5º Regimiento
de Norfolk
La Batalla de los Dardanelos, tuvo lugar
en la península turca de Gallípoli (también es conocida como la batalla de
Gallípoli) y comenzó el día 18 de Marzo de 1915. Británicos y franceses se
combinaron en una operación con el fin de conquistar la capital otomana de
Constantinopla, actual Estambul. Dicha operación resultó un fracaso, y
perecieron un millón de soldados por cada uno de los bandos.
Es difícil defender una cota bien
defendida por el enemigo, sobre todo con una gran dificultad para operación
anfibia, es decir, el apoyo logístico a las tropas desembarcadas.
Sin embargo, en la historia de esta
batalla existen otros hechos que nada tienen que ver con las actuaciones
bélicas, y que representan uno de los episodios más oscuros e inexplicables.
El 21 de agosto de ese año 1915, cuando
las tropas aliadas combatían contra los turcos en la península de Gallípoli
ocurrió un acontecimiento tan extraordinario que todavía se sigue desconociendo
lo que exactamente lo produjo.
22 soldados neozelandeses pertenecientes al cuerpo de ingenieros observan desde una posición elevada cómo tropas del Comando Unido de Australia y Nueva Zelanda (CUANZ) intentan tomar la cota 60.
Mientras los obuses llovían por
todas partes y las explosiones desgarraban el aire y destrozaban a los hombres,
una columna de soldados se puso en movimiento hacia la cota 60, posición
estratégica constituida por una pequeña elevación de terreno al sur de la bahía
de Suvla, uno de los puntos más importantes de la península. El 5º Regimiento
de Norfolk, enviado como refuerzo, estaba destinado a apoyar a las tropas
Ansac, el cuerpo australiano y neozelandés, en su asalto contra la famosa cota
60.
Del total del regimiento, compuesto por
unos mil soldados, solamente doscientos cincuenta hombres lograron aproximarse
hasta la cota. Insensibles al estallido de los obuses que destrozaban a sus
camaradas, “fueron rodeados por una especie de niebla, la cual reflejaba de tal
modo los rayos del sol que los observadores de la artillería quedaron
deslumbrados por su resplandor y no fueron capaces de proseguir su bombardeo
artillero de apoyo”. Nunca volvió a vérseles ni nunca se volvió a oír hablar de
aquellos doscientas cincuenta hombres y así lo precisaron los libros sobre la
campaña.
A media mañana
ven una densa nube de forma singular descender hasta cubrir el lecho seco de un
río cercano a esa cota. Aparece entonces un batallón inglés, que sube por el
lecho del río para ir a apoyar a la CUANZ. 267 soldados británicos continúan su
marcha, entrando en la nube. Pero no saldrán de ella nunca más. Nada más
desaparecer el último de los ingleses en su interior, la nube se eleva
suavemente para alejarse flotando poco a poco, en dirección contraria a la del
viento.
Esta es su declaración:
“El día amaneció claro, sin nubes, a
excepción de unas seis u ocho en forma de pan, todas exactamente iguales, que
permanecían sobre la cota 60. Se observó que un viento del sur que corría a una
velocidad de entre seis y siete kilómetros por horas, aquellas nubes no
cambiaban de lugar ni de forma. Permanecían inmóviles, a una altura de unos
sesenta grados vistas desde nuestro puesto de observación, situado a una altura
de unos dieciséis metros, Otra nube, parecida a las anteriores y que mediría
unos doscientos cincuenta metros de longitud, sesenta de altura y otros tantos
de anchura, se encontraba también inmóvil, cerca del suelo y justamente debajo
del otro gajo de nubes.
Esta última nube era extraordinariamente
densa y parecía casi sólida. Todo esto fue observado por veintidós hombres del
Cuerpo de Ingenieros neozelandés, entre los cuales me encuentro yo, desde
nuestras trincheras, en una posición elevada sobre unos cien metros sobre la
cota 60 y alrededor de dos mil quinientos metros al sudoeste de la nube que se
hallaba cerca de la tierra.
Después de haber cambiado de lugar, esta
extraña nube cubrió del todo el lecho de un torrente seco, entonces pudimos
distinguir perfectamente sus lados y extremidades. Su color era gris claro,
como el de las otras nubes.
Observamos como un regimiento inglés,
compuesto por muchos centenares hombres, subía por este camino lleno de baches
hacia la mencionada cota 60. Parecían ir a reforzar las tropas que en ella
había. Cuando llegaron a la nube penetraron en ella sin dudar. Pero ninguno
salió de allí jamás. Alrededor de una hora más tarde, después de que el último
de la fila hubiese desaparecido en la nube, ésta, muy discretamente, se elevó
del suelo y, como cualquier ora niebla o nube subió lentamente hasta unirse con
las otras. Al mirarlas de nuevo, parecían“guisantes en sus vainas”. Durante
todo este tiempo, el grupo de nubes había permanecido inmóvil, pero tan pronto
llegó a su altura la que subía, todas juntas partieron en dirección norte hacia
Bulgaria, En unos tres cuartos de hora todas habían desaparecido.”
El regimiento fue dado por
“desaparecido”, es decir, por aniquilado, y a pesar de los esfuerzos de
Inglaterra, que exigió su retorno a la patria al final de la guerra, tras la
capitulación de 1918, Turquía respondió que no sabía nada de su existencia.
