lunes, 19 de marzo de 2012

GAGOMILITARIA NOTICIAS.- LA GUERRA CIVIL SIRIA, UN CONFLICTO EN "PUNTO MUERTO"


Siria lleva a territorio turco las lacras de su guerra civil

Turquía se ve en una situación cada vez más apurada ante las oleadas de refugiados y desertores del Ejército sirio que cruzan una frontera minada

Día 19/03/2012

En otras circunstancias, podría decirse que las vistas en Yayladagi son privilegiadas. En los días soleados, que son casi todos, el reflejo en las hojas de los olivos tiñe de verde las colinas que rodean esta localidad de la frontera turco-siria. «Allí, al oeste, queda Yisr Al Shugur. Enfrente, Idlib. Al este, siguiendo la carretera, Latakia», nos explica Ahmet, que vive como refugiado en el campamento a las afueras del pueblo.

Nos cuenta que escapó de Yisr Al Shugur en agosto, cuando las cosas se pusieron de verdad feas. Decidió poner a salvo a su familia, y con ellos se fue a las montañas. «En aquel momento era más fácil cruzar, no había tantas minas ni francotiradores», cuenta. Se aprendió tan bien el camino, que ahora vuelve a hacerlo al menos una vez por semana, ayudando a cruzar a otros grupos de civiles que tratan de escapar. Ahmet, naturalmente, no es su verdadero nombre. «Cuando hay un grupo preparado, me llaman».

Pero el paso de frontera es complicado y peligroso. Desde hace meses, el régimen sirio ha puesto todo su empeño en evitar que el goteo constante de refugiados a los países vecinos se convierta en un torrente. «A veces, cuando sorprenden a un grupo, disparan a los pies de la gente», asegura Ahmet. «Yo conozco bien los pasos», dice, haciendo gestos serpenteantes con la mano. «Pero la cosa se ha puesto difícil. Hay muchos soldados desertores que pasaron a Turquía y ahora quieren volver a cruzar, pero no encuentran un camino», cuenta.

Y es que el conflicto en la vecina Siria está poniendo a Turquía en una situación cada vez más difícil. Las autoridades turcas insisten en que los conflictos que le genera la guerra y la represión en Siria son ya «un problema interno», y que intervendrán para crear una «zona tapón» si el número de refugiados se dispara y llega a afectar a la «seguridad nacional».

«Los turcos nos tratan bien aquí en los campos. No son ideales, pero al menos hay comida, y seguridad. Es como seguir en Siria, estamos todo el día pendiente de la actualidad, con las noticias puestas en la televisión», afirma Ahmet. «La única crítica que les hago es que como siguen llegando nuevos refugiados, el Gobierno se olvida de los antiguos», añade.

Vínculos con la oposición

El Gobierno turco mantiene fuertes vínculos con la oposición siria, a la que asesora y le permite operar desde su territorio. Ahora, estos opositores, especialmente los miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS), presionan para que Turquía se implique más a fondo en el conflicto. 

«Estamos pidiendo que se cree inmediatamente una “zona tapón” para proteger a los cientos de miles de desplazados dentro de Siria. Los políticos hablan sobre ello, pero no ha habido pasos concretos», afirma Jaled Joya, un prominente miembro del CNS.

Otros partidos turcos se muestran muy críticos con la idea, de la que sospechan que viene de fuera. «Hay quien evita comprometerse en Siria e intenta que lo haga Turquía», declaró ayer Kemal Kiliçdaroglu, líder del opositor Partido Republicano. «EE.UU., Gran Bretaña y Francia parecen decididos a evitar una implicación militar en Siria. ¿Por qué deberíamos meternos allí? Siria es nuestra vecina, nuestra hermana».

En todo caso, dicha iniciativa, que requeriría el envío de tropas a territorio sirio, con todas las consecuencias que ello implica, parece lejos de ser inminente. En primer lugar, el Gobierno ha indicado que buscaría algún tipo de legitimidad internacional para lanzar la operación (por ejemplo, a través de una resolución de Naciones Unidas). Además, se han puesto en marcha planes para alojar hasta a medio millón de refugiados. Lo que da idea de que Turquía se prepara para una larga crisis

Escondidos en los bosques

Las cifras de refugiados son altas, pero por ahora «manejables». En las últimas jornadas, como mínimo, unas 200 personas atraviesan la frontera cada día. Hasta ahora, el número de desplazados sirios en suelo turco se eleva a unos 16.000. Y no parece que el flujo vaya a remitir. «Debe haber unas 2.000 personas en los bosques al otro lado, esperando para cruzar» a través de territorio minado, explica un discreto soldado que desertó hace tres días, y que ahora pretende unirse al Ejército Sirio Libre (ESL).

