Lavrenti Beria: el jefe de la policía política de Stalin.
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En
esta serie de artículos no pretendo hacer hincapié en los aspectos más
conocidos y publicados de las biografías de estos personajes de la
historia de la Unión Soviética, quisiera profundizar sobre todo en cómo
ocurrieron los traspasos de poder en la cúpula comunista, como
interactuaron entre ellos, y divulgar curiosidades y anécdotas poco
conocidas sobre sobre el desempeño militar, sobre todo en la Segunda
Guerra Mundial, de estos personajes mencionados. También pondremos algo
sobre como influyeron en el carácter del régimen soviético, en su dureza
o su apertura, en su inmovilismo o evolución, etc… La mayoría de estos
datos están extraídos de prensa soviética de la época de la Glasnost de
Gorbachov y de las agencias noticiosas de la Rusia actual, entre las
cuales notamos el contraste entre la crítica y el afán de justicia para
los represaliados por tanto tiempo reprimido en la primera, y el intento
de recuperación de las pasadas glorias de la URSS en la más actual
prensa rusa en la era de Putin.
Revista SPUTNIK, de Diciembre de 1988:
Comenzaremos con Lavrenti (Lorenzo en español) Beria,
el hombre del cual solo la mención de su nombre inspiraba terror a
todos sus compatriotas, jefe de la policía política de Stalin por 15
años, su hombre de confianza, fiel ejecutor y verdugo oficial. Uno de
los símbolos del estalinismo. El proceso y la ejecución del ex jefe de
la NKVD en medio de las acusaciones más absurdas fue el último acorde de
esta era. El sumario de su causa abarcó 50 tomos, y el suyo fue el
último proceso de corte estalinista en la URSS.
Nació
en 1899 en la región georgiana de Abjasia. Según algunas fuentes se
diplomó en una escuela de la construcción de Bakú como técnico en 1915,
aunque no pudo continuar los estudios superiores por falta de recursos,
ya que provenía de una familia de campesinos, o por estar inmerso en la
lucha política.
La
mayor parte de su vida, hasta los 39 años, la pasó en el Cáucaso, una
región donde se enfrentaban los “rojos” y los “blancos” y también lo
hacían movimientos nacionalistas y religiosos, y había injerencia
extranjera por parte de Turquía, Inglaterra y Alemania.
Según
su biografía oficial ingresó en el partido bolchevique en 1917, en los
documentos de su proceso dice que toda esta parte de la historia fue
falsificada por el propio Beria y que su ingreso se produjo en 1919, y
que colaboró con varios servicios secretos extranjeros y del partido
nacionalista burgués azerbaiyano Musavat (Igualdad), financiado por los
ingleses. Cuando en 1938 encabezó el Comisariado del Pueblo (NKVD)
encargó a su segundo Merkúlov que fuese a Bakú y trajera a Moscú los
archivos del Musavat que aún permanecían allí en un sótano, con el
objetivo de eliminar esas pruebas. Increíblemente no los destruyó, si no
que los guardó en su caja fuerte donde los encontraron sus fiscales
años después. Esto bien puede ser verdad o, conociendo el accionar de la
policía política soviética, bien pueden ser invenciones, puede ser que
le estuviesen aplicando a Beria su misma medicina.
Entre
1920 y 1921 se implanta el poder soviético en el Cáucaso, en lo cual
colaboró Beria, ahora si ya miembro activo del Partido Comunista (en
adelante PC) y de la CHEKA, la primera policía política de la URSS.
Entre 1921 y 1931, navegando en un mar de sangre y represión de los
“enemigos del proletariado” y “contrarrevolucionarios”, logro ir
ascendiendo en el escalafón de la Seguridad del Estado en Georgia y
Azerbaiyán. En 1932 es ya 1º Secretario del Comité Central (en adelante
CC) del PC de Georgia y desde 1932 es ascendido a 1º Secretario del
Comité Regional del PC de la Región Transcaucásica (Georgia, Armenia y
Azerbaiyán). Algunas fuentes cuentan que Stalin empezó a creer
ciegamente en Beria después que este organizó un falso atentado contra
el líder, lo protegió con su pecho y luego mato rápidamente a los
atacantes. Muchos comprendieron que el acto heroico no fue más que una
farsa, pero al parecer Stalin no presto oído a estas insinuaciones. Con
el tiempo Beria se deshizo cruelmente de todos los que conocían su
pasado o se oponían a su designio.
