EL HUNDIMIENTO DEL SUMERGIBLE C-3.
“U-Boot C Klasse vor Málaga versenk”.El hundimiento del submarino C-3, tumba de guerra y pecio.
“Mientras tanto en los años 1936 y 1937, la nueva táctica de grupos o en jauría había ido ganando formas más concretas. En lo esencial era una táctica de superficie y de movimiento, que, adoptando determinadas formaciones tácticas, salía a la busca del adversario, tomaba contacto con el bajo el agua y guiaba a otros submarinos para realizar en lo posible un ataque en común, principalmente de noche y en superficie. Para esta misión táctica conjunta de los submarinos, el maniobrero y rápido tipo VII resultaba especialmente adecuado.
Karl Donitz. “Díez años y veinte días”.
Aquella tarde de 1936 las tripulaciones de los dos submarinos alemanes del tipo VII, borraban con pintura los numerales y todas las clases distintivas de las naves. Salían de “caza” y no debían reconocerles. Era el inicio de la operación “Úrsula”. Su destino las costas Españolas. Comenzaron su misión de patrulla separados por una línea imaginaria sobre la carta de navegación; el U-34 se movía al Oeste de esta línea en las proximidades de Cartagena, y el U-33 al Este. Su objetivo; todo barco republicano que navegase por aquellas aguas. Alemania era un estado neutral. Y sus máquinas de guerra estaban en combate.
U-34, junto a su flotilla en puerto.
Un post de Jesús García Calero hace unos días, en espejo de navegantes, alentó este artículo por diferentes motivos; la historia del C-3, sin comerlo ni beberlo, se ha vuelto demasiado cercana, y muchos de los datos que llegaron, para no marcharse, pueden aportar algo a mucha gente que gustan de estas historias . Tan sólo hacía falta dedicarle un par de días al asunto y ponerlo a disposición de todos. Existen ya numerosos magníficos trabajos, también sesudas hipótesis sobre aquello u esto (algo que suele acompañar a esas tragedias y “naufragios” allá donde se encuentran; máxime cuando se trata de pecios singulares -y el C-3 lo es-). Por otro lado se encuentra frente a mi hogar. Es asomarse y ver la hermosa bahía de Málaga, casi siempre azul radiante, algo similar al día que sufrió el ataque del submarino alemán. Justo allí, enfilando la costa, desde los baños del Carmen al centro de la bahía. La cercanía siempre ayuda en esto de la historia. Luego está la cuestión de la pasión y la profesionalidad por la mar y su historia.
Y aquí es donde nos encontramos con lo mejor; la historia contada por interesantísimas personas. José Ignacio González Aller es básico para comprender que pasó con el C3. Y lo es por diversos motivos. En primer lugar, porque fue el primer comandante de navío en subirse, y manejar los pedales de un u-boat en España (que se lo digan cuando estuvo patrullando por aguas del mar de Alboran sumergido en el mismo). Como contralmirante fue especialista en submarinos. Como marino y como historiador es simplemente, uno de sus principales eruditos de nuestro país. Sus aclaraciones son primordiales. Como casi todo lo que atañe a la marina de guerra de nuestro país y su memoria. Su obra, “Submarinos Republicanos en la Guerra Civil Española”, como decíamos antes, básica para comprender el tema. Rigurosa y sobre todo, tentadora a la hora de determinar el estudio de otra nave, la del submarino B-5, pero esa es otra historia, que además se la debo a un capitán de Corbeta que tan amablemente me llama a inicios del verano todos los años (ya toca) para saber del paradero de esta nave…Algún día se tendrá que desenpolvar la historia del capitán Barreda Terry. Y en esto de la documentación, si hablamos del arma submarina, de nuevo acudir a los que saben, principalmente porque lo han vivido. Y aquí tenemos que mencionar a Diego Quevedo Carmona y su “Arma submarina Española. 85 años de historia”.
Aún recuerdo perfectamente los paseos por la alameda principal de Málaga, contando vivamente la vida y miserias de Isaac Peral. Es un obligado en esto del arma submarina. Y desde la carrera militar no sería el último informe. Los Capitanes de Corbeta Luis Mollá Ayuso y Portolés Sanjuán dispondrían su vital impronta sobre la historia del submarino. Su testimonio integra eficazmente la labor de investigación, el conocimiento directo sobre la estructura del submarino y por último, una labor de campo al ser ellos mismos los que en el 98 localizan y exploran in situ, la nave republicana. El conocimiento directo en la forma de operar de los marinos y de las máquinas de guerra son muy esclarecedoras en sus hipótesis de trabajo para la historia y los historiadores. Sobre el C-3 podríamos seguir nombrando diferentes y numerosos magnífivo trabajos, siento no poder nombrar a todos sus autores, pero se trataba sencillamente de recordar brevemente en “espejo de navegantes” una historia cercana, que como nos recordaba Calero, que aún siguen revestidas de interés.