«Vienen de Alepo, de Idlib, de Latakia, de Yisr Al Shugur… Los de Homs se van al Líbano, y los de Daraa, a Jordania», cuenta Ahmet. Que la región de Hatay se haya convertido en el puerto de llegada preferente les parece inevitable: casi todo el mundo tiene parientes al otro lado de la frontera. De hecho, esta provincia era parte de Siria hasta los años 30, cuando fue cedida a Turquía por la Administración colonial francesa, que orquestó un referéndum hoy cuestionado por la mayoría de los historiadores sirios. La población de Hatay habla, de hecho, más árabe que turco en su vida diaria.

En esta zona, en Apaydin, está también el campo que aloja a los desertores del Ejército Sirio Libre, en el que reside su líder y fundador, el coronel Riad Al Asaad. Aunque el Gobierno turco prohíbe a los insurgentes portar armas en suelo turco, les permite utilizar su territorio como retaguardia. La inteligencia turca calcula que la cifra de desertores es de unos 60.000, de los que casi la mitad abandonaron su regimiento en el último mes, según el diario turco «Hürriyet Daily News». El número de militares sirios que se pasan a los rebeldes se acelera rápidamente: a principios de marzo, lo hicieron más de medio centenar de oficiales, entre ellos seis generales de brigada. «Ahora mismo, el ESL carece de armamento, pero hay más y más sectores del Ejército dispuestos a desertar. Sin embargo, la deserción es una acción muy peligrosa porque no hay zonas seguras a las que puedan dirigirse los desertores. Eso es algo que podría resolver una zona tapón en el norte de Siria», afirma Joya, un desertor. «Además, una zona así defendida militarmente ayudaría a que unidades enteras desertasen de golpe, llevándose armamento pesado y blindados con ellos», asegura.

La moral en el seno del ejército gubernamental es mucho menos firme de lo que aparenta, asegura Hamad, un teniente originario de Yebel Zawiya que desertó hace pocas semanas. «Ahora mismo hay muchos soldados que, ante la imposibilidad de abandonar su unidad, se dedican a ayudar a la insurgencia. Incluso hay alauíes que les venden sus balas a los rebeldes», cuenta. Pero estos comentarios apenas ocultan la frustración por la falta de ayuda internacional. El teniente Hamad se muestra muy pesimista: «Ya solo esperamos ayuda del cielo», dice, apuntando con el índice hacia las nubes.






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Combates entre rebeldes y Ejército en un barrio del oeste de Damasco

Los enfrentamientos estallan en un distrito de embajadas y edificios de los cuerpos de seguridad


Las fuerzas de seguridad y el Ejército Libre Sirio han iniciado en la madrugada del lunes un enfrentamiento en Al Mezze, uno de los principales distritos de Damasco, según han informado varios testigos a Reuters. Los residentes han indicado a la agencia de noticias que los disparos de las ametralladoras y de las granadas propulsadas con cohetes han roto el silencio de la noche en Al Mezze, ubicado en el oeste de la capital siria.

"Hay combates cerca del supermercado de Hamada y se escuchan explosiones allí y en otras partes del barrio. La Policía ha bloqueado varias calles y el alumbrado público ha sido cortado", ha dicho una residente en este distrito. Un número extra de tropas ha estado patrullando Al Mezze en el último mes, después de que miles de personas tomaran las calles del distrito para protestar por la muerte de manifestantes a manos de las fuerzas de seguridad.

"Son los enfrentamientos más importantes y cercanos a los centros de seguridad de Damasco desde que empezase la revolución", ha explicado a AFP Rami Abdel Rahmane, portavoz del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El cerrojo informativo que mantiene el régimen de El Asad impide que fuentes independientes puedan contrastar tales informaciones.

