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sábado, 12 de febrero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.- LA OTRA CARA DE EGIPTO....SE DESATA LA ALEGRIA POR LA MARCHA DEL "RAIS"







Los rostros del nuevo Egipto

Érase un país de habitantes dóciles al poder. La corte del faraón alimentó la imagen de millones de almas sin espíritu y la vendió en las guías de viaje. Pero el 25 de enero el espejo comenzó a reflejar una imagen liberada de trucos. El egipcio de las estadísticas tiene 24 años y, hasta este viernes, no había conocido alternativa al octogenario Mubarak.

Después de 18 días, el pueblo enterró ayer al último faraón y se redimió de sus tres décadas con música, bailes y gritos de júbilo. A falta de líderes políticos que alentaran la esperanza, la revolución de los egipcios fue anónima y tuvo millones de caras. EL MUNDO.es muestra una decena de ellas, que tomaron este viernes las calles de El Cairo para reivindicar el nuevo Egipto.

Sanaa Abdel Wahab

Es profesora jubilada de la Universidad pública de El Cairo. Tiene 73 años y alma combativa. "Llevaba mucho tiempo esperando algo así y ya me había convencido de que no sucedería". Sanaa, cogida de la mano de su nieto Ali –de 6 años-, confía en que "todo salga bien” y recuerda otros tiempos, menos propicios para la revolución. "Siempre participé en manifestaciones. Mi generación también lo intentó. Pero han sido los jóvenes quienes vencieron”.

Sanaa ha visitado Tahrir en dos ocasiones ("mi avanzada edad no me permite muchas alegrías", se disculpa) y admite estar orgullosa de los jóvenes. Y ¿Mubarak? "Me conformo con que se vaya fuera del país. Pero entiendo que para algunos jóvenes no sea suficiente y tengas ganas de venganza".

Dina Ahmed

Tiene 14 años y estudia en un colegio de la capital. Ayer salió por primera vez a la calle junto a su madre y le sorprendió el final de la era Mubarak en uno de los accesos a la plaza.

"El Egipto de Mubarak fue el infierno y él un ladrón. Robó nuestro dinero. Ahora deseo que toda la gente sea feliz y libre", asegura la muchacha.

Tarek Shalaby

Diseñador gráfico de 26 años. Fue uno de los primeros en llegar a la plaza e instalar su tienda de campaña, a la que bautizó con el nombre de "pensión de la libertad". Sobre el cartón que hace de rótulo, Tarek, que aprendió español en Sevilla, ha escrito "No pasarán". Un presagio que se ha cumplido a pesar de las piedras de los afines a Mubarak y la resistencia del régimen. "Ahora entramos en la transición y debemos saber quien la liderará. Yo, de momento, me quedo aquí por si hay negociaciones".

El laberinto de cobertizos hechos de plásticos y mantas que hay que salvar hasta llegar a la pensión de Tarek reúne dos semanas de protestas y desmonta parte de la teoría que atribuye la revolución a los Hermanos Musulmanes. "Sentimos que podemos vivir juntos perfectamente, compartiendo desde comida hasta electricidad. Hemos demostrado además que somos un gran pueblo y que nuestras demandas son las mismas que puede pedir otra sociedad en cualquier parte del mundo”. Y advierte: "En 10 o 15 años seremos un país avanzado".

Amer Ehleka

Empresario de 53 años. La sonrisa que se dibuja en su rostro es contagiosa. Y su esposa Amal y su hijo Sherif mantienen la misma mueca mientras observan un reguero humano que mueve los pies veloces y giran sus cuerpos. Amer está orgulloso. Habla de restablecer la dignidad y cercar la corrupción. Y de la convivencia religiosa: "Estamos todos juntos. Musulmanes y cristianos somos un solo pueblo. No me preocupan los Hermanos Musulmanes. Son un partido más. Habrá elecciones y sabremos quién les vota".

"Ser un país democrático llevará tiempo. Pero ahora saben que nadie podrá obligarnos a hacer lo que no queremos", añade.

