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miércoles, 19 de julio de 2017

LAVRENTI BERIA EL HOMBRE DEL TERROR STALINISTA


Lavrenti Beria: el jefe de la policía política de Stalin.


En esta serie de artículos no pretendo hacer hincapié en los aspectos más conocidos y publicados de las biografías de estos personajes de la historia de la Unión Soviética, quisiera profundizar sobre todo en cómo ocurrieron los traspasos de poder en la cúpula comunista, como interactuaron entre ellos, y divulgar curiosidades y anécdotas poco conocidas sobre sobre el desempeño militar, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial, de estos personajes mencionados. También pondremos algo sobre como influyeron en el carácter del régimen soviético, en su dureza o su apertura, en su inmovilismo o evolución, etc… La mayoría de estos datos están extraídos de prensa soviética de la época de la Glasnost de Gorbachov y de las agencias noticiosas de la Rusia actual, entre las cuales notamos el contraste entre la crítica y el afán de justicia para los represaliados por tanto tiempo reprimido en la primera, y el intento de recuperación de las pasadas glorias de la URSS en la más actual prensa rusa en la era de Putin.
 
Revista SPUTNIK, de Diciembre de 1988:
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Comenzaremos con Lavrenti (Lorenzo en español) Beria, el hombre del cual solo la mención de su nombre inspiraba terror a todos sus compatriotas, jefe de la policía política de Stalin por 15 años, su hombre de confianza, fiel ejecutor y verdugo oficial. Uno de los símbolos del estalinismo. El proceso y la ejecución del ex jefe de la NKVD en medio de las acusaciones más absurdas fue el último acorde de esta era. El sumario de su causa abarcó 50 tomos, y el suyo fue el último proceso de corte estalinista en la URSS.
 
Nació en 1899 en la región georgiana de Abjasia. Según algunas fuentes se diplomó en una escuela de la construcción de Bakú como técnico en 1915, aunque no pudo continuar los estudios superiores por falta de recursos, ya que provenía de una familia de campesinos, o por estar inmerso en la lucha política. 
 
La mayor parte de su vida, hasta los 39 años, la pasó en el Cáucaso, una región donde se enfrentaban los “rojos” y los “blancos” y también lo hacían movimientos nacionalistas y religiosos, y había injerencia extranjera por parte de Turquía, Inglaterra y Alemania. 
 
Según su biografía oficial ingresó en el partido bolchevique en 1917, en los documentos de su proceso dice que toda esta parte de la historia fue falsificada por el propio Beria y que su ingreso se produjo en 1919, y que colaboró con varios servicios secretos extranjeros y del partido nacionalista burgués azerbaiyano Musavat (Igualdad), financiado por los ingleses. Cuando en 1938 encabezó el Comisariado del Pueblo (NKVD) encargó a su segundo Merkúlov que fuese a Bakú y trajera a Moscú los archivos del Musavat que aún permanecían allí en un sótano, con el objetivo de eliminar esas pruebas. Increíblemente no los destruyó, si no que los guardó en su caja fuerte donde los encontraron sus fiscales años después. Esto bien puede ser verdad o, conociendo el accionar de la policía política soviética, bien pueden ser invenciones, puede ser que le estuviesen aplicando a Beria su misma medicina.
 
Entre 1920 y 1921 se implanta el poder soviético en el Cáucaso, en lo cual colaboró Beria, ahora si ya miembro activo del Partido Comunista (en adelante PC) y de la CHEKA, la primera policía política de la URSS. Entre 1921 y 1931, navegando en un mar de sangre y represión de los “enemigos del proletariado” y “contrarrevolucionarios”, logro ir ascendiendo en el escalafón de la Seguridad del Estado en Georgia y Azerbaiyán. En 1932 es ya 1º Secretario del Comité Central (en adelante CC) del PC de Georgia y desde 1932 es ascendido a 1º Secretario del Comité Regional del PC de la Región Transcaucásica (Georgia, Armenia y Azerbaiyán). Algunas fuentes cuentan que Stalin empezó a creer ciegamente en Beria después que este organizó un falso atentado contra el líder, lo protegió con su pecho y luego mato rápidamente a los atacantes. Muchos comprendieron que el acto heroico no fue más que una farsa, pero al parecer Stalin no presto oído a estas insinuaciones. Con el tiempo Beria se deshizo cruelmente de todos los que conocían su pasado o se oponían a su designio.
 