Al Mezze es una de las zonas más protegidas de Damasco, ya que allí se encuentran varias embajadas, instalaciones policiales y las casas de altos cargos de las fuerzas de seguridad, entre ellos Assef Shawkat, cuñado del presidente sirio, Bachar el Asad, y una de las principales figuras del aparato de seguridad que garantiza el mantenimiento en el poder de la familia El Asad.


¿Si los jóvenes huimos a Turquía, quién va a defender al pueblo sirio?”

Cientos de refugiados que huyen de la violencia entran en Turquía, donde decenas de jóvenes exiliados esperan armas para combatir contra el régimen de El Asad



Un grupo de sirios pasan por debajo de una valla alambrada para entrar en territorio turco cerca de Reyhanli, ayer. / Burhan Ozbilici (AP)

“Tómame una foto, si muero publícala en tu periódico”, dice Nuwar un refugiado sirio de 22 años. “No estaré en Turquía por mucho tiempo, en cuanto me den un arma volveré a Siria con el Ejército de Liberación” asegura. Nuwar, esconde su juventud tras una barba pelirroja. Era estudiante y escapó hace ocho meses de Siria porque sus vecinos, alauíes como la familia del presidente Bachar el Asad, iban a denunciarle. “Entonces tenía miedo”, asegura. “Ahora pienso todo el día en que siguen matando a niños, mujeres y ancianos. ¿Si los jóvenes huimos a Turquía, quién va a defenderlos?”.

Su vida en el campo de refugiados de Yayladagi, en la provincia sureña de Hatay, es muy rutinaria. En su tienda, como en las demás, hay una televisión que le ayuda a recibir noticias de casa, pero también a avivar la melancolía de los que saben que su hogar está a apenas cuatro kilómetros.

Los refugiados de Yayladagi pueden salir del campo durante dos horas al día. Lo necesario para buscar alimentos y bebida. Las mujeres y los niños suelen acatar las normas, pero los jóvenes aprovechan el tiempo de permiso para pasar el día fuera. Una tarjeta plastificada con su nombre y una foto les asegura que la policía no les detendrá como inmigrantes sin papeles. Sin embargo, no les permite realizar ninguna actividad económica como alquilar una vivienda o un coche, trabajar o ir a la escuela. El tedio de meses de espera y las noticias que llegan con cada nueva familia de desplazados inflama los ánimos de los jóvenes que solo esperan un arma para volver.

Nuwar llevaba meses planteándose cruzar la frontera de vuelta. Asegura que la nueva oleada de refugiados que vive en Turquía le ha ayudado a decidirse. “Llegan 200, 300 por día, aterrorizados, muchos están enfermos o heridos”, explica Mahmud Musrid, que vive junto a otros 3.500 sirios en el mismo campamento. Según la ONU, existen unos 230.000 desplazados por la violencia dentro de Siria. Los de Alepo, Idlib y Latika se dirigen hacia Turquía como vía de escape, por ser la más cercana. Musrid y su familia, huyeron en agosto de Jusrash Shughur. “Tardamos tres horas en llegar a pie a la frontera, luego tuvimos que pasar tres días escondidos para poder cruzar”, rememora. Pero la situación es ahora más complicada.

El nuevo peligro al que se enfrentan los que intentan llegar a Turquía son las minas. Según un informe de Human Right Watch, el Ejército sirio ha reforzado su presencia en la frontera y sembrado los caminos con explosivos. Los testimonios de los habitantes del sector turco de la frontera lo confirman. Adna Amar, granjero, explicaba que ayer mismo una familia consiguió llegar ilesa a Turquía gracias a que enviaron tres mulas por delante. “Dos de ellas volaron por los aires” asegura. Musrid lo corrobora: “Si el Ejército sirio y las minas no se lo impidieran, llegarían 50.000 [refugiados] en un solo día”.

Turquía puede acoger ahora a unos 45.000 refugiados, para lo cual el Gobierno de Ankara está construyendo nuevos campos en las cuatro provincias de la frontera siria, que se sumarían a los ocho que ya existen en la de Hatay. Si el número de desplazados supera los 50.000, Ankara se planteará la creación de una zona de protección humanitaria en territorio sirio, siempre y cuando cuente con el respaldo de Naciones Unidas.

