La impunidad del «narco» en la bahía de Algeciras
Día 08/05/2014 - 17.56h
Solo el pasado sábado zarparon hacia Marruecos seis potentes lanchas de tres casas con embarcadero en el río Guadarranque. Cada una vuelve con más de una tonelada de hachís
La situación en la bahía de Algeciras, la puerta del Estrecho, es de máxima tensión y no solo por las continuas provocaciones de las Fuerzas de Seguridad del Peñón hacia barcos españoles sino también, y muy especialmente, por la actuación de organizaciones de traficantes que utilizan potentes embarcaciones para cruzarla en pocos minutos y cargar luego más de una tonelada hachís en algún punto de la costa de Marruecos, últimamente en el Marshal, junto a Tánger. Los hombres del Servicio Marítimo de la Guardia Civil se juegan literalmente la vida a diario intentado detenerlas, pero están en inferioridad en cuanto a medios. Por el momento no hay que lamentar desgracias personales, pero ya ha habido choques entre lanchas del Instituto Armado y de los criminales, por lo que en cualquier momento se puede producir una tragedia.
ABC ha tenido acceso a una grabación, realizada el pasado sábado, en la que se ve cómo seis de estas embarcaciones parten de la desembocadura del Guadarranque con un intervalo de apenas unos segundos. Se trata de una situación sin precedentes, pues hasta ahora lo máximo que se había detectado eran dos o tres lanchas juntas. Está comprobado que zarpan de al menos tres casas situadas en el margen del río dotadas con embarcaderos ocultos con puertas metálicas e infraestructura propia de puertos, como grúas para poder izar una embarcación y dejarla posada en el agua, y a la inversa.
Ya se han producido colisiones con las lanchas de la Guardia Civil
Estas casas constituyen una infraestructura vital para las organizaciones de narcotraficantes, pues las semirrígidas dotadas con dos, tres y hasta cuatro motores son ilegales, de modo que podrían ser intervenidas por las Fuerzas de Seguridad si son detectadas. Además son muy difíciles de echar al mar, una operación que se hace siempre aprovechando la pleamar y con la ayuda de la citada grúa.
Aprovechan la pleamar para salir a bordo de sus semirrígidas, con cuatro motores
Los hombres del Servicio Marítimo, por su parte, cuentan con buen material pero en ningún caso pueden alcanzar los 60 nudos (más de 100 kilómetros por hora) de los delincuentes, que consiguen con los tres o cuatro motores de hasta 350 caballos que montan en sus lanchas. Para poder interceptarlos, por tanto, solo pueden basarse en la estrategia o bien, como sucede en ocasiones, porque los narcos cometen un fallo y embarrancan. En las persecuciones, en las que se viven secuencias propias de una película de acción, se suceden los momentos de peligro, con choque de embarcaciones incluidos. En cualquier momento, por tanto, se puede producir una tragedia. La tensión en las tripulaciones de la Guardia Civil es fácil de imaginar.
La desembocadura tiene diez metros de anchura y hay un peligro serio para los bañistas
La pregunta que muchos se hacen ahora es por qué si las viviendas utilizadas por los traficantes están localizadas -algunas persecuciones han acabado a las puertas de los embarcaderos clandestinos-, no se interviene y se cierran. Lo cierto es que ya ha habido varias operaciones y detenidos, pero al poco tiempo el negocio se reactiva y, como se ha podido comprobar esta semana, si cabe con más fuerza. Lo que es evidente, en cualquier caso, es que solo desde el mar no se puede acabar con una situación que es cada vez más tensa.
El volumen de droga que se está moviendo con este modus operandi es muy elevado, ya que las lanchas de los narcos están diseñadas para cargar, al menos, una tonelada de hachís. De hecho, lo habitual es que lleven en su interior 40 paquetes de hachís, con un peso total de 1.200 kilos. Lo curioso es que con esta mercancía la embarcación navegue mucho mejor.
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