El
caso es que en 1938 pasa a Moscú como Comisario del Pueblo para el
Interior de la URSS (NKVD). Sus predecesores Yágoda y Yezhov habían
durado en el mismo cargo muy poco, habían sido rápidamente destituidos y
fusilados e incluso hasta borrados de algunas fotos. Beria logró
mantenerse en el puesto durante 15 años. Tal vez fuese porque era una
persona más sutil y mañosa, o intrigante y aduladora. Durante su tiempo
de estancia al frente de los Órganos de Seguridad, estos se convirtieron
en la guardia personal de Stalin.
Si
bien no participó en las represiones a escala de toda la Unión
Soviética anteriores a su nombramiento, en las posteriores tuvo un papel
protagónico, como en la represión a los altos mandos militares que
tanto daño causó al Ejército Rojo y a la URSS en vísperas de la Segunda
Guerra Mundial. Algunos testigos de estas represiones a altos mandos
militares lograron escribir sus experiencias en las que se acusaba
directamente a Beria:
Glafira,
viuda del Mariscal soviético Vasili Blücher, ejecutado en Noviembre de
1938, narro las torturas e interrogatorios que dirigía personalmente
Beria hasta altas horas de la madrugada. Cuando se retiraba a descansar,
entonces su lugar era ocupado por los jueces del Consejo Militar,
quienes en contados minutos decidían la suerte de las personas.
Yákov
Vladímirovich Smushkiévich (General Douglas), quien fue general jefe de
la Aviación Soviética en España y en 1939 fue designado jefe de las
fuerzas aéreas del Ejército Rojo, fue arrestado a comienzos de 1941
directamente en un hospital donde lo habían operado de una dolencia en
los pies. Su hija Rosa fue a ver a Beria para interceder por su padre.
Este le prometió con tono suave, casi cariñosamente, que no le ocurriría
nada. El 28 de Octubre del mismo año lo fusilaron junto a otros 19
jefes militares cumpliendo una orden firmada por Beria (esta forma de
proceder con los detenidos próximos a ejecutar es típica en el
comunismo). Poco después por orden del mismo Beria fueron arrestadas
ella y su madre, la chica fue condenada a 5 años en el campo de trabajo
forzado de Karlag “por ser hija de un traidor a la patria” a pesar de
que era solo era una adolescente que estaba en secundaria.
Alexander
Afanasiev, Ministro de Marina de la URSS, fue víctima de una
provocación: un agente de Beria lo contactó haciéndose pasar por un
miembro del servicio secreto americano. Afanasiev fue a donde Beria a
denunciar el contacto, este le prometió condecorarlo por su actitud,
pero poco después fue arrestado y condenado a 20 años.
Siete
años paso en la cárcel Serguei Koroliov, constructor de la nueva
técnica coheteril; fue arrestado por Yezhov, que lo acuso de sabotaje.
Cuando Beria tomo la jefatura del NKVD, Koroliov le escribió y le pidió
que revisara su causa, en efecto Beria la cambio a peor por
participación en organización antisoviética. Le salvó la vida el ataque
nazi a la URSS, porque fue de los científicos y técnicos que sacaron de
la prisión para ponerlos a trabajar en nuevas armas. Igual suerte
tuvieron los conocidos diseñadores de aviones Túpolev y Vladímir
Petliakov que habían sido detenidos en 1937.
Estos fueron solo algunos ejemplos.
Una
vez efectuado el ataque conjunto nazi-soviético a Polonia, y la
invasión comunista de los países bálticos y Finlandia, un departamento
del NKVD establecido por Beria en el otoño de 1939 se encargaba de los
prisioneros de guerra. En este cometido, ejecutó la liquidación de más
de 4000 oficiales polacos en la conocida Masacre de Katyn. A partir de
1941 sin embargo, sus oficiales estaban sin trabajo, porque durante el
avance del Eje, se capturaban muy pocos soldados alemanes.