Según Abdsittar, soldado del Ejército Libre, hay unas 2.000 personas esperando en Turquía para combatir en Siria. Abdsittar entró a través de las montañas protegido por fuerzas rebeldes. “Es un camino demasiado complicado para las familias, que se tienen que arriesgar a cruzar los caminos minados”, explica. Llegó a suelo turco en busca de armas y provisiones. Vive en el campo destinado a los combatientes sirios donde también se aloja el coronel Riad Al Assad, líder del ELS, y siete generales desertores del Ejército sirio. “Necesitamos armas y el apoyo del Consejo de Seguridad Si lo tuviéramos, habría muchas más deserciones entre las tropas de El Asad y se unirían a nuestras filas”, asegura. Actualmente el Ejército Libre de Siria cuenta con unos 25.000 efectivos.
Abdsittar desertó hace cinco meses. Estuvo en Deraa, la ciudad donde se inició la revolución y donde ser produjeron las primeras detenciones y matanzas de civiles, pero se niega a hablar de lo que hizo. Y nadie le pregunta. La situación de los rebeldes es demasiado precaria como para indagar en el pasado de sus milicianos. Nuwar es otro ejemplo de que el pasado no cuenta. Nadie se ha cerciorado de si puede usar un arma. Pero no sabe. Asegura que recibirá la instrucción necesaria en uno de los campos de entrenamiento que el ELS tiene al otro lado de la frontera. “Moriré como un mártir si hace falta” asegura. “Me espera el cielo, pero a Bachar el Asad le aguarda el infierno. Ahí le está esperando ya su padre”.



Annan exige unidad al Consejo de Seguridad de la ONU respecto a Siria

El Consejo de Seguridad discute una tercera resolución al conflicto tras dos vetos



Kofi Annan y Recep Tayyip Erdogan, el pasado 12 de marzo. / Adem Altan (AP)

El enviado especial de Naciones Unidas a Siria, Kofi Annan, pidió hoy al Consejo de Seguridad de la ONU que supere sus divisiones internas, ya que considera que la unidad de acción diplomática es el único medio por el cual podrá ponerse fin a la oleada de violencia y represión gubernamental que ya se ha cobrado 8.000 vidas.

Annan, que se reunió el fin de semana pasado con el presidente sirio, Bachar el Asad, anunció además que enviará una delegación a Damasco en los próximos días, para seguir avanzando en su plan para acabar el enfrentamiento entre el Gobierno y los manifestantes prodemocráticos.

“Debemos tratar esta situación con gran cuidado. Normalmente nos centrarnos en lo que sucede en Siria, pero si hubiera cálculos mal hechos, que desembocaran en una escalada de la violencia en la región, la situación sería extremadamente difícil de controlar”, dijo Annan.

Por su parte, el ministerio de Asuntos Exteriores sirio envió una carta al Secretario General y al Consejo de Seguridad de la ONU diciendo que seguirá negociando con Annan, sin que ello signifique que pondrá fin a sus operaciones militares. “El Gobierno de Siria continuará con el deber de proteger a sus ciudadanos, desarmar al terrorismo y hacer que sus perpetradores rindan cuentas”, dijo. Damasco se refiere habitualmente a los manifestantes como terroristas.

Estados Unidos, miembro permanente del Consejo de Seguridad, esperaba que el discurso de Annan sirviera para convencer a China y Rusia de la necesidad de aprobar una resolución de condena unánime. Hasta la fecha, ambas potencias han vetado resoluciones de ese tipo en dos ocasiones, dando por válido el argumento de El Asad de que las protestas son del grupo terrorista Al Qaeda.

En estos días, el Consejo de Seguridad discute una tercera resolución, redactada por EE UU, que pide la declaración de un alto el fuego inmediato y la entrada a Siria de agencias de ayuda humanitaria. En principio, EE UU exige, con el apoyo de países europeos y árabes, que sea el Gobierno sirio el que detenga la lucha armada primero. Rusia demanda que se dé un alto el fuego simultáneo.

