miércoles, 3 de abril de 2019

LA APASIONANTE VIDA DE THOMAS EDWAR LAWRENCE "LAWRENCE DE ARABIA", UN HÉROE IMPERFECTO

Lawrence de Arabia

(Thomas Edward Lawrence; Tremadoc, Reino Unido, 1888 - Moreton, id., 1935) Escritor y militar británico que colaboró activamente en la sublevación de los árabes contra el Imperio otomano. Hijo ilegítimo de un aristócrata, creció bajo la influencia de una madre dominante. Estudió lenguas clásicas y arqueología en Oxford y viajó por Francia, donde las fortalezas medievales despertaron su interés por las Cruzadas y las culturas del Próximo Oriente; con este destino partió en 1910 en una expedición arqueológica con el equipo del Museo Británico.

Lawrence de Arabia
Recorrió en bicicleta Siria, Líbano, Palestina y otros puntos de Mesopotamia, lo cual le permitió conocer los pueblos y la lengua árabes. En el yacimiento de Carchemish conoció a Sheik Ahmed, un muchacho de quince años con quien se quedó a vivir, para escándalo de los nativos que trabajaban en la excavación. En 1914, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, entró en la Sinai Survey, compañía topográfica dirigida por lord Kitchener, que era en realidad una tapadera del espionaje militar británico, a cuya oficina de El Cairo fue trasladado al cabo de unos meses.
Trabajaba en ella cuando dos años más tarde se le encomendó la misión que le abriría las puertas de la leyenda. Fue enviado a la ciudad de Jidda para que convenciera al rey Husayn Ibn Alí de que generalizara la revuelta árabe que tímidamente habían comenzado sus hijos Abdullah y Faisal contra los turcos. La corriente de simpatía mutua que se estableció entre él y el emir Faisal (el futuro monarca Faisal I de Irak) fue decisiva para el éxito de su cometido, el cual implicó la ardua tarea de coordinar a las ariscas tribus beduinas.
LA REBELIÓN ÁRABE
A su vuelta a El Cairo en mayo de 1916 la cuestión de la rebelión árabe había alcanzado un punto crítico. Avisados de los planes de insurrección entre los militares de Siria, los turcos acababan de ejecutar a veintiún nacionalistas árabes en Damasco y estaban a punto de enviar tropas hacia el Hiyaz, el otro centro insurreccional en torno al jerife de La Meca, Husayn ibn Ali. La rebelión allí debía desencadenarse inmediatamente so pena de ser sofocada en cierne y efectivamente se inició el 5 de junio contra todas las expectativas.
Los primeros meses de la rebelión fueron tan azarosos como los planes de apoyo por parte de los mandos ingleses en El Cairo, ocupados en clarificar sus atribuciones y atentos a otra empresa prioritaria en la península de Sinaí, que debía abrir un nuevo frente contra los turcos al sur de Palestina. Cuando Lawrence, ya ascendido a capitán, llegó el 16 de octubre a Yida, en la costa del mar Rojo, acompañando como observador al enviado inglés Ronald Storrs en visita al jerife Husayn, encontró una situación preocupante con las fuerzas rebeldes descoordinadas y la ayuda inglesa limitada a la primera línea costera. Su visita al campamento de Faysal, el tercer hijo del jerife, fue decisiva. En este hombre de 31 años, culto y ascético, encontró un personaje congenial con capacidad de liderazgo, convencido como él de que la rebelión árabe podía triunfar y llevar al establecimiento de un estado árabe independiente y soberano con capital en Damasco.​ Lawrence volvió a El Cairo lleno de entusiasmo por la causa árabe y con característica tenacidad logró que a finales de noviembre le destinaran como «enlace temporal» al ejército irregular de Faysal, acampado en Yenbo.
Al dar este paso Lawrence ya conocía las promesas que desde El Cairo se le habían hecho a Husayn en los primeros momentos de la guerra, asegurándole un estado panárabe independiente bajo su gobierno si unía sus fuerzas con los aliados contra los turcos. Es lo que se conoce como «el compromiso McMahon» («MacMahon Pledge»).También sabía Lawrence que este compromiso quedaba anulado por el posterior acuerdo secreto suscrito por los plenipotenciarios inglés y francés, Mark Sykes y Georges Picot, en mayo de 1916, y que definía las ambiciones territoriales de Inglaterra y Francia en Oriente Medio una vez vencida Turquía. Sin embargo Lawrence se embarcó en la aventura árabe con la convicción de que si lograba establecer a la insurrección árabe como un aliado de plena igualdad gracias a su eficacia, y los árabes llegaban a Damasco antes que sus aliados, conquistando así real y simbólicamente su independencia, el tratado de Sykes-Picot sería papel mojado.​
Este razonamiento contradictorio y sin embargo válido es el que inspiró su intervención en el avance de las fuerzas irregulares de Faysal a lo largo de la costa del mar Rojo, con incursiones tierra adentro para atacar el ferrocarril del Hiyaz, esquivando las fortalezas turcas y levantando sucesivamente a las tribus de la zona en un brillante ejemplo de guerra de guerrillas.
Lawrence en Aqaba, 1917
Con la toma por tierra del inexpugnable puerto de Aqaba, el 6 de julio de 1917, el ejército irregular de Faysal, se situó de hecho en el flanco derecho del Ejército Expedicionario Egipcio comandado por el general Edmund Allenby. Lawrence no tardó mucho en convencer a Allenby de que los irregulares árabes apoyados por un incipiente ejército regular árabe eran los aliados imprescindibles para el planeado avance hacia Gaza, que cayó en octubre, y Jerusalén que cayó en diciembre. Siria y su capital Damasco quedaban al alcance de la mano.​
