El desconocido y exigente campo de entrenamiento de la
Legión Extranjera en la selva de la Guyana Francesa
Gerardo LissardyEnviado especial de BBC Mundo a la Guyana
Francesa
7
enero 2016
Es medianoche en la selva tupida de la Guyana Francesa y
el brasileño Júlio César evoca el día en que decidió alistarse en la Legión Extranjera:
"Toda mi familia se reunió y dijeron: ¿qué vas a hacer ahí?".
Después de todo, esta tropa del Ejército francés tuvo
durante mucho tiempo fama de reunir criminales, asesinos, sádicos y otra clase
de gente con la que es poco aconsejable compartir abrigo o baño.
Pero Júlio César, que ni siquiera era militar, hizo oídos
sordos y siguió adelante con su plan, concebido después de ver por TV en su
hogar de Río de Janeiro un reportaje sobre un legionario.
Once años más tarde y con 35 de edad, cuenta que en la
Legión Extranjera ha vivido situaciones extremas. Como aquel ejercicio cargando
un soldado a costas mientras se hundía en el barro movedizo. O cuando lo
enviaron a Afganistán y se encontró con "mucho combate".
Image captionEl brasileño Júlio César, sargento-jefe de la Legión Extranjera, con la boina verde y una lata de café en mano durante una misión en Kourou.
Desde hace un año y medio vive en la Guyana Francesa, donde
los legionarios son sometidos a uno de los entrenamientos militares de
supervivencia selvática más duros que se conozcan.
El adiestramiento incluye días de internación en la jungla
sin más comida que los animales y frutos del lugar, decenas de kilómetros de
marchas diarias bajo el intenso calor y la humedad, o nados en ríos poblados
por caimanes.
De cabeza rapada, boina verde y uniforme camuflado, Júlio
César es ahora francés, sargento-jefe y se figura cuál podría ser su próximo
destino.
"Si mis superiores me mandan un día en una misión
contra el Estado Islámico, iré seguro", dice sobre el grupo extremista al
que Francia declaró la guerra tras los ataques en París que dejaron 130 muertos
en noviembre.
"Tengo ganas de ir", afirma.
* * *
Lo primero que llama la atención al entrar al despacho del
coronel Jérôme Ransan en la localidad francoguyanesa de Kourou es el jaguar
embalsamado.
Tiene la boca abierta y está acostado, debajo de la bandera
condecorada del tercer Regimiento Extranjero de Infantería (3er REI), que el
coronel Ransan comanda en este remoto rincón de Sudamérica, entre Brasil y
Surinam.
Sentado en un sillón, el oficial de 44 años sostiene que la
legión tiene el mismo objetivo desde que fue creada en 1831: ser una tropa de
combate al servicio de Francia, integrada por voluntarios de varios países.
Actualmente hay casi 150 nacionalidades diferentes entre sus
7.800 hombres, y Ransan asegura que los servicios de seguridad franceses
verifican sus antecedentes.
"Hoy la Legión Extranjera no acepta criminales, no
acepta personal procesado por asuntos de drogas, de asesinatos, de
violaciones", aclara.
De todos modos, los candidatos pueden solicitar que los
recluten con una identidad diferente a la real cuando se presentan por primera
vez, en la Francia metropolitana.
Un folleto de la legión explica que esto "ofrece una
‘segunda oportunidad’ a quienes quieran dar vuelta una página y necesitan o
quieren comenzar de nuevo".
Al hablar con la prensa, los legionarios sólo pueden
revelar su primer nombre, algo que según sus superiores responde a razones de
seguridad, ante las amenazas extremistas que enfrenta Francia.Image captionReparto de municiones durante una misión para proteger un lanzamiento del Centro Espacial Guyanés.
Las filas de la legión suelen reflejar la evolución de los
conflictos en el mundo: recibieron excombatientes de las guerras civiles de
Rusia en los años 20 y España en los 30, y tras la Segunda Guerra Mundial
llegaron numerosos alemanes.
Hoy buena parte se integra desde los países de la ex Unión
Soviética, así como de Europa central y balcánica.