Hoy, precisamente, cerraron sus embajadas en Siria cuatro países árabes. Kuwait, Oman, Emiratos Árabes Unidos y Catar se unieron así a Arabia Saudí y Bahréin, además de a potencias occidentales como EE UU, que ya habían tomado esa medida en las semanas pasadas. El cierre llegó un día después de una protesta multitudinaria en Damasco, para conmemorar el estallido de la revolución dentro del marco de la llamada Primavera Árabe.

De nuevo, el Gobierno y los manifestantes se enfrentaron este viernes en las afueras de Damasco y en bastiones de los opositores, como la localidad de Homs. La jornada dejó 40 víctimas en todo el país, según dijo el grupo rebelde Ejército Libre Sirio a Efe.





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En el oeste de la capital

Noche de fuego cruzado entre los rebeldes sirios y las fuerzas de Asad en Damasco

  • Leales al régimen y sus opositores han protagonizado un intenso tiroteo
  • Las fuerzas de seguridad han cortado las calles cercanas y la electricidad
Un intenso enfrentamiento entre soldados desertores y las fuerzas de Bashar Asad ha sacudido esta noche el distrito de Al-Mezze, en Damasco, según aseguran varios testigos del tiroteo. Al-Mezze es una de las áreas con mayor protección de la ciudad, ya que acoge varias instalaciones de seguridad e incluso familiares del mandatario sirio tiene su residencia en ella.

El estruendo de ametralladoras y granadas tiradas con lanzacohetes ha irrumpido en la noche de la capital siria. "Hay enfrentamientos cerca del supermercado Hamada y se escuchan explosiones por todo el barrio. La policía ha bloqueado varias calles cercanas y han cortado la electricidad", asegura una ama de casa que vive en la zona.

Un número elevado de tropas leales al régimen de Asad han estado patrullando el distrito en las últimas horas, después de que miles de manifestantes se hayan echado a la calle para denunciar los asesinatos de opositores por parte de los seguidores del mandatario.

La violencia en la capital se ha intensificado en los últimos días. 27 personas murieron este sábado en Damasco y otras 140 resultaron heridas tras un doble atentado que volvió a expandir el miedo entre los habitantes de la ciudad.

Otro atentado con coche bomba tenía lugar este domingo en Aleppo, en el que han muerto tres ciudadanos y hay numerosos heridos. En todo el país, se contabilizaron ayer más de 20 fallecidos por los ataques del régimen de Asad.

Estas muertes se suman a las más de 8.000 personas que, según cifras de la ONU, han perdido la vida desde que comenzaran las revueltas en Siria hace ahora un año.


El presidente de Cruz Roja pedirá hoy a Rusia que interceda ante Asad

Un niño monta en bicicleta por una calle destruida de Homs. | EfeUn niño monta en bicicleta por una calle destruida de Homs. | Efe
  • La situación humanitaria es 'extremadamente difícil y puede deteriorarse más'
  • Rusia mantiene inalterable su apoyo al régimen de Asad
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El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Jakob Kellenberger, ha viajado a Moscú para entrevistarse con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, sobre la situación en Siria, anunció el organismo.

La reunión se celebrará este lunes y tendrá como telón de fondo el grave deterioro de la situación humanitaria en Siria a causa del conflicto armado.

"El señor Kellenberger visitará Moscú para discutir sobre las preocupaciones del CICR en el plano humanitario y explicar el trabajo que éste ha realizado, junto a la Media Luna Roja siria, desde el inicio de los disturbios", señaló la institución desde su sede en Ginebra.
En una declaración efectuada antes de partir, Kellenberger explicó que la situación humanitaria es "extremadamente difícil y puede deteriorarse más" en las provincias de Homs, Idlib, Hama y Deraa, además de otras zonas también afectadas por la violencia. En esos lugares, agregó, la población sufre desde hace varios meses, especialmente las mujeres y niños.

Rusia, aliado del régimen de Asad

El máximo responsable de la Cruz Roja Internacional insistirá en la capital rusa en la necesidad de un cese temporal de las hostilidades, de al menos dos horas al día, con el fin de evacuar de manera segura a los heridos y aportar rápidamente ayuda vital a los civiles que más lo necesiten. "El CICR está pidiendo un compromiso claro de todas las partes involucradas para esta pausa en los combates", indicó Kellenberger.

