«Disparan a los refugiados como si fuesen un ejército enemigo»
La huida de la represión es una trágica odisea para miles de siriosque se juegan la vida en la frontera
Día 20/03/2012
El río Orontes fluye lento, intrincado. Ambas orillas apenas están distanciadas unos metros, los que marcan la frontera entre Siria y Turquía. «La corriente no es muy fuerte, se puede cruzar a nado», nos cuenta Hamid. «Pero eso obviamente es imposible para las mujeres con niños».
Y mujeres con niños suponen un porcentaje importante de los grupos que cada noche pasan a territorio turco. Seiscientos, solo en la jornada del domingo. Voluntarios como Hamid cooperan con el Ejército Sirio Libre para facilitar el paso de los refugiados. Hay quienes cruzan por aquí, en Hacipasa, mientras que otros lo hacen en Kavalcik, arrastrándose por debajo de las alambradas de espino. En ambos casos se exponen a ser interceptados por las patrullas del Ejército sirio, lo que casi siempre significa la muerte.
«Cuando encuentran a un grupo de refugiados que huye, les disparan como si estuviesen luchando contra un ejército enemigo», asegura Zakaria Durgam, que escapó hace seis días de Yisr Al Shugur con su familia, y ahora ha sido alojado en el campo de Bohsin. «Los soldados de Assad no dudan en matar a mujeres y niños, por eso huimos», dice. A su lado, su mujer y sus hijos adolescentes asienten.
Le preguntamos si había, además, motivos políticos para su huida. Asiente. «Nuestra ciudad está contra el régimen desde los tiempos de Hafez Al Assad (padre de Bashar). Nos odian», afirma. «Quedarse era muy peligroso. Hay espías del régimen por todas partes», añade. A su lado, Nawar, otro refugiado, le interrumpe: «En el campo de refugiados también los hay, pero nadie sabe quiénes son». Zakaria relata su fuga con su mujer y sus seis hijos a través de las montañas: «Llevaba a los dos pequeños sobre mi espalda todo el tiempo», cuenta. Eran parte de un grupo de 50 personas, y tardaron 5 días en cruzar la veintena de kilómetros entre Yisr Al Shugur y la frontera. Dormían en casas de campesinos, o en los campos, empleando las noches para cruzar los puestos de control. «Los niños lloraban casi todo el tiempo, pero si les decíamos que se callaran lo hacían. Sabían perfectamente lo que estaba ocurriendo», dice la esposa de Zakaria. De repente, estalla una discusión. La convivencia, dice Zakaria, no es perfecta dentro del campo. «Hace años, en mi país acogíamos a libaneses que huían de la guerra. Ahora, es la primera vez que los sirios somos refugiados. Aún tenemos que aprender».
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"Cada día traemos a Turquía a 100 de nuestras mujeres, niños y heridos"
Decenas de guías sirios ayudan a las familias de los combatientes y de los desertores a escapar del Ejército de Bachar el Asad
![](http://ep01.epimg.net/internacional/imagenes/2012/03/19/actualidad/1332184021_663260_1332207332_noticia_normal.jpg)
Una familia siria durante su huida hacia la frontera turca. / GIORGOS MOUTAFIS (AFP)
“Tras ese río está Siria. Olemos todo los días el aroma de nuestra tierra pero no podemos cruzarlo”. El que habla es Omar, y lo que dice no es totalmente cierto. Él cruza cada semana la frontera. En ocasiones varias veces. Es un facilitador. Una especie de guía que ayuda a cruzar grupos de civiles que intentan escapar de la violencia de Bachar el Asad.
La granja desde donde opera pertenece a un granjero turco, sin relación aparente con el movimiento rebelde, pero que ha arreglado los papeles para que la policía no pregunte qué hacen una docena de sirios viviendo en sus establos a escasos metros de la frontera. El trabajo de Omar es sencillo pero arriesgado. Con una barca cruzan de noche a los niños, las mujeres y los enfermos. La oscuridad es lo único que permite que los francotiradores del Ejercito sirio puedan errar el tiro. Ya que la consigna que reciben de Damasco es sencilla: que nadie escape, cueste lo que cueste.