Pronto
los hombres de Beria encontraron otra ocupación en la ejecución de la
Orden 270 (verano de 1941) de Stalin que planteaba que los comandantes y
soldados soviéticos que durante la batalla escaparan a la retaguardia o
se rindieran al cautiverio enemigo serán considerados desertores
intencionados, violadores de su juramento, cobardes y traidores a su
país. Había que ejecutar en el sitio a semejantes desertores. No solo
ellos sino también sus familias serian castigadas y enviadas a campos de
trabajos forzados. Entonces se establecieron campos para interrogar a
aquellos soldados propios que habían logrado escapar de un cerco o campo
de prisioneros alemán. Según la orden de Stalin un soldado soviético
cercado debía “luchar generosamente” y entregar la vida en el sitio, no
escapar hacia la retaguardia y mucho menos rendirse. Tendrían suerte los
que fueran enviados a los batallones de castigo y no fuesen fusilados
de inmediato.
Cada
división de fusileros (así se le llamaba a la infantería en el Ejército
Rojo) contaba con una compañía del NKVD, encargada de apostarse en la
línea de partida de los ataques, con ametralladoras y a veces hasta
tanques, y abrir fuego contra todo soldado propio que intentase dar la
vuelta y no proseguir en el avance, tales ataques eran casi suicidas en
los primeros meses de la guerra. Además estos agentes deberían vigilar a
la tropa para sorprender cualquier actitud derrotista, o comentarios
que pudiesen minar la moral. Podemos imaginar el clima de delación y
miedo que se viviría.
Los
reos de estos delitos que lograban librarse de la ejecución en el
sitio, eran enviados a los batallones de castigo, a “expiar con su
sangre la ofensa a la Patria”, y se encargaban de las misiones más
peligrosas, por ejemplo eran enviados a la vanguardia en los ataques a
través de campos de minas, para que “limpiaran” el camino a las unidades
que venían detrás.
En
julio de 1942, mientras los alemanes derrotaban a los rusos y se
acercaban al Volga, a Stalin le pareció que se había olvidado la orden
270, y dicto la 227, conocida como “Ni un paso atrás”, que venía a
reforzar a la anterior. Las tropas del NKVD de Beria encargadas de esta
tarea fueron reforzadas con tropas de los diferentes Ejércitos, que
debían crear cada uno 5 destacamentos de hasta 200 hombres bien armados,
que debían formar una segunda línea que abatiera a cualquiera que
tratase de retirarse.
El
jefe del NKVD de cada uno de los frentes solo debía responder ante
Beria y Stalin, y no ante la cadena de mando del Ejército Rojo. Beria,
en su calidad de Jefe del NKVD, es responsable de estas atrocidades.
Cabe
señalar que el terror también reinaba en el Comisariado del Pueblo para
el Interior: durante el mandato de Beria se estima que unos 20 000
agentes de la Seguridad fueron exterminados.
En
la Rusia actual, curiosamente, se nota en la prensa un intento de
rehabilitar un poco la figura de Beria, a remolque de la de Stalin,
dentro de la tendencia a la recuperación de las pasadas glorias de la
URSS e incluso de la Rusia Imperial. Por ejemplo, sin dejar de reconocer
que fue un verdugo masivo, señalan en su haber desde el punto de vista
militar:
Durante
la Segunda Guerra Mundial (y después de la misma) logró grandes éxitos
para el espionaje y la inteligencia soviética, por ejemplo la conocida
red de la Orquesta Roja durante la guerra, y el espionaje atómico
posterior por el que logró que la Unión Soviética tuviera su propia
bomba atómica en 1949.
Gracias
a los proyectos llevados a cabo por el comité especial para “coordinar
todas las investigaciones sobre el uso de energía nuclear”, creado en
1945 y dirigido por Lavrenti Beria siendo jefe de los servicios
secretos, la Unión Soviética pudo alcanzar una paridad estratégica con
los Estados Unidos. En la carrera espacial también se le apuntan logros
ya que creó lo que luego se convertiría en el principal centro educativo
y científico sobre el tema en Siberia e impulsó proyectos de
investigación que permitirían a la URSS posteriormente lanzar el primer
hombre al espacio.
Además
los defensores de Beria están convencidos de que éste quería negociar
la reunificación alemana, aunque esto ha sido extraído de las
acusaciones hechas en su contra durante su proceso y bien pudiera ser
una invención, ya que en aquel entonces este proyecto podía considerarse
una traición. También fue acusado de que era un espía de los ingleses y
de que conspiraba para hacerse con el poder en la URSS.
