'Traidores' americanos en Al Shabab
Miembros de Al Shabab durante unos ejercicios de entrenamiento.- Según el FBI, 41 estadounidenses colaboran o han colaborado con ellos
- Otros simpatizantes trabajan para la organización desde EEUU
Alberto Rojas |
Actualizado domingo 29/09/2013 03:57 horas
"Vamos a golpear a Estados Unidos hasta que se arrodille", cantaba el estadounidense Omar Hammami, el infame rapero que, aducido por los foros islamistas, acabó en Somalia haciendo la 'guerra santa' y reclutando a otros 'conversos' como él. "Haz la yihad conmigo", decía otra de sus letras. Aunque acabó asesinado hace un mes por los mismos que le lavaron el cerebro, su muerte y la del británico Osama 'Al Britani' no ha detenido el creciente flujo de estadounidenses que acuden a Somalia para unirse al grupo terrorista Al Shabab. Se trata del socio de Al Qaeda en el cuerno de África y responsable del brutal ataque que acabó con 61 civiles muertos en el centro comercial Westgate de Nairobi. Las autoridades kenianas investigan ahora el origen de los atacantes, algunos de ellos de procedencia estadounidense.
Según el FBI al menos 41 ciudadanos estadounidenses forman o han formado parte de la milicia somalí desde su creación en el año 2007. La mayoría de ellos fueron reclutados en Estados Unidos y llegaron a convertirse en mujahidines por influencia de foros radicales y la asistencia a mezquitas en las que se enseñaba la ideología yihadista. El primer estadounidense que fue reclutado por uno de estos grupos fue Daniel J. Maldonado, sentenciado a 10 años de prisión por entrenar a las Unión de Tribunales Islámicos, germen de Al Shabab.
La mayoría de estos ciudadanos (hasta 18) proceden de la comunidad somalí de la ciudad de Minneapolis y alrededores. Y todos acudían a la misma mezquita. También hay varios terroristas en Nueva Jersey (cinco), mientras que el resto de miembros de Al Shabab fueron reclutados en otras zonas aisladas del país. Algunos de ellos fueron detenidos sin poder salir de EEUU, pero otros sí consiguieron llegar a Somalia y unirse de facto a la guerra que mantiene la milicia contra la Unión Africana y el Gobierno Nacional de Transición somalí. Uno de ellos fue Farah Mohamed Beledi, de 27 años y nacido en Minneapolis, mató a dos cascos azules en un ataque suicida en Mogadiscio el 30 de mayo de 2011.
Tareas de reconocimiento de las víctimas en el ataque de Nairobi. | Efe
Hay otros que trabajan para la organización desde EEUU, como Issa Doreh, de San Diego, que a sus 54 años es uno de los principales responsables financieros de la organización, así como un especialista en la maquinaria de lavar dinero. O Nima Ali Yusuf, experta en fabricar nuevas personalidades a través de la falsificación de documentos. O Amina Farah Ali, de 33 años, que recorrió el barrio somalí de Minneapolis recaudando fondos puerta por puerta, según el FBI.
Hoy las finanzas de la organización están peor que nunca, pero en el Westgate de Nairobi demostraron que mantienen su capacidad de atentar fuera de Somalia, como hicieron en Uganda en 2010. En la actualidad cuentan con 3.000 hombres aproximadamente, con sólo un puñado de extranjeros. Con la decadencia de la piratería han dejado de cobrar el 'impuesto revolucionario' que le cobraban a los corsarios del cuerno de África, y lo mismo ha sucedido con los tributos que obtenían en el bullicioso mercado de Bakara de Mogadiscio, que no controlan desde el año 2011. El único negocio que hoy les da algo de dinero es la venta de carbón vegetal en el sur de Somalia, la única zona que aún controlan.
La primera vez que en Somalia supieron de Al Qaeda fue en 1990. Su líder en África del oeste, el keniano Fazul Abdullah Mohamed, comenzó a entrenar a una milicia con un objetivo claro: matar occidentales. Lo consiguieron, y de qué forma, en 1993, en la Batalla de Mogadiscio, derribando dos helicópteros Blackhawk y quitando la vida a 19 militares estadounidenses.
Según el FBI al menos 41 ciudadanos estadounidenses forman o han formado parte de la milicia somalí desde su creación en el año 2007. La mayoría de ellos fueron reclutados en Estados Unidos y llegaron a convertirse en mujahidines por influencia de foros radicales y la asistencia a mezquitas en las que se enseñaba la ideología yihadista. El primer estadounidense que fue reclutado por uno de estos grupos fue Daniel J. Maldonado, sentenciado a 10 años de prisión por entrenar a las Unión de Tribunales Islámicos, germen de Al Shabab.
La mayoría de estos ciudadanos (hasta 18) proceden de la comunidad somalí de la ciudad de Minneapolis y alrededores. Y todos acudían a la misma mezquita. También hay varios terroristas en Nueva Jersey (cinco), mientras que el resto de miembros de Al Shabab fueron reclutados en otras zonas aisladas del país. Algunos de ellos fueron detenidos sin poder salir de EEUU, pero otros sí consiguieron llegar a Somalia y unirse de facto a la guerra que mantiene la milicia contra la Unión Africana y el Gobierno Nacional de Transición somalí. Uno de ellos fue Farah Mohamed Beledi, de 27 años y nacido en Minneapolis, mató a dos cascos azules en un ataque suicida en Mogadiscio el 30 de mayo de 2011.
Tareas de reconocimiento de las víctimas en el ataque de Nairobi. | EfeHay otros que trabajan para la organización desde EEUU, como Issa Doreh, de San Diego, que a sus 54 años es uno de los principales responsables financieros de la organización, así como un especialista en la maquinaria de lavar dinero. O Nima Ali Yusuf, experta en fabricar nuevas personalidades a través de la falsificación de documentos. O Amina Farah Ali, de 33 años, que recorrió el barrio somalí de Minneapolis recaudando fondos puerta por puerta, según el FBI.
Hoy las finanzas de la organización están peor que nunca, pero en el Westgate de Nairobi demostraron que mantienen su capacidad de atentar fuera de Somalia, como hicieron en Uganda en 2010. En la actualidad cuentan con 3.000 hombres aproximadamente, con sólo un puñado de extranjeros. Con la decadencia de la piratería han dejado de cobrar el 'impuesto revolucionario' que le cobraban a los corsarios del cuerno de África, y lo mismo ha sucedido con los tributos que obtenían en el bullicioso mercado de Bakara de Mogadiscio, que no controlan desde el año 2011. El único negocio que hoy les da algo de dinero es la venta de carbón vegetal en el sur de Somalia, la única zona que aún controlan.
La primera vez que en Somalia supieron de Al Qaeda fue en 1990. Su líder en África del oeste, el keniano Fazul Abdullah Mohamed, comenzó a entrenar a una milicia con un objetivo claro: matar occidentales. Lo consiguieron, y de qué forma, en 1993, en la Batalla de Mogadiscio, derribando dos helicópteros Blackhawk y quitando la vida a 19 militares estadounidenses.
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