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sábado, 23 de febrero de 2019

LA POLICÍA Y LA GUARDIA NACIONAL MADURISTA, DESBORDADOS EN LA FRONTERA

El caos se apodera de la frontera: gases y balas para frenar la ayuda

La Policía y la Guardia Nacional Bolivariana, desbordados, recurren a colectivos armados para reprimir a voluntarios y manifestantes

Incidentes en el puente Simón Bolívar. En vídeo, enfrentamientos entre la Guardia Nacional y cientos de personas en Ureña tras el cierre temporal de la frontera con Colombia.

San Antonio del Táchira / Cúcuta
Los peores augurios se cumplieron en la frontera de Venezuela y Colombia. Los intentos para introducir la ayuda humanitaria fueron reprimidos violentamente por la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana, que lanzaron bombas lacrimógenas a todo aquel que se acercaba a territorio venezolano. Allí, en las localidades fronterizas de Ureña y San Antonio, tras los choques iniciales, se desplegaron colectivos armados, que sembraron el terror con disparos de bala.

Los dos lados de los puentes fronterizos ilustraban mundos completamente distintos. En las localidades venezolanas la tensión se sentía desde primera hora de la mañana. En Ureña o San Antonio del Táchira, manifestantes críticos con el chavismo trataron de romper los cordones impuestos por las autoridades, después de que Nicolás Maduro ordenase, la noche del viernes, el cierre de parte de la frontera con Colombia. Fueron los primeros conatos de violencia, en la que los opositores llegaron a quemar algunos autobuses del oficialismo, mientras que las autoridades reprimieron con contundencia, lanzando bombas lacrimógenas.

La situación se tornó más violenta con el paso de las horas. A la represión de la Guardia y la Policía Nacional Bolivariana le sucedió el despliegue de colectivos armados, grupos afines al chavismo, que sembraron el pánico en las localidades fronterizas. Encapuchados, comenzaron a disparar para dispersar a todo aquel que se encontraba en la calle. "Salió una marcha pacífica en apoyo a la ayuda humanitaria, pero los colectivos le dispararon a la gente que solo iba con banderas. Durante dos horas han sonado balas y no de pistola, sino de fusiles de guerra”, asegura el dueño de una panadería en San Antonio del Táchira, que pidió mantenerse en el anonimato por seguridad. “Yo estuve en el momento que atravesaron el puente (los manifestantes), en el momento que se puso tenso. Estamos armados de esperanza. Vi motorizados pasar con armamento. Ellos robaron una panadería cerca de mi casa, le quitaron celulares a las personas que se resguardaron ahí por la represión”, insistía el hombre.
El lado colombiano no tardó en tornarse también en una especie de batalla campal. La postal en el puente Simón Bolívar era esquizofrénica. Una masa de voluntarios acompañaba a los camiones cargados de ayuda humanitaria —medicinas y alimentos— al grito de “¡libertad!”, al tiempo que comenzaban los disturbios. Mientras el primer camión avanzaba por el puente, desde los megáfonos de los voluntarios se pedía que nadie que fuese subido al camión llevara la cara tapada. En un momento dado, tuvieron que detener el vehículo para evitar un embudo que hubiese provocado una tragedia: la represión de los uniformados no cesaba. Bombas lacrimógenas es lo que recibieron los voluntarios que acompañaban al cargamento.

La preocupación del lado colombiano de los seguidores de Juan Guaidó, no obstante, no era tanto por la represión de la Guardia Nacional o de la Policía, en la medida en que se iban conociendo deserciones de varios uniformados, sino por los colectivos armados, que hacían presencia cada vez con mayor intensidad también a este lado de la frontera. Las noticias que llegaban del otro lado, de San Antonio, eran tan impactantes que a aquellos que insistían en intentar llevar la ayuda a las bravas se les pedía que desistiesen.