Beria
alcanzó el grado militar de Mariscal: Una vez terminada la guerra, en
julio de 1945, los grados de la policía soviética fueron convertidos al
sistema militar, de esta manera, Beria se convirtió en Mariscal de la
Unión Soviética. Stalin mismo se había designado mariscal en 1943, y
Nikolái Bulganin lo fue en 1947. Estos acreedores al máximo grado
militar a pesar de que no habían estado nunca en combate fueron llamados
mariscales "políticos", como una manera de reconocer sus méritos, o una
expresión de máxima adulación.
Volviendo
a los últimos días de Stalin: El dictador fue toda su vida desconfiado y
receloso, y en su vejez estos instintos no lo abandonaron. Generalmente
los hombres que saben demasiado son incomodos. Beria durante largo
tiempo se las arregló para no despertar tales pensamientos en Stalin,
pero a partir de 1950 se ve que el aprecio del máximo líder por “nuestro
Himmler”, como lo presentó ante Roosevelt en la conferencia de Yalta,
empezó a resquebrajarse. En 1946 el todopoderoso NKVD fue dividido por
Stalin, quizá le parecía con razón que detentaba demasiado poder. No
obstante Beria logró conservar el Ministerio del Interior o MVD, y que
su segundo y hombre de confianza Merkulov quedara en la jefatura del
recién surgido KGB, rama que aún mantenía el control de la policía
secreta y el espionaje.
En
aquella época todos daban por sentado que el sucesor de Stalin sería su
consuegro Zhdanov, (En 1949, la hija preferida de Stalin Svetlana se
casó en segundas nupcias con Yuri Zhdánov, hijo de Andréi Zhdánov) que
había desarrollado su carrera política en Leningrado, donde sustituyó al
asesinado líder obrero Kirov y donde fue jefe del PC durante la guerra,
Zhdanov además es considerado el ideólogo del estalinismo. Pronto
Merkulov fue sustituido por Abakúmov, enemigo de Beria y comenzó a
cambiar a todo el personal de la policía política por agentes afines a
su persona. En los meses siguientes Abakumov y Zdanov ejecutaron
persecuciones y purgas encargadas directamente por Stalin, como los
Procesos contra los Judíos y contra los Médicos, dejando de lado a
Beria. Esto imagino que no le sentaría nada bien al antiguo verdugo
oficial, ahora desplazado a una segunda posición.
La
temprana y sospechosa muerte de Zhdanov en 1948 favoreció la vuelta de
Beria y Malenkov como favoritos de Stalin, y no dudaron en tomarse la
revancha contra los partidarios del difunto, solo en Leningrado, antiguo
feudo zhdanovista, fueron ejecutados más de 2000.
Stalin
en su canto del cisne, su intervención en el XIX Congreso del Partido
en Octubre de 1952, la última de su vida, indicó claramente la necesidad
de que la “vieja guardia” pasara los testigos del poder a las nuevas
generaciones de comunistas. Un golpe para los dirigentes históricos que
veían peligrar sus cargos, fuente de privilegios y honores. Se hace
evidente que Stalin no tenía intenciones de postular a uno de ellos como
su sucesor. Molotov, el más cercano a Stalin en la dirección del PC,
resultó excluido del círculo de pretendientes, al igual que Mikoyan,
Voroshilov, Kaganovich, el mariscal político Bulganin y muchos otros que
fueron destinados a cargos de prestigio pero totalmente honoríficos,
con escasa influencia en las decisiones cruciales. Solo Malenkov, Beria y
Jruschov no habían sido todavía tocados por los cambios. ¿Estaría el
paranoico Stalin preparando un golpe para deshacerse de toda la vieja
guardia al estilo de Mao y su Revolución Cultural en China? Lo que fuese
que estuviese tramando el “Zar Rojo” no tuvo tiempo de llevarlo a la
práctica. Su estado de salud empeoró rápidamente y murió en Marzo de
1953.
Malenkov representado como el títere de un anciano Stalin en una revista de la época:
En
el funeral de Stalin hablaron tres oradores, primero Malenkov, luego
Beria, y en tercer lugar Molotov; este arreglo indicaba el orden
sucesorio en la jefatura de la URSS. En esta rara foto a color vemos a
Beria discurseando en el funeral de Stalin:
En
efecto Georgui Malenkov es promovido a Presidente del Consejo de
Ministros. En el escalafon del poder Beria quedaba segundo. En realidad
Beria consideraba tener a Malenkov bajo su influencia y pretendía de
esta forma detentar el poder en la sombra, o, como afirman algunos,
preparar las condiciones para hacerse con el mismo directamente.
