Españoles sepultados por la Gran Guerra
Para ganarse el sustento tuvieron que dejar su país, pero no imaginaban que se dejarían la vida en el empeño. Decenas de españoles que trabajaban en barcos británicos fallecieron en los ataques alemanes sin que nadie contara su historia. Hasta ahora.
La proa del R.M.S. Lusitania cortaba con facilidad las olas del Atlántico y a bordo reinaba la calma. Se creía que la gran velocidad del navío le pondría a salvo de la amenaza de los U-boat, los temidos submarinos alemanes que atacaban a los buques mercantes ingleses por todo el Atlántico.
Biblioteca del Congreso de EEUU
Pasaban diez minutos de las dos de la tarde del 7 de mayo de 1915 y el R.M.S. Lusitania navegaba cerca de la costa de Irlanda. El español José Ulgar estaría probablemente atareado en los fogones del trasatlántico, donde trabajaba como cocinero, cuando la pequeña silueta de un U-boat se cruzó en el rumbo del enorme buque inglés. El comandante del U-20 no iba a permitir que tamaña presa se le escapara. Sin perder tiempo, ordenó el ataque.
El escenario de terror debió ser prácticamente una repetición del desastre del Titanic. Con tan sólo seis botes salvavidas para cerca de 2.000 personas, la mayoría terminó en el agua, donde murieron ahogados o por hipotermia. Nadie pudo evitar la tragedia: 1.195 personas perdieron la vida.
Aunque perecieron cientos de hombres, mujeres y niños ingleses y canadienses, fue la muerte de los 129 pasajeros estadounidenses lo que hizo famoso el hundimiento del R.M.S. Lusitania, al generar un ambiente de rabia en EEUU que impulsó su entrada en la guerra contra los ejércitos del káiser.
Sin embargo, entre los cientos de nombres anglosajones había uno muy especial: el del José Ulgar León, cocinero sevillano de 28 años que formaba parte de la tripulación inglesa.
Muertos cuya memoria, a diferencia de la de aquellos fallecidos en los 80 barcos mercantes españoles hundidos también durante la Gran Guerra, ha quedado enterrada en el Archivo Nacional británico o grabada en el bronce del Tower Hill Memorial de Londres.
Porque, tras Ulgar, ese mismo año otros siete marineros españoles pierden la vida en barcos ingleses. Romero, un santanderino de 22 años muere cuando el transporte de tropas Royal Eduard es hundido. Otros dos fallecen cuando el vapor Mangara parte de Bilbao cargado de hierro y es atacado y hundido por el UB-16. Pero la mayor tragedia estaba reservada para octubre, cuando el vapor Cape Antibes choca contra una mina y explota, hundiéndose con toda la tripulación, entre los que se incluyen tres españoles, dos de ellos bilbaínos.
Biblioteca de Catalunya
En 1916 la batalla entre los submarinos alemanes y los buques ingleses adquiere una dimensión dramática, aunque sólo hay que lamentar 10 marineros españoles entre las víctimas. Pero es durante el año siguiente cuando la guerra submarina llega a su cénit con la pérdida de 82 españoles. Desde Ferrol a Barcelona, de Cartagena a Madrid, hombres procedentes de toda la península mueren en buques, cargueros y petroleros que siguen transportando mercancías, pasajeros y alimentos para el Reino Unido, aunque el coste sea muy elevado.
El importante comercio del Reino Unido con España motiva la presencia de buques ingleses en puertos españoles durante el conflicto. El hierro era fundamental para la industria militar inglesa y España se convierte en una importante fuente de este mineral. Al mismo tiempo, muchos españoles embarcan en los buques que buscan hombres en puertos como Bilbao, Ferrol, Huelva y Santander.
En uno de estos buques ocurrió la mayor pérdida de vidas españolas. El 5 de Octubre de 1918 el vapor Erindring, un navío danés al servicio de los británicos, había terminado de cargar mineral de hierro en Bilbao cuando puso rumbo a Glasgow. Al salir del puerto sus veintidós tripulantes tenían que navegar por una de las zonas más peligrosas del mundo. La mala suerte hizo que su rumbo se cruzase con el del U-91 al noroeste de San Sebastián. Después del inevitable ataque el Erindring se hundió rápidamente con toda su tripulación, entre los cuales había seis marineros españoles. En Vigo, Dolores García perdió a su esposo Teodomiro y en Tuy, Manuel Estévez perdió a su hijo Bernardo. Pero también en Madrid Paula perdió a su esposo Valentín y otras tres familias más sufrieron con el hundimiento del Erindring.
Más de 500 españoles arriesgaron sus vidas a bordo de buques británicos durante el conflicto, 120 de ellos nunca pudieron contarlo.
El importante comercio del Reino Unido con España motiva la presencia de buques ingleses en puertos españoles durante el conflicto. El hierro era fundamental para la industria militar inglesa y España se convierte en una importante fuente de este mineral. Al mismo tiempo, muchos españoles embarcan en los buques que buscan hombres en puertos como Bilbao, Ferrol, Huelva y Santander.
En Vigo, Dolores García perdió a su esposo Teodomiro y en Tuy, Manuel Estévez perdió a su hijo BernardoAl salir al Cantábrico estos buques se convierten en presas de los submarinos alemanes o de las minas, como el vapor Thornaby, donde muere un alicantino de Torrevieja llamado Luis Caro.
En uno de estos buques ocurrió la mayor pérdida de vidas españolas. El 5 de Octubre de 1918 el vapor Erindring, un navío danés al servicio de los británicos, había terminado de cargar mineral de hierro en Bilbao cuando puso rumbo a Glasgow. Al salir del puerto sus veintidós tripulantes tenían que navegar por una de las zonas más peligrosas del mundo. La mala suerte hizo que su rumbo se cruzase con el del U-91 al noroeste de San Sebastián. Después del inevitable ataque el Erindring se hundió rápidamente con toda su tripulación, entre los cuales había seis marineros españoles. En Vigo, Dolores García perdió a su esposo Teodomiro y en Tuy, Manuel Estévez perdió a su hijo Bernardo. Pero también en Madrid Paula perdió a su esposo Valentín y otras tres familias más sufrieron con el hundimiento del Erindring.
Más de 500 españoles arriesgaron sus vidas a bordo de buques británicos durante el conflicto, 120 de ellos nunca pudieron contarlo.
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