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viernes, 25 de marzo de 2011

GAGOMILITARI NOTICIAS.-LIBIA, SARKOZY LA OTAN TENDRÁ EL MANDO MILITAR AUNQUE LA COALICIÓN CONSERVARÁ EL MANDO POLÍTICO





Los bombardeos no detienen a las tropas de Gadafi
Pese a la presión aliada, las fuerzas del régimen atacan varias ciudades

Los insurrectos libios aseguran que controlan el puerto de Misrata, pero los tanques de Muamar el Gadafi dominan el centro de la ciudad. Un general británico anunciaba el miércoles la destrucción total de la aviación libia, mientras el mando francés confirmaba ayer que sus pilotos han destruido un aparato que aterrizó en un aeródromo de esa urbe tras haber violado, por primera vez, la zona de exclusión aérea. Los uniformados de Gadafi se dicen fuertes en Ajdabiya, a centenar y medio de kilómetros de Bengasi, y los insurgentes replican que muchos de sus enemigos negocian la rendición en esta población de 100.000 habitantes, la mayoría de ellos huidos. Rumores, propaganda e informaciones poco veraces inundan el panorama bélico. Pero se puede asegurar que los uniformados leales al autócrata asedian y atacan urbes en el oeste, centro y oriente del país, que los misiles de la alianza internacional golpean bases militares y aéreas alcanzando ya remotos objetivos en el desierto. Y que, aunque la guerra está empantanada, las tropas del dictador están sufriendo golpes demoledores.

Difícil descifrar el grado de desgaste que padece el Ejército de Gadafi, al que los sublevados denominan milicias. Pero los misiles continúan convirtiendo en ruinas instalaciones militares en poder del régimen. Torres de telecomunicaciones, depósitos de armas, aeropuertos militares, centros de telecomunicaciones son arrasados día y noche. Solo ayer 14 objetivos fueron alcanzados, y suman 170 los potentes proyectiles disparados en cinco noches de bombardeos.

En Zintan, próxima a la frontera con Túnez, donde perecieron una decena de personas bajo el fuego de la artillería, las tropas de Gadafi aún llevan la voz cantante. En las afueras de Misrata, a 200 kilómetros de Trípoli, sin embargo, los tanques T-72 fueron forzados a retroceder por los cazas europeos, y los alzados contra Gadafi dijeron que habían logrado matar a 30 de los francotiradores que causaron estragos en jornadas previas. Representantes del régimen reconocieron que los ciudadanos de Misrata viven desde hace días sin agua y electricidad, pero atribuyeron el corte de suministro a problemas técnicos. En la capital, instalaciones militares del barrio de Tajura también fueron destruidas por los Tomahawk de la coalición. Los muertos se cuentan por decenas en uno y otro bando.

Y si son ciertas las palabras del coronel Ahmed Omar Bani, portavoz de los sublevados, 120 soldados fieles al tirano han fallecido en los combates y 15 fueron hechos prisioneros en todos los campos de batalla. Media docena de blindados y tanques fueron destrozados o pasaron a manos rebeldes, según este militar, que reconocía en conferencia de prensa la debilidad de sus guerrilleros: "Estamos empezando a construir el Ejército nacional, pero partimos desde cero".

"Necesitamos munición y armas, especialmente cañones antitanque", apremió a las potencias occidentales, a las que instó a bombardear Al Kufra, al sureste de Libia, donde, según Bani, "cientos de mercenarios procedentes de Chad" están llegando para unirse a las filas de Gadafi. Sin ese abastecimiento de armamento pesado será una tarea ardua, si no inviable, expulsar a sus enemigos del corazón de varias localidades. Salvo que suceda lo que auguraba el portavoz insurgente: "Sabemos que muchos quieren rendirse porque el imán de una mezquita está ejerciendo de mediador. Y estamos seguros de que han perdido las comunicaciones con su cuartel general. No queremos matarlos". Quién sabe si es una táctica para desmoralizar a los uniformados de Gadafi. "No diré quiénes son, pero la vida bajo la bota de Gadafi es un infierno, y nadie quiere vivir en el infierno", sentenció el portavoz.

Mucho más sencillo es aventurar que los alzados contra el tirano han sido incapaces hasta la fecha de conquistar Ajdabiya, una de las ciudades donde los tanques del dictador se han atrincherado y hacen imposible el ataque aliado, porque podría provocar una matanza de los pocos ciudadanos que permanecen en la ciudad, una eventualidad que se pretende evitar a cualquier precio. Algún indicio apunta a que los rebeldes han optado por frenar un poco en este frente crucial. Los mártires -a muchos árabes no les agrada que les llamen víctimas- siguen llegando a la plaza Mahkama de Bengasi, la capital de la revuelta. Pero los féretros llegan ahora con cuentagotas. Quizás algún militar haya conseguido imponer cierto orden entre los temerarios milicianos que se lanzan a combatir sin precaución alguna.