Los
cargos que concentraba Stalin fueron divididos a su muerte: Malenkov
fue Presidente del consejo de Ministros mientras que como Primer
Secretario del CC del PCUS fue nombrado Nikita Jruschov, aupándolo de
esta forma a una posición en primer plano. Beria cometió un grave error
al evaluar la personalidad y el carácter de Jruschov, a quien
consideraba un factor de 2º categoría. Esto se debió a que Jruschov, al
igual que Malenkov, eran considerados inofensivos y poco ambiciosos. No
debemos culpar solo a Beria por esta falta de apreciación, Stalin
tampoco tuvo nunca nada contra Jruschov, y eso que era muy suspicaz a la
hora de eliminar potenciales adversarios reales o imaginarios, en esto
Jruschov fue hábil y supo disimular. Todos pensaban que Jruschov y
Malenkov eran solo personajes de transición hasta que otro hombre fuerte
ocupara el puesto.
Nikita Jruschov, Iósif Stalin, Georgi Malenkov, Lavrienti Beria y Viacheslav Molotov:
De
todas formas aunque Malenkov oficialmente era el sucesor de Stalin,
Beria en esos momentos era el “hombre fuerte” de la URSS, jefe del
programa nuclear y con la policía secreta y unidades militares del
Ministerio del Interior bajo su mando. Beria creyó llegada su hora
estelar; y ya fuera porque entendiera que la época que lo había dado a
luz había terminado, o porque pretendiera lavar su imagen de cara a la
toma del poder supremo, comenzó una serie de reformas tímidamente
aperturistas en lo económico y en lo político, libero a muchos presos
políticos y suavizó la represión contra las minorías étnicas.
Cargando el féretro de Stalin, los primeros Beria y Malenkov:
El
odiado Beria no pudo recoger el fruto de sus reformas, estas no
tuvieron tiempo de granjearle popularidad: solo cuatro meses después de
la muerte de Stalin sucedió que los dispersos factores en que se había
dividido el gobierno ruso se complotaron en la sombra contra el:
Jruschov, basándose en estas mismas reformas aperturistas de Beria,
logró convencer a Malenkov de que Beria era un traidor al comunismo que
quería destruir a la URSS y que quería hacerse con su cargo. En la
conspiración también entraron otros altos cargos del PC y jefes
militares, como el Mariscal Zhukov, que desde hace muchos años le tenían
ojeriza al verdugo del NKVD, y planearon cuidadosamente un golpe al más
puro estilo de la Roma Imperial para deshacerse de Beria. Sabían que se
jugaban la vida, tenían que matar primero sin fracasar para que no los
matasen luego a ellos.
En
la mañana del 26 de Junio de 1953 Beria salió normalmente de su
residencia para dirigirse a la reunión del CC del PCUS que se estaba
celebrando, sin sospechar que nunca volvería a casa. En medio de la
reunión, Malenkov en calidad de presidente dio la palabra a Jruschov en
una intervención que estaba fuera del orden del día, de repente Jruschov
lanzó un duro ataque contra Beria, acusándolo de ser un arribista
cínico que quería tomar el poder, siempre en la nómina de la
inteligencia británica, y ningún creyente verdadero en el comunismo.
Beria sorprendido dijo: “¿Qué está pasando, Nikita?”, y Jruschov le
contestó que no tardaría en averiguarlo. El veterano Molotov y otros
intervinieron contra Beria, y Jruschov presentó una moción para su
destitución inmediata. Antes de que la votación se efectuara, Malenkov
entró en pánico, y temiendo que Beria se escapase de la sala presionó un
botón secreto en su escritorio: la señal preestablecida al mariscal
Zhukov y a un grupo de militares armados que esperaban en una habitación
cercana. De inmediato irrumpieron, se apoderaron de Beria y lo sacaron
del salón.
Los
hombres de Beria eran los que custodiaban el Kremlin, por lo que los
complotados tuvieron que esperar hasta la noche para sacarlo en el baúl
de un coche. Primero lo llevaron a la prisión de Lefortovo y,
posteriormente, a la sede del general Moskalenko, comandante del
Distrito de Moscú de Defensa Aérea (otro de los complotados, que había
suministrado a los militares fieles para la operación), donde fue
encarcelado en un búnker subterráneo. Su arresto se mantuvo lo más
silencioso posible mientras sus principales lugartenientes fueron
capturados (se rumorea que algunos recibieron un disparo sin más) y
tropas regulares del Ejército Rojo fueron trasladadas a Moscú para
sustituir a las unidades del Ministerio del Interior en la seguridad de
la capital.
