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sábado, 26 de marzo de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LIBIA,"ODYSSEY DAWN"






Operación 'Odyssey Dawn': La compleja odisea de los aliados en territorio africano

'Odyssey Dawn'. Sólo el nombre de la operación de los aliados en Libia para frenar al dictador Muamar Gadafi ha sido controvertido. ¿Odisea al amanecer? ¿El alba de la odisea? Amanecer de Odisea, se ha bautizado finalmente. Y en verdad que la acción de la 'coalición de París' en el país norteafricano está siendo toda una sucesión de peripecias.
El regreso de los 'Tomahawk'

El pasado 17 de marzo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su 6.498ª sesión, aprobaba la resolución 1973, por la que daba 'luz verde' a "proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles que estén bajo amanaza de ataque en la Jamahiriya Árabe Libia, aunque excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera". Para ello, se establecía "una prohibición de todos los vuelos en el espacio aéreo " de Libia.

Dos días después, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tomaba las riendas de las operaciones de los aliados, anunciándolo en París. En ese momento cazas franceses sobrevolaban Bengasi (la capital rebelde, asediada por las tropas de Gadafi) y destrozaban los blindados del dictador, mientras EEUU lanzaba 112 'Tomahawk' y los 'Tornado' británicos inutilizaban las baterías antiaéreas.
Los objetivos

El fin de la misión era 'frenar la locura asesina de Gadafi', tal y como declaró Sarkozy. Esa locura se estaba ensañanado con Bengasi y los bombardeos de la coalición evitaron que hubiera una masacre en la ciudad. Tras acabar con los blindados del coronel que rodeaban la localidad y 'limpiar' el cielo de aviones del régimen, los ataques de la coalición se centraron en Trípoli. Desde entonces, cada noche, aparatos aliados sobrevuelan la capital y destrozan bases militares y baterías antiaéreas.

El portavoz del Gobierno libio ha asegurado que los ataques de la coalición han causado decenas de víctimas civiles. Sin embargo, la coalición lo rechaza. De hecho, la finalidad de no causar bajas entre la población ha llevado a los aliados a un supuesto 'punto muerto' y a dejar a ciudades como Misrata en manos de descontrolados francotiradores. La coalición sólo bombardea en los alrededores de las poblaciones, refugiándose los blindados y hombres del dictador dentro de ellas.
¿Quién manda ahí?

La operación 'Amanecer de Odisea' ha estado liderada por franceses, estadounidenses y británicos, con apoyo aeronaval español y una participación activa de dos países árabes: Emiratos Árabes Unidos y Qatar. La participación de la Alianza Atlántica en la misión militar ha sido el asunto más discutido a lo largo de esta semana. Mientras países como Estados Unidos o Italia lo apoyaban, otros como Francia, Alemania o Turquía lo rechazaban. Al final, según lo pactado el jueves por la noche, la OTAN tendrá el mando militar en las operaciones y asumirá en breve el control de la zona de exclusión aérea.

En Libia, quien sigue controlando sobre el terreno (que no sobre el cielo) es el líder libio, Muamar Gadafi. La coalición ha insitido en que su objetivo no es el coronel. Éste sigue supuestamente en Trípoli, bajo los bombardeos nocturnos aliados, aferrado al poder y mandando a sus adeptos contra los rebeldes. Por su parte, los sublevados mantienen cruentas batallas con las huestes de Gadafi en Misrata, Ajdabiya y Zintan, y sólo mantienen bajo su control desde Bengasi hasta la frontera con Egipto.
Y ahora, ¿qué?

Los aliados no están dispuestos a dar un paso atrás y seguirán vigilando el espacio aéreo libio. El régimen del coronel sólo ha violado hasta ahora una vez la zona de exclusión aérea. Fue el jueves, cuando un 'Rafale' francés abatió un caza libio que sobrevolaba Misrata. A su vez, seguirán bombardeando a las fuerzas de Gadafi y la OTAN patrullando las aguas del Mediterráneo para hacer cumplir el embargo de armas y mercenarios impuesto por Naciones Unidas.

Más allá de estas acciones, se desconoce los siguientes pasos a dar si el dictador se enroca en su 'trono'. Estados Unidos no está dispuesto a ir mucho más allá del 'músculo militar' que ya está enseñando, por lo que las discusiones diplomáticas se están intensificando y Francia y Reino Unido hablaban ayer de una "iniciativa política" que solucionaría la crisis.