Lama Guibil

Universitaria de 19 años y vivió el final de una época rodeada de amigos. "Nunca imaginé que seríamos capaces de expulsar a Mubarak. Con él no había esperanza. El pueblo tenía miedo del futuro, pero ahora todos somos más optimistas".

Lama prefiere pasar la noche sin aventurar escenarios. "No sé lo que pasará en Egipto, pero tengo claro que quiero un sistema democrático".

Hisham Fuad

Es un joven de 22 años, trabaja en una empresa de telefonía. Fuad comparte bromas con sus compañeros a unos metros de la plaza de la Liberación, donde ha dormido en un par de ocasiones. "Mubarak es un criminal y le juzgaremos porque él se llevó un dinero que nos pertenece. Tiene una fortuna de 70.000 millones de dólares", denuncia.

"Estaba pensando en emigrar a Australia pero ahora no quiero marcharme. Haremos un Egipto mejor", agrega Hisham. ¿Su sueño? Que el final de Mubarak traiga libertad y democracia y acabe con la brutalidad policial, la pobreza y la falta de esperanza de los jóvenes. "La plaza tiene muchas demandas que deben ser satisfechas".

Mohamed Sherif

Trabajador de una compañía de internet de 25 años. Confiesa que tenía el sueño de ser un hombre libre y este viernes empezó a ser real.

"Me casé hace un mes y llevo aquí dos semanas con mi mujer porque no queríamos perdernos el momento”. Mohamed tiene otras ilusiones: “Espero que mis hijos puedan crecer en un país democrático"

Sally Fuad

Empleada de una multinacional de 35 años. Desde hace diez días, acude a la plaza después del trabajo junto a su madre y hermanos. "Hemos estado callados durante 30 años y nunca volveremos a estarlo".

Fuad se emociona al pensar que no es un sueño. "Para derrocar a Mubarak fuimos una mano, lo conseguimos y seguiremos unidos". El destino del ex presidente no le roba energía ni sueño. "No me preocupa. Me importa mi país. Hay que reconstruirlo para que sea más justo".

Noura Moemen

Estudiante de 17 años. Se ha enfundado la bandera egipcia y se fotografía cerca de los tanques para inmortalizar "los días de gloria". "Egipto es libre hoy después de 30 años de corrupción".

Y, ¿Cómo fue el país que quedó sepultado ayer? "Honestamente, mi vida hasta ahora ha sido muy ingenua. Mi familia no es pobre y no me di cuenta de la corrupción ni la brutalidad policial. Todo esto me ha ayudado a abrir mi mente. Y ahora sé que Mubarak no hizo nada por eliminar las desigualdades sociales".

Yaser Fuad

Es médico y lleva 12 días trabajando en el bando revolucionario. Sabe bien como cicatrizar las heridas. Según las cifras provisionales, las revueltas se han cobrado la vida de más de 300 personas.

"Podemos construir un nuevo país con un sistema democrático. No queremos un gobierno militar sino un gabinete de unidad nacional", dice. "Hay que decir adiós al estado policial. Mubarak tenía a su servicio 1 millón y medio de policías"

Fuente Diario "EL MUNDO"

Egipto celebra el adiós de Mubarak

Los militares destituyen al Gobierno del expresidente y disuelven el Parlamento. -Las Fuerzas Armadas prometen levantar el estado de excepción vigente desde 1981. -El anuncio desata la euforia entre los manifestantes que exigían su marcha desde hace 18 días.

Egipto ha empezado a caminar hacia un futuro lleno de esperanzas. No puede esperar un camino fácil, pero el primer paso ha constituido un momento casi aéreo de orgullo y euforia. La algarabía se extiende a esta hora como una fuerza imparable capaz de arrasar un régimen. Las voces se alzan con la convicción, esta vez, de haber puesto un pie en la Historia.

