Los inspectores de la ONU en Siria llegan a la zona del supuesto ataque
Cinco días después de la denuncia de la oposición, muchas pruebas pueden haberse perdido
El régimen sirio afirma que la visita servirá para demostrar su inocencia
Agencias / Carmen Rengel Damasco / Jerusalén 26 AGO 2013 - 14:12 CET259
Los especialistas de Naciones Unidas han llegado a Muadamiya, uno de los suburbios cercanos a Damasco donde, supuestamente, se han utilizado armas químicas. "El equipo está en la mezquita de Rawda", ha contado a Reuters Abu Karam, un médico que trabaja en la zona. "Están entrevistando a los heridos y tomando muestras".
Su inspección se retrasó por una emboscada contra su convoy, que les obligó a dar media vuelta. Según ha informado la ONU, un francotirador disparó contra los ocho vehículos de la caravana que se dirigía al suburbio de Ghuta, a una decena de kilómetros al este de Damasco, donde según los opositores más de 1.400 civiles murieron el miércoles en un ataque con armas químicas ejecutado por las tropas del presidente Bachar el Asad. Nadie ha sufrido daños personales, ha confirmado el portavoz de la organización internacional, Martin Nesirky.
El ataque se produjo en la tierra de nadie que separa a los territorios controlados por el Gobierno del que está en manos de los rebeldes. La televisión pública de Damasco ha responsabilizado de los disparos a los contrarios al régimen de Asad. Horas antes, al poco de dejar los inspectores el céntrico hotel Four Seasons de Damasco donde se alojan, dos bombas de mortero han caído en la zona, según ha informado Reuters, citando a la prensa oficial. La agencia oficial SANA ha acusado del ataque a "terroristas".
La presión internacional, creciente por el ataque químico y la confirmación por Médicos Sin Fronteras de cientos de muertos gaseados, ha llevado al Ejecutivo de Siria a ceder. Ahora la incógnita es cómo encontrarán el terreno los médicos y químicos de Naciones Unidos, después de que hayan pasado cinco días desde el supuesto ataque y de que el Ejército haya seguido bombardeando la zona. El tiempo y los impactos han podido borrar gran parte de los restos de gases tóxicos.
"Las acusaciones de los países occidentales son un insulto al sentido común", ha afirmado El Asad en una entrevista publicada el lunes en el diario ruso Izvestia. "Los Estados Unidos fracasarán como han fracasado en todas las guerras que han comenzado en los últimos años, empezando por Vietnam". El ministro de Exteriores sirio, Walid al Muallem, dijo este domingo: “Vamos a demostrar que esas acusaciones de los terroristas son falsas”, reiterando la versión oficial de que fueron los opositores quienes lanzaron el ataque con armas químicas.
Horas antes, Reuters había desvelado que Al Muallem mantuvo una conversación el jueves con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en la que este le exigió “un acceso inmediato y sin restricciones” al distrito de Damasco afectado. Los disidentes marcaron cuatro puntos: Zamalka, Ain Tarma, Muadhamiya y Jobar. La caravana está compuesta por varios todoterrenos blindados con marcas de la ONU y donde los inspectores viajan con chaleco antibalas. Les acompañan una ambulancia y un vehículo de las fuerzas de seguridad sirias.
La seguridad de la delegación está garantizada, según sostiene Damasco, porque se va a declarar un alto el fuego en las zonas seleccionadas. El opositor Ejército Libre de Siria (ELS), que tiene un amplio apoyo en el área afectada, dijo que protegería al personal de la ONU si fuese necesario.
La inseguridad en la zona fue uno de los argumentos esgrimidos la semana pasada por el Consejo de Seguridad de la ONU para no ampliar la misión de sus expertos, que llegaron hace una semana a Damasco para visitar tres lugares donde, supuestamente, se usaron agentes químicos durante la pasada primavera. Rusia y China vetaron entonces una resolución para exigir a Siria el acceso a los barrios afectados.
“Ghuta no está en la lista de espacios acordados”, insistían hasta ayer altos funcionarios de Damasco. Pero el Gobierno de El Asad ha tenido tres motivos esenciales para dar marcha atrás. Primero, la presencia en la capital de la jefa del departamento de desarme de la ONU, Angela Kane. Segundo, los datos revelados por la ONG Médicos Sin Fronteras, que el sábado informó de que tres hospitales de la provincia de Damasco con los que colabora atendieron el miércoles a 3.600 pacientes “con síntomas neurotóxicos”, de los que 355 murieron. La organización no tiene personal propio en esta zona —aunque está presente en seis hospitales en el norte de Siria—, pero insiste en la “confianza” que le ofrecen sus fuentes en el país.
El tercer y principal motivo es la amenaza de una “respuesta seria” lanzada por EE UU, Reino Unido y otros países occidentales. El presidente Barack Obama y el primer ministro británico, David Cameron, conversaron en la noche del sábado al domingo y convinieron en que se había acabado el tiempo de El Asad para despejar dudas sobre el ataque químico.