Ante el pesimismo de que poco o nada más se pueda hacer o la previsión de una larga guerra, hay otros que apuestan por los mensajes optimistas, como Jaeri Aboshagor, representante británico en la Liga Libia por los Derechos Humanos: "Es una situación muy complicada, pero la gente confía en que todo irá bien. De hecho, [sin la operación aliada] los luchadores por la libertad [los rebeldes] habrían sido aniquilados".

En las entrañas de la cárcel de Gadafi

Ghaith Abdul-Ahad, el corresponsal de 'The Guardian' enviado a Libia, ha pasado dos semanas detenido. En un artículo publicado por el periódico para el que trabaja, describe el "brutal" sistema penitenciario del régimen.

El periodista viajaba junto al corresponsal del diario brasileño 'Estado de Sao Paulo', Andrei Netto, de 34 años, y algunos rebeldes, cuando fue capturado.

Su idea era la de ir hasta Zawiya, pero cambiaron de planes porque los soldados de Gadafi bloqueaban la carretera principal y tras adentrarse por el desierto se dirigieron rumbo a Sabratha. Allí, según su relato, se apreciaba que habían estado los partidarios de Gadafi: los edificios de los servicios policiales y de inteligencia estaban carbonizados, pero no tenían las nuevas banderas verdes del régimen.

Los dos periodistas se separaron de sus acompañantes rebeldes y se refugiaron en una casa vacía a medio construir, lejos de los milicianos. Esa noche, cuatro hombres se acercaron al lugar, vestidos con ropa deportiva oscura y con palos, a excepción de uno, que tenía un arma.

"Cuando rodearon la casa no había forma de escapar", dice. Relata cómo les zarandearon y les obligaron a bajar la cabeza mientras despotricaban contra ellos: "¡Hijos de puta!, ¡Judíos y sionistas! 'traidores árabes! ¿Vosotros queréis derrocar a Gadafi? ¡Nosotros vamos a violar a vuestras sus madres! Gadafi os enseñará!".
Interrogatorio

Le llevaron a una camioneta y golpearon a su compañero en la cabeza con una tubería metálica. Durante el viaje, uno de los hombres les pegaba con un palo. Su destino fue una prisión, "que ahora sabemos que está en Trípoli". Allí ambos periodistas estuvieron separados.

Tras interrogarle durante cuatro horas aún con los ojos vendados le "empujaron" hasta la celda, a la número 11: Sin ventanas, de 2,5 metros por 1,5 metros, pintada en gris oscuro e iluminada por una bombilla débil. Dentro había un colchón sucio, una manta y una almohada manchada. Un murete separaba el asiento del inodoro -roto y cubierto con una gruesa corteza marrón-. Había un fuerte olor de las aguas residuales, dice Abdul-Ahad. "Era el miércoles dos de mazo. La prisión sería mi casa durante una quincena".

Fue testigo de cómo los guardias, con pantalones de combate, se pasaban día y noche empujando a prisioneros encadenados dentro y fuera de las celdas. Uno de ellos, un poco más hablador, le contó que "Todas las personas que están capturando son infiltrados de Al Qaeda".

El mismo hombre, otro día, lanzaba elogios al coronel Gadafi. "Nosotros le amamos [...] Con él hemos sobrevivido a tantas cosas... [...] No es sólo nuestro líder, es un filósofo y pensador. Es todo".

No obstante, según su testimonio, peor que los guardias, el miedo y el olor eran los desvaríos de un preso de su mismo pasillo, que no paraba de gritar y llorar. "Días más tarde descubrí que él, como muchos otros, estaba siendo interrogados y golpeados regularmente", dice.
Esperanza frustrada

Cuenta que en las primeras horas del domingo 06 de marzo se inició un tiroteo fuera de la prisión. Comenzó con una pocas ráfagas de disparos de armas pequeñas, pero después se escucharon cañones antiaéreos. "En un momento, las armas estaban siendo disparados desde algún lugar justo al lado de las celdas".

Los internos se emocionaron pensando que quizás eran los rebeldes que iban a asaltar la cárcel y que había llegado a Trípoli. Pero todo siguió igual. Un oficial empujó el desayuno por la escotilla de la puerta y dijo "Los sucios europeos vamos a aplastaros con la punta de nuestros zapatos. Si los perros rebeldes vienen aquí a atacar vamos a morir todos juntos".

Abdul-Ahad asegura que la noche después de la batalla las celdas comenzaron a llenarse, algunas hasta con tres reclusos. "Había un hombre de Zwara, otro de Zawiya, y un hombre regordete de pelo gris llamado Richard que habla inglés con acento americano", explica.