Luego están los documentos, esos que esclarecen la historia, y aquí nos encontramos muchos informes. Entre ellos los del teniente de navío Remigio Verdía al jefe de la flota, sobre las causas que pudieron determinar la pérdida del submarino. Determinante en sus realidades. Perdieron un submarino, así como a su dotación, luego más valía contar la verdad y no inventarse historias. Su literalidad se acercó mucho a lo acaecido. Y más documentos. Mensajes Alemanes y diario de operaciones en las aguas del estrecho del contralmirante Boehm, “Sobre la operación Ursula”. Y luego, entre otras muchas cosas, está también la cuestión de los vivos. los presentes. El “sentido y la sensibilidad”. Y así encontrarnos como los marinos posicionan el buque en torno al submarino, en torno al mes de Noviembre de 1998 y hacen un homenaje a los marineros desaparecidos, durante las Maniobras Militares ALFEX-02, en las cuales toda la escuadra forma y rinde homenaje en la mar a la dotación caída en combate del C-3.Y si de corazones hablamos, entre otros muchos, el testimonio de la sobrina del marinero D. Joaquín Ruíz Baez, Doña Rita Campill. Podríamos disponer cualquiera de los testimonios de los familiares, en el caso del C-3 son una fuente a tener muy en cuenta. Sus palabras, pronunciadas en su discurso “in memorian”, realizado en el funeral castrense en homenaje a los tripulantes del C-3, resuenan en los seres queridos de aquellos marinos, fácilmente reconocibles uno a uno en esa “foto de familia” que mostramos, y que en su momento los inmortalizaron a todos junto a la vela del submarino. La mayor parte sonrientes. En el arma submarina sus tripulantes suelen ser una familia…
Y también están los descubridores del pecio. En este caso Olmedo Checa, jurista malagueño apasionado del tema. Y al final, entre esta historia tan humana, está la arqueología. Siempre la vanguardia de la historia. Pues al final se trata de un pecio singular.
Y allí nos encontramos realizando años ha, el estudio de geofísica submarina, localizando el pecio, dándole coordenadas en un trabajo de arqueología. Su Norte y su Sur en materia también de investigación; encardinado en el proyecto de exploración de la bahía de Málaga (tenemos que recordar que la tutela y protección del patrimonio submarino corresponde a la administración pública competente) que nos ha permitido estudiar, constatar y trazar algún tipo de hipótesis histórica que también aportara su granito de arena a la cuestión. En ocasiones, suele ocurrir que el arqueólogo queda para reunir el ramillete con sumo y respetuoso cuidado; el que les dan las flores de los marinos, los perfumes de las bibliotecas, la rigurosidad de los archivos, la cercanía y la emotovidad de los familiares, historiadores y descubridores.
Estamos ante lo que se denomina una tumba de guerra. Un sarcófago marino, como le gusta decir a los marinos. Además uno muy particular, en donde la sensibilidad tiene que ser el “libro de estilo”, en un hecho que apenas son dos generaciones las pasadas, y en el marco de una guerra. Una que nadie quiso y ante la cual se vieron abocados a matarse. Y para finalizar, y ya que la historia se lo merece. Incluso una película. La que los malagueños de MLK producciones hicieron en torno a toda esta historia y que la denominaron como hizo el alto mando mayor alemán, “operación Ursula”. Porque efectivamente. Como suele ocurrir con casi todos los naufragios. Es de película. Una que podemos empezar a reconocer, desde el primer momento que abro las hojas de las ventanas cada mañana. En el horizonte. Allí, en el espejo de la mar yace el C-3 con toda su tripulación.
Encardinando la historia
La experiencia investigadora en temas de naufragios siempre tiene por lo general un denominador común; en un primer momento la lógica confusión (la cual da origen a mitos y leyendas posteriores); y tras una profunda investigación histórica; la constatación de una auténtica tragedia humana y la aclaración de los hechos(muchos de los cuales se desconocen), casi siempre lleno de accidentes y situaciones límite que desembocan en el hundimiento de la nave. El proceso de investigación siempre suele cambiar radicalmente la historia del pecio. Giros en la mayor parte de 180 grados, que te ofrece una nueva historia, que no tiene nada que ver con la que hasta ese momento era conocida. En el caso del C-3 la aportación de “muchos”, ha dado entre “todos”, diferentes pinceladas que al final tienen como resultado un buen cuadro. Uno que dibuja al pecio, semienterrado, oscuro y que actualmente se encuentra cubierto de una maraña de redes.
El Hundimiento de un submarino de la Clase C en la costa de Málaga
Submarinos de la clase C en su montaje .Sociedad Española de construcción naval de Cartagena.