“Cada día cruzamos a una media de 100 de nuestras mujeres, niños y heridos. Les llevamos en barcas”, explica Omar. “Luego les dejamos descansar en los establos y llamamos a las autoridades turcas para que se los lleven a los campos o llamamos a las ambulancias si llega algún herido”.
No quiere desvelar el número de hombres que trabajan en este dispositivo, pero suelen ser gente local que trabajaban como contrabandistas y traficantes antes de que estallara la revuelta y se conocen bien los caminos. Se coordinan con el Ejercito Libre de Siria (ELS) a través de teléfonos móviles turcos, ya que las redes de telefonía sirias están pinchadas y las comunicaciones vía satélite no funcionan. “A veces, cuando sabemos que alguien lleva mucho tiempo esperando y cruzar es arriesgado les pasamos comida y agua para que resistan”, explica con naturalidad Omar, que oculta su identidad con este nombre falso.
Hasta cinco días puede llevar un viaje de 20 kilómetros para una familia media siria. Se trata normalmente de mujeres al cargo de tres o cuatro hijos, que se ven forzadas a dormir a la intemperie, entre arbustos para que el Ejercito sirio no les descubra, o si hay suerte, pasar la noche en casa de algún familiar. “Cada adulto suele llevar dos niños a la espalda para cruzar” explica Abdel Monaim, cuya familia llegó ayer al campo de Buhsin donde él les esperaba desde hacía una semana.
Abdel huyó por las montañas porque el Ejercito sirio le estaba buscando. Su camino es el que habitualmente utilizan los desertores del Ejercito sirio, los guerrilleros y los hombres señalados por el régimen. Las mujeres se encargan, en la mayoría de los casos, de sacar al resto de la familia por el llano. “Cuando yo me fui, mi hermano sacó a mi mujer y a mis cinco hijas de Jusrash Shughur y los llevó a donde estaba el ELS. Tardaron casi una semana en hacer el camino que yo hice en seis horas” explica.
La mayor de sus hijas tiene nueve años. La pequeña -que ahora abraza su tío, que huyó a Turquía hace varios meses- es apenas un bebé. Abdel cuenta que durante los combates en su ciudad las encerraba en el baño. “Así sabíamos que no les iba a dar una bala perdida o que, si entraba el Ejército en la casa, no iban a ver como nos mataban” relata su padre.
Son niñas alegres y confiadas. De entrada, nadie diría que han visto de cerca el horror de una guerra. Pero sus dedos índice y corazón las delatan. En cuanto ven una cámara sus manos diminutas hacen la señal de la victoria. Pronto aprenderán el himno de los campos: “Siria, Siria eres una bendición, hasta vuestro fuego en ella es bendito”. Sus pieles se quemarán con el sol, como las de los demás niños refugiados y sus manos se resecaran por la arena. “Atrás dejamos un buena casa y un buen empleo”, dice Abdel Monaim que era camionero y asegura que nunca se metió en política. “Desde que llegaron mi hija no para de preguntar, ¿papá, cuando vamos a volver?”.
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El matrimonio presidencial sirio, Asma y Bashar Asad. | Efe / Sana
La granja desde donde opera pertenece a un granjero turco, sin relación aparente con el movimiento rebelde, pero que ha arreglado los papeles para que la policía no pregunte qué hacen una docena de sirios viviendo en sus establos a escasos metros de la frontera. El trabajo de Omar es sencillo pero arriesgado. Con una barca cruzan de noche a los niños, las mujeres y los enfermos. La oscuridad es lo único que permite que los francotiradores del Ejercito sirio puedan errar el tiro. Ya que la consigna que reciben de Damasco es sencilla: que nadie escape, cueste lo que cueste.