En 1919 se
recuperaron 122 de sus cadáveres, y la ausencia de los otros 145 tal vez se
explicaría por un fenómeno de putrefacción acelerada. Todo esto lleva a dudar
del testimonio de los tres ingenieros neozelandeses, a quienes pudo haber
confundido un efecto óptico, o cuyos recuerdos pudieron verse distorsionados
por el paso de los años y la sugestión mutua.
Cincuenta años después, durante una
reunión conmemorativa de la Cuanz, (Comando Unido
de Australia y Nueva Zelanda) tres de los soldados neocelandeses que
vivieron el fenómeno relataron de nuevo este incidente, respaldados por
documentos de la época que corroboraban que un batallón del regimiento Norfolk, el quinto, desapareció en Gallípoli durante un ataque. Sin embargo se quiso
echar tierra sobre el asunto, alegándose por parte de las autoridades
pertinentes, que los tres testigos, tal vez por el tiempo transcurrido desde
entonces, cometieron bastantes imprecisiones en su narración., tales como que
el hecho tuvo lugar el 12 de agosto, no el 21, y sucedió a 5 kilómetros del
lugar que pensaban.
No obstante a
día de hoy existen supuestas hipótesis que intentan descubrir porque el 5ª
batallón del Regimiento Real de Norfolk, compuesto por 267 hombres, se
desvaneció al atravesar una extraña nube., incluso esta más que presente el
tema de la abducción.
¿Realidad o leyenda?, quizás
algo de ambas, ya que el batallón de Norfolk no es el único grupo de soldados
desparecido misteriosamente a lo largo de la Historia. En 1707, 4000 hombres
del archiduque Carlos de Habsburgo desaparecieron sin dejar rastro mientras
cruzaban los pirineos; en 1858, un cuerpo expedicionario francés de 650 zuavos
se evaporó camino de Saigón; en diciembre de 1923, 3000 soldados chinos
apostados a
Al día de
hoy, más de noventa años después, la desaparición del 5º Regimiento de Norfolk
sigue siendo un misterio.
Documentación: Desapariciones
Misteriosas (Patrice Gaston – Investigador francés) Editorial Plaza y Janes
A FONDO: LA BATALLA DE GALLIPOLI
La Batalla de Galípoli o Batalla de los Dardanelos tuvo lugar en la península turca de Galípoli en 1915 durante la Primera Guerra Mundial. La campaña se conoce en Turquía con el nombre de Çanakkale Savaşlari. En el Reino Unido se le llama «Campaña de los Dardanelos», mientras que en Australia y Nueva Zelanda se conoce como la «batalla de Galípoli».
En la expedición terrestre contra Galípoli del 25 de abril de 1915, 75.000 soldados aliados desembarcaron, pero el efecto sorpresa se perdió debido a la indecisión e inexperiencia de los mandos superiores aliados, al no hacer avanzar a las tropas hasta las alturas que controlaban las playas, y dejando tiempo a las defensas otomanas para fortalecerse. Los primeros logros aliados se perdieron y las fuerzas británicas, francesas, australianas y neozelandesas se vieron atrapadas en el cabo Helles, entre el mar y las colinas en poder de los otomanos. Las defensas otomanas bajo el mando del general Otto Liman von Sanders fueron hábilmente explotadas.
Desde esa fecha de abril hasta el fin de la evacuación de las tropas en enero de 1916, las tropas aliadas se ven copadas en las playas entre el calor, la masificación, la necesidad de recibir por las playas hasta el agua misma, las ofensivas frustradas y los francotiradores turcos.
Los supervivientes fueron evacuados de manera exitosa utilizando el engaño a partir de diciembre de 1915.
Los británicos tuvieron aproximadamente un cuarto de millón de bajas (más de 50.000 muertos) incluyendo australianos y neozelandeses. Los franceses sufrieron cerca de 50.000 bajas (5.000 muertos). Por su parte el Imperio otomano soportó 250.000 bajas (60.000 muertos).
Las pérdidas en buques y el fracaso de la operación se llevaron por delante en forma de dimisión a su principal promotor, Winston Churchill, por entonces Ministro de Marina británico (Primer Lord del Almirantazgo), regresando al servicio activo en el ejército.
Hasta el desembarco de Normandía en 1944, debido al enorme número de bajas, se generó entre los mandos del ejército británico una enorme reticencia a desembarcar en playas controladas por el enemigo, a veces conocida como "Síndrome Galípoli".
Inicio del mito de Atatürk
El general del
ejército otomano Mustafa Kemal (conocido posteriormente como Atatürk y que a la postre sería el primer
presidente de la República de Turquía) desempeñó un papel primordial en
esta batalla. El Imperio otomano entró en la Primera Guerra
Mundial del lado de Alemania. Kemal es destinado a Rodosto (hoy Tekirdağ) a orillas del mar de Mármara. La zona a su mando incluía Galípoli. Allí, al frente de la 19.ª
División tuvo una destacada actuación en las batallas de marzo y agosto de 1915 (esta última, en Sari Bair)
defendiendo la zona contra el desembarco aliado de tropas inglesas, francesas y
de ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps). En esas batallas labró su
fama como brillante jefe militar y se convirtió en héroe nacional,
otorgándosele el título de Paşa (comandante).
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