembros de la Brigada de la Comunidad de los Creyentes es incierto, pero todos coinciden en que aproximadamente un noventa por ciento de ellos son sirios, en tanto que los demás son libios y voluntarios de otros países árabes. «No hemos hecho ningún esfuerzo activo para reclutar a libios. Estos son hombres adultos que piensan por sí mismos, y no necesitan ser convencidos sobre esta causa», asegura Harati.

La página de Facebook de este grupo muestra a decenas de ellos entrenándose con fusiles y haciendo instrucción en lo que parece ser algún lugar de Libia (las fotografías han sido retocadas digitalmente para que no puedan leerse las matrículas de los vehículos y las pintadas en los muros, para no traicionar su localización). Sin embargo, la presencia en todas las fotos de la bandera siria verde, blanca y roja (la insignia anterior a la llegada al poder del partido Baaz, ahora adoptada por la oposición) no deja ninguna duda sobre las pretensiones de la Brigada. En una de las imágenes puede verse a Harati posando armado delante de un coche con matrícula de Rastán, una de las localidades sirias más castigadas por la violencia.

Otro de los miembros destacados del grupo es Hossam Al Nayyar, de 33 años, cuñado de Al Harati y nacido en Irlanda, y también veterano de la Brigada Trípoli, entrevistado por la CNN hace tres días en la frontera entre Turquía y Siria. En mitad de la entrevista, el combatiente recibió la llamada que le autorizaba a entrar con el grupo en territorio sirio. «Libia fue un paseo por el parque comparado con Siria, soy consciente de esto mientras entro», indicó.

Por su parte, los reporteros irlandeses pudieron hablar también con integrantes sirios de esta unidad, que han preferido integrarse en ella antes que en el Ejército Sirio Libre por diferentes motivos. ««Liwaa Al Umma» lucha por la verdad y la justicia, con un trasfondo islámico», dijo el comerciante Abdel Fatuh Dugaim.

Según Harati, sus hombres participaron recientemente en una batalla de cuatro horas en la que murieron sesenta y tres soldados sirios y tres rebeldes.

Los hombres de Harati no son los primeros ciudadanos libios que acuden a Siria para unirse a la insurgencia. A principios de julio, seis doctores libios aparecieron junto a combatientes del Ejército Sirio Libre en un video colgado en internet. Fuentes oficiales libias han admitido saber de la presencia de combatientes libios en suelo sirio «a título individual». El nuevo gobierno libio fue el primero en reconocer al Consejo Nacional Sirio como el legítimo representante de Siria, y muchos libios se sienten identificados con la situación por la que están pasando ahora los sirios. Tanto, que decenas, tal vez cientos de ellos, están dispuestos a marchar a combatir al régimen de Bashar Al Assad.


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Más de 200.000 personas huyen de Alepo mientras el régimen sirio mantiene su ofensiva

La ONU pide a Assad que permita la entrada de ayuda humanitaria: «No sabemos cuánta gente se ha quedado atrapada por los combates»

Día 30/07/2012 - 13.57h
Desde que el pasado viernes comenzaron los combates en Alepo, la segunda ciudad de Siria, unas 200.000 personas han abandonado la ciudad y las localidades cercanas, según datos del Comité Internacional de Cruz Roja y de la Media Luna Siria. Tras el atentado del pasado 18 de julio en Damasco, en el que murieron cuatro altos cargos, el Gobierno lanzó una ofensiva para recuperar la capital y, una vez conseguido, dirigió sus esfuerzos a Alepo.

«Estoy profundamente preocupada por el impacto de los bombardeos y del uso de tanques y otro armamento pesado sobre el pueblo de Alepo, la ciudad más poblada de Siria, pero también sobre el de Damasco y el de las localidades cercanas», indicó la subsecretaria general de Asuntos Humanitarios y coordinadora de Respuesta de Emergencia de Naciones Unidas, Valerie Amos, en un comunicado. Amos ha instado a todas las partes del conflicto a asegurarse de que no hay más víctimas civiles a causa de los combates y a permitir la entrada de las agencias humanitarias.