El caso es que en 1938 pasa a Moscú como Comisario del Pueblo para el Interior de la URSS (NKVD). Sus predecesores Yágoda y Yezhov habían durado en el mismo cargo muy poco, habían sido rápidamente destituidos y fusilados e incluso hasta borrados de algunas fotos. Beria logró mantenerse en el puesto durante 15 años. Tal vez fuese porque era una persona más sutil y mañosa, o intrigante y aduladora. Durante su tiempo de estancia al frente de los Órganos de Seguridad, estos se convirtieron en la guardia personal de Stalin.
 
 
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Si bien no participó en las represiones a escala de toda la Unión Soviética anteriores a su nombramiento, en las posteriores tuvo un papel protagónico, como en la represión a los altos mandos militares que tanto daño causó al Ejército Rojo y a la URSS en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Algunos testigos de estas represiones a altos mandos militares lograron escribir sus experiencias en las que se acusaba directamente a Beria:
 
Glafira, viuda del Mariscal soviético Vasili Blücher, ejecutado en Noviembre de 1938, narro las torturas e interrogatorios que dirigía personalmente Beria hasta altas horas de la madrugada. Cuando se retiraba a descansar, entonces su lugar era ocupado por los jueces del Consejo Militar, quienes en contados minutos decidían la suerte de las personas.
 
Yákov Vladímirovich Smushkiévich (General Douglas), quien fue general jefe de la Aviación Soviética en España y en 1939 fue designado jefe de las fuerzas aéreas del Ejército Rojo, fue arrestado a comienzos de 1941 directamente en un hospital donde lo habían operado de una dolencia en los pies. Su hija Rosa fue a ver a Beria para interceder por su padre. Este le prometió con tono suave, casi cariñosamente, que no le ocurriría nada. El 28 de Octubre del mismo año lo fusilaron junto a otros 19 jefes militares cumpliendo una orden firmada por Beria (esta forma de proceder con los detenidos próximos a ejecutar es típica en el comunismo). Poco después por orden del mismo Beria fueron arrestadas ella y su madre, la chica fue condenada a 5 años en el campo de trabajo forzado de Karlag “por ser hija de un traidor a la patria” a pesar de que era solo era una adolescente que estaba en secundaria.
 
Alexander Afanasiev, Ministro de Marina de la URSS, fue víctima de una provocación: un agente de Beria lo contactó haciéndose pasar por un miembro del servicio secreto americano. Afanasiev fue a donde Beria a denunciar el contacto, este le prometió condecorarlo por su actitud, pero poco después fue arrestado y condenado a 20 años.
 
Siete años paso en la cárcel Serguei Koroliov, constructor de la nueva técnica coheteril; fue arrestado por Yezhov, que lo acuso de sabotaje. Cuando Beria tomo la jefatura del NKVD, Koroliov le escribió y le pidió que revisara su causa, en efecto Beria la cambio a peor por participación en organización antisoviética. Le salvó la vida el ataque nazi a la URSS, porque fue de los científicos y técnicos que sacaron de la prisión para ponerlos a trabajar en nuevas armas. Igual suerte tuvieron los conocidos diseñadores de aviones Túpolev y Vladímir Petliakov que habían sido detenidos en 1937. 
 
Estos fueron solo algunos ejemplos.
 
Una vez efectuado el ataque conjunto nazi-soviético a Polonia, y la invasión comunista de los países bálticos y Finlandia, un departamento del NKVD establecido por Beria en el otoño de 1939 se encargaba de los prisioneros de guerra. En este cometido, ejecutó la liquidación de más de 4000 oficiales polacos en la conocida Masacre de Katyn. A partir de 1941 sin embargo, sus oficiales estaban sin trabajo, porque durante el avance del Eje, se capturaban muy pocos soldados alemanes. 
 