“Cada día cruzamos a una media de 100 de nuestras mujeres, niños y heridos. Les llevamos en barcas”, explica Omar. “Luego les dejamos descansar en los establos y llamamos a las autoridades turcas para que se los lleven a los campos o llamamos a las ambulancias si llega algún herido”.
No quiere desvelar el número de hombres que trabajan en este dispositivo, pero suelen ser gente local que trabajaban como contrabandistas y traficantes antes de que estallara la revuelta y se conocen bien los caminos. Se coordinan con el Ejercito Libre de Siria (ELS) a través de teléfonos móviles turcos, ya que las redes de telefonía sirias están pinchadas y las comunicaciones vía satélite no funcionan. “A veces, cuando sabemos que alguien lleva mucho tiempo esperando y cruzar es arriesgado les pasamos comida y agua para que resistan”, explica con naturalidad Omar, que oculta su identidad con este nombre falso.
Hasta cinco días puede llevar un viaje de 20 kilómetros para una familia media siria. Se trata normalmente de mujeres al cargo de tres o cuatro hijos, que se ven forzadas a dormir a la intemperie, entre arbustos para que el Ejercito sirio no les descubra, o si hay suerte, pasar la noche en casa de algún familiar. “Cada adulto suele llevar dos niños a la espalda para cruzar” explica Abdel Monaim, cuya familia llegó ayer al campo de Buhsin donde él les esperaba desde hacía una semana.
Abdel huyó por las montañas porque el Ejercito sirio le estaba buscando. Su camino es el que habitualmente utilizan los desertores del Ejercito sirio, los guerrilleros y los hombres señalados por el régimen. Las mujeres se encargan, en la mayoría de los casos, de sacar al resto de la familia por el llano. “Cuando yo me fui, mi hermano sacó a mi mujer y a mis cinco hijas de Jusrash Shughur y los llevó a donde estaba el ELS. Tardaron casi una semana en hacer el camino que yo hice en seis horas” explica.
La mayor de sus hijas tiene nueve años. La pequeña -que ahora abraza su tío, que huyó a Turquía hace varios meses- es apenas un bebé. Abdel cuenta que durante los combates en su ciudad las encerraba en el baño. “Así sabíamos que no les iba a dar una bala perdida o que, si entraba el Ejército en la casa, no iban a ver como nos mataban” relata su padre.
Son niñas alegres y confiadas. De entrada, nadie diría que han visto de cerca el horror de una guerra. Pero sus dedos índice y corazón las delatan. En cuanto ven una cámara sus manos diminutas hacen la señal de la victoria. Pronto aprenderán el himno de los campos: “Siria, Siria eres una bendición, hasta vuestro fuego en ella es bendito”. Sus pieles se quemarán con el sol, como las de los demás niños refugiados y sus manos se resecaran por la arena. “Atrás dejamos un buena casa y un buen empleo”, dice Abdel Monaim que era camionero y asegura que nunca se metió en política. “Desde que llegaron mi hija no para de preguntar, ¿papá, cuando vamos a volver?”.
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Asma Asad: 'Yo soy el verdadero dictador'
![El matrimonio presidencial sirio, Asma y Bashar Asad. | Efe / Sana El matrimonio presidencial sirio, Asma y Bashar Asad. | Efe / Sana](http://estaticos01.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2012/03/20/internacional/1332193147_1.jpg)
- 'The Telegraph' y 'Al Arabiya' desvelan nueva información privada
- Los correos presentan a un matrimonio despreciativo con los opositores
- Bashar Asad se presenta como la figura que controla todos los aspectos
La vida más íntima del mandatario sirio, Bashar Asad, vuelve a salir a la luz a través de una nueva entrega de correos electrónicos que intercambió durante meses el líder y su entorno más cercano. Los documentos, a lo que hace referencia 'The Telegraph' y 'Al Arabiya', muestran la jerarquía dentro del círculo más próximo a Asad, el papel de su esposa y otros familiares y la forma en que se toman las decisiones en el seno de su Gobierno.
