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miércoles, 18 de febrero de 2009

MUERTE DE UN MILICIANO





Aquel día de sol, a poco más de un mes de comenzada la Guerra Civil española, Robert Capa estuvo con un grupo de milicianos. Era el 5 de septiembre de 1936, y la Leica del fotógrafo de origen húngaro y firme compromiso de izquierdas disparó numerosas veces. Hasta ahora sólo se conocía la imagen titulada «Muerte de un miliciano», que rápidamente se hizo famosa en todo el mundo y contribuyó a ganar apoyos internacionales para la causa republicana.
Las particularidades de la imagen -la extraña posición de la figura que cae, la ausencia visible de herida de bala, la falta de referentes espaciales, la presencia de la cámara tan inmediata a la acción- hicieron que pronto se levantaran sospechas de falsedad, en medio de una lucha de trincheras propagandista. Más de 70 años después, por fin el secreto de la toma queda desvelado con los negativos previos y posteriores a aquella singular imagen. Todo sugiere que «Muerte de un miliciano» es genuina.
Cuarenta fotografías sacadas aquel día por Capa y su novia Gerda Taro estaban metidas en la maleta descubierta recientemente en México, que contenía todo un tesoro de miles de negativos atribuidos a Capa, Taro y el también fotógrafo David Seymour, «Chim». En total, 127 rollos con material enteramente inédito sobre la Guerra Civil, cuyo hallazgo fue comparado en enero por el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York a «encontrar el Santo Grial». Las cuarenta fotos relacionadas con Cerro Muriano, el punto de la provincia de Córdona donde murió Federico Borrell García, el miliciano de la Columna Alcoyana que Capa convirtió en símbolo de la España antifranquista, se exihibirán en el Barbican de Londres a partir del 17 de octubre.
Todo indica que «Muerte de un miliciano» fue puro accidente
Entre ellas, figura una instantánea captada poco antes antes del disparo que acabaría con la vida de Borrell. En ella se ve a éste levantando su fusil junto a otros compañeros, posando ante la cámara de Capa, que entonces contaba con 22 años. Una imagen posterior muestra a un segundo soldado muerto, lo que vendría a corroborar que ciertamente hubo fuego enemigo.
«Estas imágenes y un detallado trabajo de investigación van lejos en apoyar que la foto es real», afirma Cynthia Young, que ha organizado la exposición del Barbican. Para ella, la duda tendría sentido si Capa no hubiera hecho nada más notorio en aquellos años, pero su trabajo en el desembarco de Normandía lo confirma como alguien con un alta «calidad y estilo».
Todo indica que «Muerte de un miliciano» fue puro accidente. Capa y Taro, que también captó a Borrell antes de su muerte, estaban en el frente entre las filas republicanas simulando acciones de guerra cuando de pronto se produjeron inesperados disparos de las tropas franquistas. En las secuencias previas al ataque, los milicianos adoptan poses de vencedores o en lucha por la victoria; difícilmente se harían el muerto, como vencidos por el enemigo.
Federico Borrell, un anarquista de 24 años nacido en la población alicantina de Benilloba y apodado el Taino, fue reconocido después por su hermano a pesar de que en la famosa fotografía su rostro aparece borroso. Los datos oficiales así lo corroboraban, al datar su muerte el 5 de septiembre de 1936; fue el único miembro de la Columna Alcoyana en morir ese día en la lucha de Cerro Muriano.
Capa envió los negativos de esa jornada a su estudio de París. «Muerte de un miliciano» fue publicada por primera vez en la revista francesa «Vu», con un pie en el que se describe a los soldados «apretando sus fusiles, bajando la ladera. De pronto, su remontada fue interrumpida, una bala silvó y su sangre fue derramada en su suelo nativo». Luego aparecería en la revista norteamericana «Life», con el lema: "La cámara de Robert Capa capta un soldado español en el instante en que es derribado por una bala en la cabeza», que confundía la borla de la gorra militar con una trozo del cráneo estallado.
El negativo utilizado para esas reproducciones no volvería a parecer. El resto del carrete de Cerro Muriano y otros trabajos de Capa, Taro y «Chim» fueron custodiados por el diplomático y general mexicano Francisco Alvarez, que luchó con Pancho Villa. La maleta fue llevada de París a Marsella y de allí a México, donde no fue reabierta por los herederos del general hasta los años 90, aunque sin percatarse de su importancia. Sólo hace unos meses, los negativos llegaron al Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, fundado precisamente por el hermano de Capa, Cornell. Robert Capa, cuyo nombre original había sido el de Andrei Friedman y entre cuyos logros profesionales está la creación de la agencia Magnum, murió en 1954 desempeñando su trabajo en Vietnam, con la creencia de que sus joyas de la Guerra Civil española habían sido destruidas por los nazis en su ocupación de París.

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