- Ángel Sanz Briz salvó a más de tres mil judíos húngaros acogiéndoles en la embajada de Budapest. Siempre se ha dicho que actuó por cuenta propia. Tuvo la fuerza de voluntad pero también recibió las órdenes del gobierno de Franco
En aquella ciudad, Ángel Sanz Briz,un diplomático de poco más de treinta años, encargado de negocios de la embajada española, mandó un informe fechado en el verano de 1945 en el que, por primera vez, se informaba por una vía oficial al gobierno de Franco de la existencia de los campos de exterminio.
Desde aquel momento, Sanz Brinz dedicó sus esfuerzos a salvar al mayor número de judíos dándoles cobijo en cuatro casas que alquiló y documentación que acreditase su nacionalidad española. Era un héroe, y los héroes actúan solos, por encima de la razón de Estado, dice la leyenda. Sin embargo, bastaba con acudir a los archivos –entre ellos, a los del propio Ministerio de Asuntos Exteriores de España– para comprobar que no actuó únicamente con conocimiento del Gobierno franquista, sino siguiendo sus directrices. Esa es la tesis mantenida por Arcadi Espada en «En nombre de Franco» (Espasa). Un tema tabú, territorio predilecto para este periodista que ha hecho de lo «factual» (la verdad de los hechos tangibles y demostrables) algo más que un método periodístico, especie de higiene moral. Porque si bien en un primer momento existió un franquismo caníbal que mandó tropas a luchar en Rusia y juraban fidelidad a Hitler, también hubo políticos que no se dejaron hipnotizar por canciones y banderas. Fue el caso del conde de Jordana, ministro de Exteriores de Franco, que diseñó un plan en el caso de que Alemania perdiese la guerra, posibilidad cada vez más cercana. Y en esos planes entraban que España tuviese un papel activo en la ayuda a los judíos que ya eran conducidos a Auswitch para su exterminio. A veces, la razón de estado coincide con la razón moral. ¿Y la conspiración judeo-masónica, aquel lema franquista? En discurso alguno de Franco aparece dicha expresión, sostiene el autor.
A Espada también le gusta hablar de «decapar» la Historia, quitarle manos de barniz mitológico para dejar una verdad desnuda y, claro, contradictoria. Por ejemplo, nadie pone ahora en duda que el papel decidido del nuncio vaticano en Budapest, Angelo Rotta, fue clave en la resistencia de los judíos. Ahí, en ese «sfumato» idílico, aparecen escondidos personajes que acabaron siendo decisivos. Fue el caso del italiano Giorgio Perlasca, que colaboró con Sanz Briz en la apertura de cuatro casas para acoger a los judíos y acabó siendo el único héroe de leyenda (hasta en el Museo del Holocausto de Budapest se le recuerda a él y no a Sanz Briz ante la pasividad de nuestras autoridades), un aventurero que jugó hasta el final su papel (y que llegó a escribir que a Sanz Briz le movía más su relación con una rica aristócrata dueña), o a uno de esos secundarios que hacen grande las películas porque les da profundidad, el abogado Zoltán Farkas, al que el libro convierte en el verdadero hombre en la sombra, culto y audaz, que muere en el patio de la embajada española a causa de una granada, el día después de que los rusos entrasen en Budapest.
Factual es la palabra. Las fuentes que maneja Arcadi Espada van marcando el itinerario del relato hasta construir una historia en la que sus partes no acabarán de casar nunca. El relato se construye a través de vacíos, de retales sueltos. Va desde el periodista Eugenio Suárez, autor de «Corresponsal en Budapest» y testigo de aquella Europa en guerra, al manejo de archivos oficiales (el agradecimiento a Sergio Campos es obligado en este capítulo) o la localización de los hijos de los protagonistas, lo que ofrece una última lectura sobre la tramoya de la Historia: aquellos hijos que desconocían lo que sus padres habían hecho. Sólo las huellas, los documentos y los testigos poden escribir la historia. Es la huella de un pie en la nieve lo único que nos demuestra que la existencia de un hombre.
A FONDO: ÁNGEL SANZ BRIZ
Ángel Sanz Briz,
llamado el Ángel de Budapest (Zaragoza, 28 de septiembre de 1910 – Roma, 11 de junio de 1980), fue un diplomático español, que actuó en la época de la Segunda
Guerra Mundial (en este conflicto, España se mantuvo como
no
beligerante). En 1944, actuando por
cuenta propia, "oficialmente" con independencia del
gobierno de Franco (pero sin sufrir tampoco
represalia alguna por ello), contribuyó a salvar la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionando
pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí en virtud de un antiguo Real
Decreto de 1924 del directorio militar
de Primo
de Rivera, y posteriormente a cualquier judío
perseguido. Por estos hechos, fue reconocido por Israel como Justo entre las Naciones.
Posteriores
descubrimientos en la correspondencia diplomática revelaron que Sanz Briz
informó en 1944 al Gobierno de Francisco Franco de la existencia del
Holocausto.