«Muchas personas han buscado refugio temporal en escuelas y otros edificios públicos en zonas seguras. Necesitan urgentemente agua potable, alimentos, colchones, mantas y productos higiénicos», explicó, añadiendo que la organización internacional y sus socios están ayudando a los desplazados, pero con importantes limitaciones, ya que las principales carreteras hacia las ciudades en conflicto permanecen cerradas. Por ello, ha instado al Gobierno y a los rebeldes a permitir el acceso de las agencias humanitarias a las zonas en conflicto. «Todavía no sabemos cuánta gente se ha quedado atrapada por los combates», apuntó Amos.

«La madre de las batallas»

Varios barrios de Alepo son este lunes, según la oposición, escenario de enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas de seguridad, que dicen perseguir a supuestos terroristas. Los choques se localizan en Al Izaa, Al Azamiya y Salahedín, una zona en la que además se están registrando bombardeos por parte de leales al presidente Al Assad. Por su parte, la televisión siria informa de que las autoridades continúan la persecución de supuestos terroristas y han matado a varios en distintas zonas de Alepo. Y agregó que las fuerzas del régimen impidieron la entrada al país de un grupo armado que quería acceder a Siria desde Turquía.

Las fuerzas del régimen sirio iniciaron el sábado una amplia ofensiva militar para expulsar a los rebeldes del Ejército Libre Sirio de Alepo, en una lucha que los insurgentes han bautizado como «la madre de las batallas». Estos sucesos ocurren después de que un centenar de personas perdieran la vida ayer en Siria por la represión del régimen, denunciaron los opositores.

Más de 200.000 personas huyen de Alepo mientras el régimen sirio mantiene su ofensiva
AFP
Un miembro del Ejército Sirio Libre, durante los combates en Aleppo

Mientras siguen los combates, también aumentan las deserciones en el régimen, la última, la de un subcomandante de la Policía de la ciudad de Latakia, que logró cruzar durante la noche la frontera con Turquía. Otros once altos cargos habrían huido al país vecino en las últimas horas, según fuentes oficiales turcas en declaraciones bajo condición de anonimato. Ya son más de una veintena los generales sirios que han cruzado la frontera hacia Turquía. La fuente ha informado además de que en las últimas 24 horas unos 600 sirios han cruzado la frontera, con lo que ya son uno 43.500 los que han pasado a territorio turco en los últimos meses.

Una ciudad Patrimonio de la humanidad, bajo el fuego



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Civiles sirios dejan el centro de Alepo la semana pasada. / BULENT KILIC (AFP)


En los últimos dos días, unas 200.000 personas han huido de Alepo, la ciudad más poblada de Siria que se ha convertido en el escenario central de los enfrentamientos entre los rebeldes y las tropas del régimen de Bachar el Asad, según cifras de las organizaciones humanitarias Cruz Roja y Media Luna Roja citadas por la ONU.

La subsecretaria general de Asuntos Humanitarios y coordinadora de Respuesta de Emergencia de la organización internacional, Valerie Amos, afirmó que muchos otros civiles están atrapados en los combates de la ciudad y necesitan ayuda de manera urgente.

En un comunicado Amos afirmó estar "profundamente preocupada" por el impacto de los bombardeos y del uso de tanques y armamento pesado sobre la población de Alepo, pero también sobre la de Damasco y la de las localidades cercanas.

"Hago un llamado a todas las partes del conflicto para que aseguren que los civiles no serán blanco de ataques y que permitan un acceso seguro a las organizaciones humanitarias", afirmó Amos, quien añadió que muchas personas de Alepo se han visto obligadas a dejar sus hogares para buscar refugio en escuelas y otros edificios públicos en zonas seguras. "Necesitan urgentemente agua potable, alimentos, colchones, mantas y productos higiénicos", alertó.


Cientos de refugiados sirios llegan a Jordania.

La funcionaria de la ONU indicó que la organización internacional y sus socios están ayudando a los desplazados, pero con importantes limitaciones, ya que las principales carreteras hacia las ciudades en conflicto permanecen cerradas.

El recrudecimiento de los combates en Alepo ha acelerado la huida de refugiados sirios a los países fronterizos. Fuentes oficiales de Turquía, citadas por la agencia Reuters, afirman que alrededor de 600 sirios han cruzado la frontera sur del país en las últimas 24 horas, lo que eleva el número total de refugiados del país árabe en Turquía a alrededor de 43.500.