El organismo agregó que por esa razón está en contacto "con todos aquellos que podrían tener una influencia positiva en su trabajo en Siria".

Rusia es una pieza fundamental en la crisis que desangra desde hace un año a Siria, por su inalterable apoyo al régimen de Bachar Al Asad y su bloqueo a todas los intentos del Consejo de Seguridad de la ONU de condenarlo y sancionarlo.

Rusia pide negociación sin presiones

Cualquier solución, afirman las autoridades de Moscú, debe pasar por una salida negociada, por lo que apoyan al mediador para Siria de la ONU y de la Liga Árabe, Kofi Annan, quien promueve un diálogo entre las partes del conflicto.

La última explicación que ha dado Rusia a su reticencia de ejercer presión sobre el régimen de Damasco es que teme que su fin sea el inicio de un conflicto religioso más amplio entre las dos principales ramas del islám, la suní y la chií, que podría incluso extenderse a Irán e Irak.
El llamamiento para dos horas de pausa humanitaria surgió en medio del asedio militar contra el barrio de Baba Amro, en la provincia de Homs, que duró cerca de cuatro semanas hasta principios de este mes y que dejó un número indeterminado de muertos y heridos civiles.
Sin embargo, la tregua temporal en favor de las víctimas nunca se consiguió y el personal humanitario pudo entrar en Baba Amro sólo varios días después de la retirada de los rebeldes y de que las fuerzas pro gubernamentales recuperaran su control.

El portavoz del CICR, Jean-Yves Clémenzo, dijo que desde entonces este organismo ha podido aportar asistencia en Homs y otras ciudades. Además, la semana pasada evaluó la situación en tres localidades al norte de la provincia de Homs.

En una de ellas, Zaa Faraneh, encontró a 12.000 desplazados de Baba Amro, "que necesitan alimentos, medicamentos básicos y material de abrigo, que se entregarán esta semana", precisó el portavoz.

Indicó que el personal del CICR y de la Media Luna Roja aportan la asistencia donde puede, pero el acceso es restringido en las áreas donde se registran enfrentamientos.

En las últimas cinco semanas, ambas organizaciones han podido hacer entrar 5 convoyes con ayuda humanitaria a Homs, así como uno a Hama, uno a Idlib, uno a Alepo y uno a Deraa. "La situación cambia cada día", comentó Clémenzo. El CICR cuenta con 40 colaboradores en Siria, la mitad de ellos expatriados.





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Los rebeldes sirios: «Mejor ser mártires que rendirse»

Miembros del Ejército Libre de Siria, a los que ya casi no les queda munición, afirman que llegarán a inmolarse para derrocar al régimen

Los miembros del Ejército Libre de Siria mantienen sus posiciones en el norte del país, pese al avance de los leales a Asad

19 Marzo 12 - - Ethel Bonet - Enviada especial

IDLIB- Al cumplirse un año del inicio de las revueltas en Siria, la violencia sectaria ha comenzado a aflorar por doquier dando unos tintes oscuros a la revolución. A los desertores del Ejército Libre de Siria, en su mayoría suníes, se le están acabando las municiones y tampoco pueden adquirir nuevas armas en el mercado negro. «Los sirios alauíes se han hecho con todas las armas del mercado negro en el sur de Turquía y se las revenden a los ‘sabiha’ (los matones de Asad)», confiesa Mustafa, un rebelde de la localidad costera de Latakia, noreste del país, antes de precisar que «una munición cuesta entre cuatro y cinco dólares, y un Kalashnikov, que antes se vendía por doscientos dólares, ahora cuesta 2.000 y es difícil de encontrar».

El militar del Ejército Libre de Siria afirma que el Gobierno sirio utiliza a «todas las minorías del país –alauíes, drusos, ismaelitas, y cristianos– para crear un conflicto sectario».

Las torturas de Asad
Cuando las fuerzas del régimen no pueden entrar en las zonas urbanas, «envían a los ‘sabiha’ en coches con las ventanas tintadas y placas negras y disparan a la gente», denuncia Yumua.

