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sábado, 6 de diciembre de 2014

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-OBAMA NOMBRA PARA DIRIGIR EL PENTÁGONO A ASH CARTE UN VERSADO TECNÓCRATA QUE FUE DESCIFRADOR DE MANUSCRITOS MEDIEVALES

Obama nombra a un versado tecnócrata para dirigir el Pentágono

Ash Carter afrontará la guerra contra el yihadismo y la retirada de Afganistán

 
Washington 5 DIC 2014 - 12:09 CET6           
 


Obama nombra a un versado tecnócrata para dirigir el Pentágono / Reuters-Live
 
 
El presidente Barack Obama nombró este viernes secretario de Defensa a Ashton Carter, un tecnócrata con una amplia experiencia en Pentágono. Carter, número dos del Departamento de Defensa hasta hace un año, debe sustituir a Chuck Hagel, forzado a dimitir por la Casa Blanca la semana pasada.

Obama anunció la nominación de Ashton (’Ash’) Carter, de 60 años, en una comparecencia en la Casa Blanca. Estaba previsto que Hagel asistiera al acto, según adelantó una fuente de la Casa Blanca, pero finalmente no lo hizo.

El secretario saliente “cree firmemente que este día pertenece” a Carter, “está orgulloso de Ash y de su amistad, y no quiere de cualquier modo distraer la atención adecuada del día”, justificó un portavoz del Pentágono.

El presidente destacó el conocimiento “estratégico” de Carter y dijo que es la persona “más cualificada” para los retos del cargo.

A Obama le quedan dos años y un mes en la Casa Blanca y es poco probable que quiera volver a cambiar de secretario de Defensa hasta entonces. En este tiempo, Ash Carter deberá preparar la retirada final de Afganistán y ayudar al presidente a diseñar la estrategia contra los yihadistas del Estado Islámico en Irak y Siria.

Si el Senado, que a partir de enero estará controlado por el partido republicano, lo confirma, Carter será el cuarto jefe del Pentágono en los seis años que Obama lleva en el poder. El antecesor de Obama, el republicano George W. Bush, tuvo a dos secretarios de Defensa durante los ocho años que pasó en la Casa Blanca. El presidente anterior, Bill Clinton, tres. Las primeras reacciones de los republicanos indican que no  pondrán trabas excesivas durante las audiencias para la nominación en el Senado de Carter.

La sucesión de secretarios de Defensa en la Administración de Obama es un eco de la estrategia cambiante del presidente y de las complejas relaciones del presidente con el Pentágono y el estamento militar. Obama llegó a la Casa Blanca en 2009 con la intención de acabar las guerras que heredó de Bush en Irak y Afganistán. Los planes han acabado trastocados.

La historia de estos años ha sido la de un forcejeo constante del presidente y sus asesores con sus secretarios de Defensa y los generales sobre el nivel de tropas en combate, el ritmo de la retirada y las tácticas bélicas. Los dos primeros secretarios de Defensa de Obama —Robert Gates y Leon Panetta— acabaron publicando sendas memorias en las que criticaban algunos aspectos de la política exterior y de defensa del presidente, y su estilo de gestión.

Como Gates y Panetta, Hagel —un veterano de Vietnam que fue senador republicano por Nebraska— topó con la guardia pretoriana en la Casa Blanca, un equipo de hombres y mujeres de confianza del presidente, algunos con escasa experiencia en materia de seguridad. Al contrario que Hagel, Carter no es ni militar ni político. Fuera de los círculos de la seguridad nacional en Washington, era un desconocido. Un tecnócrata. Pero un tecnócrata atípico.

Porque Carter es un intelectual —doctor en física teórica y especialista en historia medieval— en una ciudad a la que siempre le ha fascinando este tipo de servidores públicos: los ‘best and brightest’, o los ‘mejores y los más inteligentes’. El ‘best and brightest’ por excelencia fue otro secretario de Defensa, Robert McNamara, presidente del fabricante de automóviles Ford antes de ocupar el cargo.
Entre 2009 y 2011, como subsecretario de Defensa, Carter fue responsable de la compra de armamento y de la logística para las fuerzas armadas más poderosas del planeta. Entre 2011 y 2013, como secretario de Defensa adjunto, se encargó de dirigir una burocracia que cuesta al contribuyente de EE UU 600.000 millones de dólares al año, emplea a 2,4 millones de civiles y militares y participa en varias guerras y operaciones.

El nombramiento de Carter llega después de que se descartasen a sí mismos otros candidatos. Entre ellos, Michèle Flournoy, exsubsecretaria de Defensa y cofundadadora del laboratorio de ideas CNAS, que se habría convertido en la primera mujer en ocupar el cargo. Flournoy tenía un perfil muy marcado. Había expresado reservas ante la cautela de Obama ante las incursiones de la Rusia de Vladímir Putin en Ucrania y defendía una mayor implicación de EE UU en la guerra civil en Siria.
Carter es un burócrata, un excelente conocedor de los pasillos del Pentágono, un hombre respetado por su trayectoria intelectual y su trabajo con los secretarios Gates y Panetta. El nombramiento no es una sorpresa, después de que a principios de semana la Casa Blanca filtrase que era el favorito del presidente.