La ONU ya manifestó el pasado viernes su preocupación por la situación de los civiles en el conflicto sirio. Ese día la alta comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay, urgió al Gobierno y a la oposición armada a cumplir con las obligaciones establecidas por la legislación humanitaria internacional: distinguir entre civiles y objetivos militares, y dar a los civiles la oportunidad de abandonar el lugar antes de un ataque.




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“Dispararon sobre los niños a menos de un metro”

Dimite un fiscal sirio tras investigar una matanza de suníes



Captura del vídeo en el que el fiscal Houchan dimite.


Mazraat al Qubeir es una pequeña aldea siria de menos de 200 vecinos de confesión suní, a 20 kilómetros de Hama, que en junio se añadió a la larga lista de pueblos y barrios en los que se han producido matanzas indiscriminadas y de las que el régimen del presidente, Bachar el Asad, y la rebelión armada del Ejército Sirio Libre (ESL) se han acusado mutuamente.

En la madrugada del 6 de junio murieron en Mazraat al Qubeir, asesinados a sangre fría, nueve de sus habitantes, según la televisión pública siria, o 78, muchos de ellos mujeres y niños, según los Comités Locales de Coordinación, la rama civil de la resistencia al régimen. Treinta y cinco de las víctimas pertenecían a la misma familia: Al Yatim.

Para intentar demostrar su inocencia las autoridades de Damasco encargaron a Talal Houchan, fiscal jefe de Maharda, una cercana ciudad de 23.000 habitantes, que investigase lo sucedido. Con la justicia a sus órdenes, el régimen no debía temer las conclusiones a las que llegase el magistrado. Pero Houchan no quiso hacer el paripé.

Se tomó en serio su tarea y empezó por pedir el traslado a Maharda de los restos mortales de algunas de las víctimas, así como la colaboración de un médico forense. Interrogó también a los supervivientes.


No se sabe qué conclusiones elevó Houchan a sus superiores jerárquicos, pero el fiscal dimitió esta semana e hizo público el resultado de sus indagaciones en un vídeo colgado en Youtube el 25 de julio, poco después de que huyera junto con su familia.

Tras un bombardeo de la localidad, los shabihas (matones a las ordenes del régimen) penetraron en ella. Y Houchan no tiene dudas. Examinó, por ejemplo, los cadáveres de cuatro niños, y constató que “se disparó sobre ellos a menos de un metro de distancia”, según aseguró ante la cámara. El relato de los testigos confirmó que se habían producido “ejecuciones extrajudiciales”.

Por eso el fiscal jefe decidió, según explicó, presentar su dimisión y, de paso, lanzó un llamamiento “a todos los magistrados de Siria” para que se pronuncien “contra los crímenes ordenados por Bachar el Asad y preservar la buena reputación de la justicia”.



Por el número de víctimas, la matanza de Mazraat al Qubeir no es la peor. Fue precedida por otra masacre en Hula, en la provincia de Hama, el 25 de mayo, donde fueron asesinadas 108 personas. En la misma demarcación, pero en el pueblo de Treimse, los muertos ascendieron el 13 de julio a no menos de 150. Pero la degollina de Mazraat al Qubeir sí fue la que costó la vida al más alto porcentaje de habitantes de una localidad siria.

¿Por qué provoca el régimen tales escabechinas? En la mayoría de los casos es porque en el pueblo o en el barrio de turno se atrincheran o se refugian milicianos del ESL a los que se quiere aniquilar. Pero hay una serie de localidades de la llamada “frontera alauí” donde los ataques indiscriminados se asemejan a la limpieza étnica porque intentan provocar la huida de los suníes.

Esa frontera es la que separa las aldeas suníes del este de la provincia de Hama de las alauíes del oeste. El Asad y su clan son de confesión alauí mientras que la gran mayoría de los 23 millones de sirios y de los rebeldes armados son suníes.

Houchan no ha sido el primer fiscal sirio que dimite con estruendo. A finales de agosto de 2011 lo hizo su superior jerárquico, el fiscal jefe de Hama, Adnan al Bakur, que también colocó un vídeo en Youtube. Contó, entre otras cosas, que fue testigo de la matanza, el 31 de julio del año pasado, de 72 presos encarcelados en la prisión central.