Pronto los hombres de Beria encontraron otra ocupación en la ejecución de la Orden 270 (verano de 1941) de Stalin que planteaba que los comandantes y soldados soviéticos que durante la batalla escaparan a la retaguardia o se rindieran al cautiverio enemigo serán considerados desertores intencionados, violadores de su juramento, cobardes y traidores a su país. Había que ejecutar en el sitio a semejantes desertores. No solo ellos sino también sus familias serian castigadas y enviadas a campos de trabajos forzados. Entonces se establecieron campos para interrogar a aquellos soldados propios que habían logrado escapar de un cerco o campo de prisioneros alemán. Según la orden de Stalin un soldado soviético cercado debía “luchar generosamente” y entregar la vida en el sitio, no escapar hacia la retaguardia y mucho menos rendirse. Tendrían suerte los que fueran enviados a los batallones de castigo y no fuesen fusilados de inmediato.
 
Cada división de fusileros (así se le llamaba a la infantería en el Ejército Rojo) contaba con una compañía del NKVD, encargada de apostarse en la línea de partida de los ataques, con ametralladoras y a veces hasta tanques, y abrir fuego contra todo soldado propio que intentase dar la vuelta y no proseguir en el avance, tales ataques eran casi suicidas en los primeros meses de la guerra. Además estos agentes deberían vigilar a la tropa para sorprender cualquier actitud derrotista, o comentarios que pudiesen minar la moral. Podemos imaginar el clima de delación y miedo que se viviría.
 
Los reos de estos delitos que lograban librarse de la ejecución en el sitio, eran enviados a los batallones de castigo, a “expiar con su sangre la ofensa a la Patria”, y se encargaban de las misiones más peligrosas, por ejemplo eran enviados a la vanguardia en los ataques a través de campos de minas, para que “limpiaran” el camino a las unidades que venían detrás.
 
En julio de 1942, mientras los alemanes derrotaban a los rusos y se acercaban al Volga, a Stalin le pareció que se había olvidado la orden 270, y dicto la 227, conocida como “Ni un paso atrás”, que venía a reforzar a la anterior. Las tropas del NKVD de Beria encargadas de esta tarea fueron reforzadas con tropas de los diferentes Ejércitos, que debían crear cada uno 5 destacamentos de hasta 200 hombres bien armados, que debían formar una segunda línea que abatiera a cualquiera que tratase de retirarse.
 
El jefe del NKVD de cada uno de los frentes solo debía responder ante Beria y Stalin, y no ante la cadena de mando del Ejército Rojo. Beria, en su calidad de Jefe del NKVD, es responsable de estas atrocidades.
 
Cabe señalar que el terror también reinaba en el Comisariado del Pueblo para el Interior: durante el mandato de Beria se estima que unos 20 000 agentes de la Seguridad fueron exterminados.
 
En la Rusia actual, curiosamente, se nota en la prensa un intento de rehabilitar un poco la figura de Beria, a remolque de la de Stalin, dentro de la tendencia a la recuperación de las pasadas glorias de la URSS e incluso de la Rusia Imperial. Por ejemplo, sin dejar de reconocer que fue un verdugo masivo, señalan en su haber desde el punto de vista militar:
 
Durante la Segunda Guerra Mundial (y después de la misma) logró grandes éxitos para el espionaje y la inteligencia soviética, por ejemplo la conocida red de la Orquesta Roja durante la guerra, y el espionaje atómico posterior por el que logró que la Unión Soviética tuviera su propia bomba atómica en 1949.
 
Gracias a los proyectos llevados a cabo por el comité especial para “coordinar todas las investigaciones sobre el uso de energía nuclear”, creado en 1945 y dirigido por Lavrenti Beria siendo jefe de los servicios secretos, la Unión Soviética pudo alcanzar una paridad estratégica con los Estados Unidos. En la carrera espacial también se le apuntan logros ya que creó lo que luego se convertiría en el principal centro educativo y científico sobre el tema en Siberia e impulsó proyectos de investigación que permitirían a la URSS posteriormente lanzar el primer hombre al espacio.
 
Además los defensores de Beria están convencidos de que éste quería negociar la reunificación alemana, aunque esto ha sido extraído de las acusaciones hechas en su contra durante su proceso y bien pudiera ser una invención, ya que en aquel entonces este proyecto podía considerarse una traición. También fue acusado de que era un espía de los ingleses y de que conspiraba para hacerse con el poder en la URSS.
 