Tras estudiar Derecho, ingresó en la Escuela Diplomática, finalizando sus
estudios poco antes del inicio de la Guerra Civil Española. Tras su
comienzo, se enroló en las tropas franquistas.
Hungría
En 1942 contrajo matrimonio con Adela Quijano y recibió su
segundo destino como Encargado de negocios en la Embajada española en Hungría, un Estado aliado al
Eje, pero que no
había puesto en práctica medidas de exterminio de los judíos como las que ya
estaban en marcha en toda la Europa ocupada por los nazis.
En marzo de 1944
Alemania invadió Hungría y el propio Adolf Eichmann se trasladó a Budapest para supervisar los planes de exterminio de
la comunidad judía del
país, donde fueron asesinados durante el holocausto unos 565.000 judíos por los nazis.
El 25 de junio de 1944 Sanz Briz envía una carta informando a Madrid de las
disposiciones anti-judías:
- Los judíos no podrán salir de sus casas más de 2 horas diarias y solamente por razón de actividades públicas o para realizar compras.
- Queda prohibido a los judíos comunicarse por las ventanas.
- En los refugios habrá una sala para los judíos y otra separada para los vecinos, preferentemente en el lugar más seguro.
- En los tranvías los judíos solamente podrán ir en el segundo vagón.
- Se prohíbe a los vecinos albergar a los judíos.
A los judíos se les obliga a entregar las joyas de oro y plata, los aparatos
de radio, las bicicletas y los esquíes.
En 2 meses 500 000 personas fueron expulsadas de sus casas.
Sanz Briz informa a Madrid por carta (Entrada 5151 en el Archivo de Europa,
15 de septiembre de 1944):
No obstante, en la nota verbal de referencia no se hace mención al hecho de que entre las 500 000 personas deportadas había un gran número de mujeres, ancianos y niños perfectamente ineptos para el trabajo y sobre cuya suerte corren en este país los rumores más pesimistas
Los judíos son confinados en las casas estrelladas mientras esperan el
turno de su deportación.
Sanz Briz envía planos de los campos de exterminio a Madrid e informa:
se les asesina por medio de gas
Indignado por los planes
nazis, Sanz Briz decide, con el conocimiento del gobierno franquista,
proporcionar documentos españoles a los judíos sefardíes que pudiese encontrar y
negociar con las autoridades húngaras
(títeres de los ocupantes alemanes) el traslado a lugar seguro de dichas
personas. Sanz Briz procede a proteger las vidas de unos 5 200 judíos, usando su
influencia y contactos (también su dinero, con el que sobornó al
gauleiter alemán), así como edificios alquilados con los fondos de la
embajada que rotuló como "Anejo a la legación española". Los métodos que siguió
los describió él mismo en el libro Los judíos en España:
Conseguí que el Gobierno húngaro autorizase la protección por parte de España de 200 judíos sefardíes (...) Después la labor fue relativamente fácil, las 200 unidades que me habían sido concedidas las convertí en 200 familias; y las 200 familias se multiplicaron indefinidamente, con el simple procedimiento de no expedir salvoconducto o pasaporte alguno a favor de los judíos que llevase un número superior al 200.
Así, de los 5 200 judíos
cuya vida pudo salvar, sólo unos 200 eran de origen sefardí. En agosto de 1944
envió al Gobierno español un informe en francés realizado por dos presos
escapados, que detallaba el genocidio que estaba siendo cometido en el campo de concentración de
Auschwitz.
El informe iba acompañado de una carta de Sanz que confirma la autenticidad de
lo relatado:
Su origen, pues, le hace sospechoso de apasionamiento. Sin embargo, por los informes que he podido obtener de personas no directamente interesadas en la cuestión y de mis colegas del cuerpo diplomático aquí acreditado, resulta que una gran parte de los hechos que en él se describen son, desgraciadamente, auténticos.
Sanz Briz busca la base legal y afirma que los judíos sefardíes tienen
derecho a la nacionalidad española por ser descendientes de los judíos sefardíes
expulsados por los Reyes Católicos.
Los busca en las estaciones de donde salían los deportados y en las
marchas de la muerte, que eran columnas de deportados que caminaban hacia
su cautiverio.
Solo encuentra a 70 familias sefardíes.
Interpretando generosamente la ley española entrega pasaportes provisionales
a todos los judíos no sefardíes que tengan parientes en España.
En octubre de 1944, Adolf Hitler depone el
gobierno de Miklós
Horthy. El Parlamento vota a Ferenc Szálasi, líder del Partido de la Cruz Flechada como
Jefe de Estado y Primer Ministro.
El 18 de noviembre de 1944 Sanz Briz suscribe el Documento de protesta de
las Legaciones Neutrales por crueldades contra los judíos en el que se
afirma:
las monstruosas crueldades que sufre la población judía.
Se crea un gueto alrededor de la Gran Sinagoga donde se hacinan decenas de
miles de judíos.