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El Golán teme la caída de El Asad

Los drusos del norte de Israel defienden al régimen de Damasco y recelan del dominio de la oposición suní



Unos niños drusos subidos en un tanque en la región de Bukata, en los Altos del Golán. / ATEF SAFADI (EFE)


Los hombres calientan las brasas para asar el cordero recién sacrificado. Las mujeres preparan la ensalada en otra sala del santuario druso de Al Yafuiri. Banderas sirias y un enorme retrato del presidente sirio Bachar el Asad engalanan el edificio. Todo está listo para recibir a uno de los héroes de los altos del Golán. Yusuf Shams acaba de salir de una prisión israelí, donde ha pasado cinco años encerrado, acusado de cooperar con el régimen sirio en contra de Israel. “Por supuesto que apoyamos a la madre patria [Siria], incluidos sus líderes”, explica Ibtihal, la mujer del preso, vestida de negro y con pañuelo blanco en la cabeza, como manda la tradición drusa.

Aquí, en el Golán ocupado por Israel en 1967, todos se sienten sirios y la mayoría apoya al régimen de Damasco. El mismo régimen dictatorial que buena parte del mundo desprecia y considera autor de sangrientas matanzas, cometidas en su desesperado esfuerzo por sobrevivir a una revuelta popular y después armada, que dura ya 16 meses.

Escuchar hablar a los habitantes del Golán es casi como colarse en un despacho oficial en Damasco. La misma retórica, los mismos argumentos, las mismas justificaciones. Con una particularidad: los drusos, como otras minorías sirias temen una victoria de la oposición, mayoritariamente suní. Temen que con los rebeldes venga el extremismo religioso y de paso la desgracia para una comunidad bien avenida con el régimen alauí. La causa palestina y la ocupación israelí son, junto a la nostalgia de la Siria que conocieron hace años, el resto de ingredientes de un cóctel de marcado sabor oficialista.

“Esta es una guerra lanzada por Occidente [Israel, EE UU junto con Arabia Saudí, Turquía y Catar]. Siria es el último país que resiste en contra de Israel y por eso quieren acabar con la unidad del pueblo sirio”, piensa Bushur el Makt, de 47 años y 24 de los cuales ha pasado entre rejas “por luchar atacando patrullas y bases militares israelíes”. En prisión formó parte de la llamada facción siria secreta. Fuera, en libertad desde hace dos años, defiende a capa y espada al régimen de El Asad. “Es mentira que la shabiha [las milicias progubernamentales] esté asesinando. Son ataques terroristas, de los salafistas, de Al Qaeda y de enviados del Mossad”, sostiene este hombre, que cuando se le pregunta qué ha hecho Damasco para apoyar al pueblo palestino y poner fin a al ocupación en las últimas décadas, responde que el Gobierno sirio “trabaja duro para liberar el Golán”.

Los 20.000 vecinos del Golán ocupado mantienen estrechos lazos con Siria. Las familias han quedado partidas por una valla y una frontera que el Ejército israelí refuerza ahora a marchas forzadas ante el temor de ataques de un régimen en fase de desesperación. Las relaciones y las lealtades han sobrevivido a décadas de separación física. Muchos jóvenes drusos todavía prefieren estudiar en las universidades sirias. Allí se enamoran y se casan antes de regresar a este vergel montañoso tapizado de frutales.

“Esto no es una primavera árabe. Esto es un invierno, en el que el plan es acabar con todos los que luchan contra Israel”, estima Farhan Safadi, sentado en una de las mesas de merendero en las que se va a homenajear al liberado. Su hija se marchó a Siria hace 15 años y desde entonces Israel sólo le ha permitido venir una vez de visita. Su hijo estudia medicina en la universidad de Damasco. Como muchos habitantes de Majdl Shams, Safadi se comunica con los suyos a través de Skype. “Mi hijo me dice que todo está muy tranquilo en Siria. Que la situación es pacífica”, explica sin el más mínimo atisbo de rubor.

Unos cientos de metros más allá se encuentra la línea fronteriza. Una valla separa a las familias de uno y otro lado del llamado valle de los gritos; el medio de comunicación de la era preskype. Una torreta militar israelí y una siria, enfrentadas y separadas por escasos metros se vigilan a cara de perro. Damasco queda a 65 kilómetros.

A la entrada de Majdl Shams, la principal localidad del Golán, una pintada pide “parar el asesinato de sirios”. Es obra de los opositores, que aunque en minoría, también los hay en los pueblos drusos. Son sobre todo jóvenes, laicos y viven desprovistos de la herencia nostálgica de sus mayores. Han nacido y crecido en lo que hoy es territorio israelí y aunque se dicen sirios, se niegan a equiparar su patria con un régimen que aborrecen.