«No queremos dinero de la comunidad internacional, sólo pedimos armas para seguir luchando», reclama Abu Hala, otro desertor, que trabajaba como agente de los Servicios Secretos en Damasco. Tras su deserción, el régimen encarceló a su hermano, que sufrió severas torturas en la cárcel que lo han dejado parapléjico. «Mi madre tuvo que pagar a alguien de dentro de la cárcel para que le permitieran visitar a mi hermano», indica Abu Hala.

«Las potencias occidentales dicen que nos apoyan, pero no han hecho nada para reprimir al régimen, que sigue matando indiscriminadamente y torturando a mujeres y niños. Los gobiernos de Qatar y de Arabia Saudí, que públicamente se han posicionado con los opositores al régimen, nos han prometido armas, pero hasta ahora el Ejército Libre de Siria no ha recibido nada de ellos. Los únicos que nos suministran armas son hombres de negocios dentro del régimen sirio», afirma Abu Hala. Sentados alrededor de una hoguera, bebiendo té con los desertores, escuchamos fuertes explosiones de mortero. El Ejército sirio, tras haber recuperado la ciudad rebelde de Idlib, sigue avanzando en su ofensiva terrestre en esta provincia fronteriza con Turquía. Nuestra posición está a sólo cinco kilómetros de la localidad de Yanubia.

Durante toda la mañana se escucharon ráfagas de disparos y fuego de artillería de los tanques de Asad.

Nuestra unidad se pone en alerta, el comandante llama al pelotón a una reunión de emergencia. Los soldados se dividen en dos grupos para llevar a cabo una misión de reconocimiento. Regresan quince minutos después; no hay peligro, por el momento. Los tanques están lejos.

Un rebelde nos confiesa que es muy peligroso avanzar más allá de las montañas porque el Ejército sirio ha plantado minas por el camino hasta la frontera con Turquía. Un detector de metales para localizar minas terrestres cuenta alrededor de 9.000 dólares. «Nosotros no podemos pagarlo, por lo que uno del grupo debe ir delante y sacrificar su vida por el resto del grupo», detalla Abu Ismail, licenciado en Farmacia. «Mejor perder la vida por una mina o por un disparo del régimen y convertirse en ‘shahid’ (mártir) que morir por un ataque al corazón, de viejo o de un cáncer», exclama Gamal, otro rebelde con espesa barba, que agrega: «Soy un hombre dispuesto a sacrificarme porque Dios está con nosotros».

«Si no tenemos otra opción, elegiremos el martirio, pero no detendremos nuestra lucha hasta que caiga el régimen de Asad», sentencia Gamal.

Estos hombres deben enfrentarse a un ejército que les supera en número en una proporción de setenta a uno, a aviones de combate, carros blindados, artillería pesada, minas antipersona con unos destartalados AK-47, varios RPG-7 y arcaicas «berettas».


Choques entre rebeldes y fuerzas gubernamentales en un distrito de Damasco

Los rebeldes sirios se enfrentaron hoy a las fuerzas gubernamentales en el distrito de Al Mezeh, en el oeste de Damasco, donde aseguran que han causado decenas de víctimas entre los seguidores del presidente Bachar al Asad.


19 Marzo 12 - El Cairo - Efe


El "número dos" del Ejército Libre Sirio (ELS), Malek Kurdi, dijo a Efe que los choques comenzaron a las 01.00 hora local (23.00 hora GMT) y que sus hombres se han retirado de la zona a primera hora de esta mañana.

Según el lugarteniente del ELS, integrado por militares desertores, los combates se desencadenaron después de que agentes y "shabiha" (matones) del régimen irrumpieran en las viviendas de varios vecinos para expulsarlos y robar sus pertenencias.

Kurdi afirmó que el ELS atacó una sede de la Seguridad Política y un puesto de control con proyectiles de mortero y ametralladores.

Los choques se acercaron a las inmediaciones del aeropuerto de la capital.

Los opositores Comités de Coordinación Local informaron de que se ha oído el ruido de disparos y de explosiones en Al Mezeh, una zona que alberga varias embajadas extranjeras.

Estas informaciones no han podido ser verificadas de forma independiente debido a las restricciones impuestas por el régimen a los periodistas para trabajar.

Durante la jornada de ayer, al menos 67 personas perdieron la vida por la represión de los leales a Al Asad, la mayoría en Dir Zur, en el noreste del país, según el último recuento de los Comités.




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