El hundimiento del navío se sitúa en el marco de la Guerra Civil Española. El 12 de Diciembre de 1936, el navío de la clase C se llevó consigo en su hundimiento, la vida de al menos una treintena larga de tripulantes, para convertirse en una “tumba de guerra”. Se encontraba frente a la costa de Málaga, era su lugar habitual como base también de submarinos que era. El submarino tenía una orden bien clara; patrullar la zona del estrecho. Y unos antecedentes, el reciente inicio de la guerra civil Española y una historia que por aquel entonces ambicionaba pasar por ser desapercibida. La de la participación de los militares alemanes en la guerra. La idea de los alemanes de intervenir en la Guerra Civil le fue sugerida por primera vez a Hitler en la temprana fecha del 22 de agosto de 1936, cuando los almirantes alemanes Erich Raeder y Günther Guse le demostraron las ventajas que reportaría ayudar al bando sublevado, pero hubieron de esperar hasta el 30 de octubre para que el Führer aprobara el envío de dos submarinos a la costa mediterránea española. El 2 de noviembre el capitán de corbeta Karl Doenitz (la referencia del arma submarina para la armada alemana) expuso ante Alto Estado Mayor de la Kriegsmarine los detalles de la misión: se enviaría a los submarinos U-33 y U-34, denominados con los nombres de enmascaramiento Tritón y Poseidón,
correspondientes a mercantes de nacionalidad sueca e inglesa, respectivamente. Se relevaría a sus comandantes, entregándose el mando a dos de los más experimentados oficiales de U-boot: Karl Freiwald, que embarcaría en el U-33, y Harald Gross que lo haría en el U-34. Estaba preparado el lazo, uno muy atrevido y complejo.
El comandante del U-boat. Harald Grosss.
El primero se encargaría de patrullar en el área del estrecho internándose en el sector asignado a la Marina Británica por la Comisión Internacional que controlaba la neutralidad en el conflicto español, y el segundo, en aguas de Alicante y Cartagena. El armamento de cada uno de los sumergibles era de 11 torpedos y ochenta proyectiles para sus cañones de cubierta. “La operación se desarrollaría en el mayor de los secretos, navegando sin pabellón ni nombre de identificación. Los submarinos estaban autorizados a hundir transportes republicanos o soviéticos, asegurándose su identificación plena.
Como medida de precaución se les ordenó que durante la noche, mientras estuvieran recargando sus baterías, debían alejarse al menos 20 millas de la costa. Por último, sus cuadernos de bitácora, donde aparecerían los rumbos y las operaciones realizadas, serían falseados…Todo estaba previsto. En el caso de que ocurriera cualquier incidente, los submarinos estaban preparados para izar pabellón español, (incluso embarcaron uniformes españoles), si por el contrario, el problema era técnico, su objetivo sería alcanzar algún punto de la costa controlada por los nacionales. De la misma forma, y con el objetivo de alargar la misión, estuvo pensado que los submarinos se reabasteciesen, efectuando una escala técnica en una estación naval a determinar. A la operación se la denominó Úrsula, en homenaje a la hija de Doenitz.
Donitz supervisando y pasando revista a tripulacion de u-boat.
A bordo del submarino ya han comido. De primer plato, caldo gallego, y de segundo, huevos fritos con tomate. En el puente, el comandante del buque, el alférez de navío Antonio Arbona, junto al oficial de derrota Agustín García Viñas. Todo ocurrió de repente. Sin causa aparente el submarino se estremece hundiendo violentamente la proa en el esas mansas aguas de la bahía. Tras el estrepitoso naufragio, queda en superficie un denso humo blanco. En la superficie marina, una espesa mancha de combustible y tres hombres que nadan asustados sin otro rumbo que el de salvar la vida. No lejos de ellos flotan los cadáveres del comandante y del serviola, que por ese azar del destino no quiso dejarles disfrutando de la luz del sol y de la vida. Sólo tres hombres sobrevivieron: el agregado a la dotación como oficial de derrota, capitán de la marina mercante, Agustín García Viñas y los marineros, Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón Jiménez. Fueron rescatados horas después por las lanchas del buque hospital Artabro, que les condujo a puerto para ser interrogados acerca del suceso. Salvaron la vida por ese mismo azar, que a otros los arrastró a la muerte. El resto, toda la tripulación, desaparecen para siempre junto al submarino que en cuestión de segundos chocaría estrepitosamente contra el lecho marino.
El submarino nº 3, pertenecía a la clase C. Tales máquinas de guerra fueron botadas en los astilleros de Cartagena en 1929, y tecnológicamente, si bien siete años de servicio reviste a una máquina de cierta modernidad, los submarinos pertenecientes a dicha clase y en un periodo de entreguerras de importantes innovaciones tecnológicas, hicieron que enseguida se encontraron obsoletos en comparación con otras armadas. Parece que eran lentos y poco maniobreros. Los submarinos de la clase C tenían ostensibles problemas para la navegación, por no contar con lo de siempre,deficiencias en algunos instrumentos e incluso en piezas de recambio primordiales para su funcionamiento.No era la primera vez que se quedaban en superficie por no poder sumergirse o que tenían que volver rápidamente a base, porque tiraban a medias con parte del motor. De hecho, nuestro submarino en su último viaje antes de llegar a Málaga, tuvo que parar en el puerto de Almería debido a la necesaria reparación de su motor. Y luego estaba lo de siempre. Que gracias a los “manitas”, conseguían que la nave lograse salir de puerto, en esta ocasión, gracias a los denodados esfuerzos del jefe de máquinas del buque, D. José Sastre Gabarro. Y así, como podían; entre trancas y barrancas, se encontraban luchando en la contienda del lado republicano, y en una flotilla de cinco submarinos. Y a pesar de sus problemas, era un arma a tener en cuenta. Psicológicamente los submarinos podían estar en cualquier dársena acechando a cualquier barco enemigo. En el caso de la contienda Española, muchos de los buques de transporte de tropas carecían de la más elemental arma de defensa o escolta, por lo que les convierte en fáciles objetivos de hundimiento, y en aquellos momentos, las aguas del estrecho, eran un importantísimo punto caliente de intercambio marítimo. Y con estas, nos encontrábamos a ese submarino alemán buscando pieza que cobrarse. Su oficialidad buscaba presa y se encontraba surcando aguas malagueñas, aprovechando su viaje de vuelta a base, ya que había intentado varias incursiones contra buques de superficie y en todas habían fallado. Estaban adiestrándose y probando armas. España era su laboratorio de ensayo. Tanto de tácticas, como de municiones. En su derrota se encontró casualmente con una nave en superficie, frente a la ciudad de Málaga. Por la vela y su característica fisonomía; un submarino. Procedimiento de combate y navío hundido, a pesar de tener un sólo torpedo y sobre todo; un estrecho margen de maniobra, ya que la nave ofrecía poco calado al encontrarse en superficie. Pero lo consiguieron. Consiguieron acertar con el tiro, mandando al fondo del mar a una nave de guerra. Era toda una victoria para aquella tripulación, que tan lejos de su tierra se encontraban inmersos completamente en una acción de guerra.