Asma, la mujer de Bashar Asad, se revela en esta correspondencia como uno de los mayores apoyos del presidente. En uno de los correos que la primera dama envía a un amigo, Asma elogia el tono con el que su marido se ha dirigido al pueblo, para dar sensación de un hombre "muy fuerte, que no quiere más disturbios a su alrededor", escribe.
La compenetración entre ambos es tal, que Asma bromea con uno de sus amigos sobre la imagen que el mundo tiene de su marido. "Yo soy el verdadero dictador, él no tiene ninguna opción", asegura, al hilo de una conversación escrita sobre los hábitos de la vida en pareja.
Este es sólo el contenido de algunos de los más de 3.000 e-mails privados de la familia Asad que han salido a la luz a raíz de una filtración de documentos que han llegado a medios como 'The Daily Telegraph' o 'Al Arabiya'.
En ellos se descubre que la pareja presidencial y su círculo más cercano recurren en ocasiones a seudónimos para mantener el contacto entre sí y con personas que están fuera del país.
También se desvela a un Bashar Asad atento y cariñoso con su esposa, pero despreciativo con lo que está pasando en Siria y con la cruel represión que él mismo está llevando a cabo. De hecho, califica de "basura" las 'reformas' que ha anunciado para tratar de apaciguar a los rebeldes.
Asma también responde a las muestras de afecto de su marido: "Si aguantamos unidos, superaremos esto juntos...Te quiero", escribe al mandatario el 28 de diciembre, al tiempo que deja entrever que es consciente de que las cuatro décadas de gobierno de la dinastía Asad podrían llegar pronto a su fin.
El matrimonio presidencial hace gala de una gran complicidad. En otra ocasión, Bashar Asad remite un texto a su esposa que tenía como asunto 'El estudiante que sacó un 0 en un examen'. Al abrirlo, la destinataria encontró una lista de respuestas absurdas a preguntas de test. Por ejemplo: ¿En qué batalla murió Napoleón?. La respuesta: 'En su última batalla'. Tras recibirlo, la esposa lo remite a otros familiares y amigos.
En la misma línea que su marido, Asma recurre al tono jocoso para referirse a lo que está ocurriendo en el país. Sin ir más lejos, el 17 de enero hace circular un correo en el que bromea acerca de la población de Homs, una de las localidades más castigadas por el régimen. Sólo unas horas después, el Gobierno ordenó un ataque sobre esa área que se cobró la vida de cientos de sus habitantes.
El contenido de sus mensajes presenta a Ali como una persona de máxima confianza para el presidente Asad, cuyas directrices sigue al pie de la letra. En varios correos electrónicos, Hadeel menciona los nombres de personas que deberían ser apartadas de sus funciones y 'sugiere' quiénes deben ser sus sustitutos. El jefe del régimen sirio, en la mayor parte de las ocasiones, cumple las recomendaciones de su amiga.
Además, Ali sirve de nexo entre Bashar Asad y otros individuos ajenos a su Gobierno, incluidos algunos periodistas afines al régimen. Es el caso de 'Hussein', que trabaja para una institución mediática iraní en Siria y transmite mensajes de Hezbolá a Damasco.
Ante la visita de los observadores de la Liga Árabe al país, Hussein aconseja que los seguidores de Asad se concentren en torno al ministerio de Relaciones Exteriores, en lugar de dividirse en dos zonas como estaba previsto. Esta última opción, según el informador, se vería mediocre y el objetivo es conceder una cálida bienvenida a la comitiva internacional. Sus sugerencias se hicieron realidad.
Un correo electrónico remitido por el ministro de Economía, Nidal al-Shaar, ejemplifica esta realidad. El texto no pasa por el Primer Ministro, a quien por lo general se refieren, sino que va directo al presidente Asad a través del ministro de Asuntos Presidenciales, Mansour Azzam. En él, se solicita la incorporación de nuevas personas al Comité Económico presidido por el Primer Ministro.
En otro correo enviado el 4 de diciembre también se observa cómo un ministro evita la línea correcta de la información y se dirige a la oficina del presidente directamente.