Cuenta que le trasladaron a una celda más grande en una planta superior que estaba al lado de dos salas de interrogatorio que siempre estaba en funcionamiento. "Cada interrogatorio comenzaba y terminaba con el sonido tintineante de un hombre andando con grilletes. El loco fue llevado para ser interrogado por lo menos dos veces", añade.
La historia del bangladesí

El jueves 10 de marzo le sacaron de aquella celda grande y le llevaron a la celda número 18 en el pasillo de la planta baja. También era oscura, pequeña y sucia, pero esta vez iba a compartirla con otro preso.

"Estaba sentado en un colchón desgarrado, con la espalda apoyada contra la pared y las piernas cubiertas con una manta sucia amarilla y roja. Tenía el pelo peinado hacia atrás y una barba blanca de unos días. "Bangladesh", dijo señalándose a sí mismo. Estaba temblando dentro de una fina camisa".

Le contó su historia con frases entrecortadas: trató de viajar desde su país a Arabia Saudí para trabajar, pero al final sólo consiguió un visado para Libia. Allí llegó a Libia en una visa de turista que pronto expiró y el permiso de trabajo y empleo que le habían prometido nunca llegó, pero trabajó de todos modos en Bengasi y en Trípoli.

Cuando los combates y las manifestaciones comenzaron y los extranjeros empezaban a abandonar el país, le pidió a su jefe libio que le pagara el dinero que le debían para poder salir. Pero el jefe sólo le decía que esperara.

Mientras todos sus amigos se fueron de Túnez, él se quedó a esperar sus 800 dinares. "Un soldado me detuvo y me preguntó dónde estaba mi visado. Me golpearon y me trajeron aquí... En todas partes hay trabajadores de Bangladesh, sólo aquí en Libia te encierran en una habitación con llave", le explicó su compañero de celda.
La liberación

Al día siguiente, el periodista fue trasladado solo de nuevo. "Hacia el final de la segunda semana me di cuenta de pequeñas diferencias en la forma en la que fui tratado. El día 12, un guardia trajo un cepillo de dientes. El día 13, una pastilla de jabón y champú. El día 14 me trajo una taza de café e incluso se ofreció un cigarrillo", relata.

Asegura que no le dieron información sobre lo que estaba pasando fuera o por qué estaba detenido. Tras varios amagos de liberarle, en los que le vendaban los ojos y le montaban en una camioneta para volver a trasladarle a su celda después, el miércoles 16 de marzo le dieron sus cuadernos y su cámara y con los ojos vendados otra vez subió a la furgoneta.

La camioneta se detuvo, un guardia le quitó la venda y vio que estaban frente a un gran edificio. Un segundo hombre se le acercó y le llevó hacia una escalera de mármol. "En la parte superior me encontré con tres colegas del 'Guardian' esperando para recibirme y sacarme de Libia. El periodista brasileño Andrei Netto, según me dijeron, había sido liberado seis días antes".

El ministro británico de Justicia cree que Gadafi se vengaría con otro Lockerbie

Un nuevo Lockerbie. Eso es lo que, según el ministro británico de Justicia, Kenneth Clarke, podría organizar el coronel libio Muamar el Gaddafi, en represalia a los ataques de la coalición.

Según ha afirmado en una entrevista 'The Guardian', "Los británicos tienen buenas razones para recordar esta calamidad. Gadafi de vuelta al poder, el viejo Gadafi, buscaría venganza. Tenemos todas las razones para evitarlo".

Clarke justifica de esta manera la acción de la coalición sobre Libia. Recuerda el atentado con bomba que el 21 de diciembre de 1988 hizo estallar un avión estadounidense en pleno vuelo, sobre la localidad escocesa de Lockerbie. Murieron 270 personas.

Fuente Diario "EL MUNDO"


Trípoli, una ciudad a la espera
Los habitantes de la capital aguardan la llegada de los rebeldes entre la escasez de gasolina y de víveres

Para bien o para mal, según el amor o el odio que se le profese al coronel Gadafi, Trípoli espera la llegada de las tropas rebeldes del este del país. Los opositores armados están aún muy lejos de la capital, pero los bombardeos de la coalición de fuerzas extranjeras han extendido la idea entre los tripolitanos de que pronto habrá batalla en las calles. La ciudad empieza a prepararse para ese momento.

