Al Sisi viaja por sorpresa a Rusia para comprar armamento
Abdelfatah al Sisi (segundo por la dcha) en el aeropuerto militar de Al Maaza en El Cairo. REUTERS
Egipto, tradicional aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, se deja querer por una Rusia poco preocupada por la democracia o el respeto de los derechos humanos. El líder castrense Abdelfatah al Sisi, quien podría anunciar en los próximos días su candidatura presidencial, ha iniciado este miércoles una sorpresiva visita de dos días a Moscú con la mejora de las relaciones bilaterales y la compra de armamento como telón de fondo.
Del periplo solo han trascendido los detalles divulgados este miércoles por el portavoz de las fuerzas armadas egipcias, el coronel Ahmed Ali, a través de su página de Facebook. Al Sisi, promocionado a mariscal de campo el pasado mes, ha viajado a Rusia con el ministro de Asuntos Exteriores Nabil Fahmi. Según Ali, se trata de una visita de cortesía en respuesta a la que realizaron a El Cairo el pasado noviembre el jefe de la diplomacia rusa Sergei Lavrov y el ministro de Defensa Sergei Shoigu.
Como entonces, el orden del día se centra en la mejora de los lazos políticos y económicos y la venta de armamento. El propósito principal es cerrar la compra de armamento por valor de 2.000 millones de dólares, según el diario estatal Al Ahram. La operación será financiada en su mayor parte por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, socios clave de las autoridades egipcias desde el derrocamiento de Mohamed Mursi. El posible trato se produce en un momento en el que Estados Unidos mantiene congelada parte de la ayuda militar -que asciende en total a 1.300 millones dólares- y económica que destina al país. En busca del deshielo, el secretario de Estado de EEUU John Kerry visitó El Cairo en noviembre.
Según la agencia de noticias estatal Mena, Al Sisi se reunirá con el presidente ruso Vladimir Putin. Egipto insiste en que cultivar las relaciones con Rusia no significa reemplazar la alianza con Washington. Sin embargo, la política exterior del país más poblado del mundo árabe está en proceso de reajuste desde el golpe de Estado que en julio desalojó del poder a Mursi, el primer presidente elegido en las urnas de la historia egipcia. Desde entonces se han puesto en cuarentena los lazos con Qatar o Turquía, a los que se acusa de servir a los intereses de los proscritos Hermanos Musulmanes, y se han redoblado las relaciones con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, responsables de la lluvia de petrodólares que suponen un alivio pasajero en las maltrechas arcas estatales.
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Más allá del laberinto sirio, en el flirteo de egipcios y rusos destaca la cooperación militar. Al Sisi, en calidad de ministro de Defensa, y el titular de Exteriores egipcios discutirá con sus homólogos rusos la compra de armas. Ya el pasado noviembre, durante la visita a la ciudad de los mil minaretes, el encuentro gravitó en torno a la adquisición de material como aviones de combate o sistemas de defensa; entrenamientos y maniobras militares conjuntos e incluso la rehabilitación de equipamiento propiedad de las fuerzas armadas desde la era soviética. Egipto, bajo los designios de Gamal Abdel Naser y en plena guerra fría, mantuvo estrechas relaciones con la URSS. Unos lazos que quedaron rotos cuando su sucesor Anuar el Sadat firmó la paz con Israel en 1979.
El acercamiento a Rusia tiene lugar con el anuncio de la candidatura presidencial de Al Sisi en ciernes y una coyuntura interna marcada por la persecución de cualquier disidencia por parte las fuerza de seguridad. Desde la asonada, las autoridades han protagonizado la campaña de represión más severa contra los islamistas en décadas: cientos de sus simpatizantes han muerto; miles de sus dirigentes y miembros han sido encarcelados; la Hermandad Musulmana ha sido declarada "grupo terrorista" y sus asociaciones de caridad han sido confiscadas.
