Abad, Francisco, "Chaleco" (1788-1827).
Como jefe de un centenar de guerilleros estorbó notablemente, durante tres años (1810-1812), a las tropas francesas estacionadas en La Mancha en la Guerra de la Independencia española, y tras el fin de ésta fue perseguido por Fernando VII a causa de su constitucionalismo.
Hijo de José Abad, después de morir sus padres durante la invasión napoleónica y el ataque a Valdepeñas del 6 de junio de 1808, se unió a las partidas antifrancesas que comenzaban a formarse en la región manchega: primero sirvió a las órdenes del teniente José Cacho en Villanueva de Bogas (Toledo), y luego en la de José Miguel Villalobos en Valdepeñas. Pronto jefe de una de ellas, que formó en Cañada de los Frailes, hostigó desde 1810 a los ejércitos enemigos mediante ataques sorpresa a pequeños destacamentos y guarniciones de importancia estratégica, interceptando convoyes de abastecimiento. En junio de 1810 eliminó un destacamento de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) y luego al que acudió en su auxilio; el mismo mes, junto a la guerrilla del cura Francisco Ureña venció a distintas guarniciones (Manzanares y Valdepeñas -en Ciudad Real- y, más allá del puerto de Despeñaperros, Santa Elena y La Carolina - en Jaen-). Ya en septiembre, detuvo a dos convoyes entre Valdepeñas y Manzanares, y después a otro más hacia el norte, entre Consuegra (Toledo) y La Venta del Manso.
En 1811, en junio, atacó a un grupo de caballería, causándole algunas bajas; en octubre se reunieron varias partidas, las de Alejandro Fernández, Juan Gómez, y Francisco Laso de la Vega, con la suya, con el objeto de tomar el fuerte de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), pero mientras se dirigían a esta población se supo la aproximación de una columna de caballería e infantería, optándose por abandonar el asalto y presentar batalla, con una completa victoria. Al poco, otro grupo de destacamentos franceses más una partida de afrancesados, que procedían de Almagro, Valdepeñas y Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), trató de sorprender a Juan Abad durante la noche, pero también ellos fueron derrotados tras un combate en medio de los olivos y las vides.
En 1812, en agosto, ya unido al comandante José Martínez de San Martín, venció a los franceses en Ossa de Montiel (Albacete), mientras que en noviembre apresó algunos dragones de caballería en las proximidades de Santa Cruz de Mudela, y más tarde a algunos juramentados (españoles, generalmente funcionarios, partidarios de los franceses). Ese año se integró finalmente en el ejército, nombrado coronel por el general Francisco Javier Castaños (27 de septiembre).
Finalizada la guerra, sus numerosos éxitos no le evitaron problemas en la década de los 20: por su actitud liberal fue ordenado su retiro forzoso por el rey Fernando VII (1817). Luchó por la Constitución de 1812en acciones como la conspiración de Madrid de marzo de 1820 y fue apresado en su casa junto con otros tres cabecillas. Encerrado en el Pósito y trasladado a Valladolid, fue condenado a muerte, de la que se le libró al ser liberado por estudiantes universitarios antiabsolutistas. Cuando los liberales lograron asumir el poder en 1820, iniciándose el Trienio Liberal (hasta 1823), Juan Abad, brigadier, fue nombrado capitán general de La Mancha, luchando contra diversos grupos absolutistas como el del Locho y el de Zaldívar.
También entró en la Comunidad, sociedad secreta de liberales radicales. No obstante, se rindió al coronel duque de Berry en Almedina (Ciudad Real) al entrar en España los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo de Fernando VII, en 1823, y fue procesado acusado de "comunero"; al año siguiente obtuvo de nuevo la libertad, esta vez acogido al indulto general del 1 de mayo aunque el rey tenía especial interés en su desaparición (la misma situación en que se encontraba Juan Martín Díaz, el Empecinado). A los tres años, en 1827, se le detuvo por tercera vez, achacándole su antiguo adversario, el Locho, algunos asesinatos en la Venta de la Bienvenida de los que posiblemente no fue autor; fue considerado culpable por el Regente de la Chancillería de Granada y ejecutado en esta ciudad por ahorcamiento y decapitación. Casado con María Muñoz, dejaba cinco hijas al morir.
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