Detalle fotográfico de la vela del C-3.
partir de ese momento, una cantidad de conjeturas sin resolver. Como ocurre siempre con todos los naufragios. Desde el mismo instante de su hundimiento, ya circulaban diferentes versiones sobre como ocurrió. En unos casos rumores, en otros, claras manipulaciones y en el caso del bando franquista, se optó por un lógico y espectral silencio. La razón era obvia, alemania era supuestamente neutral, y aquello significaba un evidente casus belli. Esto no quitaba incluso que se tuviese espacio incluso para la ironía, por otro lado cuestión muy hispana esta, y es ahí donde el capitán general de Andalucía, Queipo de Llano bromeaba sobre el paradero del submarino canturreando en sus alocuciones radiofónicas “Donde está el C3, matarile, rile, rile…”Finalmente, algunas voces capacitadas han dejado bien claro el significado de esta cuestión. Hitler lo tenía claro, venían a España, entre otras cosas para probar el alcance de sus armas y adiestrar a sus dotaciones. Sperrle estaba con sus Heinkel, y los revolucionarios Stukas en el aire. Donitz, con sus “lobos grises” en la mar. Y Von Thoma, con sus panzer creando la primera escuela de carros de combate, bajo el mando del coronel, en el Castillo de las Arguijuelas de Arriba en las cercanías de la ciudad de Cáceres. Así era la cosa. Y así se lo hemos contado. Von richtofen y Galland tambien hicieron sus “pinitos” en el laboratorio de ensayo que eran los campos de España.
En el mensaje radiado ( las fuentes denominan como el mensaje radiado 1063k) por parte del oficial de submarinos Harald Gross, anuncia lo siguiente: “1419. U-Boot C Klasse vor Málaga versenk”, “A las 14.19 horas hundido un submarino clase C ante Málaga”. A tenor de este texto, la armada alemana había hundido un submarino. El mensaje radiado llegó a las propias manos de Adolf Hitler. Eran tiempos de paz y la víctima de un u-Boat por aquel entonces, era un hecho relevante. Años más tarde se convertiría en una cotidiana realidad. Pero en aquel momento todo quedó en silencio, desde el punto de vista histórico “todavía hoy en día, los familiares de aquella tripulación tienen derechos a reclamar. La armada Alemana no era parte del conflicto bélico y aquella incursión no era legítima” exclamaba recientemente un marino amigo mío. El caso es que desaparecía bajo las aguas andaluzas uno de los pocos submarinos republicanos que se encontraba en pleno rendimiento en la contienda.
Submarino C-3. Patrimonio Arqueológico subacuático y militar. Tumba de guerra
A este propósito, vamos a compartir con el lector una curiosidad que se convierte en un dilema y en un asunto complejo, pero interesantísimo dentro del mundo de la arqueología. Se trata del pecio de una armada como tumba de guerra. Resulta que hasta el momento, y tradicionalmente existe una vieja ley marinera, extremadamente respetuosa, que establece que cuando se da un naufragio, entre la tragedia en sí, el dejar pasar la cuestión, y mantener intacto el lugar del hundimiento (como si se tratase de un cementerio sagrado indio), se envuelve al pecio de un profundo respeto. Todo esto es lo que se denomina una tumba de guerra. Jurídicamente apenas hay dispuesto sobre la cuestión. Se basa todo en algo tan sencillo como encontrarnos ante un viejo y respetado adagio marino. Cuando uno entra en terminología, la cosa pasa a llamarse, “nos encontramos ante un buque de Estado“. Un buque de guerra y por tanto, una nave con inmunidad soberana. “Ni se te ocurra tocarlo chaval”.