Los viernes salen a manifestarse como lo hacen en las ciudades sirias, lo que ha provocado choques con los defensores del régimen. En algunas familias también empieza a haber fracturas, aunque hay clanes marcadamente disidentes. Shefaa Abu Jabal, una joven elocuente explica que la semana pasada un hombre se presentó en casa de su familia con un bate de béisbol y les amenazó con matarles por “traidores”. “Dicen que nos financian desde el extranjero y envían una lista con nuestros nombres a la mujabarat siria [la policía secreta] en Damasco”, explica en una moderna cafetería de Majdl Shams. La joven, escotadísima, termina con una opinión poco frecuente por estas tierras. “Aquí mucha gente tiene miedo de que los suníes, los Hermanos Musulmanes lleguen al poder y se venguen. De matanzas como la de Hama [en 1982]. Pero yo creo que es mejor dejarles gobernar. Que se desgasten en el poder ellos solos”.

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Ejecución sumaria a la orilla del Éufrates

Un vídeo colgado por los rebeldes muestra el fusilamiento de un teniente coronel de artillería al que acusan de bombardear a los civiles de Homs y Deir el Zor



Captura del vídeo que muestra una ejecución sumaria de un teniente coronel sirio detenido por las milicias rebeldes.


Mahmud Mohamed Ali era teniente coronel de un regimiento de artillería del Ejército regular sirio, aunque sus captores le llaman shabiha (matón del régimen de Bachar el Asad). Llevaba las manos atadas detrás de la espalda, estaba herido y desnudo de cintura para arriba. Sus captores le fusilaron en la orilla del río Éufrates.

Antes de dispararle los miembros de la brigada Al Ghuraba de Mauhassen, una localidad pegada al aeropuerto de Deir el Zor, en el este de Siria, le acusan de haber bombardeado a civiles en Homs, la ciudad más castigada de Siria por la guerra, y también cerca del lugar donde fue apresado. Su captura, precisan, ha sido obra de las brigadas Al Ghuraba y Eiz Al Din Kasam del Ejército Sirio Libre (ESL) que lucha contra el régimen.

Cuando llegan al borde del Éufrates el teniente coronel reconoce en voz baja, casi susurrando, que daba órdenes para bombardear algunos barrios y ofrece pagar 15 millones de libras sirias (188.000 euros al cambio oficial) para salvar su vida. Le responden: “todo el dinero del mundo no vale una gota de la sangre de los niños que han muerto por tu culpa”. Abren fuego. El militar cae al agua que mientras los que le han disparado gritan "Alá hu akbar" (Dios es grande).

[ADVERTENCIA: IMÁGENES DE CONTENIDO VIOLENTO]


El vídeo en el que se ven estas imágenes fue rodado hace unos 12 días en Mauhassen, pero fue subido a las redes sociales por la coordinadora local de la resistencia en Al Mayadin, una localidad 55.000 habitantes, de la provincia de Deir el Zor. Esta es probablemente la única provincia siria que está mayoritariamente en manos del ESL.

Desde que estalló la rebelión en Siria, hace ya cerca de 17 meses, los opositores han difundido miles de vídeos. El régimen de Damasco apenas ha permitido el acceso de la prensa internacional al país y la mayoría de los periodistas que han entrado en él lo han hecho con la ayuda del ESL.

En los vídeos distribuidos por la oposición se ven imágenes de combates, los efectos de los bombardeos con sus muertos y sus destrozos, heridos en ambulatorios improvisados y carentes de medios y las penurias que padece la población civil. Nunca la resistencia había colgado hasta ahora en Internet un vídeo con la ejecución sumaria de uno de sus enemigos hecho preso durante unas horas.
El primer testimonio de que el ESL recurría, a veces, a métodos expeditivos contra sus enemigos lo brindó, el 19 de julio, el viceministro del Interior iraquí, Adnan al Assadi, en unas declaraciones a France Presse.

El viceministro contó que al coronel que mandaba el puesto el ESL le cortó los brazos y las piernas y a los 22 hombres que tenía bajo sus órdenes les ejecutaron uno tras otro ante la mirada de los soldados iraquíes apostados del otro lado de la frontera.



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