El ministro de Información sirio, Omram Zoabi, reaccionó advirtiendo de que cualquier acción militar occidental “no será un picnic”, sino una guerra “muy grave, una bola de fuego que inflamará Oriente Medio”.
Su inspección se retrasó por una emboscada contra su convoy, que les obligó a dar media vuelta. Según ha informado la ONU, un francotirador disparó contra los ocho vehículos de la caravana que se dirigía al suburbio de Ghuta, a una decena de kilómetros al este de Damasco, donde según los opositores más de 1.400 civiles murieron el miércoles en un ataque con armas químicas ejecutado por las tropas del presidente Bachar el Asad. Nadie ha sufrido daños personales, ha confirmado el portavoz de la organización internacional, Martin Nesirky.
El ataque se produjo en la tierra de nadie que separa a los territorios controlados por el Gobierno del que está en manos de los rebeldes. La televisión pública de Damasco ha responsabilizado de los disparos a los contrarios al régimen de Asad. Horas antes, al poco de dejar los inspectores el céntrico hotel Four Seasons de Damasco donde se alojan, dos bombas de mortero han caído en la zona, según ha informado Reuters, citando a la prensa oficial. La agencia oficial SANA ha acusado del ataque a "terroristas".
La presión internacional, creciente por el ataque químico y la confirmación por Médicos Sin Fronteras de cientos de muertos gaseados, ha llevado al Ejecutivo de Siria a ceder. Ahora la incógnita es cómo encontrarán el terreno los médicos y químicos de Naciones Unidos, después de que hayan pasado cinco días desde el supuesto ataque y de que el Ejército haya seguido bombardeando la zona. El tiempo y los impactos han podido borrar gran parte de los restos de gases tóxicos.
"Las acusaciones de los países occidentales son un insulto al sentido común", ha afirmado El Asad en una entrevista publicada el lunes en el diario ruso Izvestia. "Los Estados Unidos fracasarán como han fracasado en todas las guerras que han comenzado en los últimos años, empezando por Vietnam". El ministro de Exteriores sirio, Walid al Muallem, dijo este domingo: “Vamos a demostrar que esas acusaciones de los terroristas son falsas”, reiterando la versión oficial de que fueron los opositores quienes lanzaron el ataque con armas químicas.
Horas antes, Reuters había desvelado que Al Muallem mantuvo una conversación el jueves con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en la que este le exigió “un acceso inmediato y sin restricciones” al distrito de Damasco afectado. Los disidentes marcaron cuatro puntos: Zamalka, Ain Tarma, Muadhamiya y Jobar. La caravana está compuesta por varios todoterrenos blindados con marcas de la ONU y donde los inspectores viajan con chaleco antibalas. Les acompañan una ambulancia y un vehículo de las fuerzas de seguridad sirias.
La seguridad de la delegación está garantizada, según sostiene Damasco, porque se va a declarar un alto el fuego en las zonas seleccionadas. El opositor Ejército Libre de Siria (ELS), que tiene un amplio apoyo en el área afectada, dijo que protegería al personal de la ONU si fuese necesario.
La inseguridad en la zona fue uno de los argumentos esgrimidos la semana pasada por el Consejo de Seguridad de la ONU para no ampliar la misión de sus expertos, que llegaron hace una semana a Damasco para visitar tres lugares donde, supuestamente, se usaron agentes químicos durante la pasada primavera. Rusia y China vetaron entonces una resolución para exigir a Siria el acceso a los barrios afectados.
“Ghuta no está en la lista de espacios acordados”, insistían hasta ayer altos funcionarios de Damasco. Pero el Gobierno de El Asad ha tenido tres motivos esenciales para dar marcha atrás. Primero, la presencia en la capital de la jefa del departamento de desarme de la ONU, Angela Kane. Segundo, los datos revelados por la ONG Médicos Sin Fronteras, que el sábado informó de que tres hospitales de la provincia de Damasco con los que colabora atendieron el miércoles a 3.600 pacientes “con síntomas neurotóxicos”, de los que 355 murieron. La organización no tiene personal propio en esta zona —aunque está presente en seis hospitales en el norte de Siria—, pero insiste en la “confianza” que le ofrecen sus fuentes en el país.
El tercer y principal motivo es la amenaza de una “respuesta seria” lanzada por EE UU, Reino Unido y otros países occidentales. El presidente Barack Obama y el primer ministro británico, David Cameron, conversaron en la noche del sábado al domingo y convinieron en que se había acabado el tiempo de El Asad para despejar dudas sobre el ataque químico.
El ministro de Información sirio, Omram Zoabi, reaccionó advirtiendo de que cualquier acción militar occidental “no será un picnic”, sino una guerra “muy grave, una bola de fuego que inflamará Oriente Medio”.
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