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Asma, la mujer de Bashar Asad, se revela en esta correspondencia como uno de los mayores apoyos del presidente. En uno de los correos que la primera dama envía a un amigo, Asma elogia el tono con el que su marido se ha dirigido al pueblo, para dar sensación de un hombre "muy fuerte, que no quiere más disturbios a su alrededor", escribe.
La compenetración entre ambos es tal, que Asma bromea con uno de sus amigos sobre la imagen que el mundo tiene de su marido. "Yo soy el verdadero dictador, él no tiene ninguna opción", asegura, al hilo de una conversación escrita sobre los hábitos de la vida en pareja.
Este es sólo el contenido de algunos de los más de 3.000 e-mails privados de la familia Asad que han salido a la luz a raíz de una filtración de documentos que han llegado a medios como 'The Daily Telegraph' o 'Al Arabiya'.
En ellos se descubre que la pareja presidencial y su círculo más cercano recurren en ocasiones a seudónimos para mantener el contacto entre sí y con personas que están fuera del país.
También se desvela a un Bashar Asad atento y cariñoso con su esposa, pero despreciativo con lo que está pasando en Siria y con la cruel represión que él mismo está llevando a cabo. De hecho, califica de "basura" las 'reformas' que ha anunciado para tratar de apaciguar a los rebeldes.
Asma también responde a las muestras de afecto de su marido: "Si aguantamos unidos, superaremos esto juntos...Te quiero", escribe al mandatario el 28 de diciembre, al tiempo que deja entrever que es consciente de que las cuatro décadas de gobierno de la dinastía Asad podrían llegar pronto a su fin.
El matrimonio presidencial hace gala de una gran complicidad. En otra ocasión, Bashar Asad remite un texto a su esposa que tenía como asunto 'El estudiante que sacó un 0 en un examen'. Al abrirlo, la destinataria encontró una lista de respuestas absurdas a preguntas de test. Por ejemplo: ¿En qué batalla murió Napoleón?. La respuesta: 'En su última batalla'. Tras recibirlo, la esposa lo remite a otros familiares y amigos.
En la misma línea que su marido, Asma recurre al tono jocoso para referirse a lo que está ocurriendo en el país. Sin ir más lejos, el 17 de enero hace circular un correo en el que bromea acerca de la población de Homs, una de las localidades más castigadas por el régimen. Sólo unas horas después, el Gobierno ordenó un ataque sobre esa área que se cobró la vida de cientos de sus habitantes.
Otra figura femenina
Hadeel Ali es el nombre de otra mujer con la que el mandatario sirio mantiene contacto habitualmente, a juzgar por la frecuente correspondencia entre ambos.El contenido de sus mensajes presenta a Ali como una persona de máxima confianza para el presidente Asad, cuyas directrices sigue al pie de la letra. En varios correos electrónicos, Hadeel menciona los nombres de personas que deberían ser apartadas de sus funciones y 'sugiere' quiénes deben ser sus sustitutos. El jefe del régimen sirio, en la mayor parte de las ocasiones, cumple las recomendaciones de su amiga.
Además, Ali sirve de nexo entre Bashar Asad y otros individuos ajenos a su Gobierno, incluidos algunos periodistas afines al régimen. Es el caso de 'Hussein', que trabaja para una institución mediática iraní en Siria y transmite mensajes de Hezbolá a Damasco.
Ante la visita de los observadores de la Liga Árabe al país, Hussein aconseja que los seguidores de Asad se concentren en torno al ministerio de Relaciones Exteriores, en lugar de dividirse en dos zonas como estaba previsto. Esta última opción, según el informador, se vería mediocre y el objetivo es conceder una cálida bienvenida a la comitiva internacional. Sus sugerencias se hicieron realidad.
