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lunes, 22 de marzo de 2010

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, EL ASEDIO DE ZARAGOZA 1808-1809 ( III )











15 DE JUNIO AL 14 DE AGOSTO DE 1808

El 4 de agosto al amanecer y por ordenes del emperador, las columnas francesas entraron por las brechas abiertas en los muros, en un asalto combinado por las puertas del Portillo, Carmen, Santa Engracia y el barrio de la Magdalena. El plan de Verdier era partir por la mitad la ciudad y llegar hasta el río. En su avance saquearon el barrio de la Magdalena cometiendo toda clase de atrocidades, causando el pánico de la población que huyó hacia el Arrabal.
Sin embargo, se produjeron varios hechos clave:
En el puente de Piedra, el teniente de caballería Luciano Tormos, frena la huida.
En la Magdalena la vanguardia francesa es atacada y detenida.
Las columnas que se dirigían al puente de Piedra y al mercado, también son contenidas por los defensores.

Por segunda vez, Palafox marcha de la capital, esta vez, en dirección a Osera, con el propósito de conseguir refuerzos o dar por perdida la ciudad. Mientras, los ciudadanos, continuaban combatiendo ajenos a la marcha de su líder. En la lucha callejera, los defensores emplearon las casas para disparar desde ellas. Las calles eran protegidas por barricadas entorpeciendo así el avance de los agresores.
En su embestida, los franceses incendiaron el palacio de Sastago, robando el tesoro general que ascendía a 2.000.000 reales de vellón, igualmente se introdujeron por las brechas del jardín botánico por Santa Catalina (ahora, calle San Miguel), llegando hasta el Hospital de Nª Sª de Gracia. Igualmente se colaron por la puerta del Carmen.
Ya por la noche, los imperiales fueron rechazados hasta el Coso. En los combates, Verdier resultó herido, encomendando el mando a Lefévbre.
Al final de esta jornada, el resultado de la ofensiva francesa fue la conquista del 40% de Zaragoza. En los siguientes días continuaron los bombardeos, saqueos y la lucha en las calles, sin conseguir los franceses progresos de importancia.

El día 7 entró Palafox en la ciudad con el 2° batallón de Voluntarios de Aragón, en una brillante acción combinada con su hermano el Marques de Lazan, consiguiendo introducir alimentos y material de guerra. Mientras, los defensores recuperaban algo de lo perdido, con la ocupación del convento de Santa Catalina. En el lado francés, llegaron noticias de la derrota en Bailén y la huida de José I a Vitoria. A los pocos días recibieron orden de eludir nuevos combates manteniendo lo ganado.
Para asegurar la retirada francesa, continuaron los bombardeos a la ciudad, siendo aprovechados para desprenderse del material que no podían llevar consigo.
Así mismo y dentro de la capital, llegaron noticias de la proximidad de un ejército de socorro. Palafox aprovechó estos acontecimientos. El día 8, efectuó una nueva ofensiva sobre la brigada Pive situada en la orilla izquierda del Ebro, tuvo éxito, consiguiendo con ello romper el cerco en el Arrabal.

En la madrugada del 13 al 14, una gran explosión sacudió Zaragoza. Los zapadores franceses volaron el monasterio de Santa Engracia en su huida. Lefébvre, permaneció con sus tropas para proteger la retirada, el día 14 abandonaron la ciudad con dirección Tudela donde llegaron el 17.
En su precipitada marcha quemaron todo lo que podía ser útil, entre ello 50 piezas de artillería, alguna de las cuales fueron arrojadas al canal Imperial, además, abandonaron a su suerte a los heridos.
Las bajas francesas en el primer asedio ascendieron a 3.000 hombres, en el bando defensor sumaron 2.000.

Durante el asedio y sobre todo en fases de ataques y bombardeos, Verdier envió emisarios solicitando la rendición. Palafox, respondía con negativas, en una replicó con su famosa frase de "Guerra y Cuchillo".

ENTRE DOS ASEDIOS

Terminado el primer asedio, las autoridades tomaron una serie de medidas higiénicas para evitar todo riesgo de epidemias. Se autorizó a los paisanos a retornar a sus lugares de origen, con el fin de recoger las cosechas y llevarlas a Zaragoza. Estaban convencidos del regreso del enemigo. Además, se acordó la expulsión de los residentes franceses en la ciudad y el secuestro de sus bienes.
Tanto militares como paisanos, comenzaron a reparar las defensas destruidas y a construir otras nuevas, el responsable de las obras seguía siendo el coronel de ingenieros Sangenis, sin embargo, no dio tiempo a terminarlas.
A cambio, se pudo recuperar las piezas de artillería arrojadas por los franceses al canal Imperial.

En el resto de España la resistencia zaragozana provocó un sentimiento de apoyo, llegando cantidad de donativos tanto en metalito, como en especie. El 5 de septiembre, el comisario Británico Charles Doyle, llegó a la ciudad. Quedando impresionado por la resistencia mostrada. Doyle colaboró con un cuantioso donativo y 8.000 fusiles que llegarían meses mas tarde.