Del periplo solo han trascendido los detalles divulgados este miércoles por el portavoz de las fuerzas armadas egipcias, el coronel Ahmed Ali, a través de su página de Facebook. Al Sisi, promocionado a mariscal de campo el pasado mes, ha viajado a Rusia con el ministro de Asuntos Exteriores Nabil Fahmi. Según Ali, se trata de una visita de cortesía en respuesta a la que realizaron a El Cairo el pasado noviembre el jefe de la diplomacia rusa Sergei Lavrov y el ministro de Defensa Sergei Shoigu.
Como entonces, el orden del día se centra en la mejora de los lazos políticos y económicos y la venta de armamento. El propósito principal es cerrar la compra de armamento por valor de 2.000 millones de dólares, según el diario estatal Al Ahram. La operación será financiada en su mayor parte por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, socios clave de las autoridades egipcias desde el derrocamiento de Mohamed Mursi. El posible trato se produce en un momento en el que Estados Unidos mantiene congelada parte de la ayuda militar -que asciende en total a 1.300 millones dólares- y económica que destina al país. En busca del deshielo, el secretario de Estado de EEUU John Kerry visitó El Cairo en noviembre.
Según la agencia de noticias estatal Mena, Al Sisi se reunirá con el presidente ruso Vladimir Putin. Egipto insiste en que cultivar las relaciones con Rusia no significa reemplazar la alianza con Washington. Sin embargo, la política exterior del país más poblado del mundo árabe está en proceso de reajuste desde el golpe de Estado que en julio desalojó del poder a Mursi, el primer presidente elegido en las urnas de la historia egipcia. Desde entonces se han puesto en cuarentena los lazos con Qatar o Turquía, a los que se acusa de servir a los intereses de los proscritos Hermanos Musulmanes, y se han redoblado las relaciones con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, responsables de la lluvia de petrodólares que suponen un alivio pasajero en las maltrechas arcas estatales.
Rusia es una prioridades de Egipto
Rusia, salvavidas del régimen de Bashar Asad, es una de las nuevas prioridades de Egipto. Precisamente El Cairo, con el viraje adoptado tras la asonada, y Moscú mantienen una postura similar en la cruenta e interminable guerra civil en Siria. "Es necesario llegar a una solución política a la crisis siria en vista de la incapacidad de uno y otro lado para resolver el conflicto militar", señaló hace unos meses el titular de Exteriores egipcio. De la apuesta por la política nació la cumbre de Ginebra en la que régimen y oposición vuelven a verse las caras estos días con una extremadamente complicada segunda ronda de conversaciones.
Más allá del laberinto sirio, en el flirteo de egipcios y rusos destaca la cooperación militar. Al Sisi, en calidad de ministro de Defensa, y el titular de Exteriores egipcios discutirá con sus homólogos rusos la compra de armas. Ya el pasado noviembre, durante la visita a la ciudad de los mil minaretes, el encuentro gravitó en torno a la adquisición de material como aviones de combate o sistemas de defensa; entrenamientos y maniobras militares conjuntos e incluso la rehabilitación de equipamiento propiedad de las fuerzas armadas desde la era soviética. Egipto, bajo los designios de Gamal Abdel Naser y en plena guerra fría, mantuvo estrechas relaciones con la URSS. Unos lazos que quedaron rotos cuando su sucesor Anuar el Sadat firmó la paz con Israel en 1979.
El acercamiento a Rusia tiene lugar con el anuncio de la candidatura presidencial de Al Sisi en ciernes y una coyuntura interna marcada por la persecución de cualquier disidencia por parte las fuerza de seguridad. Desde la asonada, las autoridades han protagonizado la campaña de represión más severa contra los islamistas en décadas: cientos de sus simpatizantes han muerto; miles de sus dirigentes y miembros han sido encarcelados; la Hermandad Musulmana ha sido declarada "grupo terrorista" y sus asociaciones de caridad han sido confiscadas.
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