Eso sí que está claro, pero…¿Y qué ocurre con una fragata borbónica del siglo XVIII?. Está claro que fue un buque de guerra, pero actualmente se le considera más bien un yacimiento arqueológico. Podría parecer algo absurdo, pero no lo es. Es algo importante. Determinar esto establece cosas tan esenciales en esto de la arqueología submarina, como es el tema de las competencias o las jurisdicciones. En el caso Odyssey, muchas han sido las cuestiones a dilucidar. Tanto de sus enseñanzas, como de sus silencios. Una de las cuestiones que han sido realmente muy interesante observar, ha sido el rifi-rafe que ha tenido la cuestión de buque de guerra, buque de estado en relación a la carga y esta con los derechos actuales de los supuestos herederos. Ahí es donde la Industria de cazatesoros ha intentado colar uno de los principales “dardos envenenados” a los intereses Españoles y especialmente a la ciencia y a la humanidad en el mundo.
El mundo del derecho, y dependiendo sobre todo de quien se trate, y los intereses que tienen sobre el mismo. En el caso que nos aguarda, en el caso de los buques de guerra, la posición está clara; son buques de Estado. La corona Española llevaba siglos navegando y transportando con ellos por todo el mundo. Pero actualmente tenemos que ir más allá, es muy posible que la norma de UNESCO sobre la materia (la famosa convención sobre protección de patrimonio cultural subacuático) nos facilte algunas claves interesantes. Ya sabemos que una ley, vez ratificada, lo dicen los manuales de derecho, sus convenios internacionales son de orden superior al interno. Pues entonces nos tenemos que ir a la convención, aparece como de obligatoria consulta. En la misma deja bien claro que; “La antigüedad es irrelevante, pues no es la que los hace protegibles, sino el periodo de tiempo que hayan estado sumergidos. Ya sea bajo el mar o bajo el agua, en ríos, lagos o incluso cenotes o pozos y de forma total, parcial o incluso intermitente, los bienes deben haber permanecido sumergidos por un total de al menos cien años”. La polémica está servida.
Y es que en esto del derecho hay muchas leyes, y en esto del patrimonio, como en otros campos, además de la actuación arqueológica, el investigador ha de tener en muchas ocasiones en cuenta a esto del ordenamiento. Y es que en el caso de las normas de patrimonio Estatal, te deja bien claro, que si “si tiene valor histórico, tiene valor como patrimonio cultural”, y ya sabemos que si es susceptible de estudio científico y método arqueológico, nos encontramos ante un yacimiento. ¿Y aquello que la antiguedad es irrelevante?. Volvamos a nuestro submarino. Con las cartas sobre la mano, esta claro que el C-3, también podría ser considerado perfectamente como un yacimiento arqueológico. ¿A que nos atenemos?. El caso es que el tiempo transcurre, nos vamos oxidando adecuadamente y curiosamente la UNESCO está anunciando ya el I Centenario de los pecios de la I Guerra Mundial. Son pecios que apenas le llevan un par de decenios a nuestro C-3-.
Para los que han tenido la oportunidad de bucear en Scapa Flow, bien podrán determinar el valor histórico y arqueológico que tenían aquellos acorazados de la Gran Guerra. Sumergirse en ellos, es una de las experiencias de buceo más impresionantes que se puede tener. Es otra variable del tema subacuático. La importancia que tiene preservar in situ, y el ser un museo visitable en el medio marino. Pero volvamos a nuestras tumbas de guerra, a nuestro C-3 y a nuestro siglo XX. ¿De qué hablamos, al mencionar al Kursk o el Scorpion de la clase shipjack de la armada norteamericana?…naufragado uno a finales de los setenta y el otro en la década del 2000. Uno el ruso, en cuyas bodegas, además de una tragedia, posiblemente exista ingeniería, (además de reactores nucleares) y secretos militares. Pero ¿ocurriría lo mismo con el Bismarck?. Lo que está claro es que algunos dreagnouth de la batalla de Jutlandia, en breve serán considerados arqueología como antes emocionábamos, que diga mencionábamos. Lo mismo podríamos mencionar al hablar de los u-boat hundidos que jalonan las aguas del mundo.
Mucha gente piensa que arqueología es exclusivamente aquellos vestigios que nos transportan a la época romana o medieval. El paso del tiempo, como casi todo en la vida, pone cada cosa en su sitio. Estos barcos tienen su lugar en la historia y serán importantes yacimientos arqueológicos de futuro, si no lo son ya de presente. La misma pregunta podría ser plausible para nuestros hispanos C-3, o incluso nuestro B-5 (que apenas es conocido y cuya historia también es fascinante). Se trata de dos buques de estado hundidos en acto de servicio. Mucha casuística esta de los buques de guerra y arqueología. Mucho debate que muy acertadamente Elena Pérez Álvaro trata en sus “pecios como tumba de guerra” como tema de estudio e investigación. Desde luego a España le interesa mcho en su temprana disciplina de la arqueología naútica, este tipo de estudios.Pero eso sería objeto de otra historia, apasionada ella por donde la miremos, para “espejo de navegantes”. Era interesante hacer esta transgresión para muchos de nuestros lectores, pues curiosamente, muchos de los restos que existen sumergidos en el mundo, son de origen militar. Siempre lo ha sido así. Desde las naves de Antikithera, de espolón marino y casus belli, a buena parte de las naves que surcaban en el siglo XIX, o algunas de las hundidas en el seno de las guerras mundiales.