Los hilos del Gobierno
Los e-mail que recoge en su edición digital 'Al Arabiya' arrojan luz sobre la forma en que Siria estaba siendo gobernada en los últimos tiempos, en los que Bashar Asad ejercía como autoridad máxima y principal controlador de todos los asuntos del país.Un correo electrónico remitido por el ministro de Economía, Nidal al-Shaar, ejemplifica esta realidad. El texto no pasa por el Primer Ministro, a quien por lo general se refieren, sino que va directo al presidente Asad a través del ministro de Asuntos Presidenciales, Mansour Azzam. En él, se solicita la incorporación de nuevas personas al Comité Económico presidido por el Primer Ministro.
En otro correo enviado el 4 de diciembre también se observa cómo un ministro evita la línea correcta de la información y se dirige a la oficina del presidente directamente.
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«A mi pequeño lo asesinó Bachar Al Asad»
LA RAZÓN entra en Sermin, atacada brutalmente en tres ocasiones por las fuerzas del régimen
![EL DRAMA DE LOS REFUGIADOS. Ya hay más de 16.000 sirios en la frontera con Turquía EL DRAMA DE LOS REFUGIADOS. Ya hay más de 16.000 sirios en la frontera con Turquía](http://www.larazon.es/images/uploads/image/f0/f3/363600/c617x266_024nac20fot1.jpg?1332207857)
Los combates más duros ya están a las puertas de DamascoANÁLISIS: ¿Está dividida la oposición?; por Julián Schvindlerman
IDLIB- El tiempo fue clemente. Tras tres días de intenso aguacero, la noche era clara y estrellada. Un taxista turco, que colabora con los rebeldes sirios, nos llevó hasta un refugio en medio de ninguna parte donde nos esperaban dos desconocidos para cruzarnos a Siria. El frío cortaba la piel. A la orden de «yala bisura» (vámonos, rápido) emprendimos el camino, en silencio, uno detrás de otro, cargados con nuestra mochila. No se veía nada, la intuición nos guiaba. Anduvimos campo a través durante más de una hora hasta llegar a la alambrada cortada por donde los traficantes entran toda clase de mercancías hacia Siria. Habíamos cruzado al otro lado, pero aún quedaba lo peor: no ser interceptados por la Policía, que continuamente patrulla cerca de la frontera. Dos horas más de camino nos esperaban. La travesía fue realmente pesada, atravesamos lodazales, campos de siembra, siempre sin saber por dónde pisábamos. En tres ocasiones tuvimos que hacer un rodeo para alejarnos del camino principal que se presentaba peligroso. Llenos de barro llegamos a la aldea… y allí nos esperaba Abdullah. Respiramos aliviados.
Una anciana vestida de negro riguroso con un gran pañuelo que cubre su cabeza y parte del rostro nos sirvió una deliciosa cena de cuencos ful (alubias con tomate), arroz y yogurt. El cansancio nos superaba y no tardamos en acomodarnos en unas colchonetas, envueltos con varias mantas para nuestro merecido descanso.
En Atmah no se percibe la guerra, esta localidad fronteriza es una privilegiada porque no sufre los racionamientos de comida ni el bloqueo de comunicaciones. No es que el régimen sea condescendiente con sus vecinos que apoyan la revolución, sino porque usan las servicios de telefonía móvil turca.
A la mañana siguiente, viajamos a Sermin, vecina de Idlib, que cayó en manos de las fuerzas del régimen hace unos días. Para un trayecto de 40 kilómetros tardamos tres horas. Toda la seguridad es poca. Usamos dos vehículos, el primero para controlar que el camino está despejado y en el segundo viajamos nosotros con un conductor. En todo el viaje nos acompañan canciones revolucionarias de Ibrahim Qashush, mártir de la revolución, y de Abd Baser Sarud, por el que régimen ha ofrecido una recompensa de dos millones de libras (50.000 dólares) a quien lo entregue vivo o muerto.
Este cantante revolucionario, ex portero del equipo Karama, recuerda a nuestro famoso Julio Iglesias, no sólo por su pasado como futbolista, sino incluso su tono de voz. A medida que avanzamos por la carretera se hacen más evidentes las medidas defensivas para frenar el avance de las fuerzas de Asad. Barricadas con montículos de tierra y neumáticos a los bordes de la carretera para proteger las entradas a las localidades y cada uno o dos kilómetros hay una fortificación de nido de ametralladora. Aunque Abu Khaled, el conductor, nos tranquilice, su mirada trasmite inquietud.
