martes, 4 de julio de 2017

HÉROE DE ROMA SPURIUS LIGUSTINUS

Spurius Ligustinus, el soldado más laureado de la historia de Roma
Por
No hay mayor honor para un militar que recibir una medalla, ya no una Laureada de San Fernando —que a penas se dan ya—, sino una Medalla al Mérito o una Medalla Militar. 
En la antigua Roma no era diferente, tenían sus “medallas” también, incluso muchas más de los que se dan hoy en día, premios al valor y al coraje, o al ser el primero en escalar un muro enemigo (la muralis).
Estela de un soldado romano en el que se ve la corona muralis y una cívica
Polibio, historiador griego que vivió en Roma, aseguraba que aquellas recompensas, y lo que ellas otorgaban (dinero y respeto) hacían que las legiones tuvieran ese espíritu de lucha con tanto afán de superación.
Hoy en día estamos acostumbrados a ver esas recompensas militares con forma de medallas, que van al pecho o en el cuello. Las romanas eran en su mayoría coronas, sí coronas como las de poner en la cabeza, de diferentes tipos. Una gran victoria naval podría valer, por ejemplo, una Corona Naval (Corona Navalis), de oro con pequeñas proas de barcos como decoración.
Embarcación romana

Cada corona era diferente y no la más valiosa era la de oro. La más prestigiosa eran una que estaba hecha de flores, hierbas y cereales: la Corona Obsidionalis. La condecoración más difícil de obtener. Se le concedía a un general que rompía un sitio o que, de alguna forma, salvara un ejército a punto de ser aniquilado. Ese mismo ejército salvado era el que se encargaba de confeccionar la honorable corona.
Modelos de corona/recompensas de Roma

Ya que el soldado raso no podía alcanzar nunca la Corona Obsidionalis, su máxima aspiración era la Corona Cívica, no es que esta fuera el equivalente en tropa a la anterior, pero sí tenía una estima similar.
Era una auténtica medalla de honor. Para ser merecedor de la Cívica, el soldado (o ciudadano), tenía que salvar la vida a un compañero o matar al enemigo que tratara de asesinar a algún romano, salvando también la vida de este.
Así dicho suena fácil, salvas la vida de otro y, ¡premio!… Pero en realidad no era tan sencillo, ya que el hombre salvado debía dar testimonio de su rescate para que el héroe pudiera optar a la recompensa, y resulta que a los romanos no les gustaba nada admitir que necesitaban ser salvados por otra persona. 
Además, el hombre rescatado pasaría a tener una deuda de por vida reconocida con su salvador, al cual deberían tratar a partir de entonces como a un padre, con todo lo que conllevaba eso. Por lo tanto, la mayoría de los valientes soldados no recibían nada.
Spurius Ligustinus
Spurius Ligustinus era un tipo diferente de soldado. Un campesino pobre que vio una vía de escape a su situación en el servicio militar. Apenas tenía unas tierras que no cubrían ni la mitad de un campo de fútbol y que casi no le daban ni para comer.
Provenía de las zonas altas de los Apeninos, de una raza dura que no se lo puso fácil a Roma cuando trataban de dominar toda Italia: Los Sabinos.
A Spurio le tocó luchar en la Segunda Guerra Púnica, en la que Roma combatía contra Aníbal (218-201), un conflicto casi interminable que dominaría las próximas décadas.

Sirve en los hastati,  la primera línea de la formación de infantería de tres líneas de Roma. Eran hombres jóvenes en forma y con grandes habilidades para la lucha. La idea era que adquiririeran experiencia en esa posición y, con aquellos que sobrevivieran, tras algunos años se les promocionaba a la línea media de los Príncipes.
hastati en Rome Total War


Historial Militar
·         Su primer combate fue contra las temibles falanges macedonias del rey Filipo.
·         Tras tres años en la legión es promovido por méritos de guerra a centurión de la 10ª manipulus de los hastati.
·         Cuando los macedonios caen fue desmovilizado, y partió voluntario a Hispania (195 aC).
·         Durante la campaña en Hispania fue ascendido de nuevo a centurión de la 1ª centuria de hastatus, de nuevo por su valor.
·         Tras Hispania, Ligustinus, se ofreció voluntario para luchar, esta vez contra los etolios conducido por el rey Antíoco III el Grande, en el ejército formado por Manius Acilius Glabrio (191 aC). Aquí fue ascendido a centurión de la 1ª centuria de los veteranos príncipes.
·         Luego de la derrota de Antíoco en la Batalla de las Termópilas, regresó a Italia en donde participó en dos campañas durante un año.
·         Hacia el año 182 aC. realizó dos campañas más en Hispania; una bajo Quinto Fulvio Flaco que actuaba como pretor (182 aC – 181 aC), y otra bajo Tiberio Sempronio Graco (180 aC). Quinto Fulvio Flaco le ofreció ir a Roma junto a sus oficiales para presentar junto a los generales los triunfos debido a su valentía.
·         Tras su paseo por Roma, Tiberio, requirió su presencia en Hispania, siendo nombrado primer centurión de la 1ª centuria de triarios.

Había pasado 22 años de gloriosos servicios en el ejército. Por ser considerado el mejor soldado de toda Roma se presentó una solicitud al consulado para dar un último ascenso al gran soldado. Cuando escucharon los argumentos de sus generales y su testimonio propio, el consulado trasladó la propuesta al Senado, en donde se aprobó su ascenso a Primus pilus, rango máximo que un soldado raso podía alcanzar en el ejército romano de entonces. A sus órdenes se encontraban todos los demás centuriones y soldados de la legión y por encima de él solo estaban el Legado de Legión -legatus legionis-, el tribuno laticlavio y el praefectus castrorum. Por su experiencia participaba también en las reuniones del Estado Mayor.
Recompensas obtenidas:
·         34 veces mencionado al valor en combate.
·         6 Coronas Cívicas
·         Honores de victoria en Roma
·         Primus pilus de la primera legión


*No se puede dejar sin mencionar en un artículo sobre héroes romanos a Lucio Sicio Dentato, el que está considerado como el más grande de toda la historia de Roma. Si bien, siempre aparece como oficial (por eso recibió una corona obsidional) y a veces hay que destacar a la tropa, cuyas medallas cuestan bastante más ganarlas.

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