Soldados venezolanos matan al menos a dos compatriotas indígenas junto a la frontera de Brasil

El incidente se produjo a primera hora de la mañana cuando, según un testigo, los militares fueron a resguardar la frontera

Los preparativos en la frontera de Brasil para introducir ayuda humanitaria en Venezuela avanzan con el perfil bajo que ha caracterizado la implicación del Gobierno de Bolsonaro en el operativo. Poco tiene que ver con el ambiente en Cúcuta (Colombia). Pese a la discreción de las autoridades brasileñas, horas después de que Nicolás Maduro cerrara el jueves el único puesto fronterizo entre ambos países, allí cerca, del lado venezolano, se produjo el primer incidente violento relacionado con la ayuda humanitaria. Soldados venezolanos abrieron fuego contra unos compatriotas indígenas en Kumarakapay, a unos 80 kilómetros del clausurado paso de Pacaraima. Al menos un hombre y una mujer murieron y varios más resultaron heridos, algunos de gravedad, según el diputado opositor Américo de Grazia.El incidente entre los soldados venezolanos y los indígenas se produjo del lado venezolano de la frontera con Brasil. El venezolano Salomón Pérez, de 45 años, llegó este viernes al hospital de la ciudad brasileña de Boa Vista en la misma ambulancia en la que trasladaban a su hermano Alfredo, de 48, herido de bala. Dos de sus sobrinos, veinteañeros, también están ingresados junto a otros seis indígenas pemon-taurepan. El incidente ocurrió a primera hora de la mañana en su comunidad, Kumarakapay, a unos 80 km de la frontera. “Llegó el Ejército, la Guardia Nacional, a resguardar la frontera. Los indígenas salieron a la carretera para hablar con el general y sencillamente empezaron a disparar”, explica este miembro de la comunidad indígena. Los heridos pudieron cruzar la frontera en ambulancia aunque Venezuela decretó este jueves el cierre.

El Gobierno de Jair Bolsonaro está haciendo acopio de alimentos y medicinas en una base aérea de Boa Vista, la capital del estado de Roraima, uno de los más pobres del país. Allí ha aterrizado este viernes un avión de carga C-767 de la Fuerza Aérea Brasileña cargado de arroz, azúcar y leche en polvo aportados por Usaid, la agencia de cooperación de Estados Unidos, según ha confirmado allí mismo su representante en Brasil, Michael Eddy. El cargamento incluía varias cajas de medicamentos entregados por el Gobierno de Brasil. Según el representante estadounidense, está previsto que hasta el sábado lleguen a Boa Vista, unas 178 toneladas de ayuda humanitaria. El Gabinete no ha precisado por ahora cuál será su aportación total. También es una incógnita cuándo y quién trasladará los insumos a territorio venezolano.

LA FRONTERA DE VENEZUELA

Fuente: Reuters y elaboración propia.
El plan de Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por EE UU, buena parte de América Latina y casi toda la Unión Europea, de que la ayuda entre simultáneamente el sábado por las fronteras terrestres de Venezuela se topa aquí con el cierre del único puesto fronterizo en los 2.100 kilómetros que comparten Brasil y su vecino del norte. Maduro ordenó la clausura este jueves, lo cual no impidió que algunas personas cruzaran este viernes por senderos adyacentes al puesto fronterizo de Pacaraima, según explica la prensa local. Guaidó ha difundido en Twitter un decreto en el que, entre otras cosas, ordena a los militares que reabran el puesto fronterizo con Brasil.
El pulso lanzado por Guaidó a Maduro a cuenta del reparto de la ayuda humanitaria ha colocado a Bolsonaro en terreno minado. Por un lado es la ocasión de reforzar su naciente alianza con el Estados Unidos de Donald Trump (principal aliado del venezolano en esta operación) y de contribuir a que Maduro abandone el poder, pero por otro lado Roraima es el único Estado brasileño no conectado a la red nacional de electricidad. Dos tercios de su suministro eléctrico proceden de Venezuela, un asunto importante en la dinámica bilateral y que tiene muy preocupado al gobernador de Roraima, Antonio Denarium, del partido de Bolsonaro. Brasil, pese a su retórica anti-Maduro, ha tenido que recurrir recientemente a bancos rusos, según reveló Folha de S. Paulo, para eludir las sanciones impuestas por Washington y pagar a Caracas lo que le adeudaba por la energía. Y además, el desembarco de 95.000 venezolanos desde 2017 en Roraima ha generado brotes xenófobos pese a que es una cifra mínima entre los 3,4 millones que han dejado su patria.

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