Detalle fase de prospección y localización del submarino C-3 en la bahía de Málaga. Nerea Arqueología
Una mancha de gasoil en la superficie del mar, en plena bahía de Málaga, hizo encontrar a Antonio Checa, un abogado malagueño que se encontraba pescando » en ese lugar , que allí podría encontrarse algún tipo de estructura. El pecio se encuentra a 62 metros de profundidad. En una zona de importantes corrientes marinas, cubierto de incrustaciones como casi todos los yacimientos, y parece que partido su casco en dos. Era lo que diferentes fuentes hablaban hasta el momento, y lo que nos encontramos al realizar geofísica submarina, en la única intervención arqueológica submarina que hasta el momento se ha hecho sobre el pecio. Los datos que la tecnología nos acercan son claros. Tras la explosión, una caída libre de sesenta metros con un pecio retorcido y posiblemente ya medio partido en dos, con toda la tripulación en su interior, y las baterías que suministraban la energía al buque, en estado sulfuroso, junto a instalaciones en contacto directo con el agua que lo inunda repentina y tragicamente todo. Más adelante veremos algunas teorías sobre el hundimiento. Los naufragios siempre se prestan a eso, a saber realmente cuales fueron las causas. Parece que el torpedo hubiese roto con su impacto en dos el submarino. La colisión de un arma de guerra como es el del torpedo de un u-boat, contra el C3 hubiese volatilizado buena parte del mismo, esa es la clara opinión de un experto como es Jose Ignacio Gonzalez Aller. Dicho punto de vista, también se encuentra recogido por los informes de Ayuso y San Juan. El torpedo no explotó. En esta cuestión, los testimonios coinciden. No hablan de explosión. Hablan de impacto. Si hubiese sido un torpedo, posiblemente los supervivientes que se encontraban en la cubierta, no hubiesen sido nunca tales. Sobre las posibles consecuencias de explosión interna, al dar entre otras cosas, contra el pañol de municiones, eso tan sólo nos lo podría verificar el estudio del pecio. Los Alemanes estaban probando armas, y los torpedos de sus submarinos formaban parte del programa. Y la realidad era bien clara. Su torpedos no funcionaban bien. Son armas complejas que requerían de una clara modernización y en esas se encontraban en aguas Españolas. Probando y probando.
Explosión y hundimiento del HMS Barham.
Y así, el U-34 del comandante Grosse ya había maldecido en arameo al observar desde el periscopio como todos sus disparos anteriores fallaron consecutivamente. Esa sería la tónica general de esos años, así explicaríamos como en Setiembre de 1939, el U-39, se toparía con el HMS Ark Royal. Se acerca sin ser detectado hasta unos 800 metros, y cuando tiene a la víctima a tiro suelta 2 torpedos, ¡que estallan a unos 80 metros del Ark Royal¡. Los destructores de escolta devuelven al U-39 sus amables caricias y lo hunden.Cosas del directo. Unos días más adelante lo mismo. Otro “lobo gris”, el U-56 se topa con el buque insignia de la British Home Fleet, el acorazado HMS Nelson. Dispara 3 torpedos que explotan en Cuenca. Todos eran fallos. Las armas submarinos, sus espoletas y su guiado, aún se encontraban en fase experimental. Esta fue una clave importante. En nuestro C-3 en málaga dieron en blanco. Pero no explotó…
Manchas de “aceite” sobre la localización del C-3
El joven marinero del hidrofono tuvo que advertir, tras escuchar el ineludible sonido del hundimiento, de ¡impacto¡. Estaba claro por lo que escuchaban.“El C-3 se estaba hundiendo”.Instantes después del impacto, una embarcación a motor se dirige rápidamente al lugar de los hechos tratando de investigar lo sucedido y regresando al poco tiempo al puerto de Málaga. Trae consigo a un superviviente herido, se trata del marinero Isidoro de la Orden. Agustín García Viñas, el oficial de derrota, ofrece una versión interesante sobre el asunto que corrobora esta cuestión. Asegura que se encontraba en el puente del submarino, junto al comandante y el marinero Francisco Fuentes. Ante la evidente pregunta sobre el arma destructiva, declaro no haber escuchado ninguna explosión ni haber apreciado estela alguna de torpedo, ni humo posterior a la explosión. Lo normal que s hubiese esperado del ataque de un torpedo.Con posterioridad a la desaparición del submarino se concretaron algunas cuestiones importantes en relación al C-3. Había que investigar realmente que ocurrió. Los militares e investigadores Molla y Ayuso, lo dejan bien claro recientemente en su trabajo.