El curso de la guerra en los frentes europeos, la salida de Rusia de la contienda a raíz de la Revolución bolchevique de octubre-noviembre de 1917 aceleraron también los acontecimientos en Oriente Medio. La revelación por los bolcheviques de los tratados secretos aliados,​ entre ellos el tratado Sykes-Picot, agravó el dilema moral de Lawrence desgarrado entre su lealtad a los árabes y su lealtad a su patria, y acrecentó el estrés psicológico bajo el que actuaba y su desgaste físico. En ese invierno del 17-18 emprendió desde su base avanzada de Azrak en el desierto sirio algunas de sus acciones más arriesgadas en territorio enemigo como el intento fallido de dinamitar el puente sobre el río Yarmuk (7 de noviembre), el ataque al tren en Minifir (12 de noviembre) o la incursión casi en solitario a Deraa (20 de noviembre). En esta ocasión Lawrence fue detenido por una patrulla de reclutamiento turca que no le reconoció a pesar de que estaba puesto un precio a su cabeza. Durante su detención fue salvajemente maltratado y violado, pero consiguió escapar con vida. La experiencia fue traumática y tuvo consecuencias profundas y perdurables.​
Cuando Lawrence entró triunfante en Damasco el 1 de octubre de 1918 en la avanzadilla del ejército irregular de Faysal no era el mismo que desembarcó en Yida en octubre de 1916. Profundamente desilusionado por las desavenencias y la lucha por el poder entre los aliados, asqueado por las atrocidades de la guerra de las que se sentía corresponsable y deprimido por las pérdidas personales sufridas durante la contienda, entre las que destacan la muerte en el campo de batalla, en Francia, de sus dos hermanos y la muerte de Dahum durante una epidemia probablemente en Karkemish, Lawrence pidió el relevo al general Allenby el 4 de octubre y abandonó Damasco rumbo a Inglaterra vía El Cairo
Ascendido a coronel, participó en las operaciones militares árabes, durante las cuales resultó herido varias veces e incluso fue apresado, torturado y vejado por un bey otomano, sin que en la ocasión llegara a revelar su identidad. Transmitió a los árabes la idea de unidad nacional, al mismo tiempo que apoyaba las acciones del general Edmund Allenby: ataque a la línea férrea Damasco-Medina y toma, en julio de 1917, del estratégico puerto de Akaba.
Durante el invierno siguiente, Lawrence y los árabes mantuvieron las acciones de apoyo del flanco derecho del ejército de Allenby en Palestina hasta que, el 1 de octubre de 1918, entraron con el general británico en Damasco. Poco después, comprobó que su idea de crear una federación árabe ligada al Reino Unido había quedado abortada dos años antes, merced al tratado Sykes-Picot, por el cual su país cedía a Francia un mandato sobre Siria, reparto que se confirmó en el tratado de paz de Versalles de 1919.
Aunque profundamente decepcionado, en 1921 aceptó un cargo en la Oficina de Colonias como consejero de Winston Churchill, a quien asesoró en asuntos árabes y acompañó a Egipto y Palestina. En este cometido, medió entre árabes y judíos y al mismo tiempo contribuyó a consolidar políticamente a Abdullah I de Jordania, hermano de su amigo Faisal, como rey de Transjordania. Poco más tarde decidió retirarse y, rechazando las condecoraciones que quiso concederle Jorge V de Inglaterra, se alistó en la RAF bajo el nombre de John Hume Ross.
Descubierta su nueva identidad, en 1923 se enroló, también con nombre falso, en una unidad acorazada. Durante dos años sirvió como soldado raso en la India, antes de reingresar en la RAF como mecánico. Sus vivencias en el desierto las recogió en Los siete pilares de la sabiduría (The Seven Pillars of Wisdom, 1926). Póstumamente se editaron La mina (The mint, 1936) y una recopilación de sus Cartas. El 19 de mayo de 1935 falleció en un accidente de motocicleta al intentar esquivar a dos ciclistas. Sólo Churchill y unas pocas personas más, aparte de sus parientes próximos, supieron que el Thomas Shaw que había muerto en el hospital militar de Wool era el legendario Lawrence de Arabia.
UN HÉROE IMPERFECTO 
La imagen del «Héroe del Imperio» y de «Lawrence de Arabia» se conservó sin fisuras muchos años después de su muerte, guardada celosamente por lo que se llamó el «Lawrence-Lobby». Sin embargo, la historia se hizo leyenda y la persona de Lawrence se difuminó y olvidó. En 1955 el escritor Richard Aldington publicó una biografía sobre Lawrence​ en la que demolía la leyenda piadosa y tachaba al «Liberador de Damasco» de mentiroso compulsivo, ambicioso y desequilibrado. Iniciaba así un debate en torno a una leyenda nacional incontrovertida hasta entonces. En 1962 el éxito internacional de la película Lawrence de Arabia, dirigida por David Lean con guion del autor dramático Robert Bolt y con Peter O´Toole en el papel de Lawrence, dio un nuevo giro a la discusión al presentar a Lawrence como un ser humano complejo y vulnerable, no como un manipulador sino como un manipulado, no como un héroe de la Primera Guerra Mundial sino como una víctima de ella. Esta interpretación, afianzada y profundizada por las publicaciones posteriores de documentos reservados en archivos oficiales y de cartas desconocidas de Lawrence —entre ellas las muy reveladoras a su amiga y protectora Charlotte Shaw—, es la que se ha impuesto finalmente tanto entre los conocedores del tema como entre el gran público. Como decía el escritor francés André Malraux: «La vida de T.E. Lawrence es intensamente acusadora, no es ejemplar, no pretende serlo».

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