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lunes, 16 de junio de 2014

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-COLOMBIA APUESTA POR LA PAZ REELIGIENDO A SANTOS

La paz de Santos gana en Colombia

El presidente logra la reelección con el 50,9% frente al 45% de su rival uribista

 
 

El presidente Santos saluda antes de votar este domingo en Bogotá. / JOSE MIGUEL GOMEZ (REUTERS)
 
Juan Manuel Santos logró este domingo el respaldo que necesitaba el diálogo de paz que inició con la guerrilla en noviembre de 2012 y al que había apostado su carrera política y la reelección. Obtuvo el 50,9% de los votos frente al candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga, abanderado de la mano dura con las FARC, que consiguió el 45% de los votos, lo que muestra la fuerte brecha que la negociación de La Habana ha generado entre los colombianos. Solo Álvaro Uribe, implacable opositor de las conversaciones, antiguo mentor político de Santos que presidió el país entre 2002 y 2010, había conseguido antes un segundo mandato en Colombia, ya que modificó la Constitución para reintroducir la figura de la reelección.

El resultado garantiza la continuidad del proceso de paz, el que más posibilidades tiene de prosperar por los avances que ya ha conseguido, después de los tres intentos frustrados que hubo en el pasado y que han lastrado la confianza de los colombianos en este intento. Ha sido una de las campañas más crispadas, salpicada de escándalos y vertebrada en torno a la negociación. El uribismo y su candidato Zuluaga --considerado por muchos una mera extensión del muy popular y carismático expresidente Uribe— consiguieron derrotar a Santos en primera vuelta, agitando la acusación de que el presidente es un castrochavista que ha vendido el país a la guerrilla, y sobre todo el rechazo de una parte de los colombianos a la participación en política de la guerrilla si hay un pacto final. Zuluaga no reconocía la naturaleza política del conflicto armado y puso condiciones –que las FARC dejen de cometer atentados y de reclutar niños— para que continuara la negociación.

La negociación de paz no ha logrado una movilización electoral grande, pero sí ha reducido la abstención del 60% de la primera vuelta al 53%. La calle de la universidad a la que acudieron por la mañana a votar Gloria Roa, de 53 años, y su hija Diana Tipazoc, de 22, tiene unos desniveles tan pronunciados que parecen escalones. Viven en un barrio de clase media de Bogotá, el 7 de Agosto, de casas bajas de colores, socavones en el suelo, enjambres de cable colgando de postes y plagado de talleres de coches. Diana participó porque quería que continúe el diálogo de paz con la guerrilla. “He visto los debates en televisión y creo que hay que intentar acabar la guerra. Por eso voy con Santos”, dice.

La visión contraria provocó que Diana Bautista, médico de 26 años, acudiera a votar. En la primera vuelta se abstuvo, pero este domingo recogía el temor de una parte de los colombianos respecto a la negociación: “Me da miedo que gane Santos, se les está dando demasiado a las FARC a cambio de nada. Ellos siguen matando, robando y extorsionando”, argumenta. Cree, además, que el Gobierno apenas ha hecho nada por la sanidad pública, que es “terrible”, describe. “Hay pocos especialistas, el servicio está saturado, faltan algunas medicinas... solo en los últimos dos meses hicieron algo, eliminar las trabas burocráticas para que todos puedan tener servicio de urgencias”, explica.

Santos puede exhibir exitosas cifras macroeconómicas –crecimiento del 4,3%, reducción estadística de la pobreza en 2,5 millones de personas, una tasa de paro en descenso, en el 9,6%— en sus primeros cuatro años de Gobierno, pero todavía Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina y del mundo. Muchos acusan a los políticos de ser una élite desconectada de los problemas de la gente. “Yo no voto por ninguno. Esto ha sido una batalla entre ellos, no les preocupa la delincuencia, no hay buena educación, hay mucha pobreza”, decía el domingo Gloria Roa junto a su hija, que va con Santos. La campaña no ha abordado los temas que le importan: “Nosotros aún estamos pagando la universidad de ella a plazos. Acabó en diciembre y está con nosotros en una tienda que tenemos de accesorios de coche porque no hay trabajo ni tiene experiencia”, asegura.

El proceso de paz ha acaparado la atención en la campaña, pese a que asuntos como la educación, la inseguridad o el paro figuraban como prioritarios para los ciudadanos en las encuestas. Lo son, por ejemplo, para Ana Jennifer Gómez, que va por la calle a votar con sus cuatro hijos de la mano. Ella iba a votar por Zuluaga. “Acaban de venir a vivir a Bogotá conmigo. Soy desplazada de la zona de Caquetá por las FARC. Mis hijos se quedaron con su abuela mientras yo trabajaba aquí de interna y les mandaba dinero”, cuenta. Para ella, que trabaja doce horas al día en un taller de costura, la paz es algo muy lejano: “Sé cómo es la guerra y cómo es el campo. Los políticos solo quieren poder, allí no llega ninguna ayuda”. Ella va a pedir el subsidio que se da a los 5,5 millones de personas que, como ella, han tenido que huir de sus casas en estos 50 años de conflicto en los que ha habido 220.000 muertos. Ella no confiaba mucho en el futuro del proceso de paz que este domingo recibió el apoyo de la mayoría. Estaba concentrada, decía, “en ver cómo podemos sobrevivir todos aquí. Tengo que sacar a mis hijos adelante”.

 

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