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Ash Carter, un científico que interpretaba manuscritos medievales

El nuevo secretario de Defensa conoce a la perfección el funcionamiento del Pentágono

Ashton Carter, cuando era segundo de Panetta, en 2012. / YURIKO K NAKAO (REUTERS)
 
El de Ashton Carter es un perfil poliédrico. El escogido por Barack Obama para ser el próximo secretario de Defensa de Estados Unidos es un erudito de la física y de la historia medieval. Conoce a la perfección los entresijos del Pentágono y de la burocracia. Tiene buenas conexiones con la cúpula militar, el Capitolio y las empresas de defensa. No ha servido en el Ejército, pero ha recibido en cuatro ocasiones la medalla de servicio distintivo del Departamento de Defensa.

En su reciente libro de memorias, el ex secretario de Defensa Leon Panetta equipara a Carter, de 60 años y conocido como Ash, con el personaje de Scotty de la ficción televisiva Star Trek, el fiel ingeniero que asistía al capitán Kirk. “Yo trabajaba en el puente mientras él controlaba la sala de máquinas”, escribe. Carter fue el número dos de Panetta durante su año y medio en el Pentágono. Cuando Panetta dejó el cargo a principios de 2013, Carter aspiró a sustituirlo, pero el presidente Obama se decantó por el ahora secretario saliente, el exsenador y antiguo soldado Chuck Hagel.

A los diez meses de la llegada de éste, Carter dimitió como secretario adjunto de Defensa alegando que había llegado el momento de irse. Desde algunos ámbitos, se apuntó como razones el despecho y la falta de sintonía con su nuevo jefe. Ahora, menos de dos años después, Carter destrona a Hagel, cuya renuncia forzó la Casa Blanca a principios de la semana pasada.

En Carter, Obama busca a un tecnócrata que conoce bien el funcionamiento de la política militar. La Casa Blanca veía a Hagel, según fuentes oficiales citadas por la prensa estadounidense, con una actitud demasiado pasiva en un momento de crecientes amenazas exteriores, con el auge del yihadismo del Estado Islámico en Irak y Siria, y el papel desestabilizador de Rusia en Ucrania.
Pese a no haber servido en el Ejército, Carter tiene el respeto de los militares. “Creo que alguna vez le han llamado la figura más importante menos conocida de Washington, y estoy de acuerdo con ello”, dijo el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey, en diciembre de 2013 en el acto de despedida del entonces número dos.

El futuro secretario de Defensa -siempre que sea confirmado por el Senado- es licenciado summa cum laude en Física e Historia Medieval por la Universidad de Yale. Escribió su tesis sobre los textos latinos de los monjes flamencos en el siglo XII. “No había ninguna relación entre las dos disciplinas en mi mente más allá de que me fascinaban”, dice Carter sobre su educación dual en una breve autobiografía para la Universidad de Harvard, donde empezó a trabajar en los años 80.

“Me gustaban los archivos con polvo, aprender a descifrar manuscritos medievales, aprender todos los lenguajes necesarios para leer literatura histórica. [...] La física era totalmente distinta: limpia y moderna, lógica y matemática”, agrega. Más adelante, se doctoró en Física Teórica en la Universidad de Oxford. Carter es coautor de 11 libros y miembro de las academias estadounidenses de Ciencias y Artes, y de Física; y del laboratorio de ideas Council on Foreign Relations. También es profesor visitante en la Universidad de Stanford, y colabora con varias fundaciones y centros de estudios.
Desde hace más de tres décadas, aplica su concepción humanista-científica al mundo militar y académico. “Ha asesorado a casi todos los grandes grupos estratégicos, consejos de investigación y paneles gubernamentales en asuntos de seguridad internacional”, según la publicación The New Republic. Ha escrito más de cien artículos sobre física, tecnología o seguridad nacional.

Carter ha alternado etapas en el Pentágono con el mundo académico. Empezó a trabajar en el Departamento de Defensa en 1981 como analista técnico en el programa de misiles nucleares, en la fase final de la Guerra Fría. El arsenal nuclear es su campo de especialización. Entre 1993 y 1996, bajo la Administración del demócrata Bill Clinton, volvió al Pentágono como secretario de Defensa adjunto de política de seguridad nuclear. Tuvo un papel preponderante en 1994 en la crisis nuclear con Corea del Norte, cuando el país asiático expulsó a inspectores internacionales.

Su último período en la sede de Defensa, a las afueras de Washington, arrancó en abril de 2009, bajo la presidencia del demócrata Obama. Durante dos años, fue subsecretario de Adquisición, Logística y Tecnología. Allí conoció los entresijos del entramado armamentístico y gestionó la actualización del arsenal de la primera potencia mundial. Y en octubre de 2011 fue ascendido a número dos del Pentágono, como vicesecretario de Defensa, cargo que ocupó hasta diciembre de 2013. Gestionó el inicio de los recortes de un presupuesto anual de 600.000 millones de dólares para un departamento de más de dos millones de trabajadores militares y civiles.

Se sabe poco sobre las posiciones en política exterior de Carter, sobre si sus apetitos belicistas lo hacen más halcón o paloma. Este padre de dos hijos y nativo de Filadelfia destaca ante todo por ser un buen gestor. En sus apariciones públicas lo que más parece preocuparle es la necesidad de reducir la burocracia. Por ejemplo, hace unos años lamentó el sinfín de trámites necesarios para que un soldado localizara a su antiguo perro detector de bombas. Y en enero, publicó un artículo en que abogaba por facilitar gastos extraordinarios para operaciones de contingencia, y pedía aprender de las “lecciones” adquiridas en la lucha contra la insurgencia en Afganistán e Irak.
 
 

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