Los egipcios han demostrado en 18 jornadas extraordinarias que la unión entre las nuevas redes sociales y las viejas manifestaciones puede derribar cualquier muro. La libertad se ha abierto ante ellos dulce, enorme, casi inabarcable. Fueron pacientes, constantes y pacíficos ante los últimos zarpazos de la tiranía, y han triunfado: Hosni Mubarak,dictador durante 30 años, ha dimitido y huyó hacia su mansión de Sharm el Sheij, en el mar Rojo. Con el colofón de que Suiza congeló pocas horas después buena parte de su fortuna, estimada en varios miles demillones de euros.

"Mabruk, Mabruk!", felicitaba un soldado al borde de las lágrimas a un anciano con galabeya (túnica) y turbante que se abrazaba a él. A su alrededor todo era rojo, blanco y negro. Los colores de la bandera ondean por cualquier rincón, asoman por las ventanillas de los coches o decoran los rostros.

Desvanecimientos, ataques de nervios y torceduras han tomado el relevo a las heridas de bala y las pedradas. Egipto entero canta y baila. Los clásicos sirven para cualquier ocasión: "Nuestra canción habla del pueblo, de los pobres que no tienen nada pero lo pueden todo y luchan por su libertad, porque son fuertes y tienen convicciones y dignidad", gritaba Samer Maher mientras sus amigos bailaban con los brazos alzados chasqueando los dedos al compás de una canción de Said Darwish.

"Es el mejor día de mi vida". "Es lo que siempre quise para mis hijos"."Tengo 27 años y nunca pensé que podría elegir al próximo presidente.En unas elecciones libres, en democracia.... Este es solo el primerpaso, mañana estaremos otra vez en Tahrir". Todo el mundo tiene unahistoria que contar esta noche en la plaza Tahrir.

En los tanques, los soldados tratan de contenerse mientras de todas partes surgen espontáneos que les besan o cubren con banderas. En la entrada de un puesto de zumos un hombre insistía en invitar a un jugo de caña a dos militares de escaso mostacho a los que sacaba varias cabezas.

El Ejército ha asumido temporalmente el poder, con la promesa de una "transición pacífica" hacia "una sociedad democrática". El papel de los militares en la victoria que los egipcios celebran ha sido considerado fundamental por un pueblo que puso en ellos sus esperanzas, pero temió por un momento haberse confiado demasiado. Durante los primeros minutos los jóvenes soldados no se atrevieron a unirse a la celebración, pero el pueblo empujaba fuerte y no fueron capaces de mantener la serenidad mucho tiempo. Sin perder el control de la situación, manteniendo las identificaciones y los cacheos, los militares terminaron uniéndose a la fiesta.

Nueva etapa en Oriente

La caída del rais, celebrada por Estados Unidos y Europa, abre también una nueva etapa en Oriente Próximo. Mientras Israel y Arabia Saudí han expresado su inquietud por el cambio, los islamistas de Gaza, Irán y Líbano lo ven como una oportunidad. Tras las revoluciones de Túnez y Egipto, millones de ciudadanos árabes y norteafricanos han constatado que pueden elegir su propio destino.

Los grandes momentos históricos, y el de ayer lo fue sin duda, se resumen en pocas palabras. Como la breve declaración de Omar Suleimán, el vicepresidente que intentó heredar un régimen y fue engullido por los acontecimientos [Aquí puedes ver el vídeo]: "En las difíciles circunstancias que atraviesa el país, el presidente Hosni Mubarak ha decidido abandonar su cargo. Ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que dirija los asuntos del Estado". Eso fue todo. Segundos después, como si 80 millones de egipcios hubieran estado escuchando el mensaje televisado, el país entero estalló en júbilo.

El tono desafiante que Mubarak y el propio Suleimán habían utilizado la víspera, la inmensa decepción y rabia que habían provocado en la multitud, han quedado lejos en un instante. Probablemente ambos sabían, cuando aparecieron en televisión el jueves por la noche, que el poder se les escurría de las manos. Mubarak habló esa noche con un amigo personal, el ministro israelí Benjamín Ben-Eliezer, y le confesó que había llegado el final de su era. "Solo aspiraba a marcharse con dignidad", comentó Ben-Eliezer. Ni eso consiguió. En el último momento, solo pudo huir en helicóptero de un palacio rodeado por manifestantes. Con el colofón habitual en estos casos: la congelación de su fortuna, estimada en muchos miles de millones de euros, por parte de los bancos suizos.