Beria alcanzó el grado militar de Mariscal: Una vez terminada la guerra, en julio de 1945, los grados de la policía soviética fueron convertidos al sistema militar, de esta manera, Beria se convirtió en Mariscal de la Unión Soviética. Stalin mismo se había designado mariscal en 1943, y Nikolái Bulganin lo fue en 1947. Estos acreedores al máximo grado militar a pesar de que no habían estado nunca en combate fueron llamados mariscales "políticos", como una manera de reconocer sus méritos, o una expresión de máxima adulación. 
 
Volviendo a los últimos días de Stalin: El dictador fue toda su vida desconfiado y receloso, y en su vejez estos instintos no lo abandonaron. Generalmente los hombres que saben demasiado son incomodos. Beria durante largo tiempo se las arregló para no despertar tales pensamientos en Stalin, pero a partir de 1950 se ve que el aprecio del máximo líder por “nuestro Himmler”, como lo presentó ante Roosevelt en la conferencia de Yalta, empezó a resquebrajarse. En 1946 el todopoderoso NKVD fue dividido por Stalin, quizá le parecía con razón que detentaba demasiado poder. No obstante Beria logró conservar el Ministerio del Interior o MVD, y que su segundo y hombre de confianza Merkulov quedara en la jefatura del recién surgido KGB, rama que aún mantenía el control de la policía secreta y el espionaje.
 
En aquella época todos daban por sentado que el sucesor de Stalin sería su consuegro Zhdanov, (En 1949, la hija preferida de Stalin Svetlana se casó en segundas nupcias con Yuri Zhdánov, hijo de Andréi Zhdánov) que había desarrollado su carrera política en Leningrado, donde sustituyó al asesinado líder obrero Kirov y donde fue jefe del PC durante la guerra, Zhdanov además es considerado el ideólogo del estalinismo. Pronto Merkulov fue sustituido por Abakúmov, enemigo de Beria y comenzó a cambiar a todo el personal de la policía política por agentes afines a su persona. En los meses siguientes Abakumov y Zdanov ejecutaron persecuciones y purgas encargadas directamente por Stalin, como los Procesos contra los Judíos y contra los Médicos, dejando de lado a Beria. Esto imagino que no le sentaría nada bien al antiguo verdugo oficial, ahora desplazado a una segunda posición. 
 
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La temprana y sospechosa muerte de Zhdanov en 1948 favoreció la vuelta de Beria y Malenkov como favoritos de Stalin, y no dudaron en tomarse la revancha contra los partidarios del difunto, solo en Leningrado, antiguo feudo zhdanovista, fueron ejecutados más de 2000.
 
Stalin en su canto del cisne, su intervención en el XIX Congreso del Partido en Octubre de 1952, la última de su vida, indicó claramente la necesidad de que la “vieja guardia” pasara los testigos del poder a las nuevas generaciones de comunistas. Un golpe para los dirigentes históricos que veían peligrar sus cargos, fuente de privilegios y honores. Se hace evidente que Stalin no tenía intenciones de postular a uno de ellos como su sucesor. Molotov, el más cercano a Stalin en la dirección del PC, resultó excluido del círculo de pretendientes, al igual que Mikoyan, Voroshilov, Kaganovich, el mariscal político Bulganin y muchos otros que fueron destinados a cargos de prestigio pero totalmente honoríficos, con escasa influencia en las decisiones cruciales. Solo Malenkov, Beria y Jruschov no habían sido todavía tocados por los cambios. ¿Estaría el paranoico Stalin preparando un golpe para deshacerse de toda la vieja guardia al estilo de Mao y su Revolución Cultural en China? Lo que fuese que estuviese tramando el “Zar Rojo” no tuvo tiempo de llevarlo a la práctica. Su estado de salud empeoró rápidamente y murió en Marzo de 1953.
 
Malenkov representado como el títere de un anciano Stalin en una revista de la época:
 
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En el funeral de Stalin hablaron tres oradores, primero Malenkov, luego Beria, y en tercer lugar Molotov; este arreglo indicaba el orden sucesorio en la jefatura de la URSS. En esta rara foto a color vemos a Beria discurseando en el funeral de Stalin:
 
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En efecto Georgui Malenkov es promovido a Presidente del Consejo de Ministros. En el escalafon del poder Beria quedaba segundo. En realidad Beria consideraba tener a Malenkov bajo su influencia y pretendía de esta forma detentar el poder en la sombra, o, como afirman algunos, preparar las condiciones para hacerse con el mismo directamente.
 
