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viernes, 9 de noviembre de 2012

CUSTER, EL GENERAL QUE EN REALIDAD NO ERA GENERAL


Aunque todo el mundo se refiere a él como el general Custer, el conocido militar norteamericano que murió el 25 de junio de 1876 a manos de los indios en la batalla de Little Big Horn no lo era en esos momentos.

George Armstrong Custer (1839-1876) fue ascendido a general de brigada con tan sólo 23 años, siendo entonces el general más joven de ese momento. Sin embargo, sus titubeantes inicios en la carrera castrense no presagiaban la brillante carrera que luego llevaría a cabo.

Se graduó en la academia militar de West Point en 1861, obteniendo el último puesto de su promoción. Además su expediente no estaba precisamente impoluto; reflejaba un total de 726 faltas cometidas durante los cuatro años que estuvo en la academia, la mayoría de ellas causadas por su afición al whisky.

Pero durante la guerra de Secesión, que estalló el mismo año en el que se graduó, Custer demostraría una valentía fuera de lo común. Sus actos de heroísmo le valieron sucesivos ascensos, hasta alcanzar en tan sólo un año el grado de general de brigada, convirtiéndose por méritos propios en el general más joven del bando nordista.

No obstante, tras el final de la guerra y para adaptarse al tiempo de paz, el Ejército norteamericano sufrió una reorganización que alteró toda la estructura militar. Custer fue uno de los más perjudicados, puesto que se vería rebajado a capitán. En ello también tuvo que ver el hecho de que fuera sometido a un Consejo de Guerra en 1866, al haber dejado su puesto para encontrarse con su esposa.

Posteriormente, en 1868, volvería a ascender, en este caso a teniente coronel, tras la recomendación del general Sheridan, que había combatido junto a Custer durante la guerra civil. Ese sería el rango con el que acabaría perdiendo la vida en la famosa batalla que se dio durante la segunda guerra sioux.

Custer fue enviado con 600 hombres del Séptimo de caballería a explorar el río Little Big Horn. Tenía previsto reunirse con otras dos columnas del Ejército. Pero al llegar al río se encontró con 3.500 guerreros sioux, ayudados en esta ocasión con los cheyennes y arapahos, con los míticos jefes Toro Sentado y Caballo Loco al frente.



Custer cometió el error de dividir su pequeña fuerza en tres grupos, encabezando una de ellas y dejando las otras dos al mando del comandante Reno y el capitán Benteen.

Los indios impusieron su superioridad numérica y aplastaron a los tres grupos. La imagen que ha pasado a la historia es la de Custer rodeado de guerreros indios. Resistió una hora los ataques hasta que, agotada la munición, cayó muerto. De todos modos, se desconocen las circunstancias exactas de su muerte, puesto que hasta nueve guerreros se arrogaron el honor de haber matado a Custer, llamado por los indios "Cabello Largo".

Un arapaho llamado Waterman explicó después que vio "a Custer en el suelo, apoyado en sus manos y rodillas, con una herida de bala en el costado. Le salía sangre de la boca a borbotones, mientras contaba tan sólo con la protección de cuatro de sus hombres, mientras miraba desafiante a los indios que le tenían rodeado".


El primer hombre blanco que vio el cadáver de Custer fue el teniente James Bradley, que llegó al lugar poco después de la batalla. Según su testimonio, "la expresión del rostro de Custer no expresaba odio o terror, sino más bien una inmensa paz".

Bradley confirmó la apreciación del indio Waterman, al comprobar el orificio de bala que tenía en el costado izquierdo, cerca del corazón. Además, presentaba otra herida de bala en la sien izquierda. Según el perspicaz Bradley, la bala del costado fue disparada a cierta distancia por un rifle Henry o Winchester, y probablemente le ocasionó la muerte, mientras que el disparo en la sien pudo haber sido un disparo de gracia. ¿Quién lo hizo? ¿Fue un indio, uno de los hombres de Custer para evitarle más sufrimientos o, por qué no, el propio Custer? Nunca se sabrá.

Otro oficial, el sargento Knipe, ofreció también una descripción de lo que halló en el campo de batalla. Según él, "el cuerpo de Custer estaba desnudo, conservando tan sólo los calcetines. El cadáver descansaba sobre los cuerpos de tres soldados, y sólo una parte de su espalda estaba en contacto con el suelo". Curiosamente, la suela de una de sus botas estaba cerca de él; probablemente, el cuero de la bota había sido arrancado por un indio para confeccionarse unos mocasines.

El cadáver de Custer no sufrió las mutilaciones de que fueron objeto otros de sus compañeros. Pero, al parecer, unas mujeres indias perforaron sus tímpanos para que no pudiera oir nada en la otra vida.

Una cuestión interesante es saber si a Custer se le arrancó la cabellera. La versión oficial asegura que no sufrió está costumbre india. Un guerrero indio llamado "Lluvia en la cara" lo confirmó, afirmando que no se le cortó el cuero cabelludo en reconocimiento al valor que demostró en la batalla.


En realidad, lo más probable es que el motivo de que su cabeza conservase el cabello fuera el hecho que Custer se lo cortase poco antes de marchar a esa campaña. Aunque la iconografía muestra siempre a Custer resistiendo los ataques indios con su larga cabellera rubia, en realidad ese día llevaba el pelo muy corto, lo que posiblemente disuadió a los guerreros indios en su propósito de llevarse ese trofeo tan poco lucido.



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