Presión del Ejército

Aún no se conoce bien el desarrollo de los momentos finales. Parece claro, en cualquier caso, que los mandos militares hicieron saber a Mubarak, en algún momento del jueves, que su resistencia ya era inútil. Los generales, sin embargo, no han querido empujar hasta la calle al que había sido su héroe y seguía siendo un amigo y un jefe respetado. Eso explicaría los confusos comunicados del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el incomprensible discurso de Mubarak, mezcla de arrogancia, sentimentalismo y minucias constitucionales, y la confusión que dominó la jornada. "Hubo un pulso oculto entre el Ejército y el dúo Mubarak-Suleimán", explicó a la edición digital de Al Ahram el general Safwat el-Zayat, exdirigente de los servicios secretos egipcios.

Ante Egipto se abren enormes esperanzas. También grandes incógnitas. El nuevo máximo dirigente, el general Mohamed Tantaui, se dirigió anoche a la nación para decir que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas estudiaba la situación y sus próximas medidas, para homenajear a los jóvenes "mártires" de la revuelta y para rendir tributo a Hosni Mubarak por "sus sacrificios en tiempos de paz y de guerra". De Tantaui se esperaba una tutela temporal en la transición hacia la democracia. Eso era lo que había prometido en un anterior comunicado: conducir pacíficamente a los egipcios a una sociedad democrática. El Ejército ya había prometido levantar el estado de excepción cuando la gente desmontara el campamento de la plaza de la Liberación.

Sus primeras órdenes, no confirmadas oficialmente, han consistido en la destitución del Gobierno y en la disolución del Parlamento. En cualquier otra situación, esas decisiones serían interpretadas como el inicio de una dictadura de los espadones. En Egipto han puesto fin a un sistema tiránico, cruel y corrupto hasta la médula. El hecho de que el general Tantaui no mencionara siquiera a Suleimán se he interpretado como una ruptura seca con el poder caído. No ha habido el menor intento de simular alguna continuidad constitucional con el pasado.

Nueva generación de políticos

Conviene recordar, en cualquier caso, que Tantaui es amigo de Mubarak y le ha sido fiel hasta el final. Y que los generales de mayor rango, Tantaui y el resto de los miembros del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, han sido parte esencial de la dictadura y se beneficiaron de la corrupción. El Ejército se negó a disparar contra la multitud en los momentos más críticos de la revuelta y eso, además de acrecentar su prestigio entre la población, permitió que la caída del régimen no conllevara un baño de sangre. No existe indicio alguno, sin embargo, de que los generales sean fervientes demócratas, ni de que estén dispuestos a renunciar a su poder y privilegios. Cabe suponer más bien lo contrario. La evolución de Egipto hacia un sistema de libertad y justicia no ha hecho más que empezar.

La mayor potencia del mundo árabe dispone, al menos, de una nueva generación de políticos. No son los ancianos Mohamed el Baradei o Amr Musa, que desde el inicio de la revuelta se postularon como posibles futuros presidentes de un Egipto democrático, sino los 20 o 30 jóvenes profesionales que organizaron a través de Facebook y el correo electrónico una revolución inspirada en la de Túnez, pero de volumen y consecuencias mucho mayores. El líder de ese grupo, Wael Ghoneim, ejecutivo comercial de Google en la región, casado con una estadounidense e ideológicamente liberal, representa mejor que nadie tanto el rostro como el impulso de una generación egipcia que desea libertad política, económica, social y religiosa, en un sistema capaz de integrar con igual comodidad a los Hermanos Musulmanes, a los profesionales laicos y al Egipto profundo, rural y analfabeto.

Fuente Diario "EL PAIS"

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