Los cargos que concentraba Stalin fueron divididos a su muerte: Malenkov fue Presidente del consejo de Ministros mientras que como Primer Secretario del CC del PCUS fue nombrado Nikita Jruschov, aupándolo de esta forma a una posición en primer plano. Beria cometió un grave error al evaluar la personalidad y el carácter de Jruschov, a quien consideraba un factor de 2º categoría. Esto se debió a que Jruschov, al igual que Malenkov, eran considerados inofensivos y poco ambiciosos. No debemos culpar solo a Beria por esta falta de apreciación, Stalin tampoco tuvo nunca nada contra Jruschov, y eso que era muy suspicaz a la hora de eliminar potenciales adversarios reales o imaginarios, en esto Jruschov fue hábil y supo disimular. Todos pensaban que Jruschov y Malenkov eran solo personajes de transición hasta que otro hombre fuerte ocupara el puesto.
 
Nikita Jruschov, Iósif Stalin, Georgi Malenkov, Lavrienti Beria y Viacheslav Molotov:
 
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De todas formas aunque Malenkov oficialmente era el sucesor de Stalin, Beria en esos momentos era el “hombre fuerte” de la URSS, jefe del programa nuclear y con la policía secreta y unidades militares del Ministerio del Interior bajo su mando. Beria creyó llegada su hora estelar; y ya fuera porque entendiera que la época que lo había dado a luz había terminado, o porque pretendiera lavar su imagen de cara a la toma del poder supremo, comenzó una serie de reformas tímidamente aperturistas en lo económico y en lo político, libero a muchos presos políticos y suavizó la represión contra las minorías étnicas. 
 
Cargando el féretro de Stalin, los primeros Beria y Malenkov:
 
 
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El odiado Beria no pudo recoger el fruto de sus reformas, estas no tuvieron tiempo de granjearle popularidad: solo cuatro meses después de la muerte de Stalin sucedió que los dispersos factores en que se había dividido el gobierno ruso se complotaron en la sombra contra el: Jruschov, basándose en estas mismas reformas aperturistas de Beria, logró convencer a Malenkov de que Beria era un traidor al comunismo que quería destruir a la URSS y que quería hacerse con su cargo. En la conspiración también entraron otros altos cargos del PC y jefes militares, como el Mariscal Zhukov, que desde hace muchos años le tenían ojeriza al verdugo del NKVD, y planearon cuidadosamente un golpe al más puro estilo de la Roma Imperial para deshacerse de Beria. Sabían que se jugaban la vida, tenían que matar primero sin fracasar para que no los matasen luego a ellos.
 
En la mañana del 26 de Junio de 1953 Beria salió normalmente de su residencia para dirigirse a la reunión del CC del PCUS que se estaba celebrando, sin sospechar que nunca volvería a casa. En medio de la reunión, Malenkov en calidad de presidente dio la palabra a Jruschov en una intervención que estaba fuera del orden del día, de repente Jruschov lanzó un duro ataque contra Beria, acusándolo de ser un arribista cínico que quería tomar el poder, siempre en la nómina de la inteligencia británica, y ningún creyente verdadero en el comunismo. Beria sorprendido dijo: “¿Qué está pasando, Nikita?”, y Jruschov le contestó que no tardaría en averiguarlo. El veterano Molotov y otros intervinieron contra Beria, y Jruschov presentó una moción para su destitución inmediata. Antes de que la votación se efectuara, Malenkov entró en pánico, y temiendo que Beria se escapase de la sala presionó un botón secreto en su escritorio: la señal preestablecida al mariscal Zhukov y a un grupo de militares armados que esperaban en una habitación cercana. De inmediato irrumpieron, se apoderaron de Beria y lo sacaron del salón.
 
Los hombres de Beria eran los que custodiaban el Kremlin, por lo que los complotados tuvieron que esperar hasta la noche para sacarlo en el baúl de un coche. Primero lo llevaron a la prisión de Lefortovo y, posteriormente, a la sede del general Moskalenko, comandante del Distrito de Moscú de Defensa Aérea (otro de los complotados, que había suministrado a los militares fieles para la operación), donde fue encarcelado en un búnker subterráneo. Su arresto se mantuvo lo más silencioso posible mientras sus principales lugartenientes fueron capturados (se rumorea que algunos recibieron un disparo sin más) y tropas regulares del Ejército Rojo fueron trasladadas a Moscú para sustituir a las unidades del Ministerio del Interior en la seguridad de la capital.
 