El diplomático sueco Artur Balenberg, el representante del Papa en Hungría,
Angelo Rota y Sanz Briz crean la carta de protección, que es un documento que
entregan a los judíos que lo piden. El documento acredita que su titular se
encuentra bajo la protección de los países neutrales.
Miles de judíos se amontonan en las legaciones sueca, suiza, vaticana y
española.
La legación española aloja a sus protegidos en 11 casas protegidas que están
bajo la inmunidad diplomática y se consideran territorio español.
El 24 de octubre de 1944 el ministro de Asuntos Exteriores Lequerica escribe
a Sanz Briz:
ruega se extienda la protección a mayor número de judíos perseguidos.
Sin embargo, Lequerica había escrito desde Vichy el 29 de septiembre de 1943
un informe sobre el peligro judío:
Asunto: Paso clandestino de la frontera española. El peligro judío.
Ante la inminente caída
de Budapest en manos del Ejército Rojo, el gobierno español le ordena
abandonar la embajada y se traslada a Suiza el 30 de noviembre de 1944.
Giorgio Perlasca, un
veterano italiano de la Guerra Civil Española, ciudadano
español honorario, que había estado ayudando a Sanz Briz en sus tareas de
protección de los judíos, continuó su labor utilizando documentos de identidad
españoles falsificados por él mismo, en los que declara ser el cónsul español en
Budapest.
El 1 de diciembre de 1944 Perlasca hace su ronda por las casas protegidas y
en una de ellas ve que los cruciflechados han sacado a todos sus
habitantes y los tienen formados en la calle.
Los cruciflechados han sido informados desde la frontera que Sanz Briz
ha abandonado Hungría y por tanto ya no hay embajada española y ya no hay motivo
para mantener la protección de los judíos españoles.
Perlasca dice que es una equivocación porque están fallando las líneas de
comunicación. Dice que Sanz Briz se fue a España por un breve período de tiempo
para recibir instrucciones personales, pero que mientras tanto es Perlasca el
que dirige la embajada.
Perlasca no era desconocido para las autoridades húngaras porque acompañaba a
Sanz Briz a casi todas las gestiones con las instituciones húngaras.
Perlasca dice:
Sanz Briz volverá con el reconocimiento del gobierno cruciflechado bajo el brazo. Yo estoy al frente de la legación española.
Esto es completamente falso porque Perlasca nunca fue diplomático.
Perlasca consigue que
los judíos "españoles" sigan a salvo hasta que el 16 de enero de 1945 en que los
soviéticos
entran en Budapest.
La historiadora Mayte Ojeda descubrió una carta en un archivo de Washington
en la que Sanz Briz desde San Francisco se dirige a Perlasca:
No olvide usted que la decisión de meter gente en los locales de la Legación fue de mi propia iniciativa, sin previo permiso de Madrid, y motivada por el terror que entonces reinaba en la capital húngara.
Carrera
diplomática posterior
Sanz Briz continuó su
carrera diplomática y fue destinado a San Francisco y Washington (Estados
Unidos), Lima, Berna, Bayona, Guatemala, La
Haya, Bruselas y Pekín (1973, donde fue el primer embajador
español).
En 1976 fue destinado a
Roma como embajador de España ante la Santa Sede, donde falleció el 11 de junio de 1980.
RECONOCIMIENTO
En 1991, el Museo del Holocausto Yad Vashem de Israel distinguió su acción y reconoció a sus herederos
el título de Justo entre las Naciones, inscribiendo
su nombre en el memorial del Holocausto. En 1994 el gobierno húngaro le concedió
a título póstumo la Cruz de la Orden del Mérito de la República Húngara y en la
la Gran Sinagoga de Budapest ( la segunda más grande del mundo después de la de
Nueva York) actualmente hay una placa que lleva su nombre. Fue el primer
diplomático español que apareció en un sello de correos de
España. Se le conoce popularmente como el "Schindler" español y, aunque su caso
no sea tan famoso como el de Schindler, Sanz Briz salvó a muchos más judíos que
Schindler.
A lo largo de su carrera diplomática, Ángel Sanz Briz fue reconocido, entre
otras, con las siguientes condecoraciones:
- Gran Cruz de la Orden de Carlos III (España).
- Gran Cruz del Mérito Civil (España).
- Gran Cruz de la Orden del Quetzal (Guatemala).
- Gran Cruz de la Orden Orange-Nassau (Países Bajos).
- Gran Cruz de la Orden Leopoldo II (Bélgica).
- Gran Cruz de la Orden de Malta (Vaticano).
- Gran Cruz de Gregorio Magno (Vaticano).
Personas salvadas
Entre las 5 200
personas salvadas por Ângel Sanz Briz y Giorgio Perlasca están:
- Ivan Hasany
- Eva Lang
- Jaime Vandor
- Enrique Vandor
- Eva Szécsi
- Anikó Hoppe
MPOSICIÓN Y ARCHIVO FOTOGRÁFICO
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