Llegamos a Sermin, que ha sido atacada tres veces por las fuerzas de Asad. La ultima incursión fue el 27 de febrero. Tanques y tropas de asalto entraron en la ciudad y atacaron con morteros y artillería una veintena de edificios, y mataron a 14 personas, entre ellas un niño de cuatro años llamado Iyaz. Era mediodía, Hadiya, la madre de Iyaz, estaba en la cocina preparando la comida. El pequeño y su hermano de 6 años se acercaron a la ventana para ver los tanques. Un proyectil cayó cerca de la casa, Iyaz abrió la ventana y la metralla lo mató. Hadiya con el retrato de su pequeño entre los brazos se deshace en sollozos. «A mi pequeño lo asesinó Bachar. Cuando una madre entierra a su hijo es como si ya estuviera muerta. Estoy dispuesta a dar mi vida por la revolución», asiente. Aquel día también perdió la vida Maser, de 35 años y padre de tres hijos. Su hermano Abdu nos cuenta que estaban todos durmiendo cuando unos militares entraron y tras registrar la casa mataron a su hermano y después robaron las cosas de valor.
Sermin parece una ciudad desierta. Las calles están semivacías. Edificios destrozados por la artillería del régimen reflejan la fiereza del último ataque. Muchos comercios han tenido que cerrar porque se acabaron las existencias. Los vehículos apenas pueden circular porque no hay gasolina para llenar los depósitos. Pero los ánimos no decaen y todas las noches después de la oración del atardecer, decenas de jóvenes se concentran en el centro de la ciudad para protestar contra el régimen. «El pueblo quiere que se marche Bachar», «Somos mártires de la revolución», corean.
Una anciana vestida de negro riguroso con un gran pañuelo que cubre su cabeza y parte del rostro nos sirvió una deliciosa cena de cuencos ful (alubias con tomate), arroz y yogurt. El cansancio nos superaba y no tardamos en acomodarnos en unas colchonetas, envueltos con varias mantas para nuestro merecido descanso.
En Atmah no se percibe la guerra, esta localidad fronteriza es una privilegiada porque no sufre los racionamientos de comida ni el bloqueo de comunicaciones. No es que el régimen sea condescendiente con sus vecinos que apoyan la revolución, sino porque usan las servicios de telefonía móvil turca.
A la mañana siguiente, viajamos a Sermin, vecina de Idlib, que cayó en manos de las fuerzas del régimen hace unos días. Para un trayecto de 40 kilómetros tardamos tres horas. Toda la seguridad es poca. Usamos dos vehículos, el primero para controlar que el camino está despejado y en el segundo viajamos nosotros con un conductor. En todo el viaje nos acompañan canciones revolucionarias de Ibrahim Qashush, mártir de la revolución, y de Abd Baser Sarud, por el que régimen ha ofrecido una recompensa de dos millones de libras (50.000 dólares) a quien lo entregue vivo o muerto.
Este cantante revolucionario, ex portero del equipo Karama, recuerda a nuestro famoso Julio Iglesias, no sólo por su pasado como futbolista, sino incluso su tono de voz. A medida que avanzamos por la carretera se hacen más evidentes las medidas defensivas para frenar el avance de las fuerzas de Asad. Barricadas con montículos de tierra y neumáticos a los bordes de la carretera para proteger las entradas a las localidades y cada uno o dos kilómetros hay una fortificación de nido de ametralladora. Aunque Abu Khaled, el conductor, nos tranquilice, su mirada trasmite inquietud.