Así el 22 de diciembre el Jefe de la Flotilla de Submarinos, teniente de navío Remigio Verdiá, comunica al Jefe de la Flota los resultados de la investigación del hundimiento en los siguientes términos:
“El submarino “C-3” salió a la mar las 5 horas del día 12 de los corrientes adjuntándose copia de la orden de operaciones. El submarino hizo inmersión a las 5.55 horas hasta las 7 .50 horas en que navegó en superficie con un motor diesel a 260 revoluciones;el barco navegó continuamente desde esa hora hasta la hora del accidente, 14 35 de la tarde, unas veces a rumbo y otras en zig-zag esperando avistar al Canarias y a unas 5 millas de Málaga. A esta hora aproximadamente el barco se hundió de proa sin poder asegurar fuese a causa de una explosión por ser contradictorias las opiniones a este respecto. No se observó desde el exterior del buque columna de agua de suficiente altura que haga suponer el choque del submarino con una mina o el impacto de un torpedo, únicamente hay conformidad en que desde el exterior se apreció columna de humo que según unos testigos era blanca y según otros negra. Al hundirse el submarino quedaron flotando cinco náufragos, dos de los cuales se ahogaron. Los tres supervivientes están conformes en afirmar que en la superficie apareció una gran mancha de nafta, trozos de corcho pintado de blanco y pescado muerto lo cual hace suponer que hubo explosión aunque no de importancia tal que pudieran ser notados sus efectos desde el exterior”.
Consideraba que debía descartarse por completo la idea de que el buque ha sido torpedeado por las razones siguientes:
1) No se observó columna de agua de 60 u 80 metros de altura como la que produce un torpedo. A lo que añadimos. Esto sería así si explotase. Si no explotase evidentemente no.
2) No se puede demostrar que la explosión fuera grande porque entonces todos los testigos de dentro y fuera del barco la hubieran claramente percibido.
3) Ninguno de los que iban en el puente vieron estela ni periscopio. Esto es una cuestión completamente subjetiva. No sería la primera vez que un serviola no detectase un submarino enemigo, ni el torpedo del mismo.
4) Ninguno de los pescadores de las proximidades la vieron tampoco. Si está sumergido es literalmente imposible ver a un u-boat. Se antoja difícil que un barco pesquero sea capaz de ver el ataque del submarino, máxime cuando están atentos a sus faenas cotidianas de pesca.
5) Sobre la cabeza de los náufragos no cayeron restos de explosión. Es que no la hubo en ningún momento. . Como dijimos anteriormente, en el diario del comandante alemán, se habla claramente de que habían tenido fallos prácticamente en la dirección y la explosión de todos ellos. El del C-3 no iba a ser menos. Si no hay explosión. No pueden caer sobre las cabezas de nadie, ningún tipo de explosión.
2) No se puede demostrar que la explosión fuera grande porque entonces todos los testigos de dentro y fuera del barco la hubieran claramente percibido.
3) Ninguno de los que iban en el puente vieron estela ni periscopio. Esto es una cuestión completamente subjetiva. No sería la primera vez que un serviola no detectase un submarino enemigo, ni el torpedo del mismo.
4) Ninguno de los pescadores de las proximidades la vieron tampoco. Si está sumergido es literalmente imposible ver a un u-boat. Se antoja difícil que un barco pesquero sea capaz de ver el ataque del submarino, máxime cuando están atentos a sus faenas cotidianas de pesca.
5) Sobre la cabeza de los náufragos no cayeron restos de explosión. Es que no la hubo en ningún momento. . Como dijimos anteriormente, en el diario del comandante alemán, se habla claramente de que habían tenido fallos prácticamente en la dirección y la explosión de todos ellos. El del C-3 no iba a ser menos. Si no hay explosión. No pueden caer sobre las cabezas de nadie, ningún tipo de explosión.
Sala de torpedos del submarino C-3
El conocer el arma submarina les da a los oficiales Molla y Ayuso la profundidad para llegar a términos como “Hay que creer que hubo explosión posterior al perderse el buque, como lo demuestran los trozos de corcho que flotaron inmediatamente y que indudablemente provienen de este material que forra el techo de las cámaras de ambas baterías”. El resto del informe técnico adquiere el detalle y profundidad que requiere el asunto, y así “Lo más probable es que el submarino recibiera el impacto de un torpedo que no llegó a explosionar, pero cuyas características de calibre, longitud y peso lanzados a 40 nudos de velocidad resultaron suficientes para abrir una brecha capaz de provocar su hundimiento, máxime si la colisión se produjo en el compartimento de baterías causando su explosión. Si así ocurrió, el torpedo debe descansar en las proximidades de los restos del submarino y en cualquier caso el estudio del casco podría conducir a la hipótesis más coherente sobre las causas del hundimiento”.
El pecio del C-3 parecería no tener relevancia desde el punto de vista arqueológico. Las descripciones de su arquitectura naval, planimetria (documentación existente en los fondos archivísticos del ministerio de defensa), así como la ingeniería y los materiales con los que fue construido son conocidos. Existe documentación suficiente como para reconstruir fidedignamente su existencia material. No ocurre así con su valor histórico, del cual el C-3 se encuentra notablemente imbuido de una notable importancia. Tal valor histórico es el que le infunde la categoría por normativa de patrimonio histórico andaluz y Español. La ley lo deja bien claro. Si tiene valor histórico. Tiene valor patrimonial y por ende, arqueológico. Y ya sabemos que el tiempo avanza inexorablemente. Ya hemos visto que los acorazados de la I Guerra Mundial, en breve celebrarán los 100 años de existencia y por tanto, el tiempo nezcesario para que se puedan considerar como restos arqueológicos según la UNESCO. Pero en ocasiones no hace falta ni llegar a esa situación. Por lógica y sentido común, existen naufragios que hablan por sí solos, y que requieren e un necesario estudio histórico y sobre todo, de tal reconocimiento por la historia. A este propósito, no podemos olvidar el Lighning P-38, caza norteamericano perteneciente a Antoine de Saint Exupery. Debido al valor histórico del que estaba revestido, formó parte de la intervención rigurosa y meticulosa que la DRASSM realizó sobre él, 60 años después de su hundimiento. Sobre el mismo precisamente estoy escribiendo la siguiente pieza del espejo de navegantes. Se merece una historia, porque es sencillamente apasionante. Y allí está. Una tumba de guerra, considerada como tal y profundamente respetada y considerada por su valor histórico, como un yacimiento arqueológico. El pecio, como tumba de guerra y como yacimiento arqueológico.
