La cúpula militar ucraniana considera que Yanukóvich es aún presidente
Día 23/02/2014 - 08.49h
El Ministerio de Defensa asegura que «no se involucra en política»
En medio del peligroso pulso que mantienen el presidente Víctor Yanukóvich y la Rada Suprema (Parlamento), el Ministerio de Defensa de Ucrania difundió ayer un comunicado asegurando que las Fuerzas Armadas del país «no se involucrarán en el conflicto político». En la misma nota, sin embargo, se señala que «los militares seguirán cumpliendo las ordenanzas y la leyes», las cuales establecen que el comandante en jefe del Ejército es el presidente.
El viernes, durante una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, Chuck Hagel, el ministro de Defensa en funciones ucraniano, Pável Lébedev, prometió que el Ejército no intervendrá a favor de ninguna de las dos partes en conflicto. Lébedev dijo también que «las fuerzas armadas están para proteger al pueblo ucraniano y el despliegue efectuado en el interior del país se limitó a las instalaciones con material militar para evitar que nadie lo emplee contra la población».
Cambios recientes
La destitución, el pasado miércoles, del jefe del Alto Estado Mayor del Ejército, el general Vladímir Zamana, que se negó a obedecer una supuesta orden de Yanukóvich de emplear soldados para reprimir las protestas, había disparado los temores de que el sustituto de Zamana, el almirante Yuri Ilín, pudiera ser más proclive al uso de la fuerza contra los manifestantes.
La misma suerte que Zamana corrió el pasado 17 de enero el general Guennadi Vorobiov, comandante en jefe del Ejército de Tierra, quien protestó por las leyes «represivas» promovidas por Yanukóvich el día anterior. Fueron cesados también los jefes de varias regiones militares.
Lébedev admitió hace unos días que, en caso de que fuera establecido el estado de emergencia, «las tropas tendrían que salir a la calle». El ministro de Defensa ha recibido muchos reproches de la oposición por haber desplegado en Kiev dos unidades de intervención rápida de alta eficacia como son la Brigada Paracaidista número 25, acuartelada en Dnepropetrovsk, y el Regimiento Aerotransportado 79, con base en Nikoláyev. Lébedev explicó que sus misiones consistían exclusivamente en vigilar los depósitos de armas de la capital.
De todas maneras y pese a las constantes promesas de que no habrá injerencia militar y al hecho de que el Ejército ucraniano siempre se mantuvo neutral en cuestiones de política, los temores a que en esta ocasión se rompa esa tónica tienen su fundamento.
El mes pasado, el generalato se dirigió a Yanukóvich en un comunicado instándole a «adoptar medidas inaplazables para estabilizar el país y lograr la concordia en el seno de la sociedad». La dirección castrense calificaba de «intolerable» la toma de edificios oficiales por parte de los activistas del Maidán, ya que, señalaba el escrito, «se pone en peligro la integridad territorial de Ucrania». La integridad territorial del país es lo que parece estar ahora en juego a causa de la situación de duplicidad de poder surgida en Ucrania. El analista Victor Gvozd, está convencido de que «si se utiliza el Ejército en este enfrentamiento se partirá en dos mitades y combatirán entre ambas».
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Timoshenko, aclamada en Maidan: «Los héroes nunca mueren»
La ex primera ministra Timoshenko, tras ser liberada, se desplazó a Kiev, desde donde se dirigió a los miembros del Euromaidan Reuters
La liberación de Timoshenko, a pesar de ser una figura política que provoca grandes fobias y filias, fue acogida entre los manifestantes como una victoria más de su pulso al gobierno y, por lo tanto, un acercamiento a Europa. La ex primera ministra compareció en el estrado en una silla de ruedas: «No tenéis derecho a iros de la plaza hasta que haya un cambio real» en el país, proclamó entre aplausos.
Cuando los francotiradores disparaban al corazón de nuestros chicos, esas balas dolían, (pero) si no hay procesamiento judicial a los culpables, entonces será una vergüenza», añadió Timoschenko. «La gente que ha estado en Maidan y ha muerto son héroes. Los héroes nunca mueren, siempre estarán con nosotros, serán nuestra inspiración», proclamó. «No seremos dignos de la memoria de esas personas que murieron, que nos abrieron el camino, si no castigamos a todos y cada uno de aquellos que les arrebataron la vida, que golpearon a los estudiantes y a nuestros pacíficos religiosos», señaló la política, notablemente desmejorada y que sentada en una silla de ruedas anunció su candidatura a las elecciones presidenciales. «La dictadura ha caído», aseveró tras su salida de prisión, donde según el presidente del parlamento interino, «su vida corría peligro».
Era el colofón a un «día de la victoria» en el que, con escudos y bates de béisbol las Fuerzas de Seguridad de Maidan rodearon los principales edificios de Kiev y hasta estos puntos clave se acercaban los ciudadanos para inmortalizar este momento histórico. «Queremos hacernos una foto delante de nuestro Palacio Presidencial, porque es nuestro», reclamaba Igor, un joven de 23 años.
Según anunció el portavoz de los rebeldes, el asalto a las sedes gubernamentales sería pacífico y se velaría por la seguridad de todos los diputados encerrados en el Parlamento. Y así fue. Después de las votaciones, los diputados fueron escoltados a su salida ante una multitud que jaleaba el nombre de Timoshenko, cuando ya había sido anunciada su liberación. En la plaza de la Independencia, miles de ucranianos cantaban el himno nacional al unísono esperando la noticia de la destitución de su presidente. Y cuando ésta llegó, la multitud no pudo contener la alegría al escuchar en directo la votación del Parlamento. Después de tres meses de protestas Yanukovich era destituido. «Se ha hecho justicia», gritaban un grupo de jóvenes manifestantes radicales del Pravy Sektor. Caras de cansancio y de satisfacción entre los veteranos de Afganistán. «Ahora debe de pagar por todos los muertos, debe ir a la cárcel», repetían. Y la multitud volvió a enloquecer al conocer que los jefes de la Policía y servicios especiales se unían al pueblo. «Justicia», jaleaban los manifestantes. A pesar de la toma de poder el ya ex presidente ucraniano Viktor Yanukovich compareció en televisión para asegurar que no dimitía y acusó a los rebeldes de protagonizar un «golpe de Estado». Ya era tarde. A nadie en Maidan y alrededores le preocupó lo más mínimo lo que tenía que decir.
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