Los franceses en la retirada hacia Navarra, fueron perseguidos por un ejército de 4.000 hombres (voluntarios de Zaragoza y Huesca) al mando de Luis Palafox. No obstante, tuvieron que integrarse a otras fuerzas españolas que desde Castilla y Valencia iban al alcance del enemigo. Pensaban en derrotarles y expulsarles de España.
Mientras, Napoleón, en un empeñó personal, lanzó sobre la Península 250.000 hombres de la "Grande Arme", todos veteranos y que nada tenían que ver con los soldados bisoños de 1807. El Emperador quería llevar a cabo una campaña de aniquilación en la península. Siendo la línea del Ebro, uno de los objetivos prioritarios. Al mando de estas fuerzas estaba el prestigioso mariscal Lannes.
Siete Cuerpos de Ejército eran los encargados de cumplir las ordenes del Sire, dirigidos por los siguientes generales.
Víctor (1: C.E), Bessiires (2: C.E), Moncey (3: C.E), Lefévbre (4:C.E), Mortier (5: C.E), Ney (6: C.E.) y Sant-Cyr (7: C.E).

Otra vez Tudela fue la llave para entrar en Zaragoza, al perder los españoles la batalla el 23 de Noviembre. La consecuencia de esta derrota fue el segundo asedio que sufriría la capital. Después de la dispersión ocasionada por este descalabro, algunas tropas participantes se refugiaron en la urbe. La división de Saint-Marq (mariscal belga al servicio del ejercito español) y la de O`Neille, así como parte de las de Roca y Villariezo. Entre tanto, el ejército asediador, no queriendo caer en los errores cometidos en el primer sitio se tomaba su tiempo en los preparativos.

Iba a comenzar el segundo asedio, cuyas consecuencias fueron mucho peor que el anterior. El frío, hambre, bombardeos, asaltos...y la epidemia de tifus, que acabaron con la vida de miles de los defensores de Zaragoza.

Un hecho luctuoso significativo tuvo la ciudad, el 15 de Noviembre de 1808 muere Jorge Ibort Casamayor, "Tío Jorge", contagiado por el tifus.


SEGUNDO ASEDIO


21 DE DICIEMBRE 1808 AL 21 DE FEBRERO 1809

El 23 de noviembre y como resultado de la derrota de las tropas españolas en Tudela a manos del ejercito Imperial, cuyo mando lo ostentaba el mariscal Lannes, (jefe supremo de todas las fuerzas francesas en el Ebro), queda libre el camino a Zaragoza.

Mientras en la cuidad, siguen con retraso los trabajos de reparación y construcción de las fortificaciones. Reforzándose las tapias e instalando baterías, (la artillería de la plaza contaba con 160 piezas) consolidando como fuertes avanzados en los extramuros los siguientes conventos:
San José, Capuchinos, Trinitarios, el reducto del Pilar (ahora, intersección del Paseo de las Damas con Sagasta), y monte de Torrero. En el Arrabal, los de San Lázaro y Nª Sª de Jesús.
Hay que señalar que el plan de Sangenis consistía en sacar las defensas de la ciudad con fortificaciones comunicadas por trincheras, sin embargo, los trabajos no se pudieron acabar.

El segundo sitio se diferenció del anterior por los paisanos, los cuales, tomaron de forma tan rotunda y briosa la defensa de la ciudad en el primer asedio. Debido a la gran cantidad de tropa que había en la urbe y que seguían llegando. Como el día 2 de diciembre, entrando refuerzos de hombres y material procedentes de lugares de Aragón y Valencia, más los 8.000 fusiles prometidos por el comisario Británico Doyle.

Así mismo, los almacenes estaban repletos de víveres gracias a la ultima cosecha, por desgracia, y con la capital sitiada no perduraron mucho. El responsable de esta imprecisión fue Palafox, junto por la ausencia en el segundo sitio del administrador militar Calvo de Rozas que tan decisivo fue en el primero. Sin embargo, se rodeó de dos excelentes colaboradores, Pedro Mª Ric y Augusto de Clement de Saint-Marq.

Zaragoza, en esos momentos, estaba defendida por 15.000 voluntarios y 30.000 soldados, estos últimos eran la mezcla de los diseminados ejércitos de Reserva y Centro. Los franceses, mientras, ultimaban los preparativos para comenzar el asedio; llegan a Zaragoza dos cuerpos de ejército. El 3º del Mariscal Moncey y el 5º del Mariscal Mortier, más una brigada de caballería, en total 35.000 infantes y 2.000 de Caballería.
Los imperiales al mando de Lannes, (al poco tiempo enfermó, se hizo cargo el Mariscal Junnot ) y tras la experiencia del primer sitio comenzaron su estrategia de asedio, la cual se dividió en cuatro fases.

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