Foto de familia tripulación del C-3.
En este sentido, sin obviar el valor histórico que contiene y precisamente por velar por la efectiva protección de mismo, comentar igualmente que a día de hoy se realizan incursiones “amateur”. Si bien la mayoría de los buceadores deportivos conocen y son sensibles con el patrimonio (aprovecho para comentar la importante labor que hacen colectivos en el tema de la sensibilidad del patrimonio histórico, como es el caso del tejido asociativo de AUAS, con su campaña de STOP al EXPOLIO), también tenemos que decir que nos encontramos con una “gran minoría” que siempre se encuentran al acecho de las piezas de un buque de guerra, cuyo objetivo pricnipalmente, es venderlas posteriormente. El submarino C-3 tampoco se encuentra a salvo del expolio de estos desaprensivos. Máxime al encontrarnos con lo que hemos denominado anteriormente como una tumba de guerra, que en recuerdo de los allí perecidos, requiere de un profundo respeto. Y que decir sobre la cuestión de los explosivos. Igualmente el Ministerio de Defensa tiene mucho que decir en esto, porque aún este pecio es de su titularidad y entre otros el submarino republicano todavía contiene armamento explosivo como son los torpedos -cuatro a proa, dos a popa y cuatro de reserva – cargados cada uno de 250 kilos de una inestable trilita.
Según se ha podido verificar en las diferentes inmersiones que se han realizado en el pecio desde que volvió a la luz, con más o menos detalles, todos coinciden en dibujar una imagen entre inquietante y tenebrosa de los restos.Se ha documentado en estas inmersiones – agradecemos los datos aportados por D. Pedro Argüello Aloza, Gerente de la empresa de robótica Marine Vision, posiblemente uno de los mayores baluartes del I+d+i en materia submarina que tenemos en España, y que colabora activamente con difrentes universidades, así como cuerpos y fuerzas de seguridad el estado y armada – el cúmulo de redes por la actividad pesquera de zona, las cuales impedían en numerosas ocasiones la toma de imágenes de forma correcta. No ha sido fácil esta tarea pues en diversas partes del pecio, el forro principal ha desaparecido, quedando a la vista diversas partes internas del submarino y haciendo a su vez irreconocibles otras, como los tubos lanzatorpedos. Del cañón antiaéreo, parece que solo queda su base circular comentaba.
Las inmersiones a tal profundidad acarrean una serie de dificultades añadidas. Además de las que nos encontramos con la naturaleza submarina del pecio; constantemente, por el lugar del hundimiento en zona de corrientes, además de preparar mezcla de gases especiales, así como equipos especiales de iluminación – lo que significa más peso y difícil maniobrabilidad – y sobre todo el poco tiempo que se puede trabajar en fondo, han hecho que el pecio sea accesible mediante buzos autónomos por parte de especialistas en buceo en pecio y buzos de la armada. por parte de la arqueología, hasta el momento el único estudio existente es el anteriormente anunciado de prospección submarina mediante sónar. Existen determinados proyectos que incluso determinan y facilitan las características técnicas del pecio y su forma de bucear en el mismo.
”Pero 65 años después de su hundimiento, desde Ocean Project nos hemos propuesto filmarlo, fotografiarlo y darlo a conocer; hemos empezado con este artículo y ya está en marcha la realización de un documental para televisión”.
Divulgando al público, son las fotografías y características técnicas de la inmersión más detallados que conocemos.
Más allá, en el fondo marino, tan solo queda el silencio.
“A la orden del almirante las unidades cerraron formación sobre el portaaviones “Príncipe de Asturias” y con las dotaciones formadas en cubierta se dirigieron a la situación donde hace 62 años desapareció el submarino español, allí tras una breve exposición de la efemérides por la red de órdenes generales, se rezó la oración tradicional en la Armada seguida de un responso. Finalizó el acto con el lanzamiento de una corona de flores a las aguas malagueñas que acogen al “C-3", así nos lo dejaron bien claro los oficiales que participaron en su homenaje, en aquel día.
Harald Grosse no vio el final de la guerra, como casi todas las tripulaciones de u-boat. Ascendido a Capitán de Corbeta, obtuvo el mando del “U-52” que fue hundido en el mar del Norte en 1940 por el destructor británico “Gurkha”. Grosse se hundió con sus 42 hombres, convirtiéndose igualmente en otra tumba de guerra. Tampoco el “U-34” alcanzó los tiempos de paz ya que se hundió en Memel en el verano de 1943 al colisionar con su propio buque nodriza.
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