Jruschov y el mariscal Zhukov en una foto de los años 1950´s:
Rudenko, un fiscal con experiencia y
cercano a Jruschov, fue designado para asegurarse de que el jefe de la
policía secreta fuera juzgado, condenado y ejecutado de forma expedita
pero con la apariencia de máxima legalidad. Pravda anunció la caída de
Beria 15 días después de sucedida, el 10 de julio, acreditándole la
iniciativa al camarada Malenkov y hacía referencia a "actividades
criminales contra el Partido y el Estado de Beria”. El 17 de diciembre,
la oficina del fiscal Rudenko anunció que Beria y seis cómplices,
alentados por las agencias de inteligencia extranjeras, habían estado
conspirando durante muchos años para tomar el poder en la Unión
Soviética con el fin de restaurar el capitalismo. Un tribunal especial
fue establecido. Al acusado no se le permitió ninguna representación y
sin derecho a recurso. Como era de esperar se aprobó la pena de muerte
rápidamente.
Según la esposa del teniente general
Pavel Batitski, encargado de ejecutar la sentencia, Beria cayó al suelo y
le rogó de rodillas pidiendo misericordia: “Esto ofendió a mi marido,
ya que no era esta una gracia que había mostrado a los demás, y no podía
esperar ahora que la tuviesen con él”. Beria y sus cómplices fueron
ejecutados con prontitud.
Beria
tenía al morir cincuenta y cuatro años, si realmente era él. Como
siempre en estos casos sucedidos en medio del secretismo soviético, hay
versiones alternativas que dicen que fue baleado o estrangulado meses
antes, y que el personaje juzgado en diciembre era un doble. El hijo de
Beria, Sergo cree esto y dice que le dijeron muerte a su padre el mismo
26 de junio cuando lo capturaron en el Kremlin. Es lógico desde cierto
punto de vista ya que así se habrían asegurado de la muerte del temido y
siniestro personaje, no fuera a ser que lograra escapar o ser rescatado
por sus fieles y contraatacase, en cuyo caso los muertos hubiesen sido
con toda probabilidad sus captores. Pudo haber sucedido así, pero parece
poco probable.
Bibliografia:
Lavrenti Beria, verdugo y reformador por Dmitri Kósirev, RIA Novosti
Revista Sputnik, Diciembre 1988.
Epilogo:
El hijo de Lavrenti Beria, Sergo:
Nació
en Tbilisi, se educó en las mejores escuelas de la región, y luego pasó
a Moscú, donde estudio electrónica en escuelas militares. Era asiduo
del Kremlin, donde conoció a muchos personajes entre ellos a Svetlana
Alilúyeva, hija de Stalin, quien, según Sergo, poco menos que lo acosaba
con proposiciones amorosas. Durante la guerra siguió estudiando radar y
comunicaciones y desempeñó tareas relacionadas con este perfil. Estuvo
en las conferencias de Yalta y Teherán encargado de las escuchas que
Stalin ordenó poner a sus aliados.
Después de la guerra trabajó en
cohetería, junto a científicos e ingenieros alemanes que trabajaban en
la URSS en el grupo conocido como SB1 en Occidente, también asistió a la
primera prueba de la bomba atómica soviética en agosto de 1949 y
participó en el proyecto de los Berkut, uno de los primeros misiles
antiaéreos soviéticos. Recibió el Premio Stalin y la Orden de Lenin.
Estaba casado con una nieta de Máximo Gorki, pura aristocracia roja.
Después de la ejecución de su padre,
Sergo Beria fue encarcelado durante año y medio. Según cuenta fue
torturado y sometido a fusilamientos simulados. Sergo fue puesto en
libertad vigilada y despojado del título de ingeniero-coronel, Doctor en
Ciencias Técnicas, Premio Stalin, etc y del apellido paterno, recibió
un nuevo pasaporte con el apellido de soltera de su madre, Geguechgori, y
no el de su padre, Beria. Sergo pasó 10 años en Siberia, donde sus
conocimientos científicos fueron aprovechados en la fabricación de
misiles. Tras regresar de su exilio en 1964, se mudó a Kiev y siguió
trabajando para una fábrica militar. Luego del fin de la URSS obtuvo la
nacionalidad ucraniana.