Llegamos a Sermin, que ha sido atacada tres veces por las fuerzas de Asad. La ultima incursión fue el 27 de febrero. Tanques y tropas de asalto entraron en la ciudad y atacaron con morteros y artillería una veintena de edificios, y mataron a 14 personas, entre ellas un niño de cuatro años llamado Iyaz. Era mediodía, Hadiya, la madre de Iyaz, estaba en la cocina preparando la comida. El pequeño y su hermano de 6 años se acercaron a la ventana para ver los tanques. Un proyectil cayó cerca de la casa, Iyaz abrió la ventana y la metralla lo mató. Hadiya con el retrato de su pequeño entre los brazos se deshace en sollozos. «A mi pequeño lo asesinó Bachar. Cuando una madre entierra a su hijo es como si ya estuviera muerta. Estoy dispuesta a dar mi vida por la revolución», asiente. Aquel día también perdió la vida Maser, de 35 años y padre de tres hijos. Su hermano Abdu nos cuenta que estaban todos durmiendo cuando unos militares entraron y tras registrar la casa mataron a su hermano y después robaron las cosas de valor.
Sermin parece una ciudad desierta. Las calles están semivacías. Edificios destrozados por la artillería del régimen reflejan la fiereza del último ataque. Muchos comercios han tenido que cerrar porque se acabaron las existencias. Los vehículos apenas pueden circular porque no hay gasolina para llenar los depósitos. Pero los ánimos no decaen y todas las noches después de la oración del atardecer, decenas de jóvenes se concentran en el centro de la ciudad para protestar contra el régimen. «El pueblo quiere que se marche Bachar», «Somos mártires de la revolución», corean.
Los combates más duros ya están a las puertas de Damasco
Los rebeldes sirios quieren demostrar al presidente sirio, Bachar Al Asad, que están ahí y pueden llegar hasta la puerta de su casa, si se lo proponen.
![Los combates más duros ya están a las puertas de Damasco Los combates más duros ya están a las puertas de Damasco](http://www.larazon.es/images/uploads/image/f0/f3/363599/c617x266_024nac20fot2.jpg?1332207510)
Tras haber perdido este mes dos importantes bastiones a manos de las tropas del régimen, la oposición armada está aumentado las operaciones en la capital y sus alrededores. En la madrugada de ayer, las fuerzas del régimen y el Ejército Libre de Siria se enfrentaron en el barrio de Mezze (oeste de Damasco), el más céntrico de la capital alcanzado por los combates hasta el momento. En la ciudad suelen darse manifestaciones, sobre todo los viernes, pero no choques armados, aunque no es la primera vez que en este barrio de clase media-alta, en el que están situadas varias embajadas extranjeras, incluida la española, hay violencia y tiroteos por las noches. Ante la evidencia y la importancia de los incidentes, incluso los medios estatales informaron de que se han registrado enfrentamientos en el barrio de Mezze, en los que han muerto dos «terroristas», tal y como son etiquetados los rebeldes, uno ha sido arrestado y también ha fallecido un agente gubernamental, según la agencia de noticias SANA. La violencia se expandía y recrudecía ayer también en las áreas periféricas de Damasco, donde el régimen ha luchado en los pasados meses para contener la rebelión, que de estallar alcanzaría el centro de la capital rápidamente. Por ello, las fuerzas de Asad reforzaron ayer la seguridad en los accesos a la capital y en los suburbios, y la violencia se concentró en Qabun, Duma y Berzeh, bastiones de los rebeldes en el norte de la ciudad. La localidad de Harasta (noreste) fue atacada por el Ejército, según los Comités de Coordinación Locales (CCL). La escalada de la violencia en y alrededor de Damasco supone un desafío para el régimen, que prosiguió ayer sus operaciones en la provincia de Deir El Zuur para recuperar su control absoluto, con el resultado de ocho fallecidos. Mientras, un nuevo frente para Asad se ha abierto en Raqqa, norte de Siria, provincia hasta ahora extrañamente tranquila y en la que han muerto al menos 26 personas durante el fin de semana, según los CCL. Las fuerzas gubernamentales han intensificado la represión después de que se diera la primera gran manifestación anti régimen el viernes pasado.
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