Y un problema que se atisba difícil de resolver si se consolida: el combustible comienza a escasear en Libia. En la carretera que enlaza Bengasi con Ajdabiya, la mayoría de las gasolineras están cerradas, y las colas comienzan a aflorar en un país riquísimo en petróleo. La producción ha caído en picado, y el suministro se complica cada día que pasa en todas las regiones de Libia. Tal vez, las necesidades en el campo de batalla prevalecen.

Sarkozy: "La coordinación política de la intervención en Libia seguirá en manos de los aliados"

El presidente francés asegura que la OTAN solo asumirá el mando militar.- Los líderes europeos estudian más sanciones económicas contra el régimen de Gadafi

La coalición de países que interviene en Libia mantendrá la "coordinación política" de las acciones aunque la dirección del operativo militar, hasta ayer en manos de EE UU, "repose a partir de ahora en la maquinaria de la OTAN". Así lo aseguró anoche el presidente francés, Nicolas Sarkozy, poco después de que el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, anunciara la inminente transferencia del mando a la OTAN.

El presidente francés insistió en que no puede dejarse al margen a los países árabes que, como Catar y Emiratos Árabes, han decidido apoyar la acción internacional, por lo que la dirección política no puede quedar solo en manos de la OTAN. No obstante, al anunciar el acuerdo, Rasmussen advertía de que, "aunque por el momento habrá una operación de la coalición y otra de la OTAN", el modelo no es definitivo pues cabe la posibilidad de que la Alianza asumiera mayores funciones. Antes, el ministro turco de Exteriores, Ahmet Davotuglu, había declarado en la televisión turca que "la operación será entregada plenamente a la OTAN". En una misión planamente aliada, Turquía podría vetar misiones, mientras que no podrá influir en operaciones realizadas por la coalición fuera de la estructura aliada.

Sarkozy defendió los ataques de la coalición contra objetivos del régimen de Muamar el Gadafi y recalcó que la comunidad internacional está cumpliendo con el mandato de proteger a la población", tal como ordenó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. "Si hemos disparado a tanques es porque los tanques disparan contra la población. Si la aviación francesa ha abatido un avión de Gadafi es porque se dirigía a atacar a población inocente", explicó.

Sarkozy aseguró además que la coalición permanecerá en Libia mientras siga existiendo una "amenaza" para los civiles. La operación, según el presidente francés, "ha evitado una masacre" en Bengasi. "Imaginen lo que habría pasado si la coalición no hubiese actuado. Las fuerzas de Gadafi están atacando incluso hospitales", subrayó.

Más sanciones económicas

Respecto a la política de sanciones contra el régimen de Trípoli, Sarkozy llamó a una "movilización mundial" para que ningún país compre petróleo libio con el fin de "asegurar que Gadafi no pague mercenarios" con ese dinero.

En esa línea, los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, que ayer se reunieron en Bruselas, se comprometieron a adoptar más sanciones contra el régimen de Gadafi para que no reciba dinero procedente de las exportaciones de gas y petróleo, tal como pedía la canciller Angela Merkel, según se recoge en las conclusiones de la cumbre.

Los países de la UE, que harán propuestas en este sentido al Consejo de Seguridad de la ONU, reclamaron además a Gadafi que abandone el poder de inmediato y aseguraron que los ataques selectivos continuarán hasta que se garantice efectivamente la seguridad de los ciudadanos.

Fuente Diario "EL PAÍS"


La fragata y el submarino españoles podrán abrir fuego

El submarino «Tramontana» y la fragata «Méndez Núñez» estarán ya hoy operativas junto al resto de aliados frente a las costas de Libia.

Desde que se sitúen en la zona asignada, ambos contribuirán a la misión de embargo de armas que sobre ambas partes del conflicto ha establecido la ONU. Y en ese empeño, las dos unidades de la Armada podrán abrir fuego contra quien viole el embargo o no atienda a las órdenes. Obviamente, el empleo de la fuerza es en este tipo de operaciones el último recurso. Antes lo normal es que medien varios avisos y si se hace uso de la fuerza, habitualmente se hace para frenar a un buque que no atiende a los requerimientos. Es decir, se dispara por delante del mismo o se le producen daños limitados para evitar que se dé a la fuga, según explicaron fuentes militares a LA RAZÓN.

Mientras, según explicó ayer el almirante Juan Francisco Martínez Núñez, jefe de la División de Estrategia y Planes del Estado Mayor Conjunto, los cazas F-18 desplegados en la misión realizaron ayer una nueva patrulla de combate junto al avión de reabastecimiento en vuelo y de nuevo sin novedad. Los cazabombarderos sumaron ayer 9 horas y 56 minutos de vuelo y el Boeing 707 cinco horas y media. En total, desde que comenzara el despliegue español, hace cinco días, los aviones de combate del Ejército del Aire han realizado 17 misiones sobre territorio libio con 70 horas de vuelo.

