Jaque mate al «comando Almería»
Veinte detenidos de una banda que asaltaba pisos con métodos seudomilitares. Uno de ellos fue condenado por el secuestro en Marbella de la niña Melodie Nakachian
Día 14/06/2012 - 09.46h
Métodos de comando, sincronización, reparto de papeles, elección puntillosa de objetivos, vigilancias perfectas, huidas impecables a bordo de los coches con los que los recogían sus novias y mujeres... Así funcionaban los miembros del grupo organizado al que Policía y Guardia Civil han quitado de la circulación en Almería. Dicen que era el más numeroso y el mejor asentado en la provincia de los últimos años. Han sido detenidos veinte individuos, entre ellos seis mujeres (parejas, novias y allegadas), que sin trabajo conocido vivían en urbanizaciones residenciales, conducían vehículos caros, vestían ropa de marca y joyas, y eran adictos a la electrónica de última generación.
Uno de los miembros de esta alianza criminal (en la que mandan lituanos, pero hay rusos, ucranianos, españoles y franceses) es Ángel García Méndez, un viejo y conocidísimo delincuente nacionalizado francés que fue condenado como coautor del secuestro de Melodie Nakachian en Marbella en 1987. La niña, hija del multimillonario libanés Raymond Nakachian y de la cantante coreana Kimera, pasó dos semanas en manos de sus captores que reclamaron 13 millones de dólares hasta que la liberó la Policía. Méndez estaba en tercer grado, pero ha sido de nuevo arrestado a sus 65 años.
Durante los últimos meses, un centenar de agentes han seguido los pasos del lituano Kuris Mindaugas y de su lugarteniente Jouzas Janonis desde su casa de El Ejido (Almería). Tenían incluso un taller anexo donde maquillaban los vehículos robados a base de cambiar matrículas y ocultaban sus botines. A sus órdenes un ejército de hombres que robaban casas, locales, coches o lo que tocara; vigilaban y ejecutaban.
Intervenidos 300 piezas de joyería, 50 armas blancas, tres pistolas y munición
Para marcar el objetivo, tenían en cuenta que fueran zonas cercanas a autovías y autopistas para asegurarse la huida y detectar la posible presencia policial. No era la única medida de seguridad. Una vez cometido el robo, avisaban a sus novias o mujeres que los recogían, los conducían a un lugar seguro para esconder el coche que habían usado y regresaban tranquilamente a sus casas en vehículos legales. Sofisticación y profesionalidad a partes iguales. Diecinueve ya han cambiado sus apartamentos lujosos por una celda.
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