En
el año 2000 presentó ante el Tribunal Supremo de Rusia una solicitud
para la rehabilitación de su padre, alegando que fue víctima de una
persecución política, pero fue denegada.
Escribió
un libro titulado “Mi padre, Lavrenti Beria”, donde justifica el
comportamiento de su padre y culpa de todos los crímenes a Stalin.
Sergo Beria Lavrentevich murió justo antes de cumplir los 76 años de edad, el 11 de octubre de 2000.
La Vanguardia, 30 de Mayo del 2000:
La hija de Iósif Stalin, Svetlana Alilúyeva
Fue
una mujer inestable que no encontró el equilibrio ni la paz en ningún
sitio y su vida estuvo marcada de principio a fin por la sombra de su
padre.
Hija
de Iósif Stalin y su mujer, Nadezhda Alilúyeva, de quien se dice que
perdió los nervios y, tras una disputa con su marido en una fiesta de
borracheras en el Kremlin, cogió una pistola y se suicidó el 8 de
noviembre de 1932, dejando una carta dirigida a su marido llena de
reproches y acusaciones, no solo personales, sino también políticas. Un
día después de su fallecimiento, el régimen soviético hizo público que
Nadezhda Alilúyeva, de tan sólo 31 años, una treintena menos que su
marido, murió a causa de una peritonitis.
Svetlana
Alilúyeva, nacida Svetlana Stalina, fue la única hija de Iósif Stalin.
Nació en Rusia el 28 de febrero de 1926. Tuvo una infancia privilegiada,
de princesa comunista: su padre la adoraba y la mimaba a diferencia de
sus otros hermanos. Los problemas entre padre e hija comenzaron con los
enamoramientos, que su padre no aprobaba, luego la cosa empeoró cuando
se casó en contra de la voluntad de este, con un chico de ascendencia
judía, a quien Stalin, profundamente antisemita, nunca quiso conocer y
del cual Svetlana se divorció tras dar a luz un niño. Luego se casó por
conveniencia con el joven hijo de Andréi Zhdánov, un alto cargo del PC,
este si del gusto de Stalin, pero del cual también se divorciaría
después de la muerte de su suegro, y de tener una hija.
Tras
la muerte de Stalin en 1953, Svetlana fue despojada de sus privilegios.
En 1957 adoptó de forma legal el apellido de su madre, Alilúyeva. En
1963 se enamoró de un comunista indio que visitaba Moscú, Brajesh Singh.
No llegaron a casarse, el Gobierno no se lo permitió, aunque ella
siempre se refería a él como su marido. Singh murió enfermo en Moscú en
1966 y Svetlana obtuvo permiso para viajar a la India con los restos de
su marido. Para escándalo del Gobierno soviético, pidió asilo político
en la Embajada de Estados Unidos en Nueva Delhi. Llegó a Nueva York en
abril de 1967 donde afirmó que huía en busca de la libertad de que
estaba privada en Rusia. Sus hijos quedaron en la URSS, de donde no
fueron autorizados a salir.
Escribió
el libro autobiográfico: “Veinte cartas a un amigo” (1967), donde a
pesar de que reconocía las atrocidades cometidas por su padre, atenuaba
su culpa atribuyéndolas a un trastorno paranoico y a la influencia de su
insidioso jefe de policía, el taimado Beria.
En
1970 se casó con el arquitecto William Wesley Peters, quien fue el
padre de Olga, la tercera hija de Svetlana. Ese matrimonio tampoco duró.
Svetlana Alilúyeva visitó la URSS en 1984 donde fue recibida como una
hija pródiga y donde no se cansó de condenar los sufrimientos y miserias
del mundo occidental, lo contrario de lo que había dicho años antes. Su
regreso coincidió con la rehabilitación oficial de la figura de Stalin;
Svetlana, que tanto lo había criticado en América, le dedicó todo tipo
de elogios e inauguró un museo en su honor. No obstante sus hijos no la
recibieron bien y la rechazaron. En 1986 regresó a Estados Unidos, donde
murió solitaria en una residencia para ancianos en Wisconsin el 22 de
noviembre de 2011 bajo el nombre de Lana Peters.
Fuente: Diario EL PAIS: Mi padre es un tirano, por Clara Uson. Mayo 2012
Tumba de la esposa de Stalin y madre de Svetlana, en el monasterio de Novodevichi, cerca de Moscú:
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