Preguntado por si en algún momento podrían actuar sobre objetivos en tierra, el almirante aseguró que la configuración de los reactores es para combate aire-aire y que aún no han recibido «ninguna orden de interceptación». Y además, añadió que aunque la aviación libia esté desarticulada, «la zona de exclusión hay que mantenerla».

Fuente Diario "LA RAZÓN"


Médicos y enfermeras de los precarios hospitales de Bengasi miran de frente el rostro más descarnado de la guerra


Los hospitales de Bengasi tienen las camas ocupadas por heridos. Gran parte de ellos proceden del frente de Ajdabiya, ciudad en la que permanecen atrincherados los hombres de Gadafi desde que el sábado las fuerzas de la coalición lanzaran su primer ataque contra las unidades que avanzaban hacia la capital rebelde. Los rebeldes han lanzado varias ofensivas para intentar desalojarlos. Pero, hasta ahora, en vano. Los gadafistas cuentan con carros de combate y armamento pesado de sobra para contenerlos.

Apenas ciento sesenta kilómetros separan ambos lugares, «pero la gente se está muriendo porque no hay manera de negociar un corredor humanitario para evacuar a los heridos», denuncia el doctor Salem Langhi, que acaba de regresar al bastión rebelde de Bengasi después de varias semanas en el frente. Ahora vuelve a ocupar su puesto en el Centro Médico de la ciudad, un hospital de mil doscientas camas.

«Salí de allí por el desierto, tal y como evacuamos a los heridos. Tenemos que salir como si fuéramos contrabandistas. Si nos sorprenden nos matan, no hay piedad», asegura este joven médico que ha vivido «dos bombardeos sobre el hospital de Ajdabiya donde no hay agua, ni electricidad y apenas queda gasolina para cuarenta y ocho horas que pueda alimentar el generador».
No damos abasto

A Langhi le acompaña ahora un grupo de veinticinco médicos recién llegados de Jordania y Egipto, «pero necesitamos urgentemente más personal sanitario, no damos abasto y cuando empecemos a avanzar esto va a ser una pesadilla». Son palabras de un profesional al que le ha tocado estabilizar a pacientes «en una ambulancia a ciento ochenta kilómetros hora para escapar de los disparos, aquí no hay normas ni tratados que se respeten, han venido a matarnos y punto».

En la quinta planta del centro Khalifa Jibril ha sufrido en primera persona el horror descrito por el doctor Langhi. «Estaba haciendo guardia en un puesto control y asistí a una discusión entre conductores de ambulancia que estaban aterrorizados. Me ofrecí voluntario a llevar una hasta el centro de Ajdabiya y conseguí llegar. Recogí a un herido y cuando regresaba me pararon los hombres de Gadafi. Nos obligaron a bajar y nos dispararon por la espalda. Después nos patearon y gracias a Dios que vino un superior y les ordenó que nos dejaran en paz. Lo siguiente que recuerdo es que desperté en el hospital de Ajdabiya, de donde me sacó ayer mi hermano para traerme aquí a través de las dunas», recuerda Khalifa, al que le han retirado un proyectil cerca del cuello y los médicos aseguran que se recuperará sin problemas.
La lucha continúa

Frente a su cama Atif Laraibi pide a su hermano que le arregle la bandera tricolor que le rodea el cuello. «He perdido dos dedos, pero me quedan ocho para seguir luchando contra el dictador Gadafi», repite este joven soldado de veinticinco años al que le explotó una granada que intentaba introducir por la escotilla de un carro de combate.

«Fuimos la última unidad rebelde en abandonar Ajdabiya, allí está peleando la columna de Saadi Gadafi, una mezcla de tunecinos, argelinos y libios a sueldo directo del hijo de Muamar y que tras el ataque francés se han hecho fuertes en dos lugares de la ciudad», informa Atif mientras hace el gesto de la victoria con su maltrecha mano izquierda.

Idris Haroun escucha los testimonios de los voluntarios rebeldes con concentrada atención. Él no luchaba. Simplemente regresaba a su casa después de llevar a su mujer e hijos a un lugar seguro próximo a la ciudad de Tobruk, junto a la frontera con Egipto. «Me detuve un segundo en un puesto de control para preguntar por la situación de la carretera y nos lanzaron un misil, supongo que era de Gadafi», explica este hombre rodeado de un grupo de amigos que, como les sucede a otras muchas familias de la zona, llevan varios días viviendo de acogida, a salto de mata, en la capital rebelde.

Desde Bengasi es casi imposible la comunicación con el hospital de Ajdabiya. Sólo el testimonio directo de los que llegan de allí permite a los médicos hacerse una idea de la trágica situación que vive esa ciudad aislada en el frente de guerra. El doctor Salem Langhi desgrana sus dramáticos recuerdos: «Nosotros hemos atendido a los heridos de los dos bandos, pero ahora me temo que no está ocurriendo lo mismo y es necesario que alguien pare esta matanza. Solo desde el aire es imposible defender a los civiles, hay que pensar seriamente en una próxima incursión terrestre, no veo otra solución», sentencia.

Fuente Diario "ABC"

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