Las colas para repostar eran ayer kilométricas en algunas estaciones de servicio. Había comenzado el racionamiento. Un centenar de conductores aguardaba bajo el sol durante horas para alimentar sus vehículos con un máximo de cinco dinares (unos tres euros), suficiente para llenar unos 30 litros de combustible. "Estos son los problemas que nos quieren causar, quieren que este país, que tiene petróleo, se quede sin él. Pero no podrán con nosotros ni los americanos, ni los ingleses ni los franceses", dijo un taxista golpeándose el mentón con el dorso de la mano en señal de desprecio.

Tampoco hay pescado fresco. Los que faenaban en las costas libias eran egipcios y la mayoría huyeron en los primeros días del conflicto. El único pescado que llega es congelado, pero a pesar de ello, los partidarios de Gadafi que pasan por los puestos aseguran que no es así. "¿Es fresco?". "Sí", contestan, "mia, mia", expresión libia que puede traducirse como "al ciento por ciento" y que muchos usan para convencer de que en Trípoli no pasa absolutamente nada.

Pero nada de "mia, mia". Las obras en algunos edificios que aspiraban a convertirse en los nuevos rascacielos de la ciudad se han parado y gran parte de los comercios están cerrados. Si uno da un paseo en coche por la ciudad tiene la sensación de estar atravesando una urbanización de vacaciones fuera de temporada.

A un hotel de Trípoli llega un paquistaní que perdió su trabajo cuando sus compatriotas abandonaron el país y dejaron el negocio de compraventa de oro. "Usted me prometió la semana pasada que habría trabajo para mí", le dice al recepcionista en un pobre inglés. El empleado del hotel le explica que el viernes, día de rezo, no es el mejor momento para pedir trabajo y el paquistaní se marcha con la promesa de que habrá más suerte el sábado. "No conseguirá nada", dice el recepcionista luego, "no necesitamos tanto personal para atender a unos cuantos periodistas".

En barrios como Tajura y Soug al Jumaa, al este de Trípoli, un ejército de jóvenes, intelectuales, médicos, abogados y otras profesiones liberales se prepara para tomar las calles en cuanto se sienta con fuerzas para afrontar a las milicias de Gadafi. Estos se han hecho con fusiles y hacen ostentación de su fuerza en las calles disparando al aire en cuanto ven las cámaras de televisión. "Hay que tener paciencia", dice un ingeniero contrario al régimen, "el momento está cerca pero hay que ser muy precavidos. Si el pueblo sale a la calle no puede fallar esta vez. El golpe tiene que ser definitivo".

"Hay mujeres que celebran los bombardeos", dice otro profesional disidente. "Están encerradas en casa por miedo, pero cuando llegan los bombardeos se ponen alegres y se habla de la libertad. Son muchos años de dictadura y han pasado muchas cosas horribles. Esto tiene que acabar ya".

Al caer la noche, los jóvenes que apoyan a Gadafi vuelven a concentrarse en la plaza Verde para lanzar fuegos artificiales y retar a los aviones. La capital se ha convertido también en un escenario donde el régimen trata de representar un papel ante los medios de comunicación. Como viene siendo habitual desde que empezaron los bombardeos, el Gobierno llevó ayer a un centenar de periodistas para contarles una historia que carecía de sentido.

Se trataba de una granja en Tajura que, según la versión oficial, había sido bombardeada. La casa, frente a un jardín con palmeras, estaba tal y como la habían dejado sus ocupantes cuando oyeron la sacudida. En la sala de estar, una televisión en el suelo, unos vasos de zumo volcados y unas cortinas descolgadas. Uno de los muros del porche había cedido unos centímetros y se podían observar claramente las grietas. Las paredes de la finca tenían cientos de agujeros de bala de pequeño calibre. La trayectoria de los proyectiles indicaba que los disparos habían sido hechos desde el tejado de la casa. En el jardín había un pequeño agujero junto a una palmera. Alrededor, los restos de la cola de un misil. Sin embargo, no había nada quemado. Ni una señal de la explosión. No se sabe a ciencia cierta lo que pasó, pero lo que es seguro es que la casa no presentaba evidencias de haber sido bombardeada.

