Deh Rawud.- Omar Khan es el jefe de la policía afgana desde hace tres años y medio en el distrito de Deh Rawud, en la provincia de Uruzgán, en el sur de Afganistán. A pesar de ello, viste como un soldado estadounidense. Dice que lo hace porque ha trabajado durante muchos años hombro con hombro con las tropas norteamericanas, y porque le gusta ese uniforme. Asegura incluso que vestía igual cuando las fuerzas holandesas estaban desplegadas en Uruzgán hasta el pasado mes de agosto, cosa que, según parece, a los neerlandeses no les hacía ninguna gracia.
Viéndolo así, no se sabe hasta qué punto Omar Khan puede tener una opinión imparcial sobre la tarea realizada en Uruzgán por las tropas holandesas en los cuatro años que estuvieron destacadas allí, y por las norteamericanas que les tomaron el relevo hace menos de cuatro meses. A pesar de ello, Omar Khan intenta ser diplomático. “Con los neerlandeses la seguridad en el distrito era buena”, afirma, pero después añade: “Pero con los americanos es aún mejor”. Y empieza a enumerar una lista de parajes en Deh Rawud donde, asegura, antes los talibán siempre atacaban a la policía afgana y ahora ya no.
Según Omar Khan, los holandeses enseñaron a la policía afgana a patrullar y registrar vehículos, y también “a retirarse cuando el enemigo es demasiado fuerte”. “Los americanos, en cambio, nos dicen lo contrario: que hay que seguir siempre adelante y luchar hasta el final”, explica con una amplia sonrisa, dando a entender que ésa es la táctica que a él le gusta.Su número dos, Mir Hamsa –que sí que viste uniforme de policía afgano-, no se anda con rodeos y dice directamente que “antes la seguridad en Deh Rawud era mala” y que “los holandeses no luchaban contra los talibán”. “Se limitaban a entrenarnos y ya está”, dice con cara de desprecio. Lo peor es que el jefe del distrito, Haji Halifa Sadat, repite una canción similar. Declara que antes había seguridad en una zona muy limitada de Deh Rawud porque, argumenta, los efectivos neerlandeses patrullaban también por un área muy restringida. “Los norteamericanos, sin embargo, van a todas partes”, destaca, “y ahora el 97% del distrito es seguro, y sólo una pequeña parte continúa siendo peligrosa”.
Todos los países con tropas destacadas en Afganistán tienen unas reglas y limitaciones para sus efectivos, marcadas por sus respectivos Gobiernos, que los militares están obligados a seguir, les guste o no. Las normas –o caveats, como se llaman en el argot militar- son muy dispares y pueden ir desde, por ejemplo, que las fuerzas de un determinado país no estén autorizadas por su Gobierno a salir de la base militar de noche, o a patrullar por una determinada zona considerada muy peligrosa.
Todo esto hace que, como si la guerra en Afganistán no fuera lo suficientemente complicada, resulte aún más difícil. Hay fuerzas desplegadas de 48 países, cada uno con sus propias pegas. Sólo las tropas estadounidenses –las más numerosas, unos 100.000 efectivos de un total de 150.000 soldados extranjeros destacados en Afganistán- actúan de forma unificada.
Es cierto que los militares norteamericanos en la provincia de Uruzgán no paran de patrullar, y en sus bases las jornadas también son maratonianas. La gente empieza a trabajar a las ocho de la mañana, y puede acabar a las nueve o diez de la noche. No obstante, habrá que ver que opinan las tropas neerlandesas sobre lo que dicen los responsables policiales y locales del distrito de Deh Rawud. Los holandeses perdieron a veinticuatro militares en Uruzgán en los cuatro años que estuvieron destacados allí.
Mónica Bernabé Diario "MUNDO"
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