No es extraño que un anticuario de Olivos tenga 75 piezas
nazis. Las localidades de Vicente López, San Fernando y Tigre fueron el asilo
preferido de los criminales de guerra que ingresaron a Argentina durante el
primer peronismo.
De ningún modo es una casualidad que un anticuario de la
zona norte de la provincia de Buenos Aires tenga en su poder 75 piezas con
simbología del régimen nazi. Vicente López, Florida, San Fernando, Tigre fueron
refugios para buena parte de los criminales de guerra, miembros de la SS y del
partido nazi que vinieron a la Argentina desde 1946, cuando Juan Domingo Perón
ganó las elecciones presidenciales, en parte, gracias al respaldo del
empresario Ludwig Freude, considerado por entonces el alemán más influyente,
incluso más que el propio embajador Edmund von Thermann.
Freude había conocido a Perón cuando éste revistaba en la
Agrupación de Montaña de Mendoza, luego de haber pasado tres años en el lado
Eje de Europa, tomando contacto con el fascismo y el nazismo en forma personal,
y acompañando la avanzada alemana sobre Francia. En su libro El cuarto lado del
triángulo, el profesor canadiense de historia latinoamericana Ronald Newton,
escribió que "debido a que una de las especialidades más lucrativas de la
Compañía General de Construcciones de Freude era la construcción militar, había
desarrollado amplios contactos en el Ejército", incluyendo el joven Perón,
ya que estaba construyendo una ruta entre San Juan y Mendoza.
Cuando el Eje cayó derrotado, y el agregado de negocios de
la embajada norteamericana, John Cabot, le pidió al presidente de facto
Edelmiro Farrell que extradite a Freude (considerado en Estados Unidos un
agente nazi), se dispuso su expulsión. Pero el empresario presentó una
solicitud urgente de naturalización, buscó defenderse legalmente y pudo
zafarse.
2 GM
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