Séptima noche de bombardeos de los aliados en Libia

Los aliados bombardean el barrio Tajoura de Trípoli, donde han golpeado una instalación militar.- Rebeldes y leales a Gadafi combaten por controlar Misrata y Ajdabiya

Los bombardeos de los aliados han seguido en la sétima noche desde que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobar tomar todas las medidas necesarias para establecer una zona de exclusión aérea con el objetivo de proteger a los ciudadanos. Si a lo largo de la jornada de ayer los combates se centraron en las ciudades de Misrata y Ajdabiya, esta noche Tajoura, uno de los más barrios más activos de Trípoli en contra del régimen de Gadafi, ha sido el blanco. Hasta tres explosiones se han escuchado en esta zona del este de la ciudad, golpeando una instalación militar situada en el este de la capital, según la televisión libanesa y varios testigos.

"El barrio ha sido sacudido por tres explosiones sucesivas. Los cristales de las ventanas han explotado. El ataque ha golpeado una instalación militar de radares que está en llamas", ha indicado un habitante de la zona. En el barrio están situados muchos enclaves militares, por lo que se trata de una zona que continuamente ha sido blanco de los aliados desde que iniciaron la operación el pasado día 19.

Esta noche también ha habido ataques en la ciudad de Zlite, a 160 kilómetros al este de la capital y a unos 50 kilómetros de Misrata, según ha informado la televisión Al-Jamahiriya, que no ha precisado si los ataques han golpeado a enclaves civiles o militares.

Con la guerra en Libia empantanada, sin significativos avances ni de los rebeldes apoyados por los bombardeos de la coalición ni de las tropas de Gadafi, durante la jornada de ayer se volvieron a repetir los ataques aliados y las arremetidas gadafistas en Ajdabiya, que los insurrectos tratan de recuperar, y Misrata, que tratan de no perder. Aviones de la coalición bombardearon a las fuerzas de tierra de Gadafi en la ciudad de Ajdabiya, al este. También los leales al líder libio atacaron en la estratégica ciudad del este y se han hecho fuertes en algunas zonas de Misrata, única ciudad del oeste controlada por los rebeldes. Esta noche, los rebeldes han dicho que la artillería de Gadafi ha matado a seis personas en Misrata, entre ellas tres niños.

Como viene siendo habitual desde que empezó el conflicto, el baile en la cifra de muertos varía en función del bando. Esta noche el ministro de Sanidad del régimen de Gadafi, Khaled Omar, ha asegurado en rueda de prensa que desde que los aliados empezaron con sus bombardeos hace una semana 114 personas han muerto y otras 445 han resultado heridas. Unas cifras en las que no ha precisado cuántos de ellos son civiles y cuantos militares.

En Ajdabiya, aviones franceses y británicos lanzaron ataques durante la mañana. El ataque francés tuvo como objetivo una batería de artillería de las fuerzas de Gadafi. El Ministerio de Defensa británico también informó que un Tornado disparó misiles durante la pasada noche a los vehículos militares gadafistas. Los ataques aliados no han impedido la respuesta de los leales a Gadafi, que están apostados rodeando la ciudad.

Durante la tarde, un corresponsal de Reuters a las afueras de Ajdabiya informó de que se escucharon tres explosiones seguidas de una gran columna de humo negro sobre la zona este de la ciudad. Las fuerzas de Gadafi han estado disparando artillería para contener el avance de los rebeldes, que se concentran en los alrededores de la ciudad para lanzar otra ofensiva que les asegure su control. Un intento similar fracasó esta semana, pero esta vez, la concentración de fuerzas es mayor y la coordinación, mejor. Según la cadena Al Yazira, citando a fuentes de los sublevados, los rebeldes habrían conseguido entrar en Ajdabiya capturando a muchos partidarios de Gadafi.

Recuperar Ajdabiya sería un gran triunfo para los opositores a Gadafi en el este, tras perder la ciudad hace dos semanas ante las mejores equipadas fuerzas del régimen que estuvieron a las puertas de Bengasi antes de que comenzara la intervención aliada.

Hay multitud de vehículos que cargan lanzagranadas y ametralladoras pesadas. Los rebeldes han informado de que han contactado con los leales a Gadafi para lograr su rendición, pero que estos la han rechazado. Desde las afueras, han disparado fuego artillero contra los gadafistas en el interior. Cuentan con que los bombardeos aliados hayan minado su capacidad de fuego y, sobre todo, su moral, por lo que cuentan con recuperar la ciudad "hoy o mañana" según Mustafa Gheriani, portavoz de los rebeldes en Bengasi.