Los latinoamericanos suman 9% de la fuerza y provienen desde
el norte de México hasta el sur de Chile.
"No soy mercenario", se ataja el cabo-jefe Alex,
un serbio de 37 años que combatió en las guerras que desmembraron Yugoslavia y
hace una década entró a la Legión Extranjera.
"No estoy aquí para matar a alguien; recibo mi ficha de
pago cada mes", agrega en voz baja, marchando fusil en mano con una
patrulla nocturna antes del lanzamiento de un satélite en Kourou.
* * *
Custodiar el Centro Espacial Guyanés es una misión primordial
de la legión en este departamento de ultramar de Francia, cuyos siniestros
presidios alojaron en condiciones inhumanas a criminales y presos políticos
deportados hasta los años 40.
El operativo militar montado a comienzos de mes para el
despegue del satélite europeo Lisa Pathfinder, destinado a probar tecnología
que detecte las ondas gravitacionales que Albert Einstein teorizó un siglo
atrás, moviliza a cientos de legionarios.
Derechos de autor de la imagenGETTYImage captionEl satélite
Lisa Pathfinder despega de la base de la Agencia Espacial Europea en la Guyana
Francesa.
Allí va por ejemplo, junto a un ruso que evita dar su
nombre, el chino Zhihao, que tiene 33 años y parece adorar su fusil FAMAS, pese
a que ha tenido que cargar sus casi cuatro kilos en marchas de 40 kilómetros
por el monte.
"Te acostumbras", asegura en un francés con acento
propio.
La transformación de los legionarios para actuar en la
jungla se desarrolla en el campamento Szutz, un centro de entrenamiento en la
Guyana Francesa que ha adiestrado también unidades de otros países, incluidos
algunos sudamericanos.
"La selva es el sitio más duro que hay", dice
Adrián, un legionario español de 21 años. "Te dicen que no vas a comer o
que no hay agua para beber. Simplemente es tema psicológico: desmoralizar a los
soldados, pero con el fin de hacerlos fuertes".
Image captionUn campamento de legionarios en la selva,
"el sitio más duro que hay".
Cuenta que entre los animales que se comen está el agouti,
un roedor que habita la zona: "Le metes un palo por el culo, se lo sacas
por la boca, al fuego y… delicioso".
Hélmer, un portugués de 25 años, recuerda el día en que
pasaba "mucha hambre" y de pronto se cruzó con una serpiente.
"La serpiente quería atacarme pero yo quería comerla. Y
comencé a correr atrás de la serpiente, que se fue. No la encontré",
recuerda. "De todos los animales que encontramos en la selva, el que más
me gusta es el caimán".
A la hora de narrar los peligros de la selva, los
legionarios tienen una larga lista: de escorpiones a monos grandes, que arrojan
ramas desde lo alto de los árboles.
Pero temen especialmente a los más pequeños: los insectos
flebotomos, que transmiten la leishmaniasis (un mal que causa desde úlceras
cutáneas que cicatrizan espontáneamente, hasta formas fatales en las cuales se
presenta inflamación grave del hígado y del bazo) y los mosquitos que provocan
malaria y otras enfermedades capaces de causar la baja de un legionario.
* * *
En un amplio comedor de Kourou, el coronel Ransan y otros
oficiales cantan de pie alrededor de una mesa la marcha de la legión, que se
llama igual que un embutido francés: Le Boudin (La morcilla).
Explican que el nombre tiene su origen en una tela enrollada
que los antiguos legionarios solían llevar sobre su mochila y que se asemejaba
a una… morcilla.
La letra comienza mencionando tres veces el boudin.
También habla de campañas lejanas, fiebre, fuego, dolores y muerte.
Luego brindan con un tinto de la propia legión, un Côtes de
Provence producido por veteranos combatientes en un viñedo del sur de Francia,
e inician un almuerzo de tres platos con una entrada de jamón crudo y melón.
La Legión Extranjera ha participado en combates en varios
rincones del mundo, desde su bautismo de fuego en Argelia, su vieja cuna, hasta
México en el siglo XIX; desde Indochina hasta Yibuti en el siglo XX.
