Día 06/04/2015 - 11.49h
Larry Lantow, comandante de un carro de combate aliado, volvió a su hogar después de que sus vecinos firmaran una petición tras el fallecimiento de sus parientes
Gracias a Tom Hanks es imposible no conocer a día de hoy la historia de aquellos soldados que, tras la muerte en el frente de sus familiares durante la Segunda Guerra Mundial, fueron devueltos a Estados Unidos. La razón era sencilla, hacer que sus padres pudieran disfrutar, al menos, de la compañía de uno de los hijos que partió a defender su país.
Sin embargo, la historia de Larry Lantow es tan impactante que permitiría Steven Spielberg llevar a cabo una nueva versión de «Salvar al soldado Ryan». Y es que, este militar combatió por toda Europa a lomos de un carro de combate hasta que, tras el fallecimiento de sus dos hermanos, fue devuelto a casa gracias a la firma de 600 de sus vecinos.
La triste historia de este militar ha sido desvelada este lunes por el diario «Tulsa World», el cual ha logrado entrevistar a Lantow –de 98 años de edad- en su residencia actual. Tal y como explica el periódico, este soldado –el mayor de siete hermanos- nació en Claremore (Oklahoma), donde se graduó en 1938. Apenas cuatro años después fue reclutado por el ejército y destinado a la Compañía H del 3er Batallón de la 3ª División Blindada.
De esta forma, no seguiría el mismo camino de sus dos hermanos, Bob y Norman, quienes decidieron convertirse en paracaidistas de la 101 División Aerotransportada (aquella que fue soltada a diestro y siniestro en las playas de Normandía el Día D). Por el contrario, Lantow se mantuvo en tierra y se dedicó a guiar a la tripulación de su carro de combate a lo largo y ancho de Europa en los siguientes meses. Sus destinos más destacados, entre otros, fueron Francia, Bélgica y, finalmente, Alemania (durante el avance aliado sobre Berlín).
Según afirma este militar al diario de Tulsa, allí donde iba sólo veía devastación: «Francia era un desastre, todo eran disparos. En Bélgica los residentes alineaban a sus hijos muertos para que se viera lo que la guerra había hecho con ellos». Todo ello, se sumaba a los continuos combates en los que se veía involucrado contra los mayores enemigos de los carros de combate aliados: los «Flak 88» nazis (cañones de 88 milímetros ideados en principio para derribar aviones).
A su vez, no sólo se vio involucrado en combates, sino que también era el soldado encargado de escribir a las familias de sus compañeros cuando alguno de ellos fallecía. «La familia siempre quería saber cómo había muerto su hijo, pero muchas veces no era grato decirles que le habían volado la cabeza de un disparo o había ardido dentro de un taque», explica en superviviente al diario de Tulsa.
Galardonado con una «Estrella de Bronce», todo cambió para Lantow cuando le informaron en 1944 de que sus dos hermanos habían muerto y regresaba a casa. Al parecer, el «Tío Sam» no podía permitir que una madre perdiera a tres de sus hijos en la contienda. Por otro lado, parece que también ayudaron bastante las 600 firmas que su progenitora logró reunir entre los vecinos de su ciudad solicitando su regreso.
Fuera por la causa que fuese, lo cierto es que este militar está hoy vivo gracias a aquello, aunque recalca que no quería volver a su hogar hasta que acabara la guerra debido a que sus compañeros de unidad eran como su familia. A día de hoy, la ciudad de Tulsa está llevando a cabo un proyecto para preservar la memoria de estos siete hermanos, cuatro de los cuales estuvieron en el frente.
ABC
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