Dura lucha por Misrata

La situación en Misrata mejoró este viernes tras los ataques aliados de ayer, pero el panorama aún no es favorable a los rebeldes que mantienen un control precario de la única ciudad del oeste en sus manos. Los tanques del dictador alcanzaron por la noche el centro de la ciudad y sus francotiradores tomaron posiciones. La coalición tiene especial cuidado al lanzar ataques sobre ciudades porque quiere minimizar al máximo las bajas civiles. "Los francotiradores están escondidos en algunos edificios. No sabemos cuántos quedan, los rebeldes han matado a 30 de ellos", ha declarado un portavoz rebelde a Reuters. Los insurrectos aseguran, además, haberse hecho con el puerto de la ciudad, imprescindible para recibir suministros. Mientras, los residentes están sin agua, luz o teléfono.

El régimen asegura que no está llevando a cabo ninguna operación ofensiva y dice que sus tropas solo se están defendiendo cuando son atacadas. Sin embargo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha asegurado esta noche que Gadafi no está cumpliendo lo exigido por las resoluciones de la ONU. El enviado especial de la ONU a Libia ha amenazado al régimen con "medidas adicionales" si persiste en su actitud.

Siguen, por otro lado, las discusiones sobre el alcance del papel de la OTAN en el conflicto. Acordado ayer que la Alianza se hará cargo de la imposición de la zona de exclusión aérea, además, del bloqueo naval para impedir la llegada de armas al régimen de Gadafi, aún queda el fleco de los ataques sobre suelo libio. Hoy, el ministro británico de Exteriores, ha expresado su convencimiento de que finalmente la organización se hará con el control total de las operaciones sobre Libia. "Tengo toda la expectativa de que habrá un mando de la OTAN sobre toda la operación, no sólo de la zona de exclusión o el embargo naval, así que estamos haciendo grandes progresos para acordar estas cosas entre los miembros de la OTAN", ha dicho William Hague.

Paralelamente, Francia y Reino Unido están preparando una iniciativa para resolver por la vía "política y diplomática" la crisis en Libia.

La torpe propaganda del dictador
El aparato de comunicación del régimen delata sus propias contradicciones

Desde que el conflicto libio empezó, a mediados de febrero, el régimen del coronel Gadafi ha tratado de encontrar un estilo para contar la historia a su manera. Busca un tono profundo de "ideas filosóficas", en palabras de uno de sus portavoces, pero lo que le sale parece una broma.

El primer portavoz es el propio Gadafi. El coronel es dado a los discursos grandilocuentes. No había hablado desde antes de los ataques, pero ayer apareció por su cuartel de Bab el Azizia para arengar a las masas y convencerles de que se harían con la victoria. "La defensa más poderosa es el pueblo", afirmó. "No me he ido. Sigo aquí, en mi jaima", dijo para desmentir los rumores de que se había ocultado en el Sáhara. A él se deben también frases célebres de este conflicto como la que utilizó para explicar las razones de la revuelta: "Al Qaeda echa píldoras alucinógenas a los jóvenes en el Nescafé".

Las otras dos caras más visibles del régimen son las de Musa Kusa y Musa Ibrahim. El primero es el ministro de Exteriores, exjefe del servicio secreto y mano derecha de Gadafi. El ministro no es un virtuoso de la palabra; en sus comparecencias suele usar un tono de voz demasiado bajo para anunciar, por ejemplo, que se ha declarado el alto el fuego. A pesar de que trata de ser el rostro más amable del Gobierno, muchos libios disidentes le siguen viendo como el brazo ejecutor del régimen.

Quien traduce los mensajes del ministro al inglés es Musa Ibrahim. Es este un joven educado en la prestigiosa Royal Holloway de Londres, donde obtuvo un doctorado en estudios de Comunicación. El doctor Musa, como le suelen llamar sus colaboradores, lanza varios mensajes a lo largo del día. La mayoría contradictorios. Cuando comenzaron los ataques dijo que había 46 víctimas civiles. Luego dijo que esas cifras las había sacado de la televisión libia. Luego se dijo que no llegaban a la treintena. También aseguró que habían bombardeado un hospital y que los periodistas podrían hablar con los heridos. Han pasado cinco días de aquella declaración y ningún miembro de la prensa internacional alojada en Trípoli ha podido hablar con una sola víctima.

Musa Ibrahim dijo ayer que finalmente se conocería a alguna supuesta víctima civil de los bombardeos. Esto fue lo que pasó. Se organizaron dos viajes. El primero llevó a un grupo de periodistas a hablar con la familia de un soldado que cayó muerto en la ciudad de Bani Walid. El autobús se quedó sin gasolina en mitad del viaje. Tras repostar, fueron a hablar con la madre del soldado. Este murió hace unas semanas, pero no por los bombardeos sino en una batalla con los rebeldes.

En el segundo viaje, otro grupo de reporteros fue llevado a visitar la casa de una familia que habría sufrido ataques de la coalición. Los funcionarios dijeron que había víctimas. El convoy se paró en cuatro ocasiones, volvió hacia atrás y otra vez adelante. Los empleados gubernamentales se comunicaban por radio y preguntaban a la gente donde había caído el misil la noche anterior. Tras 45 minutos dando vueltas, los funcionarios reconocieron lo evidente: se habían perdido. El convoy regresó al hotel. "Lo sentimos. Quizás nos hemos apresurado. Cuando averigüemos dónde está la casa les llevaremos", prometió el doctor Musa.

Fuente Diario "EL PAÍS"


Sarkozy se queda con el liderazgo político

Es un presidente que se crece declarando bombardeos y buscando la paz. Por eso, Nicolas Sarkozy, que ya sacó pecho en Georgia y en Gaza, no quería que le quitaran su lugar bajo los focos en la ofensiva contra el régimen de Muamar Gadafi.

Y eso, a pesar de que tenía a casi todos en contra: unos, como Barack Obama, deseosos de abandonar un papel de mando mal visto entre sus votantes; otros, como Turquía, preocupados por lo que se califica de «borrachera intervencionista» francesa.

Sarkozy se presentó ayer ante la prensa satisfecho tras haber logrado la cuadratura del círculo que buscaba: la OTAN centrará su control en la compleja operación de mantener la zona de exclusión aérea, mientras que la protección de civiles, que también autorizó el Consejo de Seguridad, y que se ha ensanchado hasta justificar la masiva campaña de bombardeos por todo el territorio libio, seguirá desarrollándose por la coalición de voluntarios, cuyo liderazgo caerá en manos del directorio político propuesto por París.

Para celebrar el triunfo de esta bicefalia, que consagraron ayer desde el cuartel general de la Alianza en Bruselas, el presidente francés dijo, además, que presentará una iniciativa política y diplomática el próximo martes en Londres, donde se celebrará la primera reunión del directorio. En esta nueva aventura también buscó el apoyo del «premier» británico, David Cameron, quien ha sido su principal aliado para sacar, primero, la resolución adelante en el Consejo de Seguridad, y, después, para liderar la misión contra el régimen de Gadafi.

La propuesta franco-británica quiere probar que «la solución no puede ser sólo militar, sino también política y diplomática», dijo Sarkozy en la rueda de prensa posterior a la cumbre europea, aunque, sin embargo, no precisó en qué consistirá su plan.

La crisis de Libia ha acercado a Sarkozy y Cameron, quienes anudaron sus ideas mientras corrían ayer por un parque de Bruselas antes de que empezara la cumbre, y que fue uno de los puntos de la densa agenda de los líderes de la UE. Para borrar las huellas de la división que surgió entre los socios europeos respecto a la intervención contra Gadafi, a la que Alemania se opuso y de la que Malta se ha desligado totalmente, los Veintisiete mostraron «un amplísimo consenso» respecto a la misión, según dijo el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Las conclusiones de la cumbre europea subrayan que las acciones «tomadas en conformidad con el mandato del Consejo de Seguridad han contribuido significativamente a proteger a los civiles y las zonas habitadas bajo amenaza de ataque y ayudó a salvar vidas de civiles».

Zapatero se felicitó por la misión porque «por horas» se detuvo el ataque sobre Bengasi, la capital rebelde, en la que la represión posterior «podría haber causado muchas víctimas». La víspera, Sarkozy había dicho que sin la intervención de la coalición de voluntarios «Bengasi se hubiera convertido en otro Srebrenica», en referencia a la población donde los serbios masacraron a 8.000 bosnios.

Con las aguas tranquilas en la UE y en la OTAN, tras el visto bueno de Turquía a la participación en el bloqueo aéreo, la Alianza defendió ayer que mantendrá el control de sus propias operaciones. Eso sí, será parte «de un esfuerzo internacional más amplio», consagrando así la división entre el músculo aliado y la cabeza política que ha salvado para sí Sarkozy.