Jruschov y el mariscal Zhukov en una foto de los años 1950´s:
 
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Rudenko, un fiscal con experiencia y cercano a Jruschov, fue designado para asegurarse de que el jefe de la policía secreta fuera juzgado, condenado y ejecutado de forma expedita pero con la apariencia de máxima legalidad. Pravda anunció la caída de Beria 15 días después de sucedida, el 10 de julio, acreditándole la iniciativa al camarada Malenkov y hacía referencia a "actividades criminales contra el Partido y el Estado de Beria”. El 17 de diciembre, la oficina del fiscal Rudenko anunció que Beria y seis cómplices, alentados por las agencias de inteligencia extranjeras, habían estado conspirando durante muchos años para tomar el poder en la Unión Soviética con el fin de restaurar el capitalismo. Un tribunal especial fue establecido. Al acusado no se le permitió ninguna representación y sin derecho a recurso. Como era de esperar se aprobó la pena de muerte rápidamente. 
Según la esposa del teniente general Pavel Batitski, encargado de ejecutar la sentencia, Beria cayó al suelo y le rogó de rodillas pidiendo misericordia: “Esto ofendió a mi marido, ya que no era esta una gracia que había mostrado a los demás, y no podía esperar ahora que la tuviesen con él”. Beria y sus cómplices fueron ejecutados con prontitud. 
 
Beria tenía al morir cincuenta y cuatro años, si realmente era él. Como siempre en estos casos sucedidos en medio del secretismo soviético, hay versiones alternativas que dicen que fue baleado o estrangulado meses antes, y que el personaje juzgado en diciembre era un doble. El hijo de Beria, Sergo cree esto y dice que le dijeron muerte a su padre el mismo 26 de junio cuando lo capturaron en el Kremlin. Es lógico desde cierto punto de vista ya que así se habrían asegurado de la muerte del temido y siniestro personaje, no fuera a ser que lograra escapar o ser rescatado por sus fieles y contraatacase, en cuyo caso los muertos hubiesen sido con toda probabilidad sus captores. Pudo haber sucedido así, pero parece poco probable.
 
 
Bibliografia:
Lavrenti Beria, verdugo y reformador por Dmitri Kósirev, RIA Novosti
Revista Sputnik, Diciembre 1988.
 
Epilogo:
 
El hijo de Lavrenti Beria, Sergo:
 
Nació en Tbilisi, se educó en las mejores escuelas de la región, y luego pasó a Moscú, donde estudio electrónica en escuelas militares. Era asiduo del Kremlin, donde conoció a muchos personajes entre ellos a Svetlana Alilúyeva, hija de Stalin, quien, según Sergo, poco menos que lo acosaba con proposiciones amorosas. Durante la guerra siguió estudiando radar y comunicaciones y desempeñó tareas relacionadas con este perfil. Estuvo en las conferencias de Yalta y Teherán encargado de las escuchas que Stalin ordenó poner a sus aliados.
 
Después de la guerra trabajó en cohetería, junto a científicos e ingenieros alemanes que trabajaban en la URSS en el grupo conocido como SB1 en Occidente, también asistió a la primera prueba de la bomba atómica soviética en agosto de 1949 y participó en el proyecto de los Berkut, uno de los primeros misiles antiaéreos soviéticos. Recibió el Premio Stalin y la Orden de Lenin. Estaba casado con una nieta de Máximo Gorki, pura aristocracia roja.
Después de la ejecución de su padre, Sergo Beria fue encarcelado durante año y medio. Según cuenta fue torturado y sometido a fusilamientos simulados. Sergo fue puesto en libertad vigilada y despojado del título de ingeniero-coronel, Doctor en Ciencias Técnicas, Premio Stalin, etc y del apellido paterno, recibió un nuevo pasaporte con el apellido de soltera de su madre, Geguechgori, y no el de su padre, Beria. Sergo pasó 10 años en Siberia, donde sus conocimientos científicos fueron aprovechados en la fabricación de misiles. Tras regresar de su exilio en 1964, se mudó a Kiev y siguió trabajando para una fábrica militar. Luego del fin de la URSS obtuvo la nacionalidad ucraniana.
 