Pasó de defender las viejas conquistas coloniales de Francia
a intervenir en conflictos modernos, ya sea en países en crisis humanitarias o
en apoyo a gobiernos aliados de París.
Image captionDe
quepis blanco, este exmilitar mexicano ha estado en Afganistán, Chad y Kosovo
por la Legion Extranjera.
"A veces en el zapato traes hasta tierra de cuatro o
tres continentes", dice Edgar, un cabo-jefe mexicano de 41 años que pasó
de integrar un batallón de infantería marina en Acapulco a alistarse en 2001 a
la legión, que lo envió a Afganistán, Chad y Kosovo.
Vistiendo el clásico quepis blanco en la cabeza, comenta que
ahora llegan reclutas "universitarios sin mucha experiencia militar".
"Pero esos niñatos son necesarios porque la diversidad
es lo que hace a la fuerza de la legión", prosigue. "Muchos vienen animados
por los supersueldos, pero se rompen una pierna o lo otro y no duran
mucho".
* * *
En efecto, la paga es una de las razones principales por la
cual muchos extranjeros se alistan.
Kristian, un legionario venezolano que lleva uno de sus 20
años de vida en la Guyana Francesa, cuenta que su salario base es de 1.600
euros, pero cuando está en el terreno cobra 30 euros extra por día.
Image caption"Puedes ganar hasta 2.400 euros por
mes", dice Kristian, un legionario proveniente de Venezuela.
"Al final puedes ganar hasta 2.400 euros por mes",
señala, una suma equivalente a unos US$2.600.
Además, si siguen en la legión tras el contrato obligatorio
inicial de cinco años, pueden aspirar a ser naturalizados franceses si tienen
buenas referencias de sus superiores, o a recibir una pensión francesa tras 17
años y medio de servicio.
"Antes eran 15 años… Es la crisis", murmura Tibi,
un auxiliar sanitario rumano de 35 años que acaba de quemarse la palma de las
manos al deslizarlas por una cuerda gruesa en un ejercicio que simula un salto
de helicóptero, pese a que llevaba guantes.
Su superior es el capitán Geoffroy, un francés de 27 años
que llegó hace apenas cuatro meses a la Guyana Francesa con un posgrado en
relaciones internacionales.
Image captionUn grupo de legionarios extranjeros sale de
patrulla por la selva de la Guyana Francesa.
Pero otros aseguran que se sumaron a la legión en busca de
aventuras, como el cabo Juan, un chileno de 31 años que trabajaba en
plataformas petroleras de la Patagonia y quería "cambiar el ritmo de
vida".
"He aprendido lo que es el rigor de una vida
militar", comenta tras cinco años de servicio en los que ha cumplido
misiones en Mali, Costa de Marfil y Yibuti. "Te llevan a ser rústico, al
límite".
En la Guyana Francesa, donde el 3e REI está desde 1973 y 50
de sus hombres han perdido la vida, los legionarios también participan de
operaciones selváticas contra la búsqueda clandestina de oro, una actividad
bastante frecuente en el lugar.
El peruano Julio recuerda cuando, entrenándose para esa
misión, un helicóptero los dejó a él y otros nueve legionarios junto a cuatro
gendarmes franceses en plena jungla, para que aprendieran a volver a la base.
Image caption"Mucha gente se quedó con la imagen de que
había puros locos", dice sobre la legión este peruano que antes de
alistarse era jardinero.
Cuenta que la vegetación virgen era tan impenetrable que
finalmente se lanzaron con sus mochilas a un río repleto de caimanes: flotaron
durante tres días en la corriente, hasta que lo lograron.
Hoy tiene 34 años, una medalla al valor por sus servicios en
Afganistán, ciudadanía francesa y también dice estar resuelto a combatir contra
Estado Islámico, aunque por ahora no hay ninguna señal de que eso vaya a
ocurrir.
Ha pasado de ser jardinero en su antigua vida civil a
sargento, y niega muy convencido que legión sea tan abominable como creen por
ahí.
"Mucha gente se quedó con la imagen de que había puros
locos", reflexiona. "Me encontré con algunos locos, sí… Pero no
todos".
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