Fuente Diario "LA RAZÓN"


La mitad de los que dicen votar al PSOE apoyan la intervención de España y ven más motivos para actuar contra Gadafi que contra
Sadam


Si la guerra de Irak en 2003 tuvo un sensible rechazo entre la población española, la que ahora se está registrando en Libia, tampoco provoca grandes entusiasmos, según se desprende de los resultados de una encuesta elaborada por DYM para ABC. Quizás el único dato diferencial es que ahora quienes se confiesan votantes del PSOE tienden a justificar más la participación de España en la coalición militar que trata de frenar a Muamar Gadafi.

En concreto, sólo poco más de un tercio de los españoles (34 por ciento) considera que la intervención militar en Libia tiene más justificación que la que se produjo en Irak hace ocho años. Se trata de un porcentaje bastante menor que el de quienes consideran válidos los motivos que llevaron a lanzar la ofensiva contra el régimen de Sadam Husein: un 41 por ciento estima que la intervención en Libia está tan justificada como la que se hizo en Irak, e incluso hay un 10 por ciento que cree que ahora hay menos motivos para intervenir.

Las palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para explicar la necesidad de sumar a nuestro país a la coalición internacional contra Gadafi no parecen haber calado muy hondo, posiblemente por venir de quien hizo del «No a la guerra» su ariete contra el Ejecutivo de José María Aznar.
Entusiasmo limitado

Lo cierto es que, según la encuesta, únicamente un 9 por ciento expresa un entusiasmo absoluto por la participación de España y un 29 por ciento dice sencillamente que está a favor. En conjunto, un 38 por ciento, es pues favorable, un porcentaje ligeramente superior al de quienes se oponen a involucrar a las Fuerzas Armadas españolas en la guerra. Estos suman el 35 por ciento (20 por ciento, en contra; y 15 por ciento totalmente en contra).

Si se registra una gran diferencia es cuando se pregunta a los encuestados a qué partido votan. Entre los votantes del PSOE el apoyo (48 por ciento) supera ampliamente al rechazo (28 por ciento), mientras que entre los votantes del PP sucede lo contrario (35 por ciento a favor; 41 por ciento en contra).
Votantes socialistas

El entusiasmo de los votantes socialistas por la intervención en Libia contrasta con la actitud que mantuvieron cuando, en 2003, Aznar apoyó políticamente, con su presencia en las Azores junto a George Bush y Tony Blair, la intervención en Irak, aunque, en aquella ocasión, las Fuerzas Armadas no llegaron a participar en los ataques para derrocar a Sadam. Más de la mitad de los encuestados que dicen votar al PSOE (53 por ciento) ve más justificada la actuación militar contra el tirano libio que contra el dictador iraquí. Un 28 por ciento cree que las dos intervenciones están igual de justificadas.

Por el contrario, un 62 por ciento de los votantes del PP piensa que está tan justificada una como otra actuación y un 13 por ciento, opina que ahora hay menos motivos para actuar que en el caso de Irak.
Zapatero no ve riesgo de terrorismo
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró ayer desde Bruselas que «no hay ninguna previsión especial» sobre la posibilidad de que la participación de España en la coalición internacional que interviene militarmente en Libia pudiera traer consigo un aumento del riesgo de acciones terroristas en nuestro país.
Zapatero destacó que España «tiene una capacidad permanente de seguimiento y actuación ante cualquier riesgo en materia terrorista», pero recalcó que «no hay nada concreto».
Según el jefe del Ejecutivo, la resolución 1973 ha tenido «resultados», porque «ha detenido lo que podía ser una gran acción de gran alcance, devastadora, en Bengasi por parte de las fuerzas del régimen libio». En su opinión, si no se hubiera actuado, podría haber habido numerosas víctimas y el régimen se habría fortalecido.
Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, señaló ayer, en declaraciones a Onda Cero, que los «opositores» al régimen de Muamar Gadafi no lo van a tener «fácil» para conseguir instaurar el Estado democrático que anhelan y admitió que, en la actualidad «no hay ninguna manera posible» de evitar que el dictador «siga al frente del país». Indicó que esos opositores forman «un grupo heterogéneo al que le une la necesidad de dar un vuelco al país adaptándolo a los estándares de un Estado de Derecho».
Jiménez, que dijo que España no ve inconveniente en que la OTAN asuma el mando de la operación militar en Libia, reconoció que Francia se ha apuntado «un éxito diplomático» al reunir en París, un día después de que se aprobara la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, a un importante número de países . «La OTAN necesita tomar las decisiones por unanimidad y sigue siempre un proceso más lento de lo que urgía la propia resolución», explicó la ministra.

Fuente Diario "ABCE"

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