En el año 2000 presentó ante el Tribunal Supremo de Rusia una solicitud para la rehabilitación de su padre, alegando que fue víctima de una persecución política, pero fue denegada. 
 
Escribió un libro titulado “Mi padre, Lavrenti Beria”, donde justifica el comportamiento de su padre y culpa de todos los crímenes a Stalin.
 
Sergo Beria Lavrentevich murió justo antes de cumplir los 76 años de edad, el 11 de octubre de 2000.
 
La Vanguardia, 30 de Mayo del 2000:
 
 
 
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La hija de Iósif Stalin, Svetlana Alilúyeva
 
Fue una mujer inestable que no encontró el equilibrio ni la paz en ningún sitio y su vida estuvo marcada de principio a fin por la sombra de su padre.
 
Hija de Iósif Stalin y su mujer, Nadezhda Alilúyeva, de quien se dice que perdió los nervios y, tras una disputa con su marido en una fiesta de borracheras en el Kremlin, cogió una pistola y se suicidó el 8 de noviembre de 1932, dejando una carta dirigida a su marido llena de reproches y acusaciones, no solo personales, sino también políticas. Un día después de su fallecimiento, el régimen soviético hizo público que Nadezhda Alilúyeva, de tan sólo 31 años, una treintena menos que su marido, murió a causa de una peritonitis. 
 
Svetlana Alilúyeva, nacida Svetlana Stalina, fue la única hija de Iósif Stalin. Nació en Rusia el 28 de febrero de 1926. Tuvo una infancia privilegiada, de princesa comunista: su padre la adoraba y la mimaba a diferencia de sus otros hermanos. Los problemas entre padre e hija comenzaron con los enamoramientos, que su padre no aprobaba, luego la cosa empeoró cuando se casó en contra de la voluntad de este, con un chico de ascendencia judía, a quien Stalin, profundamente antisemita, nunca quiso conocer y del cual Svetlana se divorció tras dar a luz un niño. Luego se casó por conveniencia con el joven hijo de Andréi Zhdánov, un alto cargo del PC, este si del gusto de Stalin, pero del cual también se divorciaría después de la muerte de su suegro, y de tener una hija.
 
Tras la muerte de Stalin en 1953, Svetlana fue despojada de sus privilegios. En 1957 adoptó de forma legal el apellido de su madre, Alilúyeva. En 1963 se enamoró de un comunista indio que visitaba Moscú, Brajesh Singh. No llegaron a casarse, el Gobierno no se lo permitió, aunque ella siempre se refería a él como su marido. Singh murió enfermo en Moscú en 1966 y Svetlana obtuvo permiso para viajar a la India con los restos de su marido. Para escándalo del Gobierno soviético, pidió asilo político en la Embajada de Estados Unidos en Nueva Delhi. Llegó a Nueva York en abril de 1967 donde afirmó que huía en busca de la libertad de que estaba privada en Rusia. Sus hijos quedaron en la URSS, de donde no fueron autorizados a salir.
 
Escribió el libro autobiográfico: “Veinte cartas a un amigo” (1967), donde a pesar de que reconocía las atrocidades cometidas por su padre, atenuaba su culpa atribuyéndolas a un trastorno paranoico y a la influencia de su insidioso jefe de policía, el taimado Beria.


 
En 1970 se casó con el arquitecto William Wesley Peters, quien fue el padre de Olga, la tercera hija de Svetlana. Ese matrimonio tampoco duró. Svetlana Alilúyeva visitó la URSS en 1984 donde fue recibida como una hija pródiga y donde no se cansó de condenar los sufrimientos y miserias del mundo occidental, lo contrario de lo que había dicho años antes. Su regreso coincidió con la rehabilitación oficial de la figura de Stalin; Svetlana, que tanto lo había criticado en América, le dedicó todo tipo de elogios e inauguró un museo en su honor. No obstante sus hijos no la recibieron bien y la rechazaron. En 1986 regresó a Estados Unidos, donde murió solitaria en una residencia para ancianos en Wisconsin el 22 de noviembre de 2011 bajo el nombre de Lana Peters.
 
Fuente: Diario EL PAIS: Mi padre es un tirano, por Clara Uson. Mayo 2012
 
Tumba de la esposa de Stalin y madre de Svetlana, en